Edvard Munch
EL GRITO
El
grito (en noruego Skrik),
es el título de cuatro cuadros del noruego Edvard Much (1863-1944). La versión más
famosa se encuentra en la Galería Nacional de Noruega y fue completada en 1893. Otras dos versiones
del cuadro se encuentran en el Museo Munch, también en Oslo, mientras que la
cuarta versión pertenece a una colección particular. En 1895, Munch realizó
también una litografía con el mismo título.
En
los últimos años, la obra, en dos versiones diferentes, ha sido objeto de robos
de gran repercusión mediática. La versión más conocida, la de la Galería
Nacional, fue robada en febrero de 1994,
y fue recuperada en una acción policial ocho semanas más tarde. En agosto de 2004 se produjo el robo de
una de las versiones expuestas en el Museo Munch. Dos años después, el 31 de agosto de 2006,la policía noruega
anunció la recuperación de la pintura, en buen estado.
La versión que llevaba 70 años en manos del
noruego Petter Olsen, cuyo padre había sido vecino, amigo y luego mecenas de
Munch, fue subastada el 2 de mayo del 2012 por 119,9 millones de dólares, en la
casa Sotheby´s de
Nueva York, convirtiéndose así en la obra más cara vendida en una subasta.
Todas las versiones del cuadro muestran una
figura andrógina en primer plano, que simboliza a un hombre moderno en un
momento de profunda angustia y desesperación existencial. El paisaje del fondo
es Oslo visto desde la colina
de Ekebert.
El grito está considerado como una de las más importantes obras del
artista y del movimiento expresionista, constituyendo una imagen de icono
cultural, semejante al de la Gioconda de Leonardo da Vinci.
El cuadro es abundante en colores cálidos de fondo,
luz semioscura y la figura principal es una persona en un sendero con vallas
que se pierde de vista fuera de la escena. Esta figura está gritando, con una
expresión de desesperación. En el fondo, casi fuera de escena, se aprecian dos
figuras con sombrero que no se pueden distinguir con claridad. El cielo parece
fluido y arremolinado, igual que el resto del fondo.
Historia
La
fuente de inspiración para El grito podría encontrarse quizá, en la
atormentada vida del artista, un hombre educado por un padre severo y rígido
que, siendo niño, vio morir a su madre y a una hermana de tuberculosis. En la década
de 1890, a Laura, su hermana favorita, le diagnosticaron un trastorno bipolar y fue
internada en un psiquiátrico. El estado anímico del artista queda reflejado en
estas líneas, que Munch escribe en su diario hacia 1892:
Paseaba por un sendero con dos amigos - el sol se puso - de repente
el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de
cansancio - sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo
y de la ciudad - mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de
ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza.
Munch inmortalizó esta impresión en el cuadro La
desesperación, que representa a un hombre con un sombrero de copa, de medio
lado, inclinado sobre una prohibición y en un escenario similar al de su
experiencia personal.
No contento con el resultado, Munch pinta un
nuevo cuadro, esta vez con una figura más andrógina, de frente, mostrando el
rostro, y con una actitud menos contemplativa y más activa y desesperada. Lo
mismo que la anterior, esta primera versión de El grito, se llamó La desesperación.
Según detalla Robert Rosenblum (un especialista de la obra del pintor), la fuente de
inspiración para esta estilizada figura humana podría haber sido una momia
peruana que Munch vio en la Exposición Universal de París en 1889.
El cuadro fue expuesto por primera vez en 1893,
formando parte de un conjunto de seis piezas titulado Amor. La idea de
Munch era la de representar las distintas fases de un idilio, desde el
enamoramiento inicial a una ruptura dramática. El grito representaba la última
etapa, envuelta en angustia.
La obra no fue muy bien acogida por la crítica
y, el conjunto Amor fue clasificado como arte demente (más tarde,
el régimen nazi clasificó a
Munch de artista degenerado y retiró todos los cuadros que había en una
exposición en Alemania).
Un crítico consideró el conjunto, y en particular El grito, tan
perturbador, que aconsejó a las mujeres embarazadas que no visitaran la
exposición.
La reacción del público fue discrepante y el cuadro se convirtió en motivo de
discusión y por primera vez se hace mención de El grito en las críticas
y reportajes de la época.
Munch realizó cuatro versiones de El grito.
El original de 1893 (91 x 73,5 cm) con una técnica mixta de óleo y pastel sobre
cartón, está expuesto en la Galería Nacional de Oslo. La segunda (83,5 x 66 cm) en témpera sobre cartón
se exhibió en el Museo Munch de Oslo hasta que fue robado en 2004.
