Vasili Grossman |
Un año que dura diez libros
1Vida y destino
Vasili Grossman
Traducción de Marta-Ingrid Rebón
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores
Vasili Grossman murió creyendo que su novela Vida y destino nunca vería la luz. Él mismo entregó al KGB las copias de la novela, que había presentado para editar confiando en el comienzo de la era Jruschov. Afortunadamente, no recordó que existían dos copias más, una de las cuales salió microfilmada de la Unión Soviética y se pudo editar, en ruso, en 1985. Grossman no era un disidente y sólo empezó a dudar del sovietismo a partir de la política antijudía que desarrolló Stalin. Pero era un hombre recto y vivía con los ojos abiertos. Siendo corresponsal de guerra del periódico Estrella Roja, relató las vicisitudes de la guerra, desde la defensa de Moscú hasta la caída de Berlín. Con todo ese material levantaría su obra maestra.
Vida y destino es una novela de largo aliento; no en vano se la ha comparado con Guerra y paz; en realidad, se parecen en su deseo abarcador, en la capacidad de poner en escena decenas de personajes y vidas que se entrecruzan y en la ambición literaria y personal. No desmerece al lado de la gran novela de Tolstói y lo que se advierte es la distancia en el tiempo entre una y otra. El mundo de Grossman es un mundo aterrador porque se mueve entre dos polos totalitarios: el comunismo y el nazismo. Su capacidad de invención es admirable, pero lo es más aún su conocimiento de aquellos tiempos y de la gente que los habitaba. Judíos, bolcheviques, militares, campesinos, burócratas... se van desplegando y van desplegando sus vidas en un libro que es un seísmo narrativo cuyo epicentro se encuentra en la batalla de Stalingrado. Grossman pertenece a esa clase de escritores empecinados a los que no hay alma o corazón que se les resista. Un relato épico, un fresco grandioso, una novela como ya casi no se hacen, una lectura absorbente.
José María Guelbenzu
2Tu rostro mañana / 3
Veneno y sombra y adiós
Javier Marías. Alfaguara
La sacudida que procura esta novela es de tipo moral porque la novela de calidad sólo habla así, en el ámbito privado de la conciencia y sin subordinarse a la información que suministra. Y aquí hay mucha historia tomada de los libros y alguna de la historia oral: información sobre el espionaje, sobre el pasado español y la represión que ejerció y padeció la izquierda, sobre personas reales, sobre tramas de espionaje que operaron durante la Guerra Civil, que operaron durante la Segunda Guerra Mundial, que operan hoy con la brutalidad esperable en quienes averiguan o controlan las intenciones de los demás. Pero la novela trata de la condescendencia con nosotros mismos y trata de la inhibición ante la mentira y la media verdad, trata del reblandecimiento moral de las sociedades opulentas y trata de las transacciones interesadas entre ética y vida cotidiana; quiere ser una meditación a veces colérica sobre el autoengaño y la propensión a la buena conciencia (a cualquier precio).
El protagonista y narrador está involucrado en un medio sucio por definición, el de los servicios secretos, pero es alguien que ha estado antes contratado como profesor universitario y que hoy vive fuera de su sitio sólo por un tiempo, mezclado con ellos, integrado en una amoralidad que puede ser peligrosamente real y verosímil, y que puede llegar a contagiar la vida cotidiana de cualquiera de nosotros. Porque es de quienes habla, de nuestro rostro hoy y no ayer ni mañana, del rostro de una sociedad democrática narcisista, satisfecha de su presente y cobardona con sus desvanes tal como ha podido recrearlos este narrador que sigue haciendo lo que ha hecho el mejor narrador de Marías: pensar por novelas y acertar en la dirección de una brújula reflexiva que tantas veces no da en nada pero siempre da para mucho.
Jordi Gracia
3Las benévolas
Jonathan Littell
Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. RBA
En esta impresionante novela, densa y bien construida, el ex comandante de las SS Max Aue rememora su vida años después de la Segunda Guerra Mundial, a salvo ya de cualquier acusación de genocidio, amparado por su nueva identidad de ciudadano intachable. Pero su pasado es terrible: Aue participó de manera activa en el exterminio de los judíos en la Europa del Este; colaboró en los asesinatos en masa perpetrados por los "comandos especiales de liquidación" nazis durante la ocupación de Polonia, Ucrania y Rusia y, tras pasar por Stalingrado, terminó ganándose la confianza del propio Himmler, quien le confió una misión secreta relacionada con la supervisión del intrincado entramado de la gestión y el funcionamiento de los campos de la muerte.
