John Constable The Lock, 1824 |
24,8 millones de euros de ‘cash’
para la baronesa Thyssen por el ‘constable’
El cuadro subastado en Christie's de Londres pertenecía a la colección de Carmen Cervera
El comprador, que pujó por teléfono, pagará con las comisiones 27,9 millones en total
Carmen Cervera ya tiene una inyección de liquidez para capear la crisis. La esclusa (The Lock, 1824), obra maestra del paisajista inglés John Constable (1776-1837) y pieza esencial de la colección Carmen Thyssen ha sido vendida sobre las 9 de la noche por 20 millones de libras (24,8 millones de euros) en la subasta de la casa Christie's celebrada en Londres. Lo único que se sabe del comprador es que ha pujado por teléfono y que tendrá que pagar en total 27,9 millones de euros (el precio del cuadro más un porcentaje del 2% que se lleva Christie's y comisiones).
The Lock, cuyo precio de salida fue 17 millones de libras (21 millones de euros) formaba parte de un lote dedicado a maestros antiguos en el que se encontraban también obras de Rembrandt, Brueghel, Picasso y Bacon. En España, el anuncio de la venta causó una fuerte desolación. La tela había sido adquirida por el barón Thyssen el 14 de noviembre de 1990 en Sotheby's por 10,78 millones de libras (casi 13 millones de euros), el mayor precio pagado hasta entonces por un cuadro de un artista británico.
La venta de esta obra de Constable, el último gran paisaje que permanecía en manos privadas, deja un huecoirreemplazable en la colección Carmen Thyssen, prestada al Estado español desde hace 12 años y cuyo futuro se encuentra a la espera de un acuerdo que garantice su continuidad en el museo. Expuesta junto a la colección de su marido (esta última se compone de cerca de un millar de obras también propiedad del Estado español) en las plantas primera y segunda del museo, la colección de Carmen Thyssen consta de unos 700 cuadros desde los siglos XIII al XX. Según los expertos, está tasada en 800 millones de euros. Alrededor de 50 de estos cuadros han sido calificados como obras maestras. La colección del barón fue adquirida por España en 1993 por 350 millones de dólares.
Museo Thyssen-Bornemisza |
Aunque el Estado español no ha comprado ni pagado arrendamiento a la baronesa, sí ha sufragado los gastos de la construcción de un ala del museo y se ocupa de su mantenimiento y del pago de los seguros. Carmen Thyssen puede vender legalmente hasta el 10% del valor de la colección, según se acordó en un patronato celebrado el pasado 11 de febrero. La subasta del constable supone un 4,2%. La estimación se ha hecho sobre la tasación, no sobre el precio logrado en la subasta. El Ministerio de Cultura no se ha pronunciado hasta ahora formalmente sobre el asunto, aunque fuentes oficiosas han lamentado hoy que se hubiera llevado a cabo la operación.
El anuncio de la venta de La esclusa provocó una tormenta en el Thyssen con la dimisión de un miembro del patronato, Norman Rosenthal. Francesca Thyssen, la única hija del barón, nombró a Rosenthal como patrono del museo en representación de su familia. Ambos mostraron desde un primer momento su desacuerdo con la venta. Hasta que Rosenthal comunicó su dimisión el pasado domingo a través de una carta enviada al periódico conservador inglés The Daily Telegraph. No se molestó en comunicarlo formalmente al patronato.
El anuncio de la venta de La esclusa provocó una tormenta en el Thyssen con la dimisión de un miembro del patronato, Norman Rosenthal. Francesca Thyssen, la única hija del barón, nombró a Rosenthal como patrono del museo en representación de su familia. Ambos mostraron desde un primer momento su desacuerdo con la venta. Hasta que Rosenthal comunicó su dimisión el pasado domingo a través de una carta enviada al periódico conservador inglés The Daily Telegraph. No se molestó en comunicarlo formalmente al patronato.
