sábado, 8 de febrero de 2025

Daniel Osorio / La mejor junta de Gobierno de la hustoria

 

Petro


Daniel Osorio

La Mejor Junta de Gobierno de la Historia

El último Consejo de Ministros fue, sin duda, un espectáculo. Un capítulo de House of Cards hecho realidad. No sé si sirvió para gobernar, pero sí reactivó la televisión pública y, al menos por un momento, capturó la atención del país entero.

Pero lo realmente interesante es lo que reveló sobre la política colombiana. Aquí todavía mucha gente ve en Uribe el Leviatán hobbesiano: el garante del orden, el que impuso la idea de seguridad a través de la guerra, sin importar el costo. Durante años, esa narrativa caló tanto que incluso sectores que en teoría se oponían a él terminaron absorbiendo su lógica.

Porque, seamos honestos, este gobierno no es de izquierda. No es socialista, ni revolucionario, ni siquiera disruptivo en el sentido más fuerte de la palabra. Petro es un liberal radical, un reformista en la tradición de López Pumarejo, recuerden que el M19 era Nacionalista Y su gobierno está anclado en fuerzas que distan mucho de lo que históricamente se ha llamado izquierda en Colombia. Los partidos de Izquierda nunca han sido actores determinantes en la política nacional.

Su militancia, aunque combativa, nunca logró conformar un movimiento de masas. algunos de sus cuadros terminaron absorbidos por el uribismo debido a su propio nacionalismo; otros, simplemente, nunca encontraron un verdadero espacio de poder.

Y así, Petro gobierna con lo que hay: un sector progresista de raíz liberal, fuerzas pragmáticas del establecimiento, y una izquierda que más que estructurar un proyecto, se debate entre la nostalgia y la supervivencia. Pero, en el fondo, ¿qué tanto cambia esto frente a la política tradicional?

La política en Colombia, desde siempre, ha sido un juego de apariencias. Las grandes reformas quedan en el discurso, mientras en la práctica todo se negocia entre bastidores. Los gobiernos cambian, pero las estructuras de poder se mantienen. No importa cuánto se hable de transformación, al final todo se reduce a la misma lógica de siempre: construir gobernabilidad a costa de concesiones, jugar al equilibrio entre intereses y venderle al país la idea de que algo está cambiando.

Quizá por eso el Consejo de Ministros tuvo el tono que tuvo. No fue solo un intento de mostrar transparencia: fue la escenificación de una tensión política real. Porque si este gobierno quiere consolidarse, tiene que hacer algo más que un gran episodio de televisión.

Pero bueno, al menos estuvo entretenido.

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