jueves, 29 de febrero de 2024

Juan Tallón / Haga una lista

Konrad

Haga una lista

Cuando el cabo de la Guardia Civil palpó los bolsillos de Andrés V.T., por si acaso, halló en la camisa un mechero del Partido Popular en las últimas y un papel doblado en dos, arrugado y grasiento, con un lejano olor a empanada de congrio. No tuvo valor suficiente para abrirlo y se lo entregó a la juez de guardia, que estaba a su lado. Esta, después de darle lectura, agilizó el levantamiento del cadáver. Aquel trozo de papel contenía una lista redactada a bolígrafo, en una columna, con proliferación de infinitivos en muy mala letra. Solo aplicando cierto esfuerzo deductivo podía leerse: «Injertar castaño. Dar de comer a gallinas. Recoger huevos. Pagar fontanero. Ir a putas. Cerrar bombona. Perro. Matarme». La investigación posterior corroboró que, en efecto, antes de suicidarse con sulfato de amonio para fertilizar las vides, Andrés (63 años, soltero, sin familia directa) había llevado a cabo todos los propósitos que recogía la lista, incluyendo una estancia de media hora con una de las chicas de El Francés y el ahorcamiento de su setter inglés. Sobre cada tarea, por así decir, la víctima había trazado sucesivamente una tachadura, a modo de «resuelto».

Juan Tallón / Golpe de suerte

golpe de suerte


Golpe de suerte

La suerte es redonda. Cada uno coincidirá o disentirá según sus propios criterios. Yo lo demuestro siempre con un simple paquete de Lucky Strike y la acción estelar de mi amigo Rafa, de Pontevedra. Lucky Strike es esa famosa marca de cigarrillos representada por un logotipo en forma de diana con cuatro circunferencias concéntricas, y Rafa un fumador riguroso, terco, dispuesto a dar la vuelta al mundo si no tiene tabaco, cosa que todavía no ha sido necesaria. Hace algunos años, se quedó sin cigarros en mitad de la madrugada, en un día de entre semana, mientras jugaba a la Play, sin visos de sueño, y entonces emprendió uno de los desplazamientos —precisamente en círculo— más disparatados y desesperados que pueden hacerse solo por conseguir una cajetilla de Lucky. ¿Por qué Lucky? Porque sí. Por caprichos del comportamiento humano. «Yo antes era de Marlboro, de hecho, pero vi Mad Men y a Don Draper fumar de maravilla aquellos cigarros cortos de Lucky, y me cambié», confiesa.

La casa verde y Juntacadáveres / Aquellos sí eran puticlubs

Vargas Llosa, Onetti, Neruda._
Mario Vargas Llosa, Patricia Llosa, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, 


Aquellos sí eran puticlubs

Hay muchos puticlubs, pero ninguno es el de Junta Larsen. Ni el de don Anselmo. La literatura está plagada de prostíbulos que solo son eso, prostíbulos, hombres, mujeres, mala música, olor a desinfectante. En cambio, las «casas» de Junta y don Anselmo representan complejos símbolos, además de burdeles. En realidad, son utopías, hasta que un día se desmoronan, como todo lo bello. Si solo fuesen prostíbulos, tal vez siguiesen abiertos, como todo lo atroz. Cuando Juan Carlos Onetti y Mario Vargas Llosa publican en los años 60 Juntacadáveres y La casa verde, respectivamente, están en algún sentido fundando algo parecido a una «literatura de prostíbulo», que, como el nombre indica, no tiene demasiado que ver con los prostíbulos —que hacía mucho tiempo que aparecían en la literatura universal pero sí con su metáfora. La modernidad y grosería del capitalismo había producido, para aquellos años, una época grotesca de gloria y desgracia, placer e inmundicia, esplendor y ocaso, simultáneamente. Y los burdeles de Vargas Llosa y Onetti reflejaban ese escenario, tratado por el particular estilo de cada autor. Hay una variante de la modernidad en estos libros, imposible de desligar de la decadencia, que crece sobre una voz que escucha en su cabeza el protagonista, a menudo un individuo enigmático, oscuro, sin pasado, o en todo caso con un oscuro pasado. Esa voz dice: «¡Funda un prostíbulo, che!».

