martes, 2 de julio de 2024

‘La encomienda’, de Margarita García Robayo: la rutina amenazada

 


MARGARITA GARCÍA ROBAYO

La escritora colombiana Margarita García Robayo.MARIANA ELIANO


‘La encomienda’, de Margarita García Robayo: la rutina amenazada

‘La encomienda’, de Margarita García Robayo, ofrece un examen de la propia imagen, una indagación en la identidad, el proceso de autoengaño, el camino hacia la madurez como un aprendizaje


Ana Rodríguez Fischer

20 de septiembre de 2022


La irrupción en nuestras vidas de un elemento ajeno a ellas puede causar reacciones que van del estupor a la incomodidad o la inquietud, pues “cualquier rutina, por sólida que sea, es arrasada por lo imprevisto”, como afirma la narradora de La encomienda, de Margarita García Robayo(Cartagena, Colombia, 1980).

Es una mujer en su treintena, que vive a 5.000 kilómetros de su madre y hermana —quien acostumbra a enviarle paquetes llenos de sorpresas—, realiza trabajos esporádicos para una agencia de publicidad, tramita una beca para irse a escribir a Holanda y mantiene relaciones con un fotógrafo que a menudo se ausenta. En su minúsculo departamento, un día aparece su madre, dispuesta a contarle algo, y también asoman de vez en cuando el portero, los vecinos de al lado, la madre enfermera que le pide que se ocupe de su hijo o la gata Ágata.

La anotación puntual de la vida cotidiana a lo largo de unos pocos días alterna con recuerdos del pasado, casi todos referidos a la infancia y las relaciones fraternales o maternofiliales, y a su íntima amiga Mahra, a quien hace tiempo que no ve y a la que extraña. De hecho, tras una revelación de su madre, la narradora llega a plantearse escribir su proyecto en forma de diario —”un depositario de secretos”, un escondite donde “guardar lo indecible”—, hasta que desecha la idea porque “me parece forzado registrar el tiempo en el que transcurren las cosas”. Y en parte se celebra que sea así, pues la puntual narración en primera persona de algunos pormenores cotidianos es la parte menos convincente de una novela que ofrece muchas otras cualidades y aspectos de interés. Destacan las amplias y sugestivas ocasiones para reflexionar sobre la escritura, sea en torno a la polémica cuestión de “la literatura sin argumento”, o en torno al oficio de escribir, en el que al contrario de lo que se cree uno se disfraza: “Se pone otras caras, se vuelve a hacer de un modo en el que se mezclan la culpa, la frustración y el deseo, y el resultado es un personaje perfectamente despojado y honesto”. Y desde luego sobresale la precisión microscópica con que García Robayo hurga en el alma humana, bien sea a través del “vicio de la introspección” que practica la narradora y el minucioso autoanálisis sin concesiones, bien sea a partir de la observación de las vidas ajenas.

En La encomienda, la narradora nos ofrece el examen de la imagen de sí misma, la indagación en la identidad, el proceso de autoengaño, el camino hacia la madurez como un aprendizaje de la domesticación de los impulsos o el peso de la futilidad que conduce a la extrañeza. Las relaciones familiares se enfocan desde múltiples ángulos, así como las laborales —donde predominan la hipocresía y el miedo—, junto con aquellas otras que, aún por esporádicas que sean, se dan entre los vecinos del edificio.

Y si a esta narradora engendrar le parece una “resistencia a extinguirse”, un “empeño en perpetuarse”, sin duda novelas como La encomienda cumplen un similar propósito de permanencia: no pasar por el mundo sin dejar nada atrás.