En su carta, Rosenthal afirmaba que la venta "representa una vergüenza moral de las personas a las que concierne, en especial a Tita (…). Tengo que decir, en mi humilde opinión, que tiene muy poco o ningún conocimiento de la Historia del Arte o de la verdadera importancia del arte en el contexto del museo". Carmen Cervera, lejos de ofenderse, manifestó a este periódico que todo lo que decía Rosenthal le parecía "absurdo". “Me trae al fresco. Que le vaya muy bien. No era amigo de mi marido y jamás fue su asesor. No entiendo qué pinta en todo esto, ni qué tiene que opinar".
Francesca Thyssen |
“Mientras Tita siga al frente, no habrá solución para el Museo Thyssen”
La hija del barón Thyssen carga contra Carmen Cervera tras la subasta de 'La esclusa'
Francesca Thyssen, archiduquesa de Habsburgo y la
única hija del barón que es miembro del patronato del Museo Thyssen-Bornemisza, alerta
de la situación crítica de la institución frente a la cortina de humo levantada
por la subasta de uno de los principales cuadros de la colección, La esclusa, de John Constable, vendido ayer martes en
Londres por 24,8 millones de euros. La previa dimisión del patronato de sir
Norman Rosenthal, incluido por ella en la fundación, y el hecho de que lo
hiciera mucho después de que se aprobara la medida de permitir a Carmen Tita Thyssen vender hasta un 10% de la colección para
conseguir fondos, es respondida por Francesca Thyssen con airado desencanto. El
texto que ha enviado a EL PAÍS es el siguiente:
"Para empezar, Norman y yo nunca aprobamos la venta, eso
simplemente no es cierto. Lo de la venta salió en su momento porque el Gobierno
español (el ministro de Cultura) necesitaba encontrar una solución para la
ampliación (del edificio) para la colección de Tita, que es un préstamo y está
albergada a costa del Estado en la extensión que se construyó con el dinero
originalmente destinado a la protección de la colección en tiempos de
dificultades económicas como los actuales. El dinero fue desviado para
construir la ampliación dejando al Museo Thyssen vulnerable en momentos de
dificultades como el actual. Por supuesto, la decisión se hizo durante una
época de prosperidad económica, así es que nadie pensó que España llegaría a
verse en esa situación, pero yo seguía muy preocupada por esta 'inversión' en
el ego personal de Tita. Ella aprovechó la oportunidad para mezclar con las
suyas las pinturas de primera categoría que ella se había comprometido en
no vender en los estatutos de su fundación. La venta de La esclusa fue
posible gracias a la alteración de estos estatutos, como parte y contraparte
del acuerdo para prolongar los préstamos. Yo siempre advertí a la anterior
ministra de Cultura de que si ella permitía que hubiera una rápida sucesión de
ventas de algunas de las pinturas clave de la colección, se perjudicaría
inevitablemente la reputación del museo".
"Norman y yo hemos luchado de manera vigilante contra este acuerdo
que fue negociado entre bambalinas, como parte de la negociación para la
ampliación. Estas negociaciones se realizaron fuera de la vista de Norman y de
la mía, así es que el que ellos digan que nosotros aprobamos la venta no puede
estar más lejos de la verdad. Hicimos todo lo posible que tuvimos en nuestro
poder, hasta lo inimaginable, para impedir la venta, pero las ruedas de la
negociación ya estaban en marcha y sin un arma legal a nuestro favor no
podíamos detenerlas. Fue un hecho consumado, sellado y debatido a puerta
cerrada".
La hija del barón incluyó
a Norman Rosenthal, que acaba de presentar su dimisión, en el patronato
de la fundación
“Lo que nos preocupa a Norman y a mí es que ahora no tenemos voz en el
patronato y que ella tiene apoyo legal para vender las obras maestras que eran
parte de la herencia de mi padre y de mi abuelo (ella no solo ha vendido La
esclusa, ¡hay obras de Guardi y Fenninger que ella está vendiendo de forma
privada!) que crearán unos agujeros en la colección que no se pueden imaginar.
