Rafael Chirbes Ilustración de Jorge Freire |
En la orilla
VISIÓN DE LA CIÉNAGA
Por Ricardo Menéndez Salmón
9 de abril de 2013
La potencia de una gran novela para interpretar el mundo recoge lo mejor de la poesía y de la filosofía. De la poesía rescata la fuerza epifánica, ese instante en que, como quería Bruno Schulz, se produce «el cortocircuito entre realidad y sentido»; de la filosofía asume el sustento radical, cuanto permanece por debajo del fluir de los acontecimientos.
Sucede de ese modo que ciertos caracteres novelescos se convierten en encarnaciones de su tiempo pero también del porvenir, hasta rozar el rango de arquetipos. Stavrogin representa la maldad no sólo para la Rusia de Netchaev que Dostoievski conoció, sino para el hombre contemporáneo, cualquiera que sea el sol que lo anime y la oscuridad que lo cerque; Rieux no sólo manifiesta el heroísmo de la ciudad sitiada soñada por Camus, sino que todos los seres humanos que entregan su vida en nombre de la dignidad sobreviven en la actitud del médico de La peste.
Unas pocas obras logran así lo que Vargas Llosa, en La verdad de las mentiras, escribió a propósito de Santuario: «La vida no es nunca como las ficciones. A veces es mejor, a veces peor, pero siempre más matizada, diversa e impredecible de lo que suelen sugerir aun las más logradas fantasías literarias. Eso sí, la vida real no es jamás tan perfecta, redondeada, coherente e inteligible como en sus representaciones literarias».
En el año 2007, Rafael Chirbes publicó su octava novela, Crematorio, texto monumental por expresión y ambición, que hizo evidente para un público más amplio lo que para algunos lectores constituía un secreto a voces desde hacía tiempo. Que, con permiso de Juan Marsé, Chirbes es el mayor novelista en activo de nuestro país. Aquella obra feroz y bellísima podía resumirse en una idea expresada por el personaje de Federico Brouard, notario de cierta idea de fatalidad: «Vivimos en un lugar que no es nada: derribo de lo que fue y andamio de lo que será».
Un lustro después, En la orilla completa y confirma las intuiciones recogidas por su hermana de leche, hasta componer un díptico tan espléndido como trágico acerca de la realidad española, hoy dominada por el último rostro de la ideología del miedo: la crisis económica. Una crisis que, en manos de Chirbes, se convierte en radiografía del pantano en que navegamos y naufragamos día tras día, amenazando con transformar en tierra baldía algo más que un simple paisaje de grúas, adosados y residencias de ocio.
La anécdota de En la orilla es simple: un carpintero, Esteban, arruinado por una pésima decisión inversora, debe despedir a los cinco empleados de su empresa mientras observa cómo todo se desmorona. Esteban narra la degradación del entorno físico y moral que le rodea, y mientras lo hace, Chirbes cuenta setenta años de historia de España, desde la muerte de los ideales del abuelo y el padre del protagonista a manos del fascismo, hasta la quiebra del Estado del Bienestar por obra y gracia de políticos, oligarcas y esa nutrida provincia de ilusionistas cuya más perversa conquista ha consistido en la desideologización de quienes un día constituyeron la clase trabajadora a cambio de prometerles el (supuesto) paraíso de la clase media.
Como siempre sucede en las novelas de Chirbes, las líneas maestras de la Historia operan con lentitud, y las catástrofes no se manifiestan de la noche a la mañana, como las setas por efecto de la lluvia otoñal, sino al modo de sedimentos geológicos. Hay que saber leer la entraña del tiempo para entender de dónde proceden los actuales desmanes, la fractura de ese complejo entramado que el progreso y la socialdemocracia nos vendieron como una segunda piel, y por qué, como en la imagen extraordinaria que cierra En la orilla, la serpiente que engañó a Eva no era un demonio tentador que ofreciera nada menos que la fruta de la sabiduría, sino un pícaro sin otro mérito que haberse disfrazado de pulsera de diamantes.
No hay barquero indulgente a esta orilla del tiempo a la que hemos arribado. Ningún óbolo le arrancará una sonrisa. Chirbes, cuyo pesimismo antropológico es conocido, no ofrece argumentos para la esperanza ni recetas para el contratiempo. Sencillamente ha dispuesto, una vez más, los espejos a lo largo del camino, para que nos reflejen sin caridad ni compasión. El resultado, deslumbrante desde el punto de vista literario, es diáfano en la herida que muestra. Somos lo que tenemos, y tenemos lo que hemos cosechado.
Esta ciénaga. Y su visión.
Rafael Chirbes
En la orilla
Editorial Anagrama, Barcelona, 2013. 19,90 €, 440 páginas
Ricardo Menéndez Salmón es Lcenciado en Filosofía y novelista. Ha obtenido más de cuarenta premios literarios y es reconocido como uno de los narradores españoles más originales e intensos. Sus últimas novelas son La ofensa, Derrumbe, El corrector y Medusa, todas publicadas en Seix Barral.
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