lunes, 26 de febrero de 2024

Mauricio Vargas / Dedazos palaciegos

 



Dedazos palaciegos

El Dapre ha asignado a dedo 8 de cada 10 contratos, y a dedo quiere Petro manejar el 

Mauricio Vargas

25 de febrero de 2024

De manera arbitraria y contra la opinión de la Oficina de Defensa Jurídica del Estado, en septiembre el hoy suspendido canciller Álvaro Leyva determinó que fuese declarada desierta la licitación para la fabricación de pasaportes. En ese entonces, el presidente Gustavo Petro salió a respaldarlo con un argumento que sonaba bonito: “En mi gobierno –escribió en unos de sus habituales trinos– no tendremos licitaciones con un proponente. La lucha contra la corrupción va en serio”.

sábado, 24 de febrero de 2024

Carl Sandburg / Mag



Carl Sandburg
MAG
Versión de Miguel Martínez-Lage

Juro por Dios, Mag, que ojalá nunca te hubiera visto.
Ojalá nunca hubieras dejado tu trabajo para venirte conmigo.
Ojalá jamás hubiéramos pagado el permiso, ni comprado
un vestido blanco,
para que te casaras el mismo día en que fuimos corriendo
a ver al cura
y le dijimos que nos amaríamos y cuidaríamos uno al otro
por siempre jamás, siempre que el sol y la lluvia perdurasen
en algún rincón.
Sí, ahora es mi deseo que vivieras en otra parte, bien lejos
de aquí,
y que yo fuera un vagamundo montado en un mercancías,
a dos mil kilómetros, totalmente en la ruina.
Y ojalá nunca hubiéramos tenido niños
ni el alquiler, el carbón, la ropa por pagar,
ni el recadero de la tienda que viene a cobrar lo suyo,
a cobrar en metálico por alubias y ciruelas.
Ojalá nunca te hubiera visto, Mag
Ojalá nunca hubiéramos tenido niños.


Carl Sandburg 
MAG
Otra versión

Que Dios hubiera impedido nuestro encuentro, Mag.
Que nunca hubieras abandonado tu trabajo por venirte conmigo.
Que nunca hubieras tenido permiso ni vestido blanco
para casarte el día que perseguimos al juez
y le dijimos que nos amaríamos y nos cuidaríamos
siempre y tanto como perduran el sol y la lluvia.
Sí, ahora deseo que tú vivieras lejos,
y que yo fuera un bulto entre puñetazos
a mil quinientos kilómetros de aquí, muerto
y despedazado.

       Que los niños nunca hubieran venido.
       Nunca hubiera pagado por la casa, el carbón.
       la ropa. Que nunca hubiera visto al abarrotero
       cobrando frijoles y ciruelas.
       Que Dios nunca me hubiera dejado verte, Mag.
       Que Dios les hubiera impedido nacer a los niños.


Carl Sandburg / Niebla y otros poemas

 


Carl Sandburg

Niebla


Con silenciosos pies de gato

llega la niebla.

Mira sentada el puerto y la ciudad

y luego se levanta y se retira.


***

El pasto

Amontonen los cuerpos en Austerlitz y Waterloo.
Remuévanlos con una pala y déjenme trabajar —
Yo soy el pasto. Todo lo cubro.

Amontonen los cuerpos en Gettysburg, Ypres y Verdun.
Remuévanlos con una pala y déjenme trabajar.

Pasarán dos o diez años y los pasajeros
preguntarán al conductor:

                         ¿Qué lugar es éste?
                         ¿Dónde estamos?

                         Yo soy el pasto.
                         Déjenme trabajar.


