'La llegada', una obra maestra de la ciencia ficción lastrada por el lirismo
Amy Adams protagoniza este 'thriller' de ciencia ficción de mano del director canadiense del momento, con permiso de Cronenberg: Denis Villeneuve
En la trayectoria de Denis Villeneuve se suman 20 años creando películas, pero en España casi nadie le conocía hasta que estrenó primero 'Incendies' (2010), luego 'Prisioneros' (2013) y después 'Sicario' (2015). Los tres títulos eran 'thrillers' sofisticados, dramáticamente heterodoxos y también algo pretenciosos, en tanto que parecían convencidos de que aquello que decían era mucho más trascendente de lo que la evidencia sugería. A juzgar por su nuevo trabajo, nominado al Oscar a la mejor película y a la mejor dirección, está claro que el canadiense es un director de ideas fijas.
La ciencia ficción es un género que para los cineastas resulta muy acogedor, porque permite experimentar con las convenciones del género y al mismo tiempo reforzarlas. En ese sentido, por un lado, 'La llegada' es una película que no esconde sus influencias —podría definirse como el último acto de 'Encuentros en la tercera fase' más 'Contact' más 'Origen' y/o 'Interestellar' más 'El árbol de la vida'— y, por otro, está tan alejada del típico relato hollywoodiense sobre visitas alienígenas como uno pueda imaginar.
Mientras que en su esfuerzo por cuestionarse si estamos solos en el universo, el cine acostumbra a retratar a los extraterrestres como amenazas para la humanidad siniestras y muy agresivas, a Villeneuve le interesan menos las explosiones que los límites de la percepción y de la consciencia.
'La llegada' podría definirse como el último acto de 'Encuentros en la tercera fase' más 'Contact' más 'Origen' y/o 'Interestellar' más 'El árbol de la vida'
En los primeros compases de 'La llegada', inmediatamente después de que 12 monolitos opacos y ominosos desciendan sobre nuestro planeta dejando a la población en estado de ansiedad e incertidumbre, la lingüista Louise Banks (Amy Adams) es contratada por las autoridades para aprender a comunicarse con los visitantes y descifrar si sus intenciones son pacíficas o si representan una amenaza. Como ya hizo el año pasado en 'Sicario', pues, Villeneuve usa el punto de vista de una 'outsider' para ir construyendo un suspense gradual a medida que la empuja —y nos empuja— hacia un misterioso nuevo mundo.
Un gran logro de 'La llegada' es que hace que los 'aliens' parezcan de nuevo 'aliens': seres que escapan por completo a nuestra comprensión. Su aspecto recuerda a ratos a la mano de Nosferatu y a ratos a un pulpo; su nave tiene forma de lentilla tintada de negro. Y su lenguaje verbal y escrito no solo es del todo hermético sino que ofrece a la humanidad claves para pensar en sí misma de formas radicalmente nuevas: Villeneuve nos introduce en la teoría del relativismo lingüístico, según la que aprender nuevos idiomas puede alterar por completo nuestra forma de interpretar y conceptualizar el mundo.
Y mientras se embarca en el proceso absolutamente fascinante de descifrar los crípticos mensajes alienígenas —chorros de tinta que adoptan formas circulares similares a la marca de una taza de café—, Banks empieza a entender el tiempo como un continuo en el que pasado, presente y futuro dialogan entre sí de tú a tú. Si se quedara ahí, esta película sería una incontestable obra maestra.
Sin embargo, lo cierto es que 'La llegada' contiene tres películas que compiten por chupar cámara. Y el relato empieza a perder fuelle en cuanto esas provocativas hipótesis sobre el tiempo y el lenguaje empiezan a ceder espacio a otros narrativos cuya existencia parece sugerir que, en algún momento, o bien Villeneuve o bien sus productores tuvieron miedo de que la película no fuera suficientemente comercial. En un momento dado, 'La llegada' deja de centrarse en los esfuerzos de Banks para enfatizar el miedo y la hostilidad de los líderes mundiales y el riesgo de apocalipsis militar, con el fin de generar tensión dramática pero también, sobre todo, de proporcionar un mensaje más bien genérico sobre la necesidad de tolerancia y la importancia de la comunicación entre los pueblos.
La película introduce un giro narrativo relacionado con una tragedia familiar que para unos resultará increíblemente conmovedor y para otros flagrantemente cursi y tramposo
Paralelamente, la película se adentra en territorio 'new age' a medida que Banks empieza a conectar la visita con su experiencia personal, e introduce un giro narrativo relacionado con una tragedia familiar que para unos resultará increíblemente conmovedor y para otros flagrantemente cursi y tramposo. Que para hacerlo recurra al tipo de susurrante lirismo y de tics estilísticos que a estas alturas Terrence Malick ha convertido en chiste, no ayuda.
El problema no es solo que, mientras deja abruptamente de dirigirse a nuestra mente para hacerlo a nuestro corazón, 'La llegada' no logre convencernos de que ese sentimentalismo se ha ganado su lugar en el relato; el problema es que ese tercer acto acaba poniendo en entredicho al primero.
Cuanto más sabemos, menos nos creemos, y todas las cuestiones e ideas sobre las que reflexionar con las que pensábamos que nos iríamos a casa de repente se nos escurren entre los dedos.
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