La encomienda

La encomienda

Margarita García Robayo
Anagrama, 2022
191 páginas, 17,90 euros


https://elpais.com/babelia/2022-09-21/la-rutina-amenazada.html#?rel=mas 

EL PAÍS 


Ismail Kadaré / El Palacio de los Sueños / Reseña

Ismail Kadaré: El Palacio de los Sueños


Alejandro Prada Vázquez
9 de noviembre de 2022

En octubre de 2009 asistí a una charla que dio Ismail Kadaré (Gjirokastër, Albania, 1936) en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo, en la que por entonces yo estudiaba mi Licenciatura en Historia del Arte, con motivo de la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Aunque no recuerdo mucho de lo que contó, sí guardo el recuerdo del escritor albanés como el de alguien serio, en cierta manera opaco, aunque no a la defensiva. Dijo entonces que se había iniciado en la literatura escribiendo Macbeth, pues a los 11 años había transcrito algunas de sus partes, y que no se debía escribir estando muy enamorado o si se era desgraciado, pues estas condiciones provocan que la obra se arriesgue a una manifiesta superficialidad. También recuerdo su enfado momentáneo cuando una mujer le preguntó sobre la posible orientación que estaba tomando su obra, desde hacía unos años, hacia derroteros posmodernos. ¡Todo el mundo notó cómo se llenaba de sombras aquel salón de actos al agriarse el rostro del albanés! Estoy seguro de que lo vivió como un insulto, pues su literatura, aunque ha cambiado con el tiempo, no se deja vencer de ese lado y así se lo hizo saber a la mujer. Estaba acompañado, allí, de su traductor al español, Ramón Sánchez Lizarralde, quien aseguró que Kadaré era uno de los grandes escritores europeos. Por lo que a mí respecta, solo puedo darle la razón.

Para ejemplificar su grandeza literaria, pues ya llevaba años queriendo dedicarle al menos una entrada en el blog, he decidido reseñar una de sus obras más notables, El Palacio de los Sueños, publicada en Albania en 1981. Antes de pasar a analizar esta novela, merece la pena apuntar que Kadaré ha vivido siempre inmerso en un clima de censura y represión en su Albania natal. Tanto es así que en 1990 decidió exiliarse en Francia, pues ya había tentado demasiado a la suerte con sus obras, que no sólo no se plegaban a las demandas del régimen de la dictadura comunista, sino que además las enfrentaba a través de la literatura. Ramiz Alia, sucesor del dictador Enver Hoxha en el gobierno de Albania, llegará a atacar públicamente al escritor: «El Pueblo y el Partido te han elevado al Olimpo, pero si no te mantienes fiel a ellos, pueden arrojarte al abismo». Nunca se llegó a materializar ninguna de estas amenazas contra Kadaré gracias, especialmente, a la presión internacional. También hay que resaltar que, aunque maneja la lengua francesa con perfección, y a pesar de vivir en París desde hace veintidós años, el escritor albanés nunca ha sentido la necesidad de dejar atrás la lengua albana para escribir. Dicho esto, pasemos ya a la novela.

El Palacio de los Sueños es una novela que está dividida en siete capítulos que narran, por un lado, las peripecias de uno de sus nuevos funcionarios, Mark-Alem, miembro de una familia importante y aristocrática dentro de la historia de Albania, los Qyprilli, y, por otro, la propia historia y alcance represivo de esta institución estatal llamada El Palacio de los Sueños. ¿Qué peculiaridades tiene este órgano de tan rimbombante nombre? En una conversación que se da en cierto momento de la novela, nos encontramos con una buena definición de la misma, cuando se afirma que es una de las más antiguas y más temibles del Estado. Dicha institución produce terror, pero, a diferencia de las otras, no lo hace de forma manifiesta, pues es la más distante «a la voluntad de los hombres, ajena a la razón de todos, el más ciego, el más fatal» de los instrumentos estatales. Esto significa que, en un Estado totalitario como el que se describe en la narración, incluso el reverso de las conciencias, el reino de los sueños, queda bajo el poder de unos pocos. Pero ¿cómo funciona el Palacio de los Sueños? El mecanismo tan aparatoso como tentacular: existen muchas delegaciones de este por todo el imperio y a ellas acuden los ciudadanos para contar, ya de buena mañana y antes de que se les olviden, sus sueños de la noche anterior. Después pasan a ser analizados en distintas instancias por distintos funcionarios que, asimismo, pertenecen a distintos departamentos con el objetivo de cribar y descubrir si, en los sueños de los súbditos, del pueblo mismo, se pueden encontrar amenazas cifradas en símbolos que afecten a la existencia o destino del poder («…a primera vista las cosas siempre parecen así, inofensivas, cuestión de verduras, de campos de hierba, pero después resulta que detrás se oculta el desastre»).

