Triunfo Arciniegas
Video 2
Fragmento
Aún se percibe el olor de la sangre entre las piedras.
El viento arrastra el polvo del desierto hasta la plaza.
En el patio del hotel, según se dice, una mujer cosió a tiros a un hombre tendido en una hamaca. Su fantasma todavía fuma entre los naranjos. La brasa del tabaco se confunde con las luciérnagas.
De niño me enviaban por sangre al matadero municipal. "Ve por el pichón", decía mi madre. Aún me persigue el ojo desorbitado de la bestia recién acuchillada, maniatada, tendida sobre el piso mojado. La sangre, espumosa y brillante, se coagulaba con prontitud en la jarra. Una vez cocida, mi madre la mezclaba con el arroz, y comíamos nuestro manjar de pobres en silencio, casi siempre sin papá, que bebía hasta caer rendido en alguna cantina.
Se quedó mirando un niño que jugaba al trompo en la plaza durante una de las escasas pausas de la lluvia y dijo:
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