***


Ejército Expedicionario de los Estados Unidos  

Colgaremos en la pared un rifle oxidado, corazón,
con ranuras onduladas y escamitas de óxido.
Durante la oscuridad una araña tejerá su nido plateado
en el hueco más tibio de ese rifle.
También habrá óxido en el gatillo y en la mira.
Ninguna mano pulirá ese rifle colgado en la pared.
Los dedos índices y pulgares, distraídamente,
apuntarán, por pura casualidad, cerca del rifle.
Se hablará de las cosas medio olvidadas en el deseo de olvidar.
Le dirán a la araña: sigue, sigue, estás haciendo
muy buen trabajo.


***


Enrojecer

Enrojece el lento rescoldo en la punta
del cigarro. La ceniza, gris, almidona
y cubre todo el silencio del fuego.
(Un gran hombre, amigo mío, está muerto;
   y, mientras yace en su ataúd su
   flama apagada, yo estoy sentado
   entre sombras que me oprimen, y
   fumo observando que mis pensamientos
   vienen y van)


Carl Sandburg / Astilla

 



Carl Sandburg 

ASTILLA

El canto del último grillo
atraviesa el frío de la primera nevada
y de ese modo se despide de nosotros.
Esa astilla delgada que canta.




Diego Cusano

 


DIEGO CUSANO



viernes, 23 de febrero de 2024

Escritores / Búsquese otro nombre


Francisco Casavella chez lui ˆ Barcelone. Photo: Daniel Mordzinski.
Francisco García Hortelano / Francisco Casavella

Búsquese otro nombre

A veces crees que tus desgracias empiezan tan atrás, que te cambias de nombre en un intento desesperado por sortear la adversidad, como el día que Philippus Theophrastus Bombast von Hohenheim previó que haría mejor carrera como Paracelso. En la vida conviene saber cuándo tu nombre se vuelve una losa, para deshacerte de él, como si fuese el calzoncillo de ayer. Bastantes obstáculos encuentras hasta que te llega la muerte, como para tener que remontar también tu nombre y apellidos. En último término, un nombre tiene que ser un salvoconducto, una llave maestra, una versión mejorada, a poder ser, de ti mismo, y no una mera señal para que te des la vuelta cuando te llaman.

Juan Tallón / Voy a echar la partida


Los jugadores (Paul Cézanne)
Los jugadores (Paul Cézanne).

«Voy a echar la partida»

En este país, durante años, solo hubo una partida. La partida de cartas. La Partida. Y era sagrada en millones de casas, como el brasero o como la copita del desayuno. La echaba tu padre, la echaba tu abuelo, y si sabías lo que es bueno, un día la echabas tú. Podías licenciarte en Derecho jugando una partida tras otra en la cafetería de la facultad. Solo tenías que levantarte de vez en cuando para fotocopiar apuntes. En realidad, aquello no era tanto una partida de cartas como una misa. O una orgía. O el acogedor infierno. No faltabas a la cita por una enfermedad, ni por una celebración familiar, ni porque naciese tu hijo. En Vilardevós (Ourense), hablamos recurrentemente de aquella partida en la que a Indalecio Yáñez le llegaron, en mitad de un subastado, con la nueva de que había nacido su cuarto hijo. «Arrastro», dijo sin levantar los ojos del tapete, metiendo un triunfo en la mesa, para allanar el horizonte. El bar aguantó la respiración y el tiempo palpitó en la atmósfera. Cuando Indalecio recogió la baza y contó los puntos de cabeza, se volvió y preguntó, apartando un segundo el palillo de la boca: «¿Niño o niña?». Y, naturalmente, continuó la partida. A eso me refiero cuando digo «sagrada».

Escritores borrachos / Qué resaca

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Fotografía: Mislav Marohnić (CC).