En esta novela se presencia el ascenso de dicho funcionario, Mark-Alem, hacia las cumbres de dicha máquina de dominio, en lo que no deja de ser una peripecia onírica fundada en la posibilidad de descubrir la auténtica naturaleza de dicha institución. A medida que avanza en su lectura, el lector tiene la percepción de que el Palacio de los Sueños es un órgano de represión de cometido impreciso, de función muy vaga, aunque por lo visto muy respetada e importante dentro del esquema totalitario en el que esta inserta, tanto dentro del estado como por el pueblo, dada su amplia tradición. El narrador nos dice, en cierto momento, que la madre del protagonista «se sentía atraída en especial por su carácter indeterminado, nebuloso. Allí la realidad se trastocaba, penetraba de inmediato en el terreno de lo inalcanzable». Esta percepción la tiene también el lector, pues va comprobando, página tras página, que detrás de esa tarea tan excéntrica y absurda solo queda una pulsión obsesiva del Estado por la vigilancia, el control y la represión desde un punto de vista menos tangible.

No abundan aquí las descripciones, los detalles sobre el candor de unas mejillas, la decoración de un salón o el color del pelo de un personaje. No vemos a dichos personajes más que a través de sus pensamientos y de los hechos mismos en los que están inmersos, pues a Kadaré no le interesa otra cosa que describir un mundo tan terrible como posible recurriendo a esa cierta frialdad y solidez en el estilo, que está encaminada a resaltar el hermetismo y los mecanismos impersonales de lo narrado, que no es otra cosa que una tragedia. En este sentido, no me parece, como se ha apuntado en algunas ocasiones, que la novela sea ágil. Es cierto que se requiere mucha maña literaria para fluir sin trompicones por el laberinto que nos propone el albanés, y es cierto también que otros escritores hubiesen fracasado en la misma tarea, pero lo cierto, a mi entender, es que dicha agilidad para narrar no se traduce en un texto ágil, ya que los hechos narrados impiden un auténtico dinamismo, aunque según va avanzando la trama esta va acelerándose cada vez más. Desde luego, esto no tiene que verse como una crítica a la novela, sino como una aclaración para posibles lectores.

Por último, quien haya leído con anterioridad a Kadaré pero no El Palacio de los Sueños, ya está tardando en hacerlo; sin embargo, quien no haya leído nunca a Kadaré debería empezar (aunque está es una sugerencia en extremo personal) por otro de sus libros, como Abril quebrado, que es posiblemente una de las mejores puertas a su universo literario. 

DEJEMOS HABLAR AL VIENTO


Ismaíl Kadaré / Dante y Kafka se citan en Tirana

 



DANTE Y KAFKA SE CITAN EN TIRANA

La presencia del Estado totalitario como un engranaje que tritura a los individuos, incluso controlando sus pensamientos, es la denuncia de Kadaré en esta novela simbólica que elige el Imperio Otomano para establecer una comparación, sin nombrarlo, con el estalinista y el de Enver Hoxha. Es el recurso de la novela histórica, que denuncia situaciones anteriores de gran paralelismo con las actuales. Aunque en este caso la novela de Kadaré vaya más allá, con su componente kafkiano y onírico; entronca con el control de las masas del Orwell de1984. El tema de las novelas de Kadaré siempre gira en torno a la alienación del individuo dentro de una sociedad, la mayoría de las veces, con reglas incomprensibles. Hasta tal punto alcanza el absurdo y lo arbitrario en algunas de sus novelas, como es en el caso de El Palacio de los sueños, que el autor parece cuestionar la verdadera realidad de la experiencia de sus personajes, es decir, lo que ven, oyen, sienten, incluso recuerdan. En este sentido, se abre una vía directa, igual que en el caso de Norman Manea y de Ivan Klíma, que enlaza a Kadaré con Kafka. Esto no es casual. Lo que distancia, al final, a uno de otro, es que tal vez el albanés no esté tan interesado en lo absurdo, sino más en lo trágico, con una base de amor por los clásicos (en concreto Homero) que no aparece en el checo.

