Conocido esta semana el informe de Bogotá cómo vamos, realizado por la Cámara de Comercio de Bogotá, quedó absolutamente claro que vamos pésimo.
Y no es para menos, pues llevamos 12 años de malos gobiernos en los que la izquierda ha demostrado, con creces, no saber administrar una ciudad como el distrito capital. Y no es porque la ciudad sea pobre, pues tiene un presupuesto billonario que no se ha sabido invertir correctamente.
Se rescatan de esos malos gobiernos algunos asuntos como la lucha contra la pobreza y, por supuesto, el fortalecimiento de la red hospitalaria. Y eso está bien y mal haríamos en criticarlo.
El modelo de ciudad que han escogido los últimos alcaldes ciertamente deja mucho que desear, pues ha dejado de lado temas que mortifican a los capitalinos que padecen, por ejemplo, la pesadilla del mal transporte público y la inseguridad. Como no quiero echarle toda la culpa a Petro, hay que decir que ciertamente la administración de Samuel Moreno le entregó al actual alcalde una ciudad en muy mal estado, que él se encargó de destruir casi que con premeditación y alevosía. Petro gobernó, en teoría para los más pobres, y eso estaría bien, de no ser porque a todo le metió su ideología izquierdista mandada a recoger. Se la pasó 200 días por fuera del cargo y mientras ha estado en el mismo ha perdido horas, días o tal vez meses trinando sobre lo divino y lo humano.
Esta semana, en un acto de locura, publicó un trino en el que sin vergüenza sostuvo que había metro. Cumplimos, dijo. Cuando lo leí pensé que le habían hackeado la cuenta, pero entendí que no fue así. Su paranoia, por ejemplo, lo llevó a decir que su imagen se había desplomado en el informe de la Cámara de Comercio porque solo se entrevistaban personas de estratos cinco y seis. Pues no. Y, lo más grave, es que quienes más lo rajaron fueron precisamente los estratos más bajos.
A menos de 90 eternos días para que tengamos el día sin Petro, al alcalde no le queda nada más que entender que los bogotanos no lo aplauden y que su imagen mala se debe a que demostró no haber podido con la ciudad. Así de fácil.
Los bogotanos no pueden volverse a equivocar en el nombre de la persona que debe gobernarnos desde el próximo 1º de enero. Los costos de haber elegido mal le tomaran a la capital muchos años para recuperarse. Llegó la hora de castigar a los malos gobiernos de la izquierda. Llegó la hora de pensar que tenemos, tal vez, la última oportunidad de recuperar a Bogotá. Llegó la hora de escoger a una persona que gerencie la ciudad, que la administre, que la conozca y que la quiera de verdad. Las opciones están ahí y son buenas. Pardo o Peñalosa.
Notícula: No siendo uribista, como no lo soy, suena a locura pensar que los expresidentes, entre ellos el senador Álvaro Uribe, pudieran acabar en la cárcel por hechos cometidos antes de haber ejercido el cargo, mientrasTimochenko y los criminales de las Farc quedarían cómodamente reinsertados.
EL ESPECTADOR
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