LOS ANGELES.- ¿Qué habrá adentro de la gran taza blanca que Charlie Sheen sostiene en su mano? Si se tratara de otra persona, el contenido de esa taza sería solamente un detalle más en la entrada del actor a un salón del hotel Four Seasons de Beverly Hills. Pero tratándose de Charlie Sheen, uno tiene ciertas expectativas. ¿Whisky? ¿Vodka? No. Es café con leche. Conozcan al nuevo Charlie Sheen: toma café, se muestra muy amable, dice querer dedicarse a criar a sus hijos y no se cansa de expresar lo agradecido que está por la vida que le tocó... ¿Será realmente así?
Hollywood ama las historias de ascenso y caída de sus ídolos. La de Sheen es casi una montaña rusa. Y de las fuertes. Carlos Irwin Estévez, más conocido como Charlie Sheen, estuvo a punto de ser jugador profesional de béisbol, pero abandonó esa carrera en pos de seguir los pasos de su padre, Martin Sheen, y dedicarse a la actuación. Con sus interpretaciones en Pelotón y Wall Street, ambos films dirigidos por Oliver Stone, Charlie ascendió a la fama cinematográfica. Uno de sus primeros escándalos en hacerse público fue cuando le disparó accidentalmente en el brazo a Kelly Preston, por entonces su novia.
En la década del 90 demostró su talento para la comedia en la parodia Locos del aire y fue uno de los cowboys cancheros del western Demasiado jóvenes para morir, en el que actuó junto a su hermano Emilio Estévez. Su futuro se adivinaba brillante, aunque pronto se encendió una luz de alarma, cuando salió a la luz que Heidi Fleiss, la llamada Madama de Hollywood, lo contaba entre sus mejores clientes. Su vida profesional, sin embargo, siguió en ascenso cuando reemplazó con gran éxito a Michael J. Fox en la comedia televisiva Spin City, en la que se jugaba en la ficción con la mala fama real del actor. Sin embargo, las drogas, el alcohol y situaciones de violencia complicaban su vida personal. A principios del nuevo siglo, formó con la actriz Denise Richards un matrimonio atractivo, cuyo fruto fueron dos hijas. Parecía que había encontrado cierto equilibrio. Sin embargo, la balanza volvió a desnivelarse y la pareja se divorció, envuelta en el escándalo.
Esta imagen de chico malo incorregible fue la base para el nacimiento de Charlie Harper, su personaje en Two and a Half Men, la exitosísima comedia que lo tuvo durante ocho temporadas como protagonista. Mientras disfrutaba de los altos ratings de la serie, Sheen se casó con Brooke Mueller, con quien tuvo mellizos. Pero el idilio no llegó a durar tres años: en medio de denuncias de violencia doméstica, Sheen se divorció de Mueller, que tenía sus propios problemas con las drogas y tuvo que pasar un tiempo en rehabilitación. Para colmo, el año último, Chuck Lorre, productor y creador de la serie, dijo estar cansado del problemático actor, lo despidió y le sugirió que también fuera a rehabilitación. Entonces sobrevino la caída más dura.
"Aprendí a ceñirme a lo que conozco y a no lavar la ropa sucia en público", dice Sheen a un selecto grupo de periodistas, entre los que se encuentra LNR. Tras su salida de Two and a Half Men, su personaje en la ficción murió atropellado por un tren del subte parisiense y fue agregado un nuevo personaje, interpretado por Ashton Kutcher. Entonces, el actor dio rienda suelta a su ira en público. Insultó a Lorre, dijo barbaridades sobre la serie y se burló de su reemplazo. Ofreció todo tipo de declaraciones incoherentes y hasta una de sus palabras se coló en la cultura popular estadounidense: winning (ganando), irónica ilustración de uno de sus peores momentos, cuando la custodia de sus hijos más chicos estaba en juego. Mientras, Sheen se mudó con una actriz porno y una modelo, a quienes llamaba sus diosas.
