sábado, 5 de abril de 2025

Robert De Niro: “No soy un tipo duro, soy un actor. Hay que distinguir el actor y el hombre”


Robert De Niro posa en exclusiva para ICON.


Robert De Niro: “No soy un tipo duro, soy un actor. Hay que distinguir el actor y el hombre”

Más que un actor, De Niro es una leyenda viva que, a los 81 años, sigue en la brecha: estrena la película ‘Alto Knights’, la serie ‘Zero Day’ en Netflix y tiene una hija de dos años


CEZAR GREIF

En la serie de Netflix Zero Day, Robert De Niro interpreta a un expresidente a quien apodan Leyenda. Y si algún actor puede ostentar ese título es este neoyorquino de 81 años. Para algunos, el mejor actor vivo. Y para otros, simplemente el mejor de todos los tiempos. La mayoría de los personajes que ha encarnado son enormes: por cada papel como el de Una historia del Bronx (1993), un padre trabajador que intenta mantener a su hijo fuera del crimen, hay cinco hombres temibles, poderosos, oscuros o marcados por su pasado: Taxi Driver (1976), El padrino(1972), El cazador (1978), Uno de los nuestros (1990), El cabo del miedo(1992)...

 Nadie como él ha sido capaz de humanizar a seres sombríos en largometrajes inolvidables. Pero, en persona, De Niro no se parece a sus personajes. En las distancias cortas es tranquilo, reservado e insiste en que le llamen Bob. No pone exigencias y, cosa rara en estrellas de su estatus, escucha. Pregunta. Quizá sea esta curiosidad lo que le ha ayudado a dar vida a tantas interpretaciones históricas y a llevarse dos Oscar —actor de reparto en 1975 por El padrino, parte II (1974) y mejor actor en 1981 por Toro Salvaje—. La sesión de fotos es en el Hotel Bowery, en Manhattan. Aunque el establecimiento solo tiene 20 años, la decoración evoca el Nueva York de mediados del siglo pasado y está justo al lado de Little Italy, el barrio donde De Niro creció. Mira por la ventana del piso 14 donde nos encontramos y, por un momento, parece perdido en sus pensamientos, como si las imágenes de su niñez en el próspero Manhattan de después de la Segunda Guerra Mundial recorrieran su mente a toda velocidad.

Pero vuelve, tras un minuto, sin melancolía y solo interesado en hablar de sus nuevos proyectos: el ya mencionado thriller político Zero Dayy The Alto Knights, dirigida por Barry Levinson (Rain Man), donde interpreta a dos históricos jefes de la mafia, Frank Costello y Vito Genovese, íntimos amigos desde la infancia pero enfrentados a muerte de adultos, en los años cincuenta.
Robert De Niro en uno de los balcones del Hotel Bowery de Nueva York con un abrigo de Brunello Cucinelli.

Creció en Little Italy, pero solo su padre era medio italiano. ¿Se identificaba como italoamericano?Pasé mucho tiempo en este barrio y, bueno, me identificaba con los italianos. [Se acerca a la ventana para contemplar la vista desde la 14ª planta] Mirando ahora veo muchos edificios nuevos mezclados con los viejos referentes. La perspectiva desde aquí es diferente. Conozco bien el Bowery, conozco estas calles, pero ha cambiado tanto que me cuesta ubicarme.

¿Entonces fue el barrio el que le moldeó? Tampoco. Estuve aquí tres o cuatro años. Era un adolescente.


Para muchos, Robert De Niro equivale a italoamericano. Pero si tenemos en cuenta sus raíces, irlandesas, alemanas y francesas, el retrato es más complejo. Siempre me he identificado con esa parte del barrio y con los chicos con los que crecí. Es gracioso, porque en The Alto Knights rodamos cerca de donde estamos hoy, a unas manzanas de aquí. Me estaba acordando también de que hace poco participé en un documental de Martin Scorsese en el que aparecían dos de esos chicos con quienes crecí. Uno de ellos sirvió de inspiración para Johnny Boy, el personaje que interpreté en Malas calles (1973).

Aquel fue su primer papel importante. Tenía 30 años, pero había dejado el instituto con 16 para dedicarse a la interpretación. Suena arriesgado... ¿Cómo convenció a sus padres? Lo que hice fue casi dejarlo. Me apunté a Bachillerato nocturno en el centro cuando tenía 17 o 18 años. Compartía aula con adultos de otros países que tenían un trabajo durante el día e intentaban obtener un título homologado para salir adelante. Yo, de día, iba a la escuela de arte dramático.

