Marion Cotillard frente al espejo en la Berlinale: "Me resulta bastante difícil vivir conmigo misma"
La actriz presenta en el festival 'La tour de glace', un historia basada en un cuento de Hans Christian Andersen sobre la fascinación por la propia imagen deformada.
Publicada16 febrero 202517:07h
Actualizada16 febrero 202517:38h
Hoy Cotillard vuelve dos veces. Por un lado, es la primera vez que trabaja para Lucile Hadzihalilovic desde que hace veinte años firmaran juntas Inocencia, primera de cuatro películas de una cineasta ya indispensable para el fantástico mundial. Y después, porque es la primera vez que la actriz vuelve a Berlín desde que La vida en rosa, su biopic sobre Edith Piaf, tuvo aquí su estreno mundial en 2007.
Aquella primera première arrancaría una carrera imparable de reconocimientos, que concluyó sobre el escenario de los Oscar, donde Cotillard se convertía en la segunda actriz francesa en ganar la estatuilla y la primera en merecerla por una actuación en francés. Además, el regreso a Berlín resulta "especialmente emocionante" para la intérprete, que ha encontrado la ciudad nevada justo a tiempo para la alfombra roja de presentación de una película de una frialdad impepinable, literal y figuradamente.
Marion Cotillard es omnívora y voraz, toda la vida lo ha sido. Quien encarnó la cara aristocrática de Europa en el Hollywood de los blockbusters (su ligero exotismo en Origen, El caballero oscuro y Enemigos públicos queda para la historia), también ha dado tantísimos de sus papeles potentes y de calibre de autor (actuó junto a Joaquin Phoenix en El sueño de Ellis; también fue La Lady Macbeth). En el continente, la portentosa Annette acredita que la protagonista deDos días, una noche aún toma caminos pedregosos.
En la adaptación libre que Lucile Hadzihalilovic hace de la fábula de Hans Christian Andersen La reina de las nieves, Cotillard desempeña un papel doble: es a la vez Cristina, una estrella de cine de los años setenta que rueda una versión de La reina de las nieves (una diva total, de las que asustan) y, al mismo tiempo la propia monarca, como mínimo dentro de los delirios de una adolescente fugitiva que cae bajo su hechizo, Jeanne (Clara Pacini).
La actriz ha descrito La tour de glacecomo "un viaje íntimo". El retrato de "una mujer que se mira. Que se mira a través de su imagen en una película, pero que también se mira a través de esta niña que conoce, de esta jovencita".
"Es una mujer que cae en la fascinación que tiene por sí misma, y la fascinación que le causa otra persona, alguien que le recuerda quién pudo haber sido cuando era niña", explicaba. Lo que la atrapó al personaje, una diva entre los telones del país de la nieve, era "algo en la vibración, algo en la energía de este personaje. Es alguien que cae, mientras intenta agarrarse. Tiene una 'vibra' muy móvil; de arriba a abajo, de arriba a abajo".
Cotillard descubrió el cuento de Hans Christian Andersen a través de La reina de las nieves de 1995, producida por Disney (la que luego sería enterrada por la relectura desnatada del mito, Frozen). En una entrevista para The Hollywood Reporter ha explicado que "hace unos tres o cuatro años, vi una versión de teatro de la Comédie Française que se parecía mucho a la historia original". Le entusiasmó, y corrió a leer entonces a la versión de Hans Christian Andersen, con la que La tour de glace comparte, en sus palabras, "esa sensación de cómo el miedo afecta a quién eres y a tus emociones".
"Ni yo misma he logrado descifrar el misterio detrás de ese animal tan particular que es un actor". Marion Cotillard
Establecer paralelismos es comodísimo en las ficciones puestas en abismo, es decir, en películas sobre el universo del cine. Hadzihalilovic misma ha augurado, sin que Cotillard hiciera una sola referencia explícita a su carrera: "Pensé si no sería demasiado para ti hacer el papel de una actriz, si no podría ser un espejo deformante de ti misma". Al contrario, la reina de las nieves "me interesaba tanto porque ni yo misma he logrado descifrar, de verdad, el misterio detrás de ese animal tan particular que es un actor. Y conozco el oficio desde las entrañas, me es familiar", ha apuntado la actriz.
En la película, procurará ocultar cualquier rastro de la psicología de su personaje detrás de una frialdad escultórica, intraspasable: "Cuando interpreto a un personaje misterioso, aspiro a mantener ese misterio, incluso para mí. No quiero saberlo todo. Busco sorprenderme con determinadas reacciones: me dejo llevar por lo que me rodea, lo que va a pasar en el set ese día, la interacción con los demás actores".
De hecho, ha reconocido no haber ensayado en absoluto, pero sí haber escrito mucho sobre su pasado, "para que el misterio traspase a la pantalla". Dice, "es una actriz que tuvo siete horas de gloria y que ya no es tan brillante como antes". Le inventé historias, rivalidades, amoríos, sus partidas de ajedrez personales. Yo fabriqué su caída".
La oscuridad tras estas declaraciones habla por sí sola. Por suerte para el público cinéfilo, en las secuencias de mayor berrinche de esta diva también aparece el cineasta Gaspar Noé debajo de un peluquín, autointerpretándose en el papel ligeramente fársico de un realizador quisquilloso y apocado.
"Trato de protegerme al máximo de mi propia imagen". Marión Cotillard
Cuando se le ha preguntado por su relación actual con su propia imagen, Marion Cotillard respondía: "Siento que de alguna manera he magnificado a la persona". Advertía: "Creo que es importante protegernos de nuestra propia imagen, como actores y actrices. Tener una conexión con la realidad. Ahora bien, ¿qué es real? ¿La realidad es la misma para todos? Seguramente no, pero creo que es importante protegerse. Especialmente en la sociedad en la que vivimos hoy en día".
"El público siempre ha 'inventado' la vida de una persona que nunca ha conocido. Hoy sentimos que sabemos más, que tenemos más acceso [a su vida] a través de las redes sociales y cómo los medios van a interpretarlas", ha elucubrado. "Trato de protegerme al máximo de mi propia imagen [pública], por mucho que su retorno sea positivo. Siempre será un espejo totalmente distorsionado de ti misma. Nuestro viaje como humanos, y particularmente como actores, es tumultuoso. A veces creemos haber vivido según nuestros principios, pero luego recaemos ante cualquier bache y volvemos a mirarnos con ojos críticos, con dureza. A mí me resulta bastante difícil vivir conmigo misma".
De momento, Cotillard trae la agenda bien llena. A lo largo de los próximos dos años reaparecerá en nuestras carteleras con Karma, thriller psicológico en el que la dirigirá su pareja, el actor Guillaume Canet (Fuera de temporada). Luego, será la contrapartida femenina de la gran obra bélica de Christopher McQuarrie(Misión Imposible, Top Gun: Maverick), Broadsword, junto con Tom Cruise y Henry Cavill. Por último, y en la pata raruna de su currículo, va a ser protagonista de Roma elastica, otra lisérgica historia en abismo esta vez al lado de Alba Rohrwacher y dirigida por Bertrand Mandico (Conann, la bárbara).
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