jueves, 31 de julio de 2014

Las mujeres más bellas del mundo / Elizabeth Taylor



Las mujeres más bellas del mundo 


ELIZABETH

TAYLOR 

(1932 - 2011) 





Esta foto es un montaje, un precioso montaje, en todo caso.

Elizabeth Taylor según un soñador


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Elizabeth Taylor


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Elizabeth Taylor


Jacinto Antón / Cómo eran los egipcios en la cama

Cleopatra, 1963
Elizabeth Taylor

¿Cómo eran los egipcios en la cama?

Una comunicación en el Congreso Ibérico de Egiptología pone sobre el papel el controvertido tema de la sexualidad en la época de los faraones



Una escena pasional de El regreso de la momia, con la seductora Anck-su.namun (Patricia Velásquez) y su amante eterno, Imhotep (Arnold Vosloo)
Tenemos una idea tópica de la sexualidad del antiguo Egipto que se basa en buena parte en los pasajes libidinosos del Sinuhé de Mika Waltari -Nefernefer desnuda en el estanque-, en el rotundo escote de la voluptuosa Cleopatra de Elizabeth Taylor y en las novelas de Terenci Moix, donde no es raro que un esclavo aspire a libar en la flauta del faraón. Incluso los filmes de momias tienen un componente erótico -recuérdese el concupiscente papel de Patricia Velásquez como la sucintamente vestida Anck-su-namun en The mummy II-.Apoyada en ingredientes como ésos, ha prevalecido la idea popular de que la civilización de la época de los faraones tenía, en extraña combinación con la obsesión por la muerte y el más allá y un sentido sumamente espiritual de la existencia, un alto componente de lascivia e impudicia, como atestiguarían, por otra parte, las imágenes arqueológicas de bailarinas semidesnudas, princesas con ropas transparentes y dioses itifálicos.
Pero ¿cómo eran en realidad los antiguos egipcios en ese aspecto tan íntimo de su cultura?, ¿cómo eran, por decirlo de forma abierta, en la cama? ¿Una gente tórrida como su clima? Resulta difícil meterse en las alcobas de un pueblo desaparecido y el tema ha sido muy poco tratado, a lo que no es ajeno el puritanismo de una disciplina que ha estado en manos de los egiptólogos anglosajones. Existe una monografía canónica, Sexual life in ancient Egypt,de Lise Manniche (1987), y en nuestro país un desenfadado libro, con mucha información, del doctor en Historia Antigua por la Complutense José Miguel Parra Ortiz, Vida amorosa en el antiguo Egipto (Aldebarán, 2001). En todo caso, el dibujo que aparece a través de los escasos indicios ofrece una realidad muy distinta al cliché popular.

Elizabeth Taylor en el papel de Cleopatra

Ante la escasez de investigaciones en este terreno, resulta muy interesante la que está realizando en la actualidad el estudioso catalán Marc Orriols sobre la iconografía erótica del antiguo Egipto y que ha presentado en el III Congreso Ibérico de Egiptología, clausurado el viernes en La Laguna (Tenerife) y en el que, bajo los auspicios de la Universidad de La Laguna, su Centro de Estudios Africanos y el Instituto de Astrofísica de Canarias, se ha dado cita lacrème de los egiptólogos españoles. Orriols, que trabaja básicamente con la época del Imperio Nuevo, se ha centrado en el análisis de la cópula a tergoque aparece especialmente representada en los famosos ostracas (fragmentos de piedra caliza con bocetos informales dibujados) y grafitos del poblado de constructores de tumbas de Deir el Medina. A tergo? "Bien, por detrás pero por vía vaginal", explica el investigador con el tono más neutro de que es capaz. "Disponemos de muy pocas representaciones de la cópula humana en la iconografía egipcia y la que aparece con más frecuencia es esa posición con el hombre penetrando a la mujer así. Eso ha llevado a suponer que se trataba de una práctica habitual, quizá la forma característica dehacerlo en el antiguo Egipto".