Ismail Kadaré / El palacio de los sueños tiene un aire a El Castillo, de Kafka

 

Ismaíl Kadaré


Ismaíl Kadare: El palacio de los sueños

Santi
25 de junio de 2009

Idioma original: Albanés
Título original: Nënpunësi i pallatit të ëndrrave
Año de publicación: 1981


Ismail Kadare (o Kadaré, con acentuación francesa), el reciente Premio Príncipe de Asturias de las Letras, es un escritor relativamente poco conocido en nuestro país -al menos hasta ahora-. Yo no había oído hablar de él hasta hace aproximadamente dos años, cuando una amiga me recomendó y me prestó El palacio de los sueños, que está considerada como una de sus obras más importantes. Me encantó.

El palacio de los sueños tiene un aire a El Castillo, de Kafka, y aunque Kadare niega considerarse un disidente del régimen comunista, podría considerarse como una alegoría de los extremos a los que llega el poder absoluto. Situado en la capital del Imperio Otomano, narra la historia de Mark-Alem, un hombre que, después de mucho intentarlo, logra entrar a trabajar en el Palacio, en el que se analizan los sueños de todos los súbditos en busca de señales de rebelión o disidencia. Los sueños son estudiados, clasificados y seleccionados, y cada semana se elige un Sueño con mayúsculas que, debidamente interpretado, condicionará las decisiones del Sultán.

La sensación que deja la novela es agobiante, desasosegante, alucinatoria. El universo gris y opresivo en que se mueve Mark-Alem es, como decía antes, propiamente kafkiano, y su ascenso a través de la escala jerárquica del palacio, igual de inexplicable que la sentencia contra K. en El proceso. La novela incluye también varios pasajes oníricos (como corresponde al tema, pero también a las preferencias de Kadaré, que huye siempre del realismo) que contribuyen a acentuar esa sensación de desaliento y desorientación que comparte en protagonista y el lector.

Hace poco he leído otra obra suya, Frías flores de marzo, que también me ha parecido muy interesante. Tenemos la suerte de que Alianza está publicando buena parte de la obra de Kadare en formato de bolsillo, así que ya sabéis, corred a vuestra librería más cercana antes de que se agote...

UN LIBRO AL DÍA




«Tres minutos», de Ismaíl Kadaré / Reseña



«Tres minutos», de Ismaíl Kadaré

Milo Krmpotic
25 de enero de 2024

 Ismaíl Kadaré recrea y elucubra en “Tres minutos” (Alianza Editorial)  el breve encuentro que duró la conversación entre Stalin y Pasternak que marcó la detención e internamiento del poeta ruso Ósip Mandelstam, que murió preso en Siberia,  para denunciar el sinsentido totalitario.

Tres minutos vendría a ser la duración ideal de una canción pop y, en las antípodas de las emociones amables y emotivas que suelen provocar estas, tres minutos parece que duró la conversación telefónica que mantuvieron Iósif Stalin y Borís Pasternak el sábado 23 de junio de 1934 a vueltas con la detención e internamiento del poeta Ósip Mandelstam. A él estuvo dedicada la letra, pero la melodía, el tono de la breve charla, ha sido objeto de especulaciones en la Unión Soviética, primero, y Rusia, después, a lo largo de ya casi nueve décadas. Esas especulaciones se han alimentado de las declaraciones y libros de memorias de quienes supieron del episodio de primera o segunda o tercera mano; también, de la desclasificación de los archivos de la KGB. Pero, sobre todo, de la fascinación y curiosidad que genera el (des)encuentro entre el dictador sanguinario (cuya figura, recordemos, ha sido blanqueada y reivindicada por el actual gobierno de la Federación Rusa) y uno de los literatos más populares del siglo XX en la lengua de Dostoievski, cuyo momento álgido, la concesión del Nobel de literatura del año 1958, lo llevó a caer en desgracia en su propia tierra durante un período en que el éxito occidental se concebía como una traición al sistema comunista.

‘Tres minutos’, de Ismaíl Kadaré: el dictador que llamaba a los poetas

 

Boris Pasternak

‘Tres minutos’, de Ismaíl Kadaré

‘Tres minutos’, de Ismaíl Kadaré: el dictador que llamaba a los poetas

El eterno candidato al Nobel analiza con un tono irónico algunas de las versiones sobre la llamada telefónica que hizo Josef Stalin a Boris Pasternak en 1934


MONIKA ZGUSTOVA

“El camarada Stalin quiere hablar con usted”, oyó Boris Pasternak cuando descolgó el teléfono un día de junio de 1934, en Moscú.

