
Crédito:Colprensa.Medella y diploma del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
Premio Nobel de Literatura: las razones para entregar o negar el reconocimiento, y los candidatos de 2025
El Nobel de Literatura no solo consagra autores dentro del canon, sino que también define qué entendemos por literatura. Cuatro voces colombianas de escritores, editores y lectores reflexionan sobre el premio, sus sesgos y quiénes deberían recibirlo. Desde Rushdie hasta Jamaica Kincaid, la pregunta es inevitable: ¿a quién dárselo y quién ha quedado afuera?
Por: Manuela Cardozo
En 1985, el químico e ingeniero, e inventor de la dinamita, Alfred Nobel, destinó una gran parte de su capital para crear un premio que reconociera “a aquellos que, durante el año anterior, hayan conferido el mayor beneficio a la humanidad”, según dice en su testamento.
Conforme estipuló el filántropo sueco, se premiaría a las mentes más brillantes en los campos de física, química, medicina, literatura y paz. Esto llevaría a que nombres como Marie Curie, Toni Morrison, Albert Einstein y Gabriel García Márquez pasarán por el escenario de Estocolmo.
En los 124 años desde la creación del premio se han otorgado unas 627. En el caso específico del galardón de literatura, este se ha concedido en 117 ocasiones a 121 personas: 103 hombres y 18 mujeres.
¿Cómo se escoge al ganador del Premio Nobel de Literatura?
Sin embargo, todos estos autores han sido escogidos de la misma forma, según la Fundación Nobel. El Comité Nobel de Literatura que este año lo conforman cinco escritores suecos, envía cartas de invitación a personas cualificadas para nominar al premio, entiéndase cualificadas como:
- Miembros de la Academia Sueca y de otras instituciones similares.
- Profesores de literatura y lingüística en universidades y escuelas superiores.
- Anteriores ganadores del Premio Nobel de Literatura.
- Presidentes de sociedades de autores que sean representativas de la producción literaria de sus respectivos países.
El comité presenta sus recomendaciones a los 18 miembros de la Academia sueca, que lee las producciones de los autores, elabora informes individuales y elige a un ganador para ser premiado el 10 de diciembre en Estocolmo.

Crédito: Colprensa. Olga Tokarczuk, Premio Nobel de Literatura 2019.
En este proceso, los demás nominados siempre quedan en secreto. Como dicen los estatutos de la Fundación, “los nombres de los nominados y demás información sobre las nominaciones no podrán revelarse hasta 50 años después”. Un hecho que a menudo levanta interrogantes sobre los criterios de selección.
Según Antonio García Ángel, autor colombiano escogido como un escritor representativo de América Latina, hay diferentes formas de otorgar el Nobel. “Una de ellas es premiar a un autor consagrado que ya está en el canon, en una especie de acto de justicia” como lo sería el caso de Doris Lessing (2007) o Mario Vargas Llosa (2010), quien “venía ganando ese Nobel desde hacía muchos años”, según García.

Crédit:Colprensa. Svetlana Alexievich, Premio Nobel de Literatura 2015.
También puede haber giros inesperados en los que se da el premio a autores no tan conocidos, que saltan al panorama global con el Nobel. “Ni la más mínima idea de la existencia de John Maxwell Coetzee antes del Nobel. Él gana el premio y después es cuando yo descubro Desgracia, La ley del hierro, Esperando a los bárbaros. Estos son esos autores que “entran al canon vía Nobel”, dice García.
Aún más, existen autores meritorios a los que se le distingue por su “integridad moral”, de lo cual Czesław Miłosz es un ejemplo. En esta categoría entran los escritores que viven circunstancias políticas difíciles y sobreviven, los que “la gente andaba memorizando capítulos para poder salvar el libro antes de que lo destruyeran”. También, por lo contrario, está el Nobel que se otorga por motivos políticos, como sería el caso de Winston Churchill, según García.
Los olvidados: quiénes se quedaron por fuera
Por el contrario, el Nobel de Literatura también se ha negado por causas ideológicas. Por ejemplo, "a Jorge Luis Borges por motivos políticos nunca se lo dieron”, de acuerdo con García. Del autor argentino se ha especulado que nunca recibió el premio por sus ideas conservadoras y por haber recibido un doctorado honoris causa de manos del dictador chileno Augusto Pinochet en 1976. Dicha hipótesis ha sido plasmada en textos de los diarios El Tiempo de Colombia y La Nación de Argentina.
“La decisión de quién se lleva el Nobel es también una decisión política. Yo creo que la literatura no es inocente. Sin que el autor se lo proponga, la literatura tiene un valor ideológico y un valor político”, asegura Miguel Ángel Manrique, escritor y ganador de la mención de honor en el Premio Nacional de Cuento.