Esto se está haciendo sin ninguna consideración hacia la colección y el impacto
que van a tener estas ventas apenas ha sido cuantificado. No ha habido ningún
plan, ningún debate histórico-artístico en el patronato. Y estas ventas se han
realizado sin mi apoyo ni el de Norman, algo que está muy bien documentado. Lo
contrario a la posibilidad de desprenderse de pinturas menos importantes, de
dudosa calidad, que ella ha ido amasando durante años con los fondos de mi
padre mientras él todavía vivía. No todas, pero la mayor parte de lo que ella
compró era de mucha menor calidad de lo que mi familia adquirió a lo largo de
generaciones porque su criterio no está formado por conocimientos académicos o
de crítica de arte, está basado en su dudoso gusto personal".
"Tengo que darle la razón a Norman en que Tita no tiene un
conocimiento real del arte, lo usa solamente como un medio para mejorar su
posición social y su prestigio. Ella siempre destaca lo generosa y filantrópica
que es, pero no lo es en absoluto. Ella saca ventaja de la gestión profesional
de su colección, a la que ella no contribuye con un solo centavo, lo que obviamente
aumenta tremendamente el valor de su colección, que está albergada en un
edificio en el centro de Madrid que le ha salido gratis. Ella puede ligar su
dudosa colección a verdaderas obras de arte de nivel mundial compartiendo las
mismas salas, beneficiándose tanto de la reputación que estas tienen como de
los servicios del museo y, por último y no menos importante, sentirse elevada
socialmente por el apellido de mi familia, ya que de otra manera su único
título sería el de Miss España 1961".
Lo que nos preocupa a Norman y a mí es que ahora no
tenemos voz en el patronato y que ella tiene apoyo legal para vender las obras
"Cualquier otro coleccionista que se respete habría donado su
colección al Estado a cambio de toda la generosidad recibida. Ella no tiene una
reputación que la distinga en el mundo del arte, desde luego no tanta como la
que tiene en otras áreas de la vida social. Toda esta discusión no tiene que
ver con el arte, sino con el dinero. Y no tiene que ver con la intención de
salvar al museo de problemas financieros, como nos ha querido hacer
creer".
"Lo que me preocupa es que esto es solo la punta del iceberg y lo
que no quiero es ver cómo el museo se hunde como el Titanic. Ya
hemos recibido el golpe de la posible cancelación de aportaciones de nuestro
principal patrocinador, la Fundación Caja Madrid, que desde 2003 ha apoyado
lealmente al museo durante casi una década. Esto es el resultado de las medidas
de austeridad, que todos comprendemos, y tengo grandes esperanzas de que se
llegue a ver la luz al final del túnel, que España se recupere de estos tiempos
difíciles y resurja como un poder económico en Europa. Pero hasta entonces
tenemos que aceptar la que espero solo sea una cancelación temporal de lo que
ha sido un acuerdo de mecenazgo exitoso y beneficioso para ambas partes. Lo que
debemos tener en cuenta es que esto ha dejado al museo con un déficit de
presupuesto de seis millones para 2012. La manera en que consigamos superar
este agujero es un asunto vital y parece algo inconcebible tras los serios
recortes que han tenido tanto el Museo del Prado como en el Reina Sofía en los
últimos años.
Toda esta historia con Tita y el constable ha estado
distrayendo a todo el mundo del asunto principal. Cómo va a sobrevivir el museo
este año es la verdadera pregunta y con todos sus comentarios y su ineptitud en
manejar todo tipo de asuntos con dignidad y profesionalidad, corremos el riesgo
de un fracaso financiero justamente en el 20 aniversario del museo y el décimo
de la muerte de mi padre. No puedo imaginar a entidades y empresas extranjeras
salir al encuentro y patrocinar el museo con Tita oficiando de Madonna".