Muere Ismaíl Kadaré, escritor albanés clave del siglo XX, a los 88 años


Ismaíl Kadaré, en Roma el 26 de enero de 2018.
Ismaíl Kadaré, en Roma el 26 de enero de 2018.LEONARDO CENDAMO (GETTY IMAGES)

Muere Ismaíl Kadaré, escritor albanés clave del siglo XX, a los 88 años

El autor de ‘El gran invierno’, ‘El palacio de los sueños’ o ‘El general del ejército muerto’ afrontó en sus obras la relación entre literatura y poder, la represión bajo el régimen comunista de su país o el conflicto entre Serbia y Kosovo 

MIGUEL ROÁN
Madrid - 01 jul 2024 - 02:56

La muerte de Ismail Kadaré a los 88 años de edad este lunes en Tirana ha entristecido al mundo de las letras. El autor albanés no solo ha sido uno de los escritores más mencionados para obtener el Nobel de Literatura y recientemente fue incluido en la primera lista del International Booker Prize 2024, sino que logró resignificar e internacionalizar la cultura albanesa. Le otorgó reconocimiento dentro de la élite artística, sobre todo en Francia, bajo el principio de que el país balcánico tiene un caudal inmenso de mitos y leyendas, también una historia turbulenta que compartir con el público europeo.

lunes, 1 de julio de 2024

La mayor masacre en la era Petro

 


Masacre de Rionegro, Antioquia

Soldados colombianos montan guardia en un puesto de control de seguridad en el departamento de Antioquia, en una fotografía de archivo.NICOLAS BEDOYA (BLOOMBERG)
MASACRE EN RIONEGRO

La mayor masacre de Colombia en la era Petro: desconocidos asesinan a siete personas en una zona rural a las afueras de Medellín

Las autoridades no han determinado qué grupo armado cometió la masacre en Rionegro, la que más ha dejado víctimas desde septiembre de 2022


Valentina Parada Lugo
Bogotá, 26 de junio de 2024

En lo que va del año, según datos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), se han registrado 36 masacres en Colombia. Ninguna había tenido más de cinco víctimas. Pero la más reciente, la noche de este martes 25 de junio, dejó sin vida a siete personas en Rionegro, un municipio de unos 12,500 habitantes que es vecino a Medellín. Es sede de importantes empresas y del segundo aeropuerto más transitado de Colombia. Varios sujetos armados llegaron hasta la vereda Cabeceras, a 12 kilómetros del casco urbano, y dispararon con fusiles contra siete personas.

Petro escala su pelea con la prensa atacando a la FLIP

 



Petro escala su pelea con la prensa atacando a la FLIP

El presidente ha hablado de “periodismo mossad” esta semana y ahora ataca a la Fundación para la Libertad de Prensa que le pide mesura en sus señalamientos


Camila Osorio

Bogotá, 29 de junio de 2024


El presidente Gustavo Petro ha cerrado filas esta semana frente a su mano derecha en presidencia, Laura Sarabia, y eso le ha implicado escalar su pelea con la prensa: ya no solo señalando a periodistas que la investigan, sino a la misma organización que busca proteger a todos los periodistas del país, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). “Su intento por deslegitimar a esta Fundación sienta un precedente perjudicial y alimenta el temor de la censura”, dice este sábado la asamblea y junta directiva de la FLIP en una carta abierta al presidente.

Petro, el acalorado y acorralado proconstituyente

 

Gustavo Petro


Petro, el acalorado y acorralado proconstituyente

El presidente insistirá en movilizar el poder constituyente y en convocar un acuerdo nacional. La oposición y los partidos políticos deberían pensar seriamente en explorar el camino de los acuerdos


HUBERT ARIZA

El presidente Gustavo Petro, experto en tácticas de guerras, en emboscadas y contraemboscadas, ha encendido las alarmas y ha dicho que siente que a su Gobierno lo están acorralando. Son palabras mayores viniendo de un líder de izquierda que ha impuesto la agenda política en los últimos meses y ha mantenido la iniciativa para poner al país a hablar de lo que a él, literalmente, se le ha dado la gana.