Juan Goytisolo
EL FURGÓN DE COLA
Las reflexiones de un escritor
Javier Alfaya
El País 19 de enero de 1977
7
Si la publicación en 1966 de la novela Señas de identidad, de Juan Goytisolo, señaló un dramático giro sobre si mismo de uno de los escritores españoles más interesantes de la postguerra, indicio, además, claro y contundente de la liquidación final de un cierto modo de entender un realismo crítico demasiado apegado a for mas parasitarias de expresión, la aparición en París -Ruedo Ibérico- de El furgón de cola, significó la toma de conciencia crítica sobre la realidad y la cultura de la España contemporánea de un escritor cuya voluntad ensayistica hasta entonces, se había expresado muy débilmente. El urgón de cola, en cambio, era una reunión de ensayos excelentemente estructurados, fruto de una reflexión seria y profunda, cuya lectura quizá nos hubiera venido bien a todos en aquellos confusos -más que ahora, que ya es decir- tiempos. Ahora, en este momento en que a trancas y barrancas recuperamos una parte importante, al menos, de nuestra herencia maldita, nos llega esta primera edición en España del libro. Viene acompañando la edición española del mejor Goytisolo: el de Señas de identidad, el de Reivindicación del conde don Julián, el de Juan sin tierra.En España no estamos acostumbrados a que los creadores literarios reflexionen por escrito sobre su arte y sobre la sociedad en la cual está inscrito. Con unas cuantas excepciones -Antonio Machado, Luis Cernuda, a su modo, Unamuno- los escritores españoles son parcos a la hora de tratar de generar un sistema conceptual que ayude a explicar su obra o su comprensión de la obra ajena. Afortunadamente, Juan Goytisolo no pertenece a su tradición. Los ensayos de El furgón de cola, y los que aparecen en algunas revistas especializadas o de información general, nos lo muestran como un creador literario atento siempre a la indagación de los cómos y los porqués de las cosas.
El furgón de cola
de Juan GoytisoloEditorial Seix Barral Barcelona, 1976
Cuando habla de la Censura, de Larra de Cernuda, del Padre Las Casa;, Juan Goytisolo está reflexionando sobre la más honda realidad de la vida española. Juan Goytisolo es cualquier cosa menos un crítico complaciente. Su exigencia viene motivada por la conciencia de la obsequiosa y estéril bonhomía humanística, por la tendencia al guiño compadre que ha tenido -y tiene- una gran parte de nuestra crítica cultural, a la derecha y a la izquierda. El furgón de cola es, en ese sentido, un tremendo ajuste de cuentas- con el conformismo vagoroso que ha alimentado a tantos intelectuales españoles. Su dura revisión del 98, su despiadado poner los puntos sobre las ies, sobre nuestra literatura de postguerra, son esencialmente justos y certeros. La crítica oficial -y no me refiero con ello solamente a la crítica «adicta»- no puede sentirse cómoda ante un libro que ayuda a destruir, de manera implacable, tantos «clisés» bienpensantes de nuestra historia y de nuestra cultura. Juan Goytisolo aquí, como en sus novelas, demostrando así una espléndida coherencia entre su teoría y su práctica literaria, se esfuerza por quitarnos de los ojos tantas telarañas que enturbian nuestra visión de la -sociedad española y sus manifestaciones. También él es -y ese es uno de los timbres de honor de su personalidad literaria- un «desengañador de las Espanas».
Las ideas que Juan Goytisolo expresa en El furgón de cola, deberían abrir un amplio debate entre los intelectuales en esta hora especialmente ambigua. Aunque sea con diez años de retraso. Pocas palabras de Juan Goytisolo en este libro han perdido. vigencia. Aunque tengamos la tentación de creer que bastantes de sus afirmaciones están superadas, una más atenta lectura nos dirá que pueden ser discutibles, irritantes incluso, pero que no tienen nada de muertas. Son el fruto de una visión que se esfuerza por no ser fácilmente ácida por no caer en tópicos regeneracionistas, sino por abrir una discusión sin tabúes sobre nosotros mismos. A las culturas que vienen dentro del Estado español les urge una revisión de sus supuestos políticos e ideológicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de enero de 1977
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