Crédito: Colprensa. J.M. Coetzee, Premio Nobel de Literatura 2003
A lo largo de la historia, el Nobel de Literatura ha resultado controversial porque, por un lado, puede trascender lo literario y seleccionarse por factores políticos o de activismo, mientras que por otro responde a la necesidad de tener un referente global literario que acerque obras de arte de diferentes lugares del mundo. Así, una autora de Bielorrusia se lee en Estados Unidos y una de Corea en Colombia.
“No creo que se premie la literatura más vendida o más querida por el público. Incluso, muchas veces las novelas no son tan conocidas, no las hemos leído”, expone Juliana Muñoz Toro, escritora y ganadora del Concurso Internacional de Escritura Tragaluz.
También es cierto que en casos como los de Han Kang o J.M. Coetzee, el premio ha amplificado su alcance. En parte debido al boom literario que ocurre en los dos años siguientes del anuncio de un ganador. Tiempo en el que las ventas editoriales del escritor se disparan y las editoriales que cuentan con los derechos adquieren un prestigio y ventas sin precedentes, según Manrique.

Crédito: Colprensa. Medalla Nobel de Literatura.
Varios géneros y personas se quedan por fuera. “¿Entonces, por qué no premiar distopías, ciencia ficción, o incluso a Stephen King? El terror y lo fantástico construyen visiones del mundo tan poderosas como cualquier autor canónico”, dice Manrique.
En más de un siglo de reconocimientos nunca ha habido un Nobel de literatura de terror ni literatura infantil, asegura Cesare Gafurri, autor de cuentos infantiles y profesor de literatura en la Pontificia Universidad Javeriana. “Hay como un interés muy efímero por la literatura infantil. Aunque hay una labor para reconocer cierta literatura. Sí, siento que hay un desprestigio por parte del Nobel (…) Creo que podrían haberle dado una obra, una novela de Dalh o a otros autores de literatura infantil, pero sí, es como si estuviera mal visto darles ese reconocimiento”, sostiene.

Crédito: Archivos Nacionales de los Países Bajos. Roald Dahl firmando libros en Amsterdam.
En la historia del premio solo el 14 por ciento de los ganadores han sido mujeres, una situación que no ocurrió con Virginia Woolf, María Luisa Bombal, Sylvia Plath y otras autoras del siglo XX que no fueron reconocidas, según los expertos que consultó CAMBIO. Sin embargo, para la escritora Juliana Muñoz Toro, “es algo que está cambiando, principalmente, porque hay más mujeres que están publicando, que están creando una carrera importante en la literatura. Las mujeres siempre hemos escrito, pero en tiempos pasados no nos publicaban tanto, no se nos consideraba valiosas o relevantes y, por lo tanto, también el premio obedecía a esos estándares machistas de la época”.
¿Quién merece el Premio Nobel de Literatura en 2025?
Aunque el Nobel de Literatura da a los autores una visibilidad global, ganarlo no es una garantía de que los libros se van a vender en un largo plazo. Si bien las ventas de las ediciones del escritor ganador aumentan durante los dos años siguientes a recibir el reconocimiento, estas pueden disminuir con el tiempo si las obras no resuenan con los lectores o las personas no las compran con regularidad.
Según los expertos, de los 117 nombres en la lista de ganadores, hay muchos que hoy no se reeditan y su circulación es mínima. Este es el caso de Sully Prudhomme, el primer galardonado en 1901, quien obtuvo prestigio en su época, pero cuya obra es difícil de encontrar y usualmente las ediciones solo están en francés. Otro caso es el de Verner von Heidenstam, un poeta sueco que ganó el Nobel en 1916 y que goza de popularidad en su país natal, pero tiene una influencia muy limitada fuera de Suecia.
Para los expertos, aunque el propósito del Nobel es dar a conocer autores y lanzarlos a una plataforma global, depende de los lectores si esos nombres se consolidan en la historia o se desvanecen en las estanterías. Y es justamente desde ahí, desde lo que se multiplica o se olvida, que surge la pregunta inevitable: ¿a quién le daríamos hoy el Nobel de Literatura?
La candidata de Cesare Gafurri
“Yo veo a Mariana Enríquez; sería chévere ver más mujeres latinoamericanas”, dice Gafurri.