Qué resaca

Cuando despiertas sientes un funeral en la cabeza, como en aquel verso de Emily Dickinson. No hay nadie en ese velatorio, salvo tú, que eres el muerto, harapiento y náufrago, como en aquella novela de Juan Rulfo. Te palpas los bolsillos del pijama en busca de un grifo. Pagarías por que manase agua fría de la lámpara que hay en la mesilla de noche. La lengua te pesa dentro de la boca como un diccionario de sinónimos. Cuando consigues despegarla pesadamente, como si empujases un coche que no arranca, solo articulas una perogrullada. Chirría igual que una bisagra oxidada, pero aun así, es una rotunda y bella frase: «Uff, qué resaca». Hay que manejarla con cuidado. Es dinamita y puede explotar. En cierto sentido, la resaca no es sino una mina antipersona que acabas de pisar. Oyes el clic. Es un sonido inconfundible, como la Novena Sinfonía, ante el que te quedas quieto, para no precipitar tus cenizas. Pero tú sabes que el futuro ya pasó.

jueves, 22 de febrero de 2024

Karmelo Iribarren / Los gatos

 



Karmelo Iribarren

LOS GATOS


Lentos

por las aceras,

inmóviles

en las repisas,

aovillados

en los sofás,


nos miran,

nos observan,

nos escrutan.


Llevan 

miles de años

haciéndolo.


Y siguen 

marcando

las distancias.


Pablo Neruda / Oda al gato

 

Pablo Neruda

Oda al gato

Los animales fueron 
imperfectos, 
largos de cola, tristes 
de cabeza. 
Poco a poco se fueron 
componiendo, 
haciéndose paisaje, 
adquiriendo lunares, gracia, vuelo. 
El gato, 
sólo el gato 
apareció completo 
y orgulloso: 
nació completamente terminado, 
camina solo y sabe lo que quiere. 
 
El hombre quiere ser pescado y pájaro, 
la serpiente quisiera tener alas, 
el perro es un león desorientado, 
el ingeniero quiere ser poeta, 
la mosca estudia para golondrina, 
el poeta trata de imitar la mosca, 
pero el gato 
quiere ser sólo gato 
y todo gato es gato 
desde bigote a cola, 
desde presentimiento a rata viva, 
desde la noche hasta sus ojos de oro. 
 
No hay unidad 
como él, 
no tienen 
la luna ni la flor 
tal contextura: 
es una sola cosa 
como el sol o el topacio, 
y la elástica línea en su contorno 
firme y sutil es como 
la línea de la proa de una nave. 
Sus ojos amarillos 
dejaron una sola 
ranura 
para echar las monedas de la noche. 
 
Oh pequeño 
emperador sin orbe, 
conquistador sin patria, 
mínimo tigre de salón, nupcial 
sultán del cielo 
de las tejas eróticas, 
el viento del amor 
en la intemperie 
reclamas 
cuando pasas 
y posas 
cuatro pies delicados 
en el suelo, 
oliendo, 
desconfiando 
de todo lo terrestre, 
porque todo 
es inmundo 
para el inmaculado pie del gato. 
 
Oh fiera independiente 
de la casa, arrogante 
vestigio de la noche, 
perezoso, gimnástico 
y ajeno, 
profundísimo gato, 
policía secreta 
de las habitaciones, 
insignia 
de un 
desaparecido terciopelo, 
seguramente no hay 
enigma 
en tu manera, 
tal vez no eres misterio, 
todo el mundo te sabe y perteneces 
al habitante menos misterioso, 
tal vez todos lo creen, 
todos se creen dueños, 
propietarios, tíos 
de gatos, compañeros, 
colegas, 
discípulos o amigos 
de su gato. 
 
Yo no. 
Yo no suscribo. 
Yo no conozco al gato. 
Todo lo sé, la vida y su archipiélago 
el mar y la ciudad incalculable, 
la botánica, 
el gineceo con sus extravíos, 
el por y el menos de la matemática, 
los embudos volcánicos del mundo, 
la cáscara irreal del cocodrilo, 
la bondad ignorada del bombero, 
el atavismo azul del sacerdote, 
pero no puedo descifrar un gato. 
Mi razón resbaló en su indiferencia, 
sus ojos tienen números de oro.