La tercera pertenece al mismo museo y la cuarta es propiedad de un particular.
Para responder al interés del público, Munch realizó también una litografía (1985) que permitió
imprimir el cuadro en revistas y periódicos. El 31 de agosto de 2006 la policía de Oslo anunció que la
segunda versión de la obra fue recuperada, junto con la Madonna, otra
obra de Edvard Munch también robada en el 2004.
Los robos
El 12 de febrero de 1994, El grito de
la Galería Nacional de Oslo fue robado en pleno día por una banda de ladrones
(en principio se pensó en un grupo anti-abortista activo en Noruega ) que se permitieron dejar esta nota: Gracias por la
falta de seguridad. Tres meses después los ladrones se dirigieron al
gobierno noruego solicitando, por la entrega del cuadro, un millón de dólares estadounidenses.
El gobierno rechazó la oferta y poco después, -el 7 de mayo- el cuadro fue
recuperado en una acción conjunta efectuada por la policía noruega en
colaboración con Scotland Yard y el museo Getty.
El 22 de agosto de 2004, la versión expuesta
en el Museo Munch fue robada a mano armada por tres hombres enmascarados, junto con la Madonna
del mismo autor. El museo esperó una petición de rescate pero ésta nunca llegó.
Además se ofreció una recompensa de 97 millones de euros. Según el periódico
sueco Svenska Dagbladet, el cuadro habría sido quemado a fin de eliminar
pruebas. Los dos cuadros fueron recuperados el 31 de agosto de 2006 por la policía
noruega, dos años después de su robo, y en relativo buen estado. Sin embargo,
el 20 de diciembre del mismo año se reveló que los expertos del Museo Munch
llegaron a la conclusión de que el daño hecho a El Grito era
irreparable. El deterioro, debido a la humedad en la zona baja de la pintura,
causó una decoloración que impide que el cuadro pueda ser completamente
restaurado a su perfección original.
El grito
como icono
A finales
del siglo XX, El grito
adquirió estatus de icono cultural que comenzó en el período post-Segunda Guerra Mundial. En 1961 la revista Time utilizó El grito en la portada de su edición dedicada a los complejos de
culpa y a la ansiedad. Entre 1983 y 1984, el artista pop Andy Warhol realizó una
serie de estampaciones en seda sobre las obras de Munch, que incluían El
grito. La idea fue desacralizar la pintura convirtiéndola en un objeto de
reproducción en masa.
Característico del arte posmodernista es el irónico
e irreverente tratamiento que realiza Erró de la obra cumbre de Munch, en sus acrílicos El segundo grito (1967) y Ding dong (1979).
La reproducción de la obra en toda clase de
productos, desde camisetas hasta tazas de cerámica, pósters, llaveros, etcétera
da testimonio de su estatus como icono, así como de la completa desacralización
para el público actual. En esa misma línea, se puede comparar con otras obras
de arte, convertidas también en iconos, como la Gioconda de da Vinci. El
grito es una obra con gran fuerza emocional, y la banalización de la imagen
en la cultura popular se puede interpretar como el intento de desactivar el
sentimiento de incomodidad que inevitablemente provoca en el espectador.
El muralista norteamericano Robert Fishbone descubrió
un filón en el mercado cuando, en 1991, comenzó a vender muñecas hinchables con
la figura central de la obra. Su compañía con sede en San Luis, On The Wall
Productions, vendió cientos de miles. Los críticos señalan que, al sacar la
figura de contexto, Fishbone ha destruido la unidad de la obra de Munch,
neutralizando, de este modo, su fuerza expresiva.