Crédito: Anagrama. Mariana Enríquez, "Los peligros de fumar en la cama"
Llamada por algunos como “la reina del terror”, Enríquez es una periodista, escritora y docente argentina conocida por una narrativa que mezcla horror, realismo y denuncia social, a partir de la influencia de géneros como el punk y voces como las de H.P. Lovecraft y Sherwood Anderson.
La primera novela de Enríquez, Bajar es lo peor, fue publicada en 1995 y muestra crudamente la Buenos Aires de la década de los 90 mediante el encierro y la adolescencia de dos personajes: Facundo, un joven de gran belleza que se prostituye para sobrevivir y tiene miedo de dormir solo porque sufre de grandes pesadillas.
No obstante, el libro más vendido de la autora es Los peligros de fumar en la cama, una colección de doce cuentos en los que lo terrorífico se infiltran en lo cotidiano.

Crédito: Redes sociales. Mariana Enríquez.
Los candidatos de Antonio García Ángel
Para Antonio García Ángel, el próximo premio podría tener un tinte político, y para él resuenan nombres como Salman Rushdie y Tomás González, quienes “se lo merecen y quedarían en esa liga a la que su prosa ya pertenece”.

Crédito: Colprensa. Salman Rushdie y Tomás Gonzáles.
Famoso por sus novelas que presentan múltiples preguntas filosóficas con personajes complejos y una prosa efusiva y melodramática, Rushdie publicó su primera novela, Grimus, en 1975. Sin embargo, fueron libros como Hijos de medianoche y Los versos satánicos los que lo pusieron en el ojo público y lo han vuelto candidato del Nobel en múltiples ocasiones.
Por su parte, González es un escritor colombiano que se caracteriza por una escritura profunda, detallada y orientada a la sencillez. El autor explora temas como la naturaleza humana, el dolor y la fragilidad en libros como El fin del océano Pacífico, en el que acompaña a un médico en su búsqueda encontrar el sentido primero de la vida.

Crédito: Planeta Libros. Tomás González
Los candidatos de Miguel Ángel Manrique
Miguel Ángel Manrique se inclina por reconocer géneros a menudo ignorados: “Yo pensaría en autoras como Úrsula Le Guin, o ¿por qué no premiar la ciencia ficción o el terror de Stephen King? Tal vez también premiaría a Cristina Rivera Garza: ella tiene un trabajo muy importante sobre el cuerpo y la memoria”.

Crédito: Colprensa. Libros de Margaret Atwood, Cristina Rivera Garza y Stephen King.
Como un maestro del terror, la narrativa de King se centra en el horror, el miedo, la psique humana y lo sobrenatural. Con un estilo directo y tramas seductoras, sus novelas han cautivado a los lectores por generaciones. Libros como El resplandor y Carrie les han dado voz a temas como el abuso y el alcoholismo.
A diferencia de esto, Atwood crea a partir de la crítica social, la ficción especulativa y la distopía. Su novela más conocida, El cuento de la criada, es una advertencia sobre los peligros de una sociedad totalitaria, la pérdida de derechos y la autonomía de las mujeres en un ambiente de fundamentalismo religioso que usa la interpretación de textos sagrados para oprimir.
De forma similar, la prosa de Cristina Rivera Garza rompe con las formas narrativas convencionales con la exploración de las fronteras como espacio de identidad, la memoria y la violencia de género. En su libro, El invencible verano de Liliana, Garza narra el asesinato de su hermana Liliana y su proceso para afrontar el trauma, la impunidad y buscar una forma de justicia. Esta obra es un homenaje a su hermana y ha sido galardonada con el Premio Pulitzer, convirtiéndose en un fenómeno social que invita a otras personas a compartir sus propias historias.

Crédito: Redes sociales. Stephen King, Margaret Atwood y Cristina Rivera Garza.
La candidata de Juliana Muñoz Toro
Por su parte, Juliana Muñoz Toro propone un nombre fuera del radar occidental: “Me encantaría que la autora vietnamita Kim Thúyse ganara alguna vez el Nobel porque se premiaría la sencillez, la belleza de la sencillez. Eso creo que hace falta verlo más, apreciarlo más, porque lo sencillo es mucho más difícil de lograr y es universal, sensible, delicado”.

Crédito: Periferica. Kim Thúy
Con una prosa fragmentada y oraciones cortas que trasmiten ideas poderosas, Kim Thúy narra la experiencia del exilio y la guerra a través de escenas conmovedoras que entrelazan la memoria personal con lo colectivo. Su primera novela, Ru, se estructura en 144 viñetas sin numerar que hablan de la experiencia del exilio, con un flujo de consciencia narra el impacto de la migración y el duelo.

Crédito: Redes sociales. Kim Thúy.
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