¿Y a sus padres les pareció bien? A mi madre, sí.

¿Y si sus hijos hicieran eso? ¿Le parecería bien también? ¡En absoluto! Pero me gusta pensar que les apoyo. Creo que todos se esfuerzan al máximo.

“Todos tenemos problemas. Aunque no sea tu día, la escena puede salir. Hazla”

Uno de sus primeros papeles fue en una película francesa, Trois Chambres à Manhattan. ¿Qué recuerda de aquello y de aquella época, los años sesenta? Fue solo un trabajo. Se rodó en París y yo entonces vivía allí [con 22 años se mudó una temporada a la capital francesa con su padre, el artista Robert De Niro Sr.]. Alguien me habló de ella y entré como figurante por un día en lo que se suponía que era una cafetería de Lexington Avenue. Lo que me pareció curioso fue que, como americano, enseguida me fijé en cosas... europeas, como la máquina de café espresso del decorado. Eso no se veía en una cafetería del Nueva York en aquella época.


Ha interpretado papeles en películas de Bernardo Bertolucci y de Sergio Leone. ¿Es muy distinto trabajar con directores italianos, comparado con los estadounidenses? Bertolucci era diferente a Leone, aunque ambos poseen cierto lirismo. Cuando rodamos Novecento (1976), había una secuencia en la que interpretaba una versión muy mayor de mí mismo. La rodamos el primer o segundo día. Lo hice, pero fue muy desconcertante porque debería haberse dejado para el final. Ese tipo de cosas no se ruedan hasta que estás familiarizado con el personaje, no tiene sentido. Hoy podría hacerlo si hubiera una buena razón para ello. Pero, siendo un actor más joven, fue difícil. Recuerdo que tuve una charla con Bernardo y me explicó cómo trabajan los europeos, haciendo hincapié en el sentimiento, el momento... En otras palabras, que cómo te sientas hoy va a influir en cómo hagas las cosas. No sabes cómo vas a interpretar la escena porque puede que hoy te sientas de una manera y mañana de otra. Y tenía razón, pero, por otro lado, hay ciertas cosas que tienen que permanecer constantes, te sientas como te sientas.

El actor viste Loro Piana.

Así que las películas europeas son más espontáneas, más improvisadas... Sí. Quizá los europeos tienen una actitud un poco más natural, al menos en ciertas películas. Pero en EE UU también pasa. De hecho, recuerdo una vez que hice una escena de Saludos (Brian de Palma, 1968), no muy lejos de aquí, en el museo Whitney. Era con Allen Garfield. No le conocía, improvisamos toda la escena y a él le salió genial. Yo, sin embargo, no me sentí tan bien. Confiaba en que no hubiera salido mal del todo, pero no estaba seguro ni siquiera de eso. Y salió bien. Solo tenía 24 años, pero ya me di cuenta de que no siempre tienes que romperte la cabeza para que una escena salga bien. Simplemente, hazla. No te dejes agobiar por otras cosas. Todos tenemos problemas, todos tenemos cosas en la cabeza, pero aunque no sea tu día la escena puede salir. Estamos hablando ahora mismo y tú podrías estar pensando en otras cosas aparte de nuestra conversación. Y yo también. Pero eso no tendría por qué afectar a la entrevista. Lo mismo pasa cuando estás rodando una escena.

Me pregunto si con el paso del tiempo reevalúa algunos de sus propios trabajos. ¿Hay películas que no le gustaron durante mucho tiempo y, de repente, cambia de idea? Podría pasar. No se me ocurre una película en concreto con la que haya ocurrido, pero es una posibilidad. Podría estar zapeando y que vea algo y diga: “Pues mira, está bien”. Lo que siempre he querido hacer es ver todas mis películas, recorrer todo el camino, desde el inicio hasta el presente, cronológicamente. Repasarlas, hacer una critica y quizás tomar apuntes. El objetivo sería contestar una pregunta: “¿Qué dirección puedo tomar ahora que sea totalmente diferente de todo lo anterior?”. Pero nunca lo he hecho. Y no sé si tendré tiempo, porque con la edad se me ha ido poniendo más difícil. Un amigo escritor me dijo: “Venga, me pongo contigo y lo hacemos”. “Lo vamos viendo”, le contesté. Que llegue a ocurrir es otra historia.


