viernes, 2 de marzo de 2007

El desconocido realismo de un profeta de la ciencia-ficción

Philip K. Dick


El desconocido realismo de un profeta de la ciencia-ficción



A los 25 años de su muerte se destapa la faceta oculta de Philip K. Dick

Jordi Costa
Madrid, 2 de marzo de 2007

Se cumplen hoy veinticinco años del fallecimiento de Philip K. Dick, el escritor que la canónica Enciclopedia de John Clute y Peter Nichols define como "una de las dos o tres personalidades más importantes en la ciencia-ficción del siglo XX". Víctima de un infarto que le mantuvo cinco días en coma, Dick fue enterrado por su padre bajo la lápida que le había esperado cuarenta y tres años, esculpida el día del temprano fallecimiento de su hermana gemela Jane, que murió con tan sólo cinco semanas de vida.
A Dick le hubiesen faltado cuatro meses para poder asistir al estreno mundial de Blade Runner, el clásico de la ciencia-ficción cinematográfica que Ridley Scott basó en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? O quizás, tal y como le hubiese gustado a un escritor que siempre cuestionó todo consenso sobre lo real, nada de esto sea cierto: en 2005, la empresa Hanson Robotics construyó una réplica del escritor manejada por control remoto, de la que se perdió toda pista en 2006, mientras viajaba entre el equipaje de un avión con destino a la Comic Con de San Diego. Quizás el simulacro de Dick esté vivo... en alguna parte.
Con la edición de En busca de Milton Lumky, una de las desconocidas obras realistas del escritor, el sello Bibliópolis celebra la efemérides reivindicando una faceta creativa que Dick nunca logró ver reconocida en vida. El autor invirtió la mayor parte de sus esfuerzos creativos en los 50 en el empeño de ser reconocido fuera del género que amparó sus primeros pasos. No lo logró: Confesiones de un artista de mierda, que en España editó Valdemar, fue el único título ajeno a la ciencia-ficción que logró ver publicado en vida, en 1975, a pesar de que el original era de 1959. Dick no tuvo otro remedio que guardar en un cajón estos trabajos que no vieron la luz en el mercado anglosajón hasta después de su muerte. El ya desaparecido sello Alcor publicó en 1988 otra de esas novelas, Ir tirando, crónica de un adulterio en una pequeña ciudad de provincias.
Escrita con el modelo de La muerte de un viajante de Arthur Miller en la cabeza, En busca de Milton Lumky es otra historia de vidas minúsculas dominada por el compromiso de Dick con el hombre común y sus anhelos, siempre frustrados por una realidad que parece conspirar sutilmente en su contra. Con la publicación de este trabajo, Bibliópolis inicia la recuperación de la oculta obra realista de Dick, que los exégetas del autor sólo consideran levemente menos interesante que sus trabajos mayores en el terreno de la ciencia-ficción, escritos después de esa etapa: Tiempo desarticulado, El hombre en el castillo, Tiempo de Marte, El doctor Moneda Sangrienta o Los tres estigmas de Palmer Eldritch.
Alucinógeno profeta de la era del simulacro, delator de los espejismos de realidad que conforman nuestra cultura, místico tocado por la gracia y la paranoia a partes iguales, Dick tendrá también su biopic cinematográfico, producido por Paul Giamatti y con guión de Tony Grisoni, autor que ya se atrevió con Miedo y asco en Las Vegas de Hunter S. Thompson.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de marzo de 2007

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