Albert Schweitzer / Casa de citas

 


Albert Schweitzer

(1875 - 1965)

Premio Nobel de Paz 1952

CASA DE CITAS


«A veces, nuestra luz se apaga, pero se vuelve a encender en llamas instantáneas por un encuentro con otro ser humano».

 «Sometimes our light goes out, but is blown again into instant flame by an encounter with another human being». 

***

«El éxito no es la clave de la felicidad. La felicidad es la clave del éxito. Si amas lo que haces, tendrás éxito».

«Success is not the key to happiness. Happiness is the key to success. If you love what you are doing, you will be successful». 

***

«Hasta que no extienda el círculo de su compasión a todos los seres vivos, el hombre no encontrará la paz por sí mismo».

«Until he extends the circle of his compassion to all living things, man will not himself find peace». 

***

«Hay dos maneras de refugiarse de las miserias de la vida: la música y los gatos». 

«There are two means of refuge from the misery of life — music and cats».

miércoles, 21 de febrero de 2024

María Teresa Andruetto / Cortázar



Cortazar

María Teresa Andruetto


“Leí Rayuela, si mal no recuerdo, en el 71, mi primer año de vida en la ciudad y en la universidad. Yo ya había leído algunos libros de Cortázar, a Bestiario y Final del juego los leí, seguro, en tiempos de la secundaria. A Rayuela la leí en el momento de idolatría a Cortázar e hice por entonces, en paralelo, un seminario sobre su escritura (lo daba un profesor que era amigo de él y tenía cartas personales, discos en los que lo escuchábamos leer con ese rastro francés en el castellano, libros firmados, todo lo cual nos sumergía en el mito) y otro sobre la de Borges. Por ese tiempo yo había empezado a militar en una organización de izquierda y recuerdo discusiones campales a favor del primero y en contra del segundo, y oscilaba entre uno y otro, más allá de sus posiciones ideológicas. Con Cortázar era fácil acordar, lo leíamos como un escritor de izquierda, en tiempos ‘prefeministas’ aunque ya para entonces me hacía mucho ruido eso de lector hembra (que lee pasiva/convencionalmente) y lector macho. Pero igual, como casi todos por entonces, leí esa novela con entusiasmo y tuve una postal de Cortázar (la foto de Sara Facio) entre mis papeles. En rigor de verdad, de Rayuela, ya por entonces, aunque no me animaba a sostenerlo a viva voz, me gustaban (solo) ciertos fragmentos, no la novela entera (ni leída como hembra ni leída como macho), sobre todo porque ya entonces me parecía muy sesentista (muy centrada en el hedonismo, la valoración de la pereza, lo puramente individual y una cierta atmósfera de romanticismo psicointelectual) y yo era claramente setentista, con las preocupaciones sociales y la militancia tan fuerte de entonces.

martes, 20 de febrero de 2024

Jo Nesbø, el rey de la novela negra:

 

El escritor noruego Jo Nesbø, posa durante una entrevista en Málaga.El escritor noruego Jo Nesbø, posa durante una entrevista en Málaga.
DANIEL PÉREZ (EFE

“Un día cogí el coche y fui hasta Marbella. Me quedé en ‘shock”

El autor noruego pasa el invierno en Málaga para escalar cerca del Caminito del Rey, escribir e incluso acudir al fútbol. Acaba de publicar la novela de terror ‘La casa de la noche’, en la que se acerca a algunos de su temores


Nacho Sánchez

19 de febrero de 2024

No ha necesitado viajar durante horas en avión ni coger un tren o un simple taxi. Al escritor Jo Nesbø (Oslo, 1960) le han bastado unos pocos minutos a pie para llegar a la sede del Centro Andaluz de las Letras, en pleno centro de Málaga, antes de mantener un encuentro con sus lectores. Hace año y medio adquirió un pequeño apartamento en la ciudad andaluza, su nuevo refugio invernal. El noruego no busca sol y playa, sí un rincón idílico para practicar con frecuencia la escalada, su gran afición.

