Vicente Molina Foix
20 de febrero de 2001
Tras escuchar una larga presentación, Russell Crowe sentenció: 'Ésa es una introducción muy larga para alguien que no necesita introducción'. El actor abría por primera vez la boca, con la ceja levantada, el cigarrillo en la mano y una voz y una mirada de quitar el hipo. El director Taylor Hackford, a pesar de no hablarse con el actor neozelandés, lo reconocía más tarde: 'No le hace falta hablar, tiene la inteligencia en la mirada'.
Crowe, que además de actor es cantante -ayer anunció que el 26 de febrero se pondrá a la venta en Internet su nuevo disco- dice que no puede vivir en Los Ángeles ('sería como dormir en la oficina') y por eso huye a su granja de Australia 'para desconectar entre película y película'. 'Me equilibra estar allí. Es saludable estar fuera, necesito esa distancia con el trabajo, me hace tomarme las cosas con menos desesperación'. 'Los Ángeles', continúa el actor, 'es una ciudad extraña, peligrosa y difícil de conocer'.
Crowe levanta otra vez la ceja: 'De momento tengo mi granja, está a siete horas de Sydney'. Se toca la barba: 'Tengo 350 vacas'. Mira directo: 'Todas muy guapas y puras'. Levanta la barbilla y medio sonríe: 'Ellas también se vuelven locas, pero sólo cuando yo me voy'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de febrero de 2001
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