Fuente: Wikipedia
Pintor noruego, autodidacta, fue la personalidad más influyente en el nacimiento del movimiento expresionista. Hijo de un piadoso médico de enfermos pobres, vio morir de tisis a su madre y a su hermana mayor cuando tenía catorce años. "La enfermedad, la locura y la muerte eran los ángeles negros que vigilaban mi cuna", escribió. "Desde que llega a París (a los 22 años) una gran inquietud le hace pasar de Gauguin a Seurat, de Van Gogh a Toulouse. Lleva consigo el sentimiento trágico de la vida que impera en la literatura escandinava, en Ibsen y sobre todo en Strindberg (...), no cree en la superación del Impresionismo sino en su inversión: de la realidad exterior a la interior. (...) La propia representación se debe autodestruir en cierto sentido; la palabra debe convertirse, o volver a ser, grito. El color debe quemarse en su misma violencia: no debe significar sino expresar. (...) La poética de Munch está directa o indirectamente ligada al pensamiento de Kierkegaard." (Argan, G.C., ob. Cit., pág. 262)
Su pintura rechaza los temas neutros del impresionismo y se dedica a la expresión de estados de ánimo intensamente subjetivos, morbosos y turbadores. Su finalidad es explorar el mundo interior de la conciencia humana. "No podemos pintar eternamente mujeres que cosen y hombres que leen: yo quiero representar seres que respiran, sienten, sufren y aman. El espectador debe tomar conciencia de lo que hay de sagrado en ellos hasta el punto que llegue a descubrirse en su presencia, como si estuviese en la iglesia". Sus temas serán, pues, la enfermedad, el alcoholismo, la dolorosa soledad de la adolescencia y la vejez, el ansia de amor insatisfecho, la decepción, la angustia. La profundidad psicológica de estos temas no podía ser expresada con una técnica realista, y por ello utiliza colores puros y distorsiona las líneas de las figuras.
De Ibsen y de su problemática aprende el odio contra la moral convencional y contra los prejuicios burgueses y la sociedad en que aquéllos se fundaban. Era necesario desvelar toda la verdad, aunque esa verdad diese miedo y horror. Y esto es lo que hará Munch, de la mano de su amigo Strindberg; incluso ambos se enamorarán de la misma mujer, esposa de un amigo común, y ambos llegarán, como Van Gogh, a los umbrales de la locura.
En la década de los 90 dedicó gran parte de su esfuerzo a una ambiciosa serie de cuadros que nunca llegó a tener una forma definitiva y que denominó el Friso de la vida" - "un poema sobre la vida, el amor y la muerte". El cuadro más famoso de la serie y obra cargada de angustia y terror es El grito. En una litografía sobre el mismo tema realizada dos años más tarde, Munch escribió esta apostilla, que resume el sentimiento generalizado de los expresionistas: "Una noche anduve por un camino. Por debajo de mí estaban la ciudad y el fiordo. Me quedé mirando el fiordo, el sol se estaba poniendo. Las nubes se tiñeron de rojo, como la sangre. Sentí como un grito a través de la naturaleza. Me pareció oír un grito. Pinté este cuadro, pinté las nubes como sangre verdadera. Los colores gritaban". La deformación de la figura llega a un límite desconocido para la época. El hombre situado en primer plano con la boca abierta y las manos tapando los oídos para no escuchar su propio e incontenible grito, que es también el grito de la naturaleza, está reducido a una mísera apariencia ondulante en un paisaje de delirio. Aquí también todo está basado en la expresión: dibujo, color y composición. "Al igual que Leonardo da Vinci estudió la anatomía humana y disecó cuerpos, yo intento disecar almas".
Bibliografía
De Micheli, Mario (1983), Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid. Alianza ed. 3ª ed. Col. Alianza Forma 7
DD.AA. (1984), Edvard Munch (1863-1944), Ministerio de Educación y Cultura. Secretaría de Estado de Cultura. 224 p.
Boe, Alf (1989), Edvard Munch. Barcelona. Ediciones Polígrafa. 128 p.
López Blázquez, Manuel (1995), Edvard Munch. Barcelona. Ediciones Polígrafa.64 p
"El grito" de Munch batió un récord millonario
"El grito", de Much,
batió un record millonario
La única de las cuatro versiones de "El grito" de Edvard Munch que quedaba en manos privadas. EFE
El grito de Edvard Munch (1863-1944), uno de los iconos más reconocibles de la historia del arte, se convirtió el miércoles en la obra más cara vendida jamás en una subasta al alcanzar casi 120 millones de dólares (91 millones de euros) durante una puja en la sede de Sotheby's en Nueva York, convirtiéndose así en una de las obras de arte más valiosas de la historia . "Es una de las pocas imágenes que trascienden la historia del arte y que tienen un alcance global, quizás sólo por detrás de La Mona Lisa", afirmó el director de la venta, Simon Shaw, quien agregó que la popular obra del pintor noruego "define la modernidad y es instantáneamente reconocible". Añadió que era un momento "particularmente propicio" para que esta obra maestra del expresionismo, pintada en 1895, saliera al mercado, ya que el próximo año se cumple el 150 aniversario del nacimiento del pintor noruego.
AFP
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