
CINCO RASGOS DEL LIDERAZGO DE PETRO QUE REFLEJÓ EL EPISODIO CON TRUMP
29 de enero de 2025
El episodio de las sanciones de Estados Unidos a Colombia por los trinos del presidente desautorizando el aterrizaje de los aviones militares gringos con deportados quedó finalmente cerrado. Pero reflejó cinco rasgos del liderazgo presidencial de Gustavo Petro que hacen que no haya certeza de que no se repita:
1. El desorden de su vida personal
Más allá del hecho de que trinara su decisión de no dejar aterrizar los aviones con los deportados, que ya habían sido autorizados previamente por el gobierno y que estaban en pleno vuelo, que lo hiciera a las 3.30 de la madrugada un sábado refuerza la percepción de que el presidente estaba borracho, enrumbado o drogado y que por eso no calculó las graves consecuencias que sus trinos iban a provocar. Además, porque media hora antes había invitado a recibirlos con flores. Y porque por la tarde remata el episodio con otro trino aceptándole a Trump (sin que lo hubiera invitado) un whisky “a pesar de mi gastritis” para “hablar francamente” de lo sucedido.
Esta percepción sobre su estado mental se desprende de los miles de mensajes en redes sociales y memes criticando la decisión y principalmente, la hora a la que la tomó. No es la primera vez que Petro toma decisiones vía twitter a altas horas de la madrugada. También lo hizo cuando declaró un cese del fuego multilateral con el ELN y las disidencias hace dos años, sin haberlo negociado con ellos y sin haberlo consultado previamente con el alto mando militar ni consultado con su ministro de Defensa.
2. Su desprecio a sus funcionarios
El presidente tomó la decisión de no dejar aterrizar a los deportados saltándose a su embajador en Estados Unidos, Daniel García-Peña, el encargado directo del tema, quien contó hoy que no había sido consultado previamente.
Tampoco consultó a su canciller saliente Gilberto Murillo y a su entrante Laura Sarabia. Y ninguno de los tres logró evitar que una vez Trump anunciara su retaliación, Petro dejara su celular y acudiera a las vías diplomáticas. Por el contrario, siguió trinando trayendo a colación canciones de los Tigres del Norte sobre el “verdadero invasor” y a Aureliano Buendía y a Bolívar y empeorando la situación. Solo hasta las diez de la noche lograron desactivar las medidas. Y ahora les tocará a ellos intentar recomponer la relación después de haber quedado en ridículo frente al mundo entero.
“Fuimos muy enfáticos en insistirle al presidente sobre las implicaciones de los mensajes, por eso celebramos que avanzado el día le mermó a los trinos”, comentó en radio el embajador García Peña.
Varias personas que trabajaron con Petro en la Alcaldía o en sus primeros dos años de gobierno se han quejado de la poca empatía que tiene el presidente con sus ministros y coequiperos. No solo los echa por twitter sino que reversa sus decisiones con un trino o les exige sacrificios imposibles de cumplir sin terminar investigados por la Procuraduría o Contraloría. Además, nunca les agradece o reconoce su trabajo. “El mejor cumplido del presidente es su silencio en el consejo de ministros”, dijo uno de los que trabajó con él.
3. Su doble rasero por ideología
Este episodio con Estados Unidos ocurre tan solo una semana después de que los guerrilleros del ELN cruzaron el territorio venezolano para cometer la masacre de más de 60 personas en El Catatumbo y desplazar a otros miles. Pero lejos de cortar relaciones con la dictadura de Maduro o de sacar siquiera una nota de protesta, el presidente Petro dijo que llamó a Maduro para que juntos enfrentaran a los grupos financiados por el narcotráfico en la frontera.
Le pareció menos grave la complicidad del régimen con el grupo que cometió una masacre como no se veía en una década y desplazó a más de 20 mil colombianos, que la aterrizada de deportados en un avión militar autorizado previamente por su gobierno. Y esto a pesar de que tan solo el año pasado, bajo el gobierno Biden, Colombia recibió 124 vuelos de deportación.