La oportunidad de recalcular el camino a la cima llegó con la propuesta de protagonizar Anger Management. En esta nueva comedia televisiva, que TBS VeryFunny estrenó el jueves último en la Argentina, vuelve a interpretar a otro Charlie, sólo que esta vez se trata de un terapeuta especialista en el manejo de la ira. El juego irónico con la vida real del actor, que funcionó con tanto éxito en su serie anterior, insertada en una estructura de sitcom clásica, pareció una buena fórmula para su regreso a la pantalla chica.
"Pasé tiempo en terapia de manejo de la ira, así que investigué mucho para este papel, aunque en ese momento no lo supiera -cuenta Sheen, con una sonrisa a medias-. Es bueno estar en la silla y no en el diván. Creo que la terapia es para alguien que está dispuesto a cambiar o quiere escuchar otro punto de vista sobre su situación."
Antes de dedicarse a la actuación, Charlie Sheen estuvo a punto de jugar béisbol profesional |
Más de cinco millones de personas vieron en los Estados Unidos el primer episodio de Anger Management, récord de audiencia para el estreno de una comedia de la televisión paga, lo que demuestra que, pese a todo, el público sigue queriendo a Sheen. La crítica, en tanto, estuvo más dividida; algunas fueron muy negativas. "¿Cómo que escribieron malas críticas? -pregunta Sheen, impostando la voz y riéndose-. Está bien. No siempre es por la serie, sino que algunos tienen problemas personales conmigo, así que cualquier cosa en la que trabaje les va a parecer un asco. Mis hijos no me van a querer menos por esto, así que no importa."
El juego de rescatarse
Suenan extrañas este tipo de declaraciones zen en boca del díscolo Charlie, que parece tener muy claro que el nuevo papel por interpretar ante el mundo es el de alguien pacífico y recuperado. "Es verdad que después de la ira viene la paz mental -comenta-. Pero es como lo que dicen de la iluminación: antes de la iluminación tenés que cortar madera y llevar agua, y después de la iluminación tenés que cortar madera y llevar agua. Se trata de ser consistente."
Es difícil medir cuánta honestidad cargan las palabras de Sheen o si estamos frente a una muy buena actuación. Lo que es claro al verlo hablar, calmo, sonriente y concentrado, es que su carisma es real. Escucharlo un rato es suficiente para empezar a entender a los millones de personas que lo siguen.
Si la nueva etapa pacífica de Sheen fuera real, también cabría preguntarse cómo afectará esto a su éxito en televisión, que en buena medida estuvo ligado a cierto morbo de la gente. Al fin y al cabo, el público adoraba a Charlie Harper por su afición al alcohol y las mujeres. El personaje era una versión más amable del actor, que permitía que sus fans lo tomaran como un loco lindo y no se detuvieran a pensar en su costado más oscuro. A Sheen le sobra carisma, aunque eso no alcanza para entender el apoyo incondicional de una gran parte de la audiencia a la que parece no importarle demasiado que este hombre haya estado involucrado en sucesos graves.
De hecho, durante los confusos episodios del último año Sheen pudo comprobar que el romance con el público continuaba. Especialmente vía Twitter, donde tiene más de siete millones y medio de seguidores. "Recibo mucho apoyo, muchas ideas y también mucha basura, pero algunas cosas realmente te llegan y sentís una conexión personal con los otros", entiende Sheen.
Charlie Sheen con su ex Brooke Mauller |
Las muestras de afecto, en Twitter y en la calle, le confirmaron que volver a la pantalla chica era una buena idea. "Estuvieron muy buenas las reacciones que recibí de dos comerciales que hice. Fue como un presagio de lo que venía, que la gente estaba contenta de verme de nuevo en televisión. En la calle muchos me dicen que es una lástima que la otra serie haya terminado como terminó y que siga como sigue... No es mi opinión, sino la de ellos", comenta con fingida candidez.
