Pedro Guerra |
Pedro Guerra
“Los isleños nos las ingeniamos cuando las cosas van mal”
Isleño de Güímar, Tenerife. Es el autor de 'Contamíname', un himno del mestizaje cultural. Ahora vuelve con dos discos, con su música y con versos de Rubén, Rimbaud, Sabina…
Tiene usted cierto aire de
muchacho desamparado.
Es verdad que hay algo
de apocamiento, de introversión. Cada vez menos.
Quizá es el carácter isleño, lo que dice Gerardo Diego en un poema
que usted canta: “esa pavorosa esclavitud del isleño”.
Puede que sí. Los canarios tenemos una parte muy sociable;
pero la isla funciona en dos sentidos, las ganas de expansión que da un entorno
cerrado, pero ese mismo entorno imprime un carácter retraído, celoso de su
intimidad.
El hombre es una isla, dice John Donne.
Absolutamente. El soneto de Gerardo Diego trata de
este tema, aunque habla del sueño y el insomnio. Cada uno de nosotros actúa
como una isla, nos cuesta salir.
Salió muy joven. ¿Cómo fue ese choque entre la frontera del mar y
el continente absoluto?
Llegué a
Madrid hace 23 años, con 28. Ahora ya he vivido dos mitades de mi vida en la
isla y en el continente. Entonces conocía poco más que lo que pasaba en las
islas. ¡Aquí había cuatro millones de habitantes…! Hacía frío, pero pronto
sentí el calor que da encontrarse con gente.
Y fue muy cálida la acogida.
Venía a buscarme la vida; nunca pensé que ese calor fuera
tan rápido. Empecé en Libertad 8 y a los tres meses se llenaba de gente para
escucharme. ¡Un año y medio todos los martes! No quiero quitarle mérito a mis
canciones, pero algo estaba pasando.
¿Qué pasaba?
La crisis
de los 90 no fue como la de ahora, pero también fue bastante potente. Entonces
había ganas de esta música más tranquila, la sociedad quería verse reflejada
otra vez en letras que fueran como cartas. La gente ya no reclamaba el pop de
los 80.
¿Qué venía a decir?
Venía a
contar cosas de tipo social, político, de relaciones humanas, de pareja.
Indagar en la condición humana. Conocernos a nosotros mismos. En soledad. En
desamparo.
¿Cómo ve ahora al ciudadano Pedro Guerra?
Soy sereno,
tranquilo; me indigna lo que pasa, pero siempre he manifestado mi indignación
con serenidad. La crisis ha afectado mucho a los valores. Se ha perdido una
batalla grave: gente que se ha quedado al margen. Digo en una canción que el
tiempo lo cura todo, “pero no del todo”. No puedes quedarte veinte años igual,
pero aunque se pase página las cosas no vuelven a ser iguales.
¿De qué se puede pasar página?
De todo, pero no del todo. Un conflicto no puede durar
toda la vida, un rencor no puede ser eterno.
A usted parece que lo quiere todo el mundo… Ahora colabora, en su
disco a partir de versos de Sabina, con Víctor Manuel, con Ana Belén, con
Milanés, con Silvia Pérez Cruz, con Silvio, con Miguel Ríos, con Serrat… ¿Hay
tanta camaradería como parece en el oficio?
A nivel particular sí se produce esa camaradería; en
México todos cantan con todos; yo tengo buenas relaciones con muchos, pero creo
que la generación que me sigue mantiene una camaradería más fuerte entre ellos…
Tengo ego, pero en su justa medida, me llevo bien con todo el mundo; hago
proyectos a los que puedan venir muchos. Y ahora veo que parece que hay otra
vez un momento de camaradería.
¿Acaso porque el oficio se siente amenazado?
Está amenazado el oficio de los músicos y la cultura en
general. El 21% del IVA es una aberración. La crisis ha afectado a la red de
teatros que se había creado a lo largo de los 80 y 90. Llegábamos a cualquier
público, había auditorios, casas de cultura… Con la crisis ya no puedes volver
a esos lugares, están deteriorados, se caen. La realidad complica la
pervivencia de la música; va mejorando, pero sigue complicada.
¿A qué le ha obligado ser isleño?
Esa conciencia de aislamiento enseña a buscarse las
castañas del fuego. En Cuba no sólo viven en una isla: viven bloqueados. En
1989, cuando fui, vi cómo hacían antenas caseras con un colador. En Canarias no
hemos vivido esa situación, pero Madrid imponía su distancia. A Cuba no
llegaban libros; si llegaba uno de García Márquez lo leían quinientos. Los
isleños nos las ingeniamos cuando las cosas van mal. Estamos al lado de África,
camino de América… Somos mestizos, nos llega información e influencia de todas
partes. Fundamental.
Estamos contaminados, como decía usted en su célebre canción.
¡La canción contamina mucho! Ese concepto lo puede entender
un canario como nadie.
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