"Mi impresión
de todo esto es que necesitamos pensar de manera activa sobre qué es lo que se
necesita y cómo salir adelante de manera profesional. Mientras lo que hagamos
sea solo reaccionar ante Tita, que por alguna razón tiene a todo el mundo
corriendo en círculos sin sentido alguno, simplemente porque no es capaz de
manejar sus propios asuntos, no habrá salida honorable a todo esto. Mientras
ella siga estando al frente nunca habrá una solución. El museo no puede seguir
siendo su cuarto de juegos, para sus juguetes y su temperamento destructivo. Ya
es hora de que el mundo la vea como realmente es".
La baronesa Thyssen |
Carmen
Thyssen responde: “Francesca es una imbécil que solo busca publicidad”
La
hija del barón declaró a EL PAÍS: “Con Tita no hay solución para el museo
Thyssen”.
La
pasada semana, una delegación enviada por Putin se interesó por la colección.
La subasta de La
esclusa de Constable (1824) por 25 millones de euros(casi
28 millones pagados por un comprador anónimo) anoche en Christie’s ha avivado
el incendio entre los Thyssen. La hija del barón, Francesca Thyssen, envió unas
rotundas descalificaciones a EL PAÍS: “Con Tita no hay solución para el museo
Thyssen”. Carmen Cervera no ha dudado en despachar el asunto: “Francesca no es
más que una imbécil que solo busca publicidad”. Por si esto fuera poco, Cervera
aconseja a la única hija del barón Thyssen-Bornemisza que se guarde sus
opiniones ya que ella al poco de morir su padre subastó en Nueva York 18 obras
maestras de su fantástica colección. “Necesita hablar de lo que sea porque en
este momento no es más que una galerista ambulante”, concluye tajante Carmen
Cervera.
Satisfecha
con el resultado de la subasta, aunque triste, asegura que no va a vender
ningún cuadro más. “Quiero que se llegue a una solución, sin prisas y que mis
cuadros se queden en el Museo Thyssen”. Reconoce que la pasada semana, una
delegación enviada por Putin ha estado en Madrid para interesarse por la
colección, pero que ella ni se lo plantea.
Recuerda
que cuando compró La esclusa junto a su marido el 14 de
noviembre de 1990 en Sotheby's por 10,78 millones de libras (casi 13 millones
de euros) —el mayor precio pagado hasta entonces por un cuadro de un
británico—, lo celebraron con una botella de champán, como hacían siempre para
celebrar una adquisición de este tipo. “Anoche no lo hice, pese al récord que
se ha logrado con una obra de Constable. Lo que tengo es mucha curiosidad por
saber quién es el comprador. No me lo han dicho porque él quiere permanecer en
el anonimato”.
Pese
al disgusto manifestado oficiosamente desde el Ministerio de Cultura, Carmen
Cervera cree que las relaciones son buenas. De hecho, la noche del martes, la
vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, estuvo cenando en la
casa que la baronesa posee en el exclusivo barrio de la Moraleja, en Madrid.
“Fue un encuentro muy cordial y muy agradable, pero no hemos entrado en
detalles”.
Rechaza
de plano que se esté beneficiando del préstamo y que la
ampliación del museo fuera expresamente dedicada a exhibir su colección. “El
museo se había quedado pequeño para sus necesidades. No había salas para muestras
temporales, ni para oficinas… No fue un capricho mío. Y quiero que quede claro
que tampoco me beneficio personalmente de los cuadros que presto. Con cada uno
de ellos, conseguimos que vengan obras maestras que hacen posible muestras como
la de Edward Hopper, que a su vez, potencia el turismo en Madrid. Insisto. Yo
no me aprovecho”.
Incesante en sus deseos de expansión, mañana jueves
explicará en Barcelona en una rueda de prensa cuáles son las obras de su
colección que a partir del otoño se expondrán en Girona.
