La fortaleza de Petro
A pesar de su descomunal fracaso, la gestión de Petro sigue por encima del 30 % de aprobación.
Mauricio Vargas
13 de abril de 2025
He repetido en esta columna que el gobierno del presidente Gustavo Petro ya se acabó. Salvo por el daño adicional que cause en los sistemas de salud y energía eléctrica, por los sangrientos desastres en zonas como Cauca y Catatumbo, y por la persistencia de la contratación corrupta, el mandatario ya no piensa desarrollar, en los 16 meses que le quedan, planes y programas de su administración. Eso implica trabajo, y él es muy perezoso. E implica disciplina, y él no sabe qué es eso.
Pero, en cambio, anda dedicado a la campaña para instalar un sucesor de su cuerda en la Casa de Nariño. Cuenta para ello con innumerables ventajas frente a los competidores. Mientras la ley electoral les prohíbe a los presidenciables el inicio formal de actividades proselitistas –recolección de plata, propuestas programáticas, publicidad– y limita sus opciones a giras para abrazar a la gente y hacerse conocer en las regiones, el Gobierno cuenta con poderosas herramientas para aceitar su maquinaria y engatusar seguidores.
Dispone de cientos de miles de millones de pesos de contratación y supuestas ayudas sociales: en el año que queda hasta las elecciones no habrá casi plata del Gobierno para inversiones durables, pero sí mucha para comprar la conciencia de congresistas vendibles (por fortuna hay muchos que no lo son) y para llenar los bolsillos de dinero fácil a muchachos sin oficio, excombatientes, sicarios del ‘Tren de Aragua’ y demás, esos “jóvenes que necesitan amor” según le dijo Petro a la secretaria de Seguridad de la Casa Blanca, Kristi Noem, hace dos semanas.
Tiene, además, el espacio semanal del consejo de ministros en cadena nacional de TV, en horario triple A, un abuso que ningún presidente se había atrevido a cometer desde que la televisión existe. Lo aprovecha para maltratar a su gabinete, en el afán que tiene de mostrar que todos los males que ha causado son culpa de ministros, secretarios y consejeros, y no consecuencia de la incapacidad enfermiza del jefe del Estado.
El Gobierno cuenta con poderosas herramientas para aceitar su maquinaria y engatusar seguidores
Y como si fuera poco, con decenas de millones de pesos de distintas entidades públicas, Petro gasta en influenciadores y bodegas que inundan de manera eficaz las redes sociales con verdades a medias y mentiras integrales, que constituyen la savia populista y culebrera irrigada por YouTube, X, TikTok, Instagram y Facebook. Por eso, a pesar de su descomunal fracaso, la gestión de Petro sigue por encima del 30 % de aprobación en las encuestas.
Con la ingenuidad que caracteriza a los empresarios cuando se meten en política, algunos han resuelto invertir unos cuantos millones en contratar consultores que diseñen un mecanismo para que, antes de noviembre, haya un candidato único de oposición. Plata perdida: mientras Petro domine las redes sociales, estará listo, a partir de noviembre, a destruir a ese eventual candidato a punta de masivos ataques que invadirán computadores y celulares de millones de electores.
El candidato de oposición llegará por los mecanismos existentes, como las consultas partidistas de marzo del año entrante, en el momento indicado y sin estar expuesto al largo desgaste que supondría que fuese definido en noviembre. Amigos empresarios: no se gasten la plata en eso sino en montar un sistema de influenciadores y bodegas capaz de competir con el de Petro. Esa es la prioridad.
Al examinar la más reciente encuesta electoral –Invamer de fin de marzo–, aunque el petrista Gustavo Bolívar asoma primero (11,8 %), por encima de Sergio Fajardo (9,5 %) y de Vicky Dávila (8,3 %), la suma de la intención de voto de todos los petristas y de izquierda produce 29 %, contra 30 % de los aspirantes de centro y más de 31 % de los de derecha, lo que demuestra que el oficialismo está lejos de ser mayoría. Pero, ojo, si Petro y sus venenosos y manipuladores mensajes siguen mandando en las redes sociales, su candidato bien podría ganar en 2026.
EL TIEMPO
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