Dibujo de un ostraca de Deir el Medina
El antes citado Parra es, precisamente, uno de los que sostienen, en su libro, que los egipcios tenían esa inclinación (y valga la palabra). "Sin embargo, cuando me puse a estudiar el tema", dice Orriols, "me sorprendió que en el célebre análisis de la conducta sexual de 190 culturas humanas de Beach y Ford (Patterns of sexual behavior, 1955), no aparecía ninguna en la que fuera preponderante la cópula a tergo. ¿Por qué iba a ser una posición canónica entonces en el Egipto faraónico? Creo que hay que buscar otras explicaciones, otra forma de ligar cultura y práctica. Mi idea es que esas representaciones no plasman en realidad cópulas a tergo sino en su mayoría sexo anal".

Orriols se ha centrado en el estudio de la cópula 'a tergo', por detrás
Orriols considera que se trataría no de escenas sensuales sino de algún tipo de humillación, de demostración de poder sobre el partenaire (la sodomización lo era en el Egipto faraónico; pasividad = debilidad) y que los protagonistas serían ambos masculinos en una proporción mayor de lo que parece.
Entonces, si los egipcios no lo hacían mayoritariamente a tergo, ¿cómo lo hacían? ¿Tenían alguna preferencia? "La verdad es que no lo sabemos", reconoce Orriols. "Lo que es significativo es lo poco que aparece el acto sexual en general en el mundo egipcio, antes de la época grecorromana. Disponemos de una relativamente abundante iconografía en lo referente al acto sexual entre divinidades pero poquísima en el ámbito humano, poco más de una treintena de cópulas en total". Ciertamente, los egipcios contaban en su panteón con el dios Min, en perpetua erección; Hathor podía ser bastante desinhibida, y Geb y Nut y Osiris e Isis (cada pareja por su lado) lo hacen de manera recurrente en imágenes por todo Egipto. Pero se trataba de coyundas sagradas.

Elizabeth Taylor,
una de las mujeres más bellas de su época

En cambio, del ámbito privado, cotidiano, explica Orriols, "tenemos muy poca cosa, los ostracas, algún grafito como el de Uadi Hammamat. Y tenemos el excepcional papiro erótico de Turín, de época ramésida, en el que aparecen dibujadas una serie de encuentros sexuales muy explícitos entre hombres mayores con grandes penes y mujeres jóvenes en lo que se ha interpretado a menudo como escenas de un burdel". En el papiro hay nueve escenas de cópulas, tres por cierto a tergo. "Los rasgos de hombres y sus desmesurados miembros y las posturas acrobáticas de las mujeres sugieren que estamos ante una pieza satírica, pero la verdad es que no conocemos el propósito del papiro, que es un ejemplar único".
Parra, que también ha participado en el congreso -con una comunicación sobre un asunto tan de actualidad como la violencia doméstica (pero en el contexto del antiguo Egipto)-, opina que el papiro de Turín podría recoger el recuerdo de un personaje de sus vivencias en un lupanar, encargado por él para su solaz personal.

La felación no está documentada aún, si exceptuamos a algún dios muy elástico
Aparte de la cópula a tergo, está acreditada en Egipto la posición del misionero, pero "sólo en dos escenas, una de ellas dudosa" (?), dice Orriols. La otra, con una chica en la cama y un hombre arriba penetrándola, "parece ser un determinativo", un signo de la escritura jeroglífica y no una imagen erótica propiamente dicha. También existe alguna representación de lo que parece sexo en pie. En los textos asoman algo de fetichismo, algunas alusiones a pedofilia, chaperismo y zoofilia. Poco más. Nada que se pueda comparar a la proliferación de escenas sexuales en Grecia o Roma (piénsese en la desvergonzada Pompeya). La felación no está documentada aún -si exceptuamos que algún dios muy elástico se la hacía a sí mismo-, mal que le pudiera pesar al querido Terenci.