“Siempre he querido volver a ver todas mis películas. Pero ya no sé si tendré tiempo”

Sigue trabajando mucho. Me pregunto si ha cambiado su perspectiva. Ya conoce el dicho: hacer películas es esperar. En mi caso, tengo suerte porque tengo una caravana. Allí, trabajo en algún guion, hago llamadas... Siempre estoy ocupado, no estoy cruzado de brazos. Hoy en día hay muchas distracciones. Antes llegabas y estabas solo. Ahora es fácil estar entretenido. Así que no, para mí no es un problema.

Ahora que hay un poco de perspectiva, ¿qué opina de El irlandés (2019)? Parece que se ha unido a sus otras películas citables.Fui yo quien le propuse El irlandés a Marty [Scorsese]. Tardamos años en hacerla, pasaron unos 12 desde que leí El Irlandés. Jimmy Hoffa. Caso cerrado[de Charles Brandt] hasta que rodamos la película. No suelo estar pendiente de cómo evolucionan las películas en la percepción del público, pero me alegro de que la gente continúe hablando de ella.

En Zero DayLos asesinos de la luna(2023) o The Alto Knights ha interpretado a personajes en puestos de autoridad. Cuando el papel es una persona poderosa, ¿diría que es muy diferente interpretar a un héroe o a un villano? ¿Hay puntos que ambos tengan en común? El personaje de William Hale en Los asesinos de la luna creía sinceramente que estaba ayudando a la tribu de los Osage mientras los explotaba [Hale facilitó la matanza de 60 de ellos en los años veinte para hacerse con el petróleo de sus tierras]. Aunque parezca una contradicción, él se creía un buen ciudadano, aunque estuviera haciendo cosas terribles. Eso es lo que se desprende de todo lo que publicó. Siempre se le veía risueño, parecía un buen tipo, e incluso después de ser condenado y encarcelado, pensaba que los Osage todavía lo amaban, de alguna manera. No sé si realmente lo creía, si se engañaba a sí mismo o si, en el fondo, solo lo decía pero sabía que lo que había hecho estaba mal.

De Niro mira a Little Italy, el barrio donde se crio, vestido de Loro Piana.

De Niro siempre ha sido muy activo políticamente. El año pasado estuvo muy implicado en la campaña de Kamala Harris y criticó duramente a Donald Trump, pero en 2025 ha pasado página. Aunque Zero Day, su recién estrenada serie de Netflix, es un drama político, el actor no quiere hablar de la situación en Estados Unidos.

¿Por qué se decidió a protagonizar una serie como Zero Day? Porque había gente muy buena involucrada. Gente que conoce a fondo el mundo de la alta política, como Eric Newman, que era el showrunner y el guionista principal. O Mike Schmidt, que escribe en el New York Times. Yo le había dicho a mi agente que me gustaría trabajar en Nueva York una temporada, y él me respondió: “¿Qué te parecería una miniserie?”. Me reuní con Eric, escribieron un desarrollo y lo leí. Pintaba bien. Luego me presentaron un episodio y entonces dije: “Me encaja”. Me sentía bastante seguro.

¿Cómo construyó al presidente Mullen, su personaje en Zero Day?A los políticos los ves hablar todo el tiempo. Basta con escuchar sus ruedas de prensa o sus entrevistas para hacerte una idea de cómo hablan. Hay un perfil de comportamiento en esos puestos, es lógico. Mi personaje dejó de ser presidente hace 12 años y solo gobernó un mandato, pero tiene buena reputación y le tienen mucho respeto. Y por eso el personaje de Angela Bassett, la presidente Mitchell, le pide que se haga cargo.


“Cuando eres más joven, estás demasiado ocupado para ello. En cierto modo sigo estando muy ocupado, pero encuentro que hay muchas cosas por las que sentir nostalgia”

¿El rodaje fue duro? ¡Fue como hacer tres largometrajes seguidos! Me sentía como si estuviera cruzando a nado el Canal de la Mancha. Echaba la mirada atrás, no veía Francia. Miro hacia delante, no veo Inglaterra y no puedo quedarme quieto. Hay que nadar, día tras día. Seguir avanzando.

Las corrientes son fuertes en el Canal... ¡Y tanto! Además, hay que embadurnarse de grasa para protegerse del frío. Pero, en resumidas cuentas, al final todo es cuestión de avanzar, avanzar y avanzar. Cada día tenía alguna escena o tenía que trabajar para estar al tanto de todo.

Podrían haber hecho de su personaje, George Mullen, alguien completamente honrado, pero hay una escena en la que se tortura a un presentador de un talk show de derechas. Y en ese momento te preguntas si es tan buen tipo.Exacto. Ese es uno de los lados oscuros de la trama. Muestra hasta dónde está dispuesto a llegar debido a la presión a la que está sometido. Porque mi personaje está bajo mucha presión. No quiero decir que esa acción esté justificada, sino solo que él cree que es su deber.