Aue no muestra signos de arrepentimiento, justifica sus actos incluso desde posturas intelectuales, y ello constituye lo obsceno e inquietante de este libro abrumador que, además de trasladarnos al interior de un ser incapaz de reconocer lo absurdo de la miseria moral que le rodea -a la mente de un estereotipo de nazi cultivado pero carente de empatía con sus víctimas-, nos conduce asimismo a las entrañas de la criminal esencia del Estado hitleriano. La homosexualidad del protagonista, su carácter acomodaticio y blando, su educación y cultura lo convierten en un selecto testigo de esa catástrofe humana que fue el Holocausto, abordado por Littell con detallada documentación, y desde una perspectiva singular: la de los verdugos. La traducción castellana, digna de toda alabanza, está a la altura de una obra tan controvertida como indispensable.
Luis Fernando Moreno Claros
4El canto de las sirenas. Argumentos musicales
Eugenio Trías
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores
En la Odisea de Homero las sirenas llevan a la perdición con sus canciones; en el libro de Trías, la música es elevada a la categoría de gnosis, es decir, de conocimiento salvífico. ¿En qué quedamos: la música mata o salva? La música, dice Trías, es muy misteriosa. Puede elevarnos a lo más suprarracional o hundirnos en lo irracional, porque es una emoción. Lo novedoso de la obra de Trías es hacernos ver lo que hay de inteligencia racional tras la emoción musical.
No es éste un libro de o sobre la música de los últimos 400 años, sino una historia de la cultura y de las ideas en clave musical. Fiel a la idea de Platón según la cual el hombre que es arrojado al mundo cuenta con el hilo musical para conectar con el seno matricial del que proviene, Trías trata de restaurar la complicidad entre música y lenguaje: casa a Bach con Newton, a Beethoven con Hegel, a Schubert con Kant, a Wagner con Nietzsche, a Schönberg con Wittgenstein
A Eugenio Trías le gustan los grandes desafíos. En La edad del espíritu emprendió una larga marcha por el mundo de las religiones que ahora completa con este recorrido pitagórico en busca de la estructura del alma humana y hasta del cosmos. Al final de los 23 ensayos que componen este voluminoso libro, el lector no necesitará atarse al mástil para escapar al embrujo de las sirenas. La música le habrá desvelado claves racionales con las que sortear los escollos y llegar a buen puerto. Un libro sapiencial que no se improvisa.
Reyes Mate
5La carretera
Cormac McCarthy
Traducción de Luis Murillo Fort
Mondadori
Pynchon, DeLillo, Roth y Cormac McCarthy: cuatro grandes narradores de la literatura norteamericana contemporánea con universo propio y gigantesco, cuatro jinetes del Apocalipsis, y McCarthy en sentido literal porque sus ficciones, desde Hijo de Dios (1974), afrontan los límites de la condición humana, dibujan infiernos de la vida real y proyectan una sombra trágica de lucha a muerte contra el destino y el mal que en Meridiano de sangre (1985), su obra maestra, alcanza dimensiones insospechadas. Su obra es en verdad apocalíptica, sobrecogedora, épica como la de sus maestros Melville y Faulkner, y la prosa que la sustenta, siempre tensa y afilada como un cuchillo, de frases con ecos bíblicos y gélidos diálogos breves y elípticos como los que concibió Hemingway, avanza como un cielo borrascoso. Está muy lejos el tiempo en que demasiados críticos desidiosos no vieron en su obra sino literatura de género, o bien westerns de segunda generación o bien contribuciones a la mítica narrativa sureña de Flannery O'Connor y otros prosistas góticos. Meridiano de sangre fue la prueba definitiva de que el talento de McCarthy está por encima de consideraciones genéricas, y Todos los hermosos caballos (1992) le entregó en bandeja de plata la fama, la popularidad y el dinero ganado a pulso frase a frase. Ahora, con La carretera (Premio Pulitzer 2007 y nuevo espaldarazo a su candidatura al Nobel), nos entrega otra obra espléndida, de estirpe faulkneriana -vienen a la memoria algunos pasajes del viaje ahogado en emociones, miedos y soledad emocional que emprenden los Bundren en Mientras agonizo- y una reiterada obsesión por los límites emocionales y las condiciones infernales, aquí impuestas por una suerte de holocausto que ha convertido las tierras americanas en un páramo baldío e inhóspito. El viaje de un padre y un hijo supervivientes a un Sur que es símbolo de la infancia y de un paraíso que no fue soñado, entre bandas de malignos y desolación, preguntándose por nuestra animalidad y por el futuro de nuestro mundo, atenazan al lector como pocos textos son capaces de hacerlo. McCarthy plantea una vez más la lucha del hombre solo ante el peligro en un medio hostil que nos recuerda que el hombre no es sino un lobo para el hombre.
