domingo, 22 de abril de 2001

Gerardo Rosales revela en un libro nuevos datos sobre los últimos días de Lorca


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Un miembro de la familia Rosales revela en un libro nuevos datos sobre los últimos días de Lorca

Gerardo Rosales recrea en una novela los secretos que le contaron su padre y sus tíos


Jesús Arias
Granada, 22 de abril de 2001

El libro, que tiene forma de historia novelada para que Gerardo Rosales pudiera ir introduciendo de una manera ordenada los secretos que le contaron sus tíos Luis y José (Pepiniqui) Rosales, así como las reflexiones de su padre, Gerardo, narra la última semana que Federico García Lorca permaneció oculto en la casa de la familia Rosales, conocidos falangistas entonces, gracias a su amistad con el poeta Luis Rosales. Tras el asesinato del poeta, el patriarca de la familia, Miguel Rosales Vallecillos, ordenó a sus hijos que jamás volvieran a referirse a él para evitar poner en peligro a la familia. De ahí nació su silencio.Ese pacto era de mis tíos con mi abuelo, pero ya ha pasado el tiempo suficiente para que muchas cosas se hagan públicas', explicó a este diario Gerardo Rosales. 'Yo, desde pequeño, siempre les oía hablar del asunto, y mi padre me dijo que algún día me lo contaría todo: pero murió cuando yo era adolescente. Fueron mi tío José y mi tío Luis los que terminaron contándome cosas'.
El silencio de los Rosales viene a despejar muchas dudas sobre la actuación de la familia en el asunto de Lorca. Así, desmitifica la imagen de un grupo homogéneo, y muestra las reacciones contrapuestas entre sus diversos miembros cuando el poeta llega a la casa, como la oposición de los dos hermanos mayores, Miguel y Antonio, más fanáticos ideológicamente.
Influencia en la Falange
Pepiniqui Rosales, que entonces tenía una enorme influencia en la Falange (él propuso a José Valdés, que luego resultaría ser un sanguinario, como gobernador civil de Granada), defendió a Lorca casi hasta el enfrentamiento cuando éste fue detenido, y Luis Rosales estuvo a punto de ser ejecutado por sus propios correligionarios cuando se descubrió que él lo había escondido.
El libro confirma que fueron una denuncia del diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso -dato ya conocido- y otra del abogado Jesús Casas, vecino de los Rosales, las que provocaron la detención del poeta. Y saca a la luz un hecho revelador: cuando Pepiniqui Rosales se enfrentó con José Valdés en el gobierno civil y le exigió que liberara al poeta en una escena violentísima, éste sacó del cajón un papel con la declaración de uno de los hombres que buscaban a Lorca para detenerlo. En ella se hacía constar que Antonio Rosales le había confirmado que el poeta ('un mariconcillo de mierda que no para de hacer daño con sus escritos') estaba en su casa, y que él 'no era responsable' de eso.
Ese gesto dejó atada de pies y manos a la familia y, por las luchas intestinas por el poder en Granada entre la CEDA, la Falange y los militares, puso en peligro la vida de Luis Rosales, que fue sometido a un proceso de investigación, resuelto finalmente con una gran multa.
El silencio de los Rosales saca también a la luz la incapacidad práctica de Lorca de resolver una situación de peligro, la falsa confianza de que a él no podía sucederle nada y el tremendo terror que lo mantenía paralizado. Y pone sobre la mesa un interrogante: el registro que se realizó en la Huerta de San Vicente, residencia de la familia García Lorca, en busca del poeta, y en donde un grupo de milicianos amenazó con matar al padre si no se revelaba su paradero, se produjo el sábado, 15 de agosto de 1936. La detención en la casa de los Rosales tuvo lugar el domingo, 16 de agosto. La familia del poeta, sin embargo, no se puso en contacto con los Rosales para avisar del peligro, temerosa, tal vez, de nuevas represalias.
'Hay que tener en cuenta que eran momentos de enormes contradicciones, de una gran tensión, en las que la gente tenía reacciones ilógicas', reflexionó Gerardo Rosales, que ahora se encuentra revisando el manuscrito. El pintor explicó que en algunos momentos utiliza la ficción para reproducir conversaciones y diálogos, pero que todos los datos recogidos son la versión que le dieron tanto su padre -que se encontraba en el estudio del pintor José Guerrero el día de la detención de Lorca- como sus tíos Pepiniqui y Luís. Fue éste último quien le confesó un día que la muerte de Lorca fue el hecho que más 'conmocionó y condicionó' su vida.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de abril de 2001

domingo, 1 de abril de 2001

Isabelle Huppert admite que se le dan bien los papeles de perversa


Isabelle Huppert


Isabelle Huppert admite que se le dan bien los papeles de perversa

La actriz francesa interpreta a una malvada en 'Gracias por el chocolate', de Chabrol


