sábado, 22 de abril de 2006

Premio Cervantes 2005 / Mi amigo Sergio Pitol

Sergio Pitol

PREMIO CERVANTES 2005

Mi amigo Sergio Pitol


MARGO GLANTZ
22 ABR 2006

Uno. Sergio Pitol empieza El mago de Viena con un brevísimo epígrafe de E. M. Forster, uno de sus escritores preferidos: "Only connect.
...". Y en efecto, sólo un mago puede reunir con tal maestría un gran número de textos que guardarían en sí mismos, de manera aislada, una perfecta unidad y aparentemente apenas podrían conectarse y conformar una trama. En un diálogo con Monsiváis, Pitol lo explica: "Es un libro que nace bajo la sombra de un lema primordial de los alquimistas. 'Todo está en todo'. En el mago todo está en todo, pero en un orden de los elementos, y los tonos tienen que estar en una colocación especial para potenciarse y potenciar la unidad". Y esa leve tela de araña que sutura los diferentes relatos es la propia escritura contemplada como reflejo de otras escrituras y biografías afines, hermanadas por la excentricidad de los relatos o la de los personajes que los construyen. Conforman una familia escrituraria y por ello una genealogía, cada cual única e inconfundible pero con parecidas señas de identidad, un mismo continente verbal. En un breve texto aparecido en Babelia, sobre la última antología de cuentos publicada en 2005 por Anagrama, Edgardo Dobry lo define muy bien: [para Pitol] "... la literatura [es] como un territorio parecido al de la nacionalidad, una patria que lo exige todo sin prometer nada".


Dos. Un autor es en cierta medida la suma de sus lecturas, o mejor, de sus relecturas. Un autor, antes de serlo, fue un imitador, es decir un simio, o simplemente un niño, se aprende copiando, como antes copiaron o imitaron Lope de Vega, Alfonso Reyes o el propio Borges, autores dilectos del escritor. Hay que imitar pero saber detenerse, hasta encontrar el lenguaje propio y definir un estilo. Entonces, y sólo entonces se puede empezar a crear personajes y a elaborar las tramas. En este libro la trama se nutre fundamentalmente de la lectura y la relectura, ésta incluye la revisión de aquello que se ha leído y la observación sobre uno mismo situado en el tiempo pasado y ya colocado por ello, por esa distancia temporal, en otro contexto del lenguaje, lo que se lee o relee ahora, se reelabora en primera persona, lo que se leyó o se hizo en el pasado, corresponde al reino del pronombre impersonal, fue él, no yo, quien leyó y quien acometió ciertas hazañas, casi incomprensibles y hasta ridículas. Así uno se convierte en otro o se vuelve la suma extravagante de dos personalidades semejantes y diversas, una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde enfrascados en la lectura y la relectura, pero también en la escritura y la reescritura. Si alguno de ellos releyera o viera de nuevo una representación de Hamlet, podría ser Gustavo Esguerra reescribiéndolo o la regocijante Maruja La-noche Harris haciendo una crítica literaria de la novela light llamada El mago de Viena, con lo cual la novela -¿es novela?- se muerde la cola y se convierte en el centro de esa parodia incesante que nunca deja títere con cabeza, incluyendo obviamente al propio 


FICCIONES

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