Javier Aparicio Mate
6Exploradores del abismo
Enrique Vila-Matas
Anagrama
Enrique Vila-Matas es la alegría de las ocurrencias, la felicidad de contar descubrimientos en un grafiti mental interplanetario que va de Estocolmo a Ronda, del Malibú de hoy a la Rusia de 1904, de Buenos Aires al espacio, y donde pueden coincidir Kafka y Petronio, Ayala y DeLillo, o Bernhard y Burroughs, parejas imposibles. En ese mundo existen familias y colegios barceloneses, un volcán chileno, una insuficiencia renal severa, Los Shadows, el París de Sophie Calle y un autobús en el que, para que meditemos sobre la modestia de aquello que no se reconoce ni lo uno ni lo otro, una mujer dice al teléfono: "No soy ni guapa ni fea". Un hijo de 60 años se empeña entonces, artista de vanguardia, en imponer la dictadura del productor sobre los gustos del público, es decir, sobre su padre que lo sostiene. Uno piensa que Vila-Matas no va a volver a sorprenderlo porque se cumplirá lo esperado: que Vila-Matas sea Vila-Matas. Pero uno vuelve a ser sorprendido, y, al pasar la página, se encuentra en un planeta nevado y "karibeño", "centro neurálgico de la risa general del cosmos", entre "cementerios de naves aerospaciales putrefactas". Los gestos humanos son banales, de risa, trágicamente mortales, pero, según el astronauta de Exploradores del abismo, el humor es la verdadera resistencia de fondo. Enrique Vila-Matas ha descubierto la forma de tomarse a toda luz el apagamiento, el colapso: "Al cuarto día pude empezar a leer algo", dice el enfermo de uno de estos cuentos reales, como si dijera: "Empecé a ingerir alimentos". Es casi seguro que nuestras experiencias estén escritas o a punto de ser escritas en alguno de los libros que hay por ahí, y, si nos atrae la literatura, es porque nuestra vida nos atrae. Según Vila-Matas, más allá de la literatura sólo queda el abismo.
Justo Navarro
7Eros es más
Juan Antonio González-Iglesias
Visor
Que la poesía puede nutrirse de vida y de cultura, de experiencia y de libros y sonatas y cuadros, es obviedad en la que no vale la pena insistir. Pero sólo algunos autores, entre ellos González-Iglesias (Salamanca, 1964), consiguen disolver todos esos formantes en unos artefactos de lengua donde coexisten sin estorbarse la Antología palatina, los neotéricos, el estoicismo en que empezaba a desleírse el mundo clásico o los emblemas de la posmodernidad. El collage de tiempos y de espacios se resuelve en un tono unitario en que la sentenciosidad de ciertos momentos se salva de la formalización, manteniendo el vigor de sus inicios históricos. En esa "conexión con el origen" consiste, confírmelo Perogrullo, la auténtica originalidad. La hermosura del héroe (1994) y Esto es mi cuerpo (1997) mostraban ya el magisterio sin engolamiento del autor. Desde entonces, títulos como Un ángulo me basta (2002), Olímpicas (2005) y, ahora, Eros es más (2007), han alcanzado un equilibrio, por naturaleza precario, entre la coherencia de su dicción y la negativa a, heraclitáneamente, escribir siempre el mismo verso (aunque con distinta agua). Crecer hacia dentro, armonizando fidelidad a la voz propia y evolución, es un rasgo de los grandes, que se alimentan de la tradición sin reducirse a la condición de epígonos. En las 32 composiciones de Eros es más, engarzadas sin arquitecturas babilónicas tan escasamente funcionales, hay pasión, amor, conocimiento. Y nostalgia de la plenitud. Un poema como 'El reinado de Adriano', donde el poeta delata la mediocridad empantanada del presente en que nos sentimos extranjeros, nos comunica una lección archisabida pero nueva en su pluma: incluso los habitantes de la Edad de Oro hesiódica sufrían la añoranza de la Edad de Oro.