La baronesa y Francesca Thyssen Madrid, 2007 |
La (vieja) guerra de los Thyssen
La venta de ‘La esclusa’ de Constable reabre las rencillas entre Carmen Cervera y Francesca
ÁNGELES GARCÍA Madrid 4 JUL 2012 - 21:11 CET
Desde que el barón Thyssen compró La esclusa, de John Constable, el 14 de noviembre de 1990 en Sotheby’s por 13 millones de euros, el cuadro ha vivido entre las paredes del museo madrileño. Primero, en los despachos. Luego, como un cuadro más de los adquiridos por el Estado español en 1993 por 350 millones de dólares (se negoció en esa divisa). Después, en la zona anexa donde se exhibe la colección Carmen Thyssen, en las salas ocupadas por las 800 pinturas prestadas gratuitamente en 1999, con Mariano Rajoy como ministro de Cultura. Desde el martes por la noche, el cuadro tiene un nuevo propietario.
Su venta en Christie’s de Londres por casi 25 millones de euros ha resulto los problemas de liquidez de Carmen Cervera, pero ha reavivado la vieja guerra que mantiene desde siempre con Francesca Thyssen, la única hija del barón. Ayer, a primera hora de la mañana, Francesca envió a EL PAÍS una extensa declaración en la que cargaba de manera contundente contra la baronesa, contra el patronato y contra el mismísimo Ministerio de Cultura por permitir la venta de parte de la colección. Entre descalificaciones personales (“Su único título es el de Miss España 1961”; “Tiene un gusto dudoso”...) Francesca Thyssen asegura que Carmen Cervera es un peligro para el futuro del museo Thyssen.
La reacción de la baronesa, triste y feliz a partes iguales por la venta del constable, fue breve pero así de brutal: “Francesca es una imbécil que solo busca publicidad”. Resuelto el asunto familiar, Carmen Thyssen reiteró que no piensa vender ninguna otra obra y que su deseo es que toda su colección permanezca en el museo madrileño. En varias ocasiones había recibido propuestas de otros países para hacerse con sus cuadros (una treintena de obras maestras junto a otras más secundarias). La última oferta procede de Rusia. Un grupo de enviados de Vladímir Putin estuvo hace una semana en Madrid. “Espero que la crisis se resuelva y podamos rematar la operación que se inició con Mariano Rajoy como ministro de Cultura en 1999”, asegura la baronesa. Puede que de ello hablara durante la cena que el martes, justo después de la venta de La esclusa, celebró en su casa de La Moraleja, en Madrid, con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría.
“La invité durante la inauguración de Hopper, pero no puedo decir de qué hablamos anoche. Me gusta mucho su energía y es una mujer muy positiva”, relató Carmen Thyssen. El martes, antes de la subasta, fuentes oficiosas de Cultura lamentaban la marcha del cuadro y precisaban que la “gratuidad total” de la que habla Carmen Thyssen no es tal. La inversión de más de 3.000 millones de pesetas de 1999 (unos 18 millones de euros) para la ampliación del edificio, el mantenimiento de las obras y los seguros son considerados en Cultura como gastos a tener en cuenta. “El museo necesitaba la ampliación para exposiciones temporales y oficinas y los seguros los pago yo”, replicaba ayer mismo la baronesa.
En medio de la trifulca, el exdirector del museo, Tomás Llorens, recuerda que España ha podido mostrar interés por el cuadro a lo largo de veinte años y, por el contrario, nadie se ha pronunciado. “Es un paisaje importantísimo, precursor del impresionismo. Me da pena que no esté, pero Carmen Cervera tiene todo el derecho a venderla. De entrada, ella no es española. Desde su matrimonio con el barón, es suiza. La legislación de protección del patrimonio no le afecta. Si quiere puede vender la colección en cualquier momento, el plazo de préstamo por ocho años ya concluyó. Otra cosa son los cuestionamientos éticos”. Lo que hasta ayer seguía siendo un misterio es la identidad del comprador. “Espero que sea un coleccionista inglés”, dice Llorens, “y que lo regale a un museo público”. Carmen Thyssen también confiesa su curiosidad: “Lo he tenido delante tantos años que necesito saber donde irá”
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