Grafito de Deir el-Bahari que se cree representa a Hatshepsut copulando
¿Eran pues un pueblo pacato los egipcios? "En contra del cliché, yo creo que sí", señala Orriols. "Eran explícitos en textos sagrados pero no, en general, en los profanos. Si no existiera alguna especie de tabú, la cópula aparecería representada gráficamente de manera más abundante y oficial. Por ejemplo, en el contexto funerario". La fama de descocados de los egipcios "les viene de las fuentes clásicas grecolatinas que imaginaron Oriente como lugar de lujo y lujuria". La propaganda romana contra Cleopatra, tachándola de libertina, también puso su grano de arena. "Los egipcios iban poco vestidos por el calor y el desnudo es habitual en la representación de los trabajadores. Eso puede resultar erótico para nosotros pero seguramente no lo era para ellos. Sucede lo mismo con las transparencias de los vestidos. Quizá la marcada sexualización de las mujeres tenía algún significado relacionado con la fertilidad más que con el erotismo". Todo ello no quiere decir que para los egipcios el sexo tuviera connotaciones pecaminosas en el sentido judeocristiano. El acto sexual con penetración -follar, vamos- no presentaba, según explica Lynn Meskell en su estupendo Private life in New Kingdom Egypt (2002) connotación ninguna, ni positiva ni negativa. Se lo denominaba nk. Así que ahí queda el término, para seguir dándole vueltas.


miércoles, 30 de julio de 2014

Andrew Wyeth / Cinco pinturas

Andrew Wyeth
1917 - 2009

Andrew

Wyeth 


CINCO PINTURAS 

Andrew Newell Wyeth (12 de julio de 1917 – 16 de enero de 2009) fue un pintor realista y regionalista estadounidense. Es uno de los más conocidos del siglo XX, comúnmente se le llama el "Pintor del Pueblo" debido a su popularidad entre el público estadounidense. Fue hijo del ilustrador y artista N. C. Wyeth, hermano del inventor Nathaniel Wyeth y de la artista Henriette Wyeth, y padre del artista Jamie Wyeth y Nicholas Wyeth.

El tema principal de sus obras es la tierra y habitantes de su ciudad natal Chadds Ford, en Pensilvania, y de su casa de verano en Cushing,Maine. Una de las imágenes más famosas del arte estadounidense del siglo XX es su obra "Christina's Worlds", que actualmente se encuentra en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York.


5) “COMBERS”
4) “TRODDEN WEED”
3) “WEATHER”
2) “THE INTRUDER”
1) “CHRISTINA´S WORLD”

Etgar Keret / Pedir acuerdos no es sabotear la victoria 001

Etgar Keret

Pedir acuerdos no es sabotear la victoria

El Ejército de Israel puede ganar batallas, pero la paz y la tranquilidad solo se lograrán con pactos políticos. Si no ocurre así, seguiremos cayendo por una espiral hasta tocar un nuevo fondo



EVA VÁZQUEZ
En la última semana he visto y oído cada vez con más frecuencia la frase siguiente: “Dejad que gane el Ejército de Israel”. Se lee en las redes sociales, en pintadas sobre los muros, se grita en las manifestaciones. Muchos jóvenes la repiten en Facebook, y parecen creer que son unas palabras nacidas como respuesta a la actual operación militar en Gaza. Sin embargo, yo soy lo bastante viejo como para recordar que nacieron hace tiempo como una pegatina para el coche y han evolucionado hasta convertirse en un auténtico mantra. No es, por supuesto, un eslogan dirigido a Hamás ni a la comunidad internacional, sino a los propios israelíes, y encarna la distorsionada visión del mundo que guía a Israel desde hace 12 años.
El primer error que se da por supuesto es que en Israel hay gente que está impidiendo que gane el Ejército. Esos presuntos saboteadores podemos ser yo, mi vecino o cualquier otro que ponga en tela de juicio la premisa y el propósito de esta guerra. Por lo visto, todos los bichos raros que nos atrevemos a hacer preguntas o poner en tela de juicio la conducta de nuestro Gobierno y atamos de pies y manos a nuestro Ejército con molestos artículos y llamamientos derrotistas a la compasión y la empatía somos el único obstáculo que separa a las Fuerzas Armadas de Israel de una victoria perfecta.

martes, 29 de julio de 2014

John Le Carré / Philip Seymour Hoffman

Philip





A partir de las visitas de Le Carré al rodaje de la adaptación cinematográfica de su novela 'El hombre más buscado’, el escritor crea un gran retrato del protagonista, fallecido en febrero