Ángel L. Prieto de Paula
8El padre de Blancanieves
Belén Gopegui
Anagrama
Una profesora de instituto, Manuela, casada y madre de tres hijos, encarga por teléfono un pedido a un supermercado. El encargado lo envía con retraso y ella, cansada de esperar, se marcha. El repartidor lo deja en casa de unos vecinos y al volver se encuentra con que se han estropeado los productos congelados. Ella se queja al supermercado y éste decreta el despido del repartidor, un trabajador ecuatoriano que va a protestar a casa de Manuela, amenazándola a su vez si no le encuentra otro trabajo. Así arranca El padre de Blancanieves, la sexta novela de Belén Gopegui, un libro que mezcla narrativa epistolar entre múltiples personajes y documentos diversos. Entre ellos destacan una serie de comunicados anónimos que tratan de romper la frontera entre lo individual y colectivo, un recurso que remite a otra novela de la propia Gopegui, Lo real. Bertolt Brecht decía que "el público es una asamblea de individuos capaces de transformar el mundo y que reciben informes sobre él". En esta idea se apoya la escritura revolucionaria de la autora de La conquista del aire para mezclar voces y discursos. Aunque lastrada por momentos por un exceso de carga científica, una excelente novela.
Rafael Conte
9El gozo intelectual. Teoría y práctica de sobre la inteligibilidad y la belleza
Jorge Wagensberg. Tusquets
Enseñar a hacer preguntas es mostrar el camino del goce intelectual, una actividad al menos tan entretenida como el sexo, asegura Jorge Wagensberg, ensayista, divulgador de la ciencia, creador del Museo de Ciencia de La Caixa y profesor de la Universidad de Barcelona. Y para mostrar ese camino ha escrito este volumen que recoge 63 historias en las que muestra algunos de los jardines en los que esa flor del pensamiento ha brotado para la nariz de Wagensberg. Con su libro nos invita a que aspiremos ese aroma en el que se funden la inteligencia y la belleza.
Wagensberg conversa con los lectores como lo hace con los alumnos, para contagiar su insaciable curiosidad y su manera de abordar los asuntos. Establece conexiones donde aparentemente no las hay (entre hormigas y astronautas, entre vinos y cabras isleñas) y saca de ahí conclusiones que, aparentemente, tampoco estaban. Siempre, eso sí, tratando de que las respuestas generen nuevas preguntas. Siete familias de historias, con nueve miembros cada una, componen los territorios por los que el autor se adentra y nos adentra en selvas, ríos, restaurantes y conferencias de físicos. Todo para ejercitar el goce intelectual.
Una experiencia que un día, con la ayuda de la tecnología adecuada, será visualizable, mensurable, si el experimento se prepara con rigor y esmero. Así, se mostrará que el gozo intelectual, además de ser un concepto útil para comprender el proceso mismo de la comprensión, es un fenómeno mental objetivo para otras mentes. El gozo de entender, entonces, dejará rastro, como la mayoría de los otros gozos.
Antonio Calvo Roy
10El mundo clásico: la epopeya de Grecia y Roma
Robin Lane Fox
Traducción de Teófilo Lozoya y Joan Rabasseda. Crítica
Desde los poemas de Homero a la época del emperador Adriano van casi mil años. Relatar la evolución social y cultural de Grecia y Roma en ese milenio en menos de mil páginas sin que nunca decaiga el interés narrativo es, desde luego, un reto épico, que Lane Fox afronta con audacia admirable y resuelve con indiscutible maestría. Tanto por su dominio de los hechos y actores como por el excelente estilo de su narración vivaz, intensamente dramática, precisa, documentada y amena. Sin idealizar ese panorama -pues "los que idealizan el pasado suelen no entenderlo"-, evoca los esplendores de ese mundo antiguo y su intensa creatividad y su patetismo y sus aspectos más revolucionarios con un profundo sentido de lo histórico. Evoca las luchas por "la justicia, la libertad y el lujo" en cada época y analiza con singular agudeza las figuras que marcan con su personal genio los momentos estelares de Grecia y Roma, y los progresos y conflictos de la cultura y la sensibilidad que han marcado nuestro mundo.
Tanto si trata de la aristocracia griega arcaica, o de los avatares de la polis y la democracia, o de Platón y Aristóteles, o de Pompeya y la vida cotidiana, o de Augusto o Plinio o Adriano, el texto nos atrapa por su profundo interés humano e histórico. Lane Fox era muy joven cuando escribió su Alejandro Magno recién traducido; treinta años después ha compuesto este libro tan rico en matices, tan espléndido por sus perspectivas críticas, sus largos horizontes y su fascinante ingenio narrativo. Lo ha escrito no para especialistas en el mundo antiguo, sino para todo aquel interesado en el pasado clásico. Pero también para los especialistas en Historia Antigua ofrece infinitas sugerencias y un dominio de la bibliografía más actual.
Carlos García Gual
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