MIGUEL ÁNGEL VILLENA
Madrid 1 ABR 2001

Tiene un aire ingenuo y casi místico, pero con un leve cambio de mirada en sus ojos almendrados puede revelar todos los misterios de una despiadada asesina. Recién cumplidos los 46 años, Isabelle Huppert acaba de estrenar en España Gracias por el chocolate, su último papel de dulce perversa a las órdenes de Claude Chabrol. Una de las mejores actrices francesas ha declarado esta semana: 'Debo admitir que se me da bien hacer el mal en la pantalla'.
El Instituto Francés de Madrid dedica un ciclo durante los meses de marzo y abril a la filmografía de esta intérprete menuda e intensa que ha desfilado por películas como La encajera, Madame Bovary o La ceremonia y que ha trabajado a las órdenes de algunos de los mejores realizadores europeos en una lista que va de Bertrand Tavernier y Jean Luc Godard a Joseph Losey y los hermanos Taviani. En un coloquio con periodistas españoles, Isabelle Huppert manifestó que los actores son 'como animales, como caballos que saben en qué sentido quiere el director que vayan'.
A pesar de que en algunas de sus más brillantes creaciones ha encarnado a mujeres perversas, Isabelle Huppert -que ha rodado 62 películas en 30 años- no muestra predilección por un tipo de papel concreto. 'Al fin y al cabo', señaló, 'las películas o los papeles obedecen más a una cuestión de ritmos que de géneros. Así pueden darse comedias lentas o dramas rápidos'.
En la cima del cine europeo desde hace años, Huppert ha rodado poco en Estados Unidos. 'He trabajado en tres o cuatro películas en América, pero ninguna ha sido un éxito precisamente. De todos modos, Estados Unidos no representa una obsesión para una actriz francesa. El sueño americano existe, pero es muy relativo'. Al hilo de esta reflexión, Huppert confesó que le apetecería más trabajar en el cine asiático. 'El mapa del mundo cambia', dijo, 'y algunas de las propuestas más interesantes ahora vienen de Asia'.
Su reciente visita a Madrid ha significado la primera vez en que Isabelle Huppert ha presentado una película en nuestro país. 'Lo cierto', explicó, 'es que las actrices francesas trabajan poco en España. Durante mucho tiempo ha funcionado un eje de coproducciones entre Francia e Italia, pero esa colaboración no ha incluido a España'. Esta actriz, premiada y adorada en media Europa, nunca ha recibido una oferta para trabajar en una película española.
Estrenado el pasado viernes en las salas españolas, Gracias por el chocolate es un filme de intrigas e historias ocultas en un ambiente burgués de Suiza. Su director, Claude Chabrol, ha definido así el espíritu de la película: 'Intentamos ilustrar esta idea de la perversidad desmontando las certidumbres más evidentes de nuestra sociedad. La idea fundamental de Gracias por el chocolate es que todas las certidumbres se van desvaneciendo a medida que el relato avanza'.
La ironía como salsa
A su vez, la Huppert califica su personaje como el de una mujer triunfadora, rica y aparentemente feliz. 'Pero en el fondo', apostilla la actriz, 'se siente vacía y huérfana porque no puede acceder al mundo de sensaciones creativas de su marido, que es un famoso pianista. En realidad, se comporta como una niña que no hubiera crecido'. A juicio de Isabelle Huppert, Gracias por el chocolate traza dos mundos, el de aquellos que tienen acceso a la creación artística y aquellos que no.
La película, en cuyo reparto acompañan a Huppert el veterano Jacques Dutronc y la debutante Anna Mouglalis, contaba con otro título en una fase inicial. 'Pero al final', contó la protagonista, 'Chabrol optó por Gracias por el chocolate. La ironía de Chabrol a lo largo del filme es como la salsa del chocolate. A mí me gusta el título, porque el chocolate es el hilo conductor y cada uno puede soñar lo que quiera con el chocolate. Se dice que es afrodisiaco, se puede preparar con leche, negro, con almendras...'.
A orillas de un plácido lago suizo, Isabelle Huppert interpreta a la propietaria de una fábrica de chocolates, una sustancia tan dulce como indigesta. Siempre depende de las combinaciones en su elaboración. Esa dualidad eterna es la que, una vez más, ha bordado esta actriz francesa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de abril de 2001