    Philip Seymour Hoffman, en un fotograma de de 'El hombre más buscado'.
    Calculo que, en total, pasé cinco horas hablando en persona con Philip Seymour Hoffman, como mucho seis. El resto del tiempo, durante el rodaje de El hombre más buscado, me dediqué a mezclarme con los demás, a observarle en el monitor y decirle después que había estado estupendo, o a no decirle nada. Y ni siquiera eso pasó muchas veces: un par de visitas al plató y un tonto papel sin diálogo que me obligó a dejarme una barba repugnante, costó todo el día rodar y produjo una imagen borrosa de alguien a quien agradecí no reconocer. En el mundo del cine, seguramente no hay nadie que resulte tan superfluo como el autor del libro original en el rodaje de la película basada en su texto, cosa que he aprendido a mi pesar. Alec Guinness me hizo el favor de pedir que me echaran del plató en el que se filmaba la adaptación de El topo para la BBC. Yo solo había querido irradiar la admiración que sentía, pero Alec dijo que mis miradas eran demasiado intensas.
    Ahora que lo pienso, Philip hizo el mismo favor a una amiga mía durante aquel rodaje de El hombre más buscado en Hamburgo, una tarde del invierno de 2012. La mujer estaba de pie a unos 30 metros de él, mirando y pasando frío, como todos los demás. Pero había en ella algo que a Philip le molestó, y pidió que la echaran de allí. Fue una reacción curiosa, curioso, casi clarividente y muy acertada, porque mi amiga es también novelista, y puede ser más intensa que nadie. Philip no lo sabía. Pero lo intuyó.

    Philip Seymour Hoffman
    El hombre más buscado


    Muchos actores fingen ser inteligentes, pero Philip lo era de verdad: culto, polifacético, artístico y brillante, con una inteligencia que te avasallaba
    En retrospectiva, no debería haberme sorprendido ese tipo de cosas en Philip porque, nada más conocerle, su intuición destacaba de manera luminosa, igual que su inteligencia. Muchos actores fingen ser inteligentes, pero Philip lo era de verdad: culto, polifacético, artístico y brillante, con una inteligencia que te avasallaba y te envolvía desde el instante en el que te cogía la mano, te rodeaba el cuello con su enorme brazo y plantaba su mejilla contra la tuya; o, si le daba por ahí, te abrazaba como un niño grande y regordete, y luego se apartaba y sonreía encantado mientras estudiaba el efecto que te había causado.
    A Most Wanted Man trailer
    Philip Seymour Hoffman con Rachel McAdams en “El hombre más buscado”, 
    película basada en la novela de John Le Carré. 
    CreditKerry Brown/Roadside Attractions

    Philip lo estudiaba todo, todo el tiempo. Era un esfuerzo doloroso y agotador, que probablemente acabó siendo su ruina. El mundo era demasiado reluciente para él. Tenía que entrecerrar los ojos o morir deslumbrado. Como Chatterton, cuando tu ibas, él ya estaba de vuelta, y, cada vez que él desaparecía, no estabas seguro de que fuera a regresar, lo mismo que decían, creo, del poeta alemán Hölderlin: que, cuando salía de una habitación, los que se quedaban tenían miedo de no volver a verle. Y si parece que es fácil decirlo a posteriori, no es así. Philip estaba quemándose vivo delante de nuestros ojos. Era imposible vivir a aquel ritmo y aguantar mucho tiempo, y de vez en cuando tenía unos destellos sorprendentes de intimidad en los que necesitaba que lo supiéramos.
    Ningún actor me había impresionado tanto como me impresionó Philip en nuestro primer encuentro: ni Richard Burton, ni Burt Lancaster, ni siquiera Alec Guinness. Philip me saludó como si llevara toda la vida deseando conocerme, y sospecho que saludaba así a todo el mundo. Pero yo sí que quería conocerle a él desde hacía tiempo. Su Capote me parecía la mejor interpretación que había visto jamás en la pantalla. Sin embargo, no me atreví a decírselo, porque con los actores, cuando se les dice qué bien estaban en un papel de hace nueve años, siempre existe el peligro de que pregunten qué han tenido de malo sus interpretaciones posteriores.

    Philip Seymour Hoffman (derecha) con Willen Dafoe (centro) y Anton Corbijn (izquierda). 
    Lo que sí le dije fue que era el único actor estadounidense al que sabía capaz de interpretar a mi personaje George Smiley, un papel que encarnó por primera vez Alec Guinness en la versión de la BBC de El topo y hace unos años Gary Oldman para la gran pantalla; claro que, como buen británico, considero que Gary Oldman es uno de los nuestros.