El actor posa con chaqueta y polo Loro Piana.

En su nueva película, The Alto Knights, interpreta a los dos personajes principales. Es la primera vez que hace algo así.Técnicamente era complejo. En algunos espacios había limitaciones de movimiento y ángulos de cámara. Necesitaba a alguien que me diera la réplica, así que trabajé con otro actor que interpretaba a ambos personajes en diferentes tomas. Era fundamental, no podía hacerlo solo. Trabajé en ellos simultáneamente. Rodé primero las escenas de uno, luego las del otro y más tarde hicimos las escenas dobles a mitad de la producción.

El personaje del mafioso Vito Genovese podría haberlo hecho Joe Pesci. Totalmente. Joe habría estado estupendo en ese papel. Ese era el reto para mí, entrar en esa energía. Por eso mi agente y el productor, Irvin Winkler, me animaron a hacer ambos papeles.

Sé que admira a Marlon Brando. ¿Cuál es su definición del personaje, o del actor? ¿Por qué es mítico para usted? Brando hizo tantas cosas grandes y era tan apasionado... Todos los actores jóvenes le admirábamos. También vivió muchas tragedias. Su vida fue triste, como mínimo. Decía lo que creía, lo que sentía, veía injusticias y las denunciaba. En resumidas cuentas, era un gran actor por todo lo que era. Todos lo respetábamos. James Dean solo actuó en tres películas, pero también era un mito. Y también me gustaba Montgomery Clift, que falleció cuando yo era muy joven. Conocí un poco a Brando y pasé algo de tiempo con él. Trabajamos juntos en Un golpe maestro (2001), su última película. Era genial. Era mayor que yo, todo un icono. Aunque, si llegas a cierta edad, si te haces mayor, es algo que pasa solo.

Una vez dijo que hay que tener cuidado con la nostalgia. Después de haber conseguido tanto, ¿se hace más difícil no sentirla? Bueno, siento nostalgia de algunas cosas. Cuando eres más joven, estás demasiado ocupado para ello. En cierto modo sigo estando muy ocupado, pero encuentro que hay muchas cosas por las que sentir nostalgia. Si tienes la suerte de vivir mucho tiempo, siempre hay algo que te hace pensar que hay cosas que podrías haber hecho de otra manera... Pero hay que intentar evitarlo, porque la nostalgia puede impedir vivir el presente.

No se puede revivir el pasado. No, no se puede.

Los personajes que interpreta un actor crean expectativas. Es normal que parte del público piense, de hecho, que un actor es los personajes que interpreta. Muchos de los mafiosos que encarna habrían sido partidarios de Trump... ¿Ha tenido que explicar muchas veces “yo no soy ese tipo, solo lo interpretaba en una película”? Puedo entender que piensen que esos personajes se decantarían por ese bando. Pero yo no soy así. Es divertido interpretar a esos personajes. Pero yo actúo, soy actor. No me siento así. No siento lo que sienten esos personajes. Aunque piensen que van por ahí los tiros, que se decantarían por ese bando, yo no soy así.

Creen que De Niro es un tipo duro... No soy un tipo duro, soy un actor. Es divertido interpretar tal o cual personaje, pero hay que saber diferenciar entre el actor y el hombre.

El actor viste abrigo Brunello Cuccinelli.

De Niro, el hombre, no tiene ningún problema en hablar de Gia, la hija que tuvo en 2023 con su novia, la instructora de artes marciales Tiffany Chen. La entrevista llega a su fin y el actor enseña una foto con la niña, tomada junto a una piscina. Por la sonrisa que adorna su cara, queda muy claro que Gia, incluso más que el cine o los negocios o las inquietudes políticas, es su proyecto más importante.

Traer un nuevo ser humano a este mundo convulso, volver a ser padre como usted acaba de hacer en 2023, es algo valiente. ¿Sigue teniendo esperanza? Siempre hay esperanza. Soy optimista.

No es fácil, a veces... No, no lo es. Y hay cosas que ves que son muy decepcionantes. Pero como hemos traído una niña a este mundo, por supuesto soy optimista: ¡es pura alegría! Más adelante habrá problemas, pero espero que no sean de los malos. Sólo los típicos.

CRÉDITOS

Realización: David Bradshaw
Maquillaje y peluquería: Lynda Eicher
Estilismo en el set: Monica Ruiz Ziegler
Producción: Cool Hunt Inc.


EL PAÍS


No hay comentarios:

Publicar un comentario