Era la convicción de estar diciendo la verdad lo que sostenía a Grossman durante la escritura de la novela, y lo que le permitió mantenerse digno y obstinado cuando los burócratas y los rufianes ideológicos del Partido Comunista se conjuraron contra él para impedirle que la publicara y al mismo tiempo exigirle que diera muestras de arrepentimiento, que se rebajara a pedir perdón. Lo acusaban de difamar a la Unión Soviética. Decían que si la novela se publicaba sería más dañina todavía que Doctor Zhivago. Un custodio de la ortodoxia del partido, Suslov, le auguró que esa novela solo podía ser leída cuando pasaran 250 años. Las vidas humanas son muy cortas. A la de Grossman solo le quedaban tres años cuando Vida y destino le fue arrebatada. Él murió creyendo que había desaparecido. Esa tristeza lo convertía a él mismo casi en un muerto en vida. Tanto trabajo para nada.
Ahora sabemos mejor cómo fue aquel tiempo porque lo ha contado Fedor Guber, hijo de Olga y del primer marido ejecutado en 1937, hijo adoptivo de Vasili Grossman, que al adoptarlo de niño lo había salvado de un porvenir de desamparo en orfanatos inhumanos. A partir de cartas, de recuerdos personales, de documentos diversos, incluidos informes de la policía secreta, Fedor Guber ha elaborado una biografía de Vasili Grossman, más valiosa todavía porque viene prologada por el inolvidable Tzvetan Todorov. Sobrecoge asistir, tan de lejos, a tanto sufrimiento, a una pasión tan generosa por disfrutar a pesar de todo de la vida y de la literatura, a esa fragilidad de los seres humanos arrastrados por todas las desgracias de la guerra y de la tiranía. Toda la máquina ingente del poder soviético no bastó para destruir las dos únicas copias que quedaron de esa novela mecanografiada y guardada en unas carpetas. Pero la justicia poética no es justicia. Vasili Grossman murió temiendo que su novela no llegaría nunca a ser leída por nadie. Miro su cara grande y sus ojos tristes detrás de las gafas redondas, en las fotos del libro de Guber, y me gustaría hacerle saber que no escribió en vano.
Cartas y recuerdos de Vasili Grossman. Fedor Guber. Traducción de Jorge Ferrer. Edición de Tzvetan Todorov. Galaxia Gutenberg, 2019. 400 páginas. 24 euros.
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