    Philip lo estudiaba todo, todo el tiempo. Era un esfuerzo doloroso y agotador, que probablemente acabó siendo su ruina
    Quizá recordé también que Philip, como Guinness, no era un gran amante en la pantalla, pero, por suerte, no necesitábamos preocuparnos por eso en nuestra película. Si Philip tenía que coger a una chica en sus brazos, no sentíamos el impulso de sonrojarnos y apartar la mirada como ocurría con Guinness, pero era inevitable la sensación de que estaba haciéndolo por el espectador, más que por sí mismo.
    Los responsables de nuestra película debatieron mucho si podían hacer que Philip se acostase con alguien, y resulta interesante pensar que, cuando por fin propusieron una posibilidad, tanto él como su pareja salieron corriendo. Solo cuando vieron a la magnífica actriz Nina Hoss a su lado comprendieron que estaban ante un pequeño milagro de fracaso romántico. En su papel, al que enseguida se dio más importancia, Nina es una colega enamorada de Philip, su discípula y mano derecha, y él le rompe el corazón.

    Philip Seymour Hoffman, izquierda, and John le Carré, durante el rodaje de “El hombre más buscado” .


    Era perfecto para Philip. Su papel de Günther Bachmann, un espía alemán de mediana edad a la deriva, no permitía amores duraderos ni de ningún otro tipo. Philip había tomado esa decisión desde el primer día y, para dejarlo claro, llevaba a todas partes un ejemplar manoseado de mi novela —¿qué más puede querer un autor?— para enarbolarla ante cualquiera que quería que hubiera más sexo.
    La película El hombre más buscado cuenta también con Rachel McAdams y Willem Dafoe, y se estrena estos días, con suerte, en algún cine de su ciudad [salió el viernes en EE UU], así que empiecen a ahorrar para ir a verla. Se rodó casi por completo en Hamburgo y Berlín, y en su reparto figuran varios de los mejores actores de Alemania en papeles relativamente humildes, no solo la sublime Nina Hoss (Wir Sind Die Nacht, Barbara, etcétera), sino también Daniel Brühl (Rush, Goodbye Lenin y otras).

    Resulta difícil escribir con objetividad sobre la interpretación que hace Philip de ese hombre de mediana edad que va perdiendo el control o sobre cómo perfila el rumbo de autodestrucción de su personaje
    En la novela, Bachman es un agente secreto hasta arriba de drogas. Philip sabía algo de eso. Le han trasladado a su país desde Beirut después de perder su valiosa red de espionaje debido a la torpeza o algo peor de la CIA. Vive retirado en Hamburgo, la ciudad que albergó a los conspiradores del 11-S. La sección regional de los servicios de inteligencia y muchos de sus ciudadanos viven aún avergonzados por aquello.

