domingo, 5 de octubre de 2025

Mauricio Vargas / La larga agonía de Petro

 



La larga agonía de Petro

‘Shows’ como el del megáfono en Nueva York son prueba de una mezcla de payasada e intrascendencia.

Mauricio Vargas
4 de octubre de 2025

Gustavo Petro ha fracasado en casi todo: la paz total carece de resultados y está teñida de sangre; en buena hora, las nefastas reformas fueron casi todas hundidas en el Congreso o la Corte Constitucional; las intentonas de asaltar el orden institucional, vía constituyente, referendo, plebiscito y consulta popular, fallaron; el empeño ciego de hacer una transición energética a la brava nos llevó a la escasez de gas y al nulo arranque de proyectos renovables de energía solar y eólica; el Gobierno acumuló derrotas en su insistencia en dominar el Congreso (nunca pudo con el Senado), las cortes y el poder electoral. Lo dije hace meses, en parodia de Neruda: “Petro, todo en ti fue naufragio”.
El Presidente elegido para golpear, ante todo, la corrupción, acumula más escándalos que todos sus antecesores. Estamos ante Petro y sus 40 ladrones: la banda de saqueadores de la UNGRD; su hijo Nicolás Petro, enjuiciado por enriquecimiento ilícito; su mininterior, Armando Benedetti, a juicio en la Corte Suprema por tráfico de influencias y acusado de “corrupto” por su propio colega, el minjusticia, Eduardo Montealegre, quien le augura pronta reclusión en una cárcel.
La lista de altos funcionarios con gravísimas acusaciones es larguísima: el propio Benedetti, Laura Sarabia, Ricardo Roa, Ricardo Bonilla, Luis Fernando Velasco, Roy Barreras; el minminas, William Palma; Augusto Rodríguez, Sandra Ortiz, Olmedo López, Sneyder Pinilla y el fugitivo exdirector de la Presidencia, Carlos Ramón González, así como el exalcalde de Medellín Daniel Quintero y el expresidente de la Cámara David Racero, cercanos ambos al mandatario.
Por eso Petro mira para otro lado: Gaza, Venezuela o Donald Trump, puros fuegos artificiales para distraer a la opinión pública y para evadirse él mismo de la realidad. Le ayuda a ello su disoluto comportamiento: es mejor para él andar volando –y no precisamente en el avión presidencial– que poner los pies en Colombia, donde los homicidios sumarán este año, según cifras del Mindefensa, más de 14.000 por primera vez en 12 años, donde el hueco fiscal será el más grande en décadas, y donde el sistema eléctrico va camino de un apagón.
Los trinos y discursos de Petro, incluido el ‘show’ del megáfono en las calles de Manhattan pidiéndoles a los soldados estadounidenses que no le hagan caso a Trump, son prueba de una mezcla de payasada e intrascendencia. El Presidente ha logrado que los medios de otros países se ocupen de él, pero sobre todo en los espacios de humor, donde extractos de sus discursos desatan carcajadas y burlas, lo mismo por su contenido que por la frecuente atascada de lengua de su oratoria.

Petro mira para otro lado: Gaza, Venezuela o Donald Trump, puros fuegos artificiales para distraer a la opinión pública y para evadirse él mismo de la realidad
El mandato de Petro agoniza a diez meses de su final. En el año en que otros gobernantes apretaban el paso para inaugurar obras públicas o pasar la cuenta de éxitos puntuales, el Presidente no tiene qué mostrar. Algunos de sus pocos aciertos, como subir la gasolina que nada justifica que estuviese subsidiada, quedan a la vera del camino por la incapacidad de Petro de presentarlos en el marco de una estrategia coherente, y porque la enorme carga de maloliente basura que deja su mandato cubre de sobra cualquier planta que haya podido florecer en el desierto del gobierno del cambio.
Pero como todo animal agónico, arrinconado e inflamado de rabia, este gobierno es peligroso. A más de las últimas locuras que se les puedan ocurrir a Petro y a su acólito Benedetti, el Presidente es capaz de meternos en una guerra. Por eso es válida la petición que la candidata Vicky Dávila les hizo a militares y policías para que “no obedezcan a Petro sino a la Constitución”, para que no se vayan a dejar enredar en Venezuela.
Esperemos que, con la mucha o poca dignidad que les quede, el mindefensa, Pedro Sánchez, y el alto mando entiendan que su lealtad es con el país y no con este gobierno desahuciado, estertóreo y en trance de enfermo terminal.

EL TIEMPO








No hay comentarios:

Publicar un comentario