Joan Colom sale del cuarto oscuro
BELEN GINART
Barcelona 19 ABR 1999
Joan Colom (Barcelona, 1921) atravesó de puntillas el umbral de la fotografía catalana: se inició en ella en 1957, con 36 años, por pura inquietud personal, sin ninguna formación específica. Cultivó con fervor su vocación tardía hasta 1964, año en que se alejó voluntariamente de la actividad fotográfica. En tan corto periodo de tiempo, consiguió marcar el punto culminante de de la nueva vanguardia fotográfica, un movimiento del que fue precursor Francesc Català-Roca y al que se adscribieron también los fotógrafos Xavier Miserachs y Oriol Maspons. Según los críticos, Colom realizó una aportación culminante a esta corriente rupturista con los principios estéticos y conceptuales seguidos hasta el momento. Sin embargo, el poso de la historia ha oscurecido el recuerdo de su trabajo hasta convertirle en un ciudadano anónimo. El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) acoge ahora una amplia exposición sobre su obra con la que pretende sacarle del cuarto oscuro. Para volver a poner las cosas en su sitio, nada mejor que un punto y seguido. La exposición del MNAC, que tiene como comisario a Jorge Ribalta, reproduce fielmente la exhibición de las fotografías de Colom organizada en 1961 en la desaparecida sala Aixelà. Fue el punto culminante de la carrera del fotógrafo y la primera exposición individual de sus imágenes -la segunda no llegó hasta 35 años después-. El carrer. Joan Colom a la sala Aixelà, 1961 reúne 49 imágenes, en su mayoría de gran plasticismo y fuerza visual, que sin embargo siguen los preceptos marcados por la vanguardia fotográfica: rechazo a toda aspiración artística en favor del contenido, y un gran interés por el reportaje gráfico. La exposición demuestra cómo Colom daba prioridad a qué contar sobre cómo decirlo. Las imágenes expuestas están realizadas con cámara oculta, una técnica que le permitió abrir a los profanos el territorio del barrio chino barcelonés. Con su Leica bajo el brazo, el fotógrafo plasmó transacciones clandestinas y posturas indecorosas. Ésta es la parte más conocida de su trabajo, pues se publicó en Izas, rabizas y colipoterras, un libro con textos de Camilo José Cela publicado por Lumen. Es también la vertiente que le ocasionó más quebraderos de cabeza: para los patrones morales de la época, constituyó un escándalo, un hecho que contribuyó a su decisión de colgar la cámara. Pero en El carrer. Joan Colom a la sala Aixelà, 1961 se muestran también otros tipos ligados al barrio chino que nada tienen que ver con el ambiente de prostitución de sus imágenes más populares. Muestran en cambio a un Colom sensible, con debilidad por los niños, los gestos amables y las miserias del otro. La exposición, que podrá verse hasta el 17 de junio, se completa con un documento audiovisual realizado por el propio fotógrafo. Es un documental que se exhibe sin editar, tal y como el autor lo grabó "con una cámara a la que tenía que dar cuerda cada poco rato porque entonces no había pilas", según recuerda, que constituye un vívido cuadro de las escenas de la vida cotidiana de los años de la posguerra en el corazón de Barcelona. Colom recorrerá de nuevo todos sus viejos escenarios dentro de unos itinerarios por el barrio chino organizados paralelamente a la exhibición y abiertos al público con inscripción previa, que se realizarán los días 15 y 29 de mayo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de abril de 1999
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