La diferencia con los que iban a llegar ayer es que al parecer los migrantes venían atados de manos y pies, como los que llegaron a la ciudad de Manaos, en Brasil, una escena que desató las críticas del gobierno del presidente brasilero Luis Inácio Lula da Silva por el trato humillante que recibieron sus connacionales.
Pero quizás la mayor diferencia es que el gobierno Biden era menos distante ideológicamente a Petro, mientras que Trump es de derecha. Esta conclusión cabe porque el presidente tampoco se ha quejado, por ejemplo, del maltrato a los colombianos que están irregularmente en México, donde también gobierna la izquierda.
Este doble rasero por ideología también lo ha reflejado su neutralidad frente a la invasión de Rusia a Ucrania, que según la ONU ha provocado la muerte de 12.456 civiles y 28.382 heridos (otros cálculos triplican la cifra) mientras rompe relaciones con Israel (con régimen de derecha) por su ofensiva contra Hamás en Palestina, que ha causado 60 mil muertos.
4. El desprecio por la actividad privada y las consecuencias económicas de sus actos
Desde que fue elegido, el presidente Petro ha mostrado su animadversión frente al mundo empresarial. En varias ocasiones tilda a los empresarios de “esclavistas” y ha puesto al mismo nivel la actividad de sectores económicos como el extractivo con el narcotráfico, entre otras ofensas.
En este episodio su desconocimiento sobre cómo funciona el sector empresarial y su desprecio por las consecuencias económicas de sus acciones fueron patentes. No solo por la falta de previsión de las consecuencias económicas que le podía traer al país su decisión cuando Trump no ha hecho sino amenazar con subirles los aranceles a las naciones que lo contradigan, sino en su trino de la tarde dándole órdenes a su ministro de Comercio.
“El ministerio debe ayudar a dirigir nuestras exportaciones a todo el mundo diferente a los EE.UU. Nuestras exportaciones deben ampliarse. Invito a todas las comunidades colombianas extranjeras a ser comercializadoras de nuestros productos”, dijo en su trino. Como si abrir un nuevo mercado para reemplazar el 25 por ciento de las exportaciones de Colombia fuera fácil y como si los colombianos por fuera pudieran reemplazar los canales de comercialización que le han exigido a las empresas un esfuerzo titánico.
“Los productos norteamericanos cuyo precio subirá dentro de la economía nacional. Deben ser reemplazados por producción nacional, el gobierno ayudará en este propósito”. Con este, el presidente no solo ignora que el principal producto que importa Colombia de Estados Unidos es petróleo refinado, que es insustituible localmente, sino que esa decisión también golpeaba duramente al sector empresarial importador y a los consumidores.
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Petro, el emperador |
5. Su narcisismo
Quizás el rasgo de la personalidad del presidente que quedó más expuesto en este episodio es la percepción exagerada que tiene de su propia importancia. En su trino desafiando a Trump, cuando medio país estaba pegado del techo por las consecuencias que podrían tener las sanciones para su empleo, su empresa, su hijo estudiando por fuera, su situación económica, Petro todo lo ve solo desde sí mismo.
Minimiza el impacto de la decisión de Trump diciendo que al fin y al cabo él no disfruta tanto viajando a Estados Unidos; se pone a reflexionar sobre los autores gringos que él admira y los que no, como si a alguien le importara eso en ese momento de crisis; se asemeja a Allende anticipando su martirio; “túmbeme presidente y le responderán las Américas y la humanidad” (los únicos mandatarios que expresaron su solidaridad fueron los dictadores de Venezuela y Cuba). Y redobla su apuesta poniéndole aranceles a las importaciones de Estados Unidos, sin ninguna empatía por el resto de colombianos que tendrían que pagar más por los productos que consumen.
LA SILLA VACÍA
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