Patricia Highsmith / Lo que trajo el gato / Fragmento

 

Ilustración de Triunfo Arciniegas


Patricia Highsmith

LO QUE TRAJO EL GATO

Fragmento


“El gato hizo un ruido más prolongado en su trampilla y, ya con la negra cola y los cuartos traseros a manchas dentro de la casa, retrocedió tirando de algo hasta que pasó por el óvalo de plástico. Lo que había metido en casa era blancuzco (…) ¡Son dedos humanos!, dijo Phyllis. Todos miraron incrédulos acercándose despacio desde la mesa de juego. El gato miraba, orgulloso, las caras de los cuatro humanos que estaban contemplándolo. Gladys contuvo el aliento. Los dos dedos estaban muy blancos e hinchados, no había rastro de sangre, ni siquiera en la base de los dedos, que incluía unos cinco centímetros de lo que había sido la mano”.


Selva Almada / Tres gatos

 



Selva Almada

TRES GATOS


Tengo tres gatos, una es la loca del altillo, vive en un cuartito de arriba y no baja nunca. No se deja tocar por nadie salvo por mí y sólo si estoy en estado horizontal. Con Grillo, mi marido, pensamos que debe tener una fobia porque cuando estamos en la cama se sube y se deja acariciar, pero cuando nos incorporamos sale corriendo. Se llama Ceniza.

Corazón es el gato más pegote que tuve en toda la vida, se mete dentro del pelo de la gente ya que los pelos y las barbas son su fascinación. Y la Negrita es herencia de Alberto Laiseca. Vivía con él todo el día llena de humo, entonces la gata empezó a estar desquiciada y Lai me llamó y me dijo que le tenía miedo, que no podía vivir más con la gata y que me la llevara. Al venir a casa pasó de ser una loca que mordía a todos a ser la gata más zen que he tenido. Yo creo que la falta de oxígeno la tenía muy loca.

LA TERCERA




domingo, 18 de febrero de 2024

Mary Oliver / Las cucaburras

 

Mary Oliver


Mary Oliver

Las cucaburras

Versión de Mariana Orantes


En cada corazón hay un cobarde y un procrastinador.
En cada corazón hay un dios de las flores, esperando
sólo el momento para salir de entre las nubes y abrir las alas.
Las cucaburras, martines pescadores, apretadas contra el límite
de su jaula, me piden que abra la puerta.
Años después, me despierto en la noche y recuerdo
que no lo hice y mejor me fui.
Ellas tenían ojos cafés como los perros generosos.
Ellas no querían hacer algo extraordinario, sólo volar
a su casa en el río.
En este momento, supongo que la gran oscuridad ya las ha cubierto.
En cuanto a mí, todavía no soy un dios, ni siquiera de las flores más mediocres.
Nada más ha cambiado tampoco.
Alguien arroja sus huesos blanquecinos al montón de mierda.
El sol brilla sobre el cerrojo de su jaula.
Yo me recuesto en la oscuridad, mi corazón palpitando.

***

The Kookaburras

By Mary Oliver

In every heart there is a coward and a procrastinator.
In every heart there is a god of flowers, just waiting
to stride out of a cloud and lift its wings.
The kookaburras, pressed against the edge of their cage,
asked me to open the door.
Years later I remember how I didn’t do it,
how instead I walked away.
They had the brown eyes of soft-hearted dogs.
They didn’t want to do anything so extraordinary, only to fly
home to their river.
By now I suppose the great darkness has covered them.
As for myself, I am not yet a god of even the palest flowers.
Nothing else has changed either.
Someone tosses their white bones to the dung-heap.
The sun shines on the latch of their cage.
I lie in the dark, my heart pounding.

***

Las cucaburras son unos pájaros bien curiosos y su canto asemeja la risa humana. Dejo un video para que las escuchen:

https://www.youtube.com/watch?v=UXA0-YAoo9Q