Jennifer Lawrence |
Hollywood tiene un problema y se llama Jennifer Lawrence
¿Alergia a las mujeres maduras en el cine más comercial? La crítica lamenta que la talentosa actriz consiga nominaciones año tras año interpretando a mujeres con una media de 40 años, cuando ella apenas tiene 25.
A toda actriz de Hollywood le llega el día de brindar por su último día ‘follable’ en la industria. Bien lo saben Tina Fey, Patricia Arquette y Julia Louis-Dreyfus, que lo hicieron con mucho gusto en Last Fuckable Day, el épico sketch del programa de Amy Schumer donde las tres se reían (por no llorar) de ese momento en el que los medios deciden que ya no serás nunca más la tía buena o la mujer sexy de turno. Nadie querrá ligarte en pantalla porque solo te darán papeles de madre devota o suegra. Será cuando una nueva hornada de chicas jóvenes y lozanas, más cerca de los 20 que de los 30, sean las que sí pueden interpretar a mujeres de mediana edad con problemas de mujeres de mediana edad. Chicas haciendo de mujeres que sí puedan beneficiarse a cuarentones y cincuentones haciendo de cuarentones y cincuentones. Esto es, a grandes rasgos, lo que le pasa a Jennifer Lawrence. Cuando no está interpretando a heroínas de sagas distópicas y se pone bajo las órdenes de David O. Russell, una de las actrices más queridas y talentosas del cine comercial se ha convertido, sin quererlo, en la encarnación del edadismo (discriminación por edad) de Hollywood.
Jennifer Lawrence tiene 25 años pero en su última película, Joy –con la que ha conseguido nominación a los Globos de Oro como mejor actriz de comedia o musical–, interpreta a Joy Mangano, una ama de casa divorciada y madre de tres hijos que pasó de la nada a ser multimillonaria tras inventar The Miracle Mop, una especie de fregona que supuso una revolución en el mercado a finales de los 90. Mangano tenía 33 años cuando la inventó, y por lo visto, la mayor parte de la película sitúa la acción después de su logro. Un hecho que no ha pasado desapercibido para la crítica, que ya viene tiempo lamentando que la joven actriz, cada vez que trabaja con O’Russell, interprete a mujeres maduras de entre 30 y 40 años. Cuando tenía 21 protagonizó El Lado bueno de las cosas, donde se puso en la piel de una viuda cuyo marido había muerto tres años atrás. Su personaje en la novela original tiene 39 años pero no resultó nada chocante para los críticos de la academia, que decidieron otorgarle el Oscar. Después llegaría La Gran Estafa Americana, donde interpretaba a una ama de casa y madre basada en Cynthia Weinberg, una mujer que estaba en sus cuarenta y pocos cuando se produjeron los hechos que describe la película.
¿Es que no hay actrices en sus 30 y 40 para esos papeles? Eso se han preguntado desde multitud de publicaciones y se ha hecho tantas veces que hasta Lawrence ha tenido que salir al paso aclarando al New York Times que la culpa es de David O’Rusell. “Él tiene sus propias visiones, vive en su propio y maravilloso mundo. Estas preguntas estúpidas no le importan. Con eso no digo que no fuera lo suficientemente mayor para La gran estafa americana. Y desde luego era muy joven en El lado bueno de las cosas. Por esa razón casi no consigo el papel”, explicó.
La actriz, que sí ha alzado la voz para “cobrar lo mismo que mis compañeros con pene“, no se moja frente a la manía de Hollywood de perpetuar la imagen de mujeres de supuestamente 40 años, pero que parecen veinteañeras. Es un secreto a voces. Isabel Coixet lo confirmó recientemente, cuando en una entrevista en La Ser explicó que los productores de Aprendiendo a conducir le pidieron “varias veces” si el personaje de Patricia Clarkson (una mujer de 50 años) lo podría interpretar “una actriz de 35”. A Maggie Gyllenhaal (37 años) también le dijeron que era demasiado vieja para ser la amante de un hombre de 50 años. Hasta Anne Hathaway, con sólo 32 años, se lamenta de todo esto. “Antes no me quejaba porque no me afectaba y me beneficiaba. Cuando tenía veintipocos, se escribían papeles para mí de mujeres de mediana edad y los cogía. Ahora que tengo poco más de treinta pienso ‘¿por qué esa chica de 24 años consiguió ese papel? Una vez tuve 24 y no me puedo enfadar. Así son las cosas”.
EL PAÍS
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