Malcolm Bradbury |
Malcohn Bradbury dice que Londres se abre "a todas las aventuras literarias"
El escritor comenta en Madrid "los excitantes años ochenta" de los británicos
Madrid 22 ABR 1995
Como novelista, le han preocupado los vaivenes de las ideas y la encarnación de éstas en la vida diaria. Para contar de las andanzas de sus personajes, su mejor arma ha sido siempre la ironía. Ha frecuentado todos los géneros, pero su mayor prestigio procede del área académica. De hecho, dos de los mejores escritores británicos actuales, Ian McEwan y Kazuo Ishiguro, fueron alumnos suyos en un taller de escritura creativa. Se llama Malcolm Bradbury (Sheffield, 1932) y conoce al dedillo las andanzas de las literaturas escritas en lengua inglesa. Ayer declaró en Madrid que la ciudad de Londres está abierta "a todo tipo de aventuras literarias".
, Dice de los ochenta que fueron buenos años para la narrativa británica, y recuerda a Byatt, Rushdie, Barnes, Amis, Swift, Ackroyd y los antes citados, entre otros. "Fue un momento realmente excitante", comenta Bradbury. "En un clima de crisis de referencias, los escritores experimentaron muchos caminos y, en gran medida, regresaron a los orígenes de la novela. Pero no se puede hablar globalmente de narrativa británica, sino de una serie de escritores que confluyen en Londres, una ciudad tremendamente abierta a todo tipo de aventuras literarias. Mucho más que Nueva York".Bradbury ha desembarcado en Madrid para hablar de literatura inglesa. Lo hizo ayer en la Residencia de Estudiantes, donde analizó la narrativa británica actual, y lo hará el martes en las Facultades de Filología y de Filosofía de la Universidad Complutense, donde se ocupará del grupo de Bloomsbury.
" El mundo del grupo de Bloomsbury acabó con la muerte de Virginia Woolf", dice Bradbury. "Las directrices que orientaban su trabajo ya no existen en un contexto que puede tratarse de posmoderno, en el sentido amplio del término. Es decir: los contenidos ideológicos que inspiraron la modernidad han entrado en crisis y el escritor actual parte en su trabajo de un vacío de referencias. Es algo que le da mucha libertad, ya que puede elegir sus propias fuentes de inspiración y las directrices ideológicas que quiera. Otra diferencia esencial entre ambos mundos es que la condición posmoderna es pesimista: ha visto la caída de muchos de los proyectos optimistas de la modernidad". Este prestigioso profesor de estudios americanos de la Universidad de East Anglia (Norwich) acaba de abandonar la docencia después de dedicarle 35 años. Su trato con los alumnos no le impidió embarcarse en un sinfín de aventuras literarias: seis novelas, algún libro de relatos, obras, de teatro, guiones para radio y televisión, innumerables ensayos... Doctor Criminale (1992), su última novela, "cuenta las peripecias de un profesor de un antiguo país del Este que llega a Occidente, donde existen grandes expectativas a propósito de sus ideas", explica Bradbury, que reconoce que en ésta, como en las anteriores, la ironía y el humor son los hilos conductores de la novela. Sin embargo, matiza: "La caída: del muro de Berlín nos ha transformado a todos. Y es lógico que haya influido también en mi trabajo literario. Lo que intenté reflejar en Doctor Criminale fue cómo es el mundo después de la guerra fría".
De Malcolm Bradbury, que publicó en 1993 un ensayo sobre la literatura británica moderna, acaba de salir en Londres un nuevo trabajo, Dangerous pilgrimage
[Peregrinajes peligrosos], centrado esta vez en los narradores norteamericanos.
Reconoce que la literatura le debe mucho a España: "Por Cervantes, que inventó la novela, pero también por Colón. Mi teoría es que gracias a él, Europa proyecta su cultura en el Nuevo Mundo y al hacerlo se transforma. Mucho tiempo después, es Washington Irving el americano que llega al viejo continente para reinventarlo. Y el círculo se cierra"
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de abril de 1995
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