    William Dafoe y Philip Seymour Hoffman
    El hombre más buscado 

    La misión que se propone Bachmann es dar la vuelta a la situación: no con equipos de secuestradores, torturas con agua y ejecuciones extrajudiciales, sino mediante la hábil penetración e integración de los espías, utilizando el propio peso del enemigo para derribarlo y acabar desarmando el yihadismo desde dentro.
    Durante una elegante cena con los responsables de la película y los principales miembros del reparto, no recuerdo que Philip ni yo habláramos mucho sobre el personaje concreto de Bachmann; hablamos más en general, sobre cosas como la atención y el cuidado que requieren los agentes secretos y el papel de guías y consejeros que asumen sus jefes directos. Olvídate de los chantajes, dije. Olvídate de las bravuconerías. Olvídate de la falta de sueño, la gente encerrada en cajas, las ejecuciones simuladas y otras técnicas reforzadas. Los mejores agentes, espías, soplones, informadores o como se quieran llamar —pontifiqué— necesitan paciencia, comprensión y afecto. Me gustaría creer que le convencí con mi homilía, pero lo más probable es que estuviera pensando si podía usar alguna vez esa expresión espesa que adopto cuando estoy tratando de impresionar a alguien.
    Resulta difícil escribir con objetividad sobre la interpretación que hace Philip de ese hombre de mediana edad que va perdiendo el control o sobre cómo perfila el rumbo de autodestrucción de su personaje. Tenía un director, por supuesto. Y el director Anton Corbijn, un hombre tan culto y polifacético como Philip, es maravilloso en muchos aspectos: fotógrafo de prestigio mundial, pilar de la escena musical contemporánea y objeto, él mismo, de un documental. Su primera película, Control, en blanco y negro, es emblemática. En la actualidad está rodando una película sobre James Dean. Sin embargo, cuando le he visto trabajar, su talento creativo me ha parecido siempre introvertido y soberano. Creo que él sería el primero en reconocer que no es un dramaturgo teórico ni sabe transmitir con elocuencia lo que piensa de la vida interior de un personaje. Philip tenía que mantener ese diálogo consigo mismo, y debía de ser un diálogo macabro, lleno de preguntas como: ¿en qué momento exacto pierdo todo sentido de la moderación? O ¿por qué insisto en seguir adelante con todo esto cuando, en el fondo, sé que no puede acabar más que en tragedia? Pero la tragedia atraía a Bachmann, y a Philip, como las luces falsas a los barcos naufragados.
    Hubo un problema con los acentos. Teníamos a unos actores alemanes muy buenos que hablaban inglés con acento alemán. La opinión general era, de forma un poco arriesgada, que Philip debía hacer lo mismo. La primera vez que le oí me chirrió. No conocía a ningún alemán que hablara inglés así. Hacía algo raro con la boca, una especie de puchero. Parecía besar sus frases, más que decirlas. Pero entonces, poco a poco, empezó a hacer lo que solo saben hacer los mejores actores. Consiguió que su voz fuera la única auténtica, la solitaria, la peculiar, la que te obligaba a depender de ella en medio de todas las demás. Y cada vez que salía de la escena, como cada vez que salía su dueño, nos dejaba esperando su regreso con impaciencia y cada vez con más inquietud.
    Tardaremos mucho tiempo en conocer a otro Philip.
    © David Cornwell, 2014
    El hombre más buscado se estrena en España el 12 de septiembre.
    Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
    PESSOA





    lunes, 28 de julio de 2014

    Anja Millen / Mundos oscuros

    Anja Millen© - Salon Noir
    Anja Millen© – Salon Noir


    Anja Millen
    MUNDOS OSCUROS
    Anja Millen es una artista nacida en Alemania, donde pasa la mayor parte de su juventud, para trasladarse durante un tiempo a Francia trabajando de cocinera. En 1984 Anja Millen comenzó a visualizar su propio mundo en pinturas y bocetos, un mundo extraño, monstruoso, elegante y hermoso a la vez. En 1998, después de haber visitado la academia europea del arte y la escuela de arte y diseño, Anja Millen descubre el maravilloso e ilimitado mundo del arte digital.

    Anja Millen© - NephalemAnja Millen© – Nephalem
    Anja Millen© - Species 719Anja Millen© – Species 719
    Anja Millen© - RuheAnja Millen© – Ruhe

    A veces llegan cartas / Epitafios

    Ilustración de José Guadalupe Posada
    A veces llegan cartas
    EPITAFIOS
    -En la tumba de Groucho Marx: "Disculpe que no me levante, señora".
    -En una tumba del cementerio de Salamanca: "Con amor de todos tus hijos, menos Ricardo que no dio nada".
    -En la tumba de Oscar Welles: "No es que yo fuera superior, es que los demás eran inferiores".
    -Lo escribió un marido en la tumba de su suegra: "Aquí yaces y yaces bien, tú descansas y yo también".
    -En la tumba de Miguel de Unamuno: "Solo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo".

    Doris Day / Julie London / Fly Me To The Moon



    Doris Day
    FLY ME TO THE MOON
    5 de noviembre de 1964
    Bart Howard - Fly Me To The Moon (In Other Words)


    Julie London
    FLY ME TO THE MOON


    fly me to the moon
    and let me play among the stars
    let me see what spring is like
    on a-jupiter and mars

    in other words, hold my hand
    in other words, darling, kiss me

    fill my heart with song
    and let me sing for ever more
    you are all i long for
    all i worship and adore

    in other words, please be true
    in other words, i love you

    fill my heart with song
    let me sing for ever more
    you are all i long for
    all i worship and adore

    in other words, please be true
    in other words, in other words
    i love you