A pesar del comentario, Sheen tiene ahora un discurso conciliador con respecto a la serie que lo convirtió en el actor de comedia mejor pago de la televisión, con un sueldo de 1,8 millones de dólares por episodio. Los resentimientos parecen haber quedado en el pasado, junto con la batalla judicial contra los productores de la serie, que terminó con un acuerdo fuera de la corte por el que habría recibido 25 millones de dólares. Parte de la decisión de hacer Anger Management, explica Sheen, tiene que ver con no dejar que su paso por la televisión termine con un sabor amargo. "Mi legado no podía ser lo que pasó al final de Two and a Half Men -dice ahora muy serio-. Hubo seis o siete años que disfruté mucho y durante los cuales estuve orgulloso de mi trabajo. Me parece que durante un tiempo hicimos la mejor televisión, desde los guionistas hasta los actores. Fue una buena época. Esos son los recuerdos con los que me quiero quedar. Vi a un chico crecer ante mis ojos en ese set. Vi el genio de Jon Cryer florecer, y estar ahí al lado durante todo ese tiempo fue un regalo. Vi a un tipo, Chuck Lorre, esculpir una serie como si fuera el maldito Rembrandt o Picasso y crear un ambiente que fue un sueño para mí. Con eso me quedo. Cuando las cosas se pusieron feas, al final, no podía dejar que eso fuera lo que la gente recordara. Más allá de que ellos siguieran, eso no es de mi incumbencia, quería hacer algo que fuera más sobre mí, como persona y como actor. Algo que se sintiera más como un abrazo cálido que como la mordida de una serpiente."
El actor admite que el proyecto resultó ideal: "Es la primera vez en mucho tiempo que estoy contento cuando llego a trabajar y triste cuando me voy. Es como un regreso a la inocencia. Me siento más liviano, más joven. Siento que finalmente estoy involucrado con algo que es nutritivo en vez de debilitante".
La idea del recuerdo público tiene una especial importancia para Sheen en este momento, ya que a pesar de tener sólo 48 años está pensando en retirarse de la actuación. Si la serie es elegida para continuar, el actor tiene un compromiso de grabar 90 episodios. Después de eso, confirma, se abrirá otros caminos. "Hay muchas cosas que quiero hacer y que no tienen nada que ver con el mundo del espectáculo. Me voy a convertir en crítico de televisión -dice, riéndose de su ocurrencia-. ¿Se imaginan? Este tipo es un asco y les voy a contar por qué. No, pero consideré, por ejemplo, ser reclutador de béisbol y viajar por todo el país buscando al próximo gran jugador. Son fantasías, pero tal vez puedan volverse realidad. Hay mucha vida para vivir ahí afuera. No es que no sea agradecido. Tengo una vida soñada gracias al cine y la televisión, a la gente que creyó en mí, a mis fans y hasta a los críticos, pero hay otras cosas que quiero hacer que no tienen que ver con probar nada públicamente. Quiero aprender a bailar, a pintar, escribir poesía, criar a mis hijos y viajar por placer. Levantarme a la mañana sin estar esperando un número de taquilla o de rating. Estoy agradecido por los que tengo, pero algún día estaría bueno adorar a otro dios."
Si bien la televisión y el cine estarían perdiendo a un comediante de ritmo impecable y un actor con más talento del que puede parecer a simple vista tal vez el retiro sea la forma en que Sheen encuentre cierta paz para su vida y pueda estabilizarse. Que no haya ni subidas tan altas, ni bajadas tan frenéticas.
Pero para eso falta. Además de la serie, Sheen terminó hace poco de filmar A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III, la nueva película de Roman Coppola (hijo de Francis Ford y hermano de Sofía), en la que, otra vez, interpreta a un personaje llamado Charles. Esta vuelta al cine, donde no incursionaba desde su trabajo en un par de entregas de las parodias de dudosa calidad Scary Movie, continuará en las próximas semanas con su trabajo en Machete Kills, secuela de Machete, bajo las órdenes de Robert Rodriguez. "Interpreto al presidente. Me pregunto, ¿dónde podré investigar para ese papel?", dice el actor, sonriendo, en referencia a su padre, Martin Sheen, que encarnó al presidente de los Estados Unidos en la serie The West Wing.
La presencia de la familia no se limita sólo a este chiste simpático; en su nueva comedia el actor eligió rodearse de ella: su padre interpreta un pequeño papel; su hermano Ramón es uno de los productores; su sobrino Taylor Estevez, hijo de Emilio, y hasta su ex mujer, Denise Richards, que estará como invitada y podría llegar a tener un papel recurrente si la serie continúa. "Esta buenísimo ver a tu alrededor muchas caras de gente que te apoya -explica Sheen-. Sentís que no podés fallar frente a esta gente y que cualquier cosa que hagas ellos van a estar hinchando por vos."
A pesar del papel de reformado que se esfuerza en mostrar en estos días, el actor admite que, de vez en cuando, necesita expresar su ira, como le pasó hace poco, por culpa de cierto producto tecnológico cuyo logo es una manzanita. "Steve Jobs era un genio y cambió el mundo para siempre y para mejor -empieza a relatar, con cuidado-. Nos dejó cosas que nos permitieron avanzar tecnológicamente como sociedad, pero quedamos como en una pequeña prisión. El hecho de que no puedas hacer esto o aquello, que no puedas compartir música sin pasar por cierto lugar, etc. La cuestión es que agarré el iPad y lo tiré por el aire. No sabía lo aerodinámico que es. No se puede usar como un arma. La buena noticia es que después siguió funcionando perfectamente. Creo que es importante sacar para afuera esas cosas, mientras no esté dirigido hacia una persona. También sirve un bate de béisbol y una bolsa de melones, porque suena bien."
Si la ira de Charlie quedará reservada sólo para cuestiones menores y se solucionará con alguno de los remedios que recomienda (como gritar con la cara pegada a la almohada), sólo se sabrá con el transcurso del tiempo. Si un nuevo Charlie pacífico y alejado del escándalo puede mantener su éxito con el público, también es una incógnita. Nadie sabe en qué tramo de la montaña rusa está hoy Sheen. Tal vez vuelvan las caídas y los loops, o se convierta en un camino apenas sinuoso. Mientras se retira al jardín para fumar un cigarrillo, nos deja diciendo que está convencido de que la gente puede cambiar. Que todo es posible. Claro que se necesita algo más que palabras y una taza de café para demostrarlo.
10 escandalos
En 1990, Sheen le disparó accidentalmente en el brazo a Kelly Preston, que era su prometida. La actriz rompió el compromiso poco después y hace varios años que está casada con John Travolta.
Cinco años más tarde, Sheen admitió haber gastado 50 mil dólares en prostitutas de Heidi Fleiss, la llamada Madama de Hollywood, quien lo contaba entre sus famosos clientes.
Su propio padre, el actor Martin Sheen, lo entregó a la justicia en 1998 por haber violado la libertad condicional que le habían otorgado tras ser encontrado culpable por un caso de violencia contra una ex novia. Charlie fue internado en una clínica de rehabilitación de puertas cerradas.
Denise Richards le pidió el divorcio en 2005, mientras estaba embarazada. Adujo que ya no podía soportar las andanzas del actor con prostitutas, ni sus problemas con las drogas, el alcohol y el juego.
La noche de Navidad de 2009 la pasó en una cárcel de Colorado después de que su mujer, Brooke Mueller, lo denunciara de haberla amenazado con un cuchillo. Salió bajo fianza, pero unos meses después fue sentenciado a 30 días de rehabilitación y a terapia por violencia doméstica.
Mientras pasaba una noche en el hotel Plaza de Nueva York con una actriz porno, la policía intervino ante una llamada por disturbios. Sheen fue hospitalizado esa misma noche. Su representante dijo que había sufrido una reacción alérgica a un medicamento, pero la actriz lo denunció por violencia.
El actor perdió un día de trabajo de su serie Two and a Half Men por irse a Las Vegas, a una convención de pornografía. Su representante volvió a deslumbrar con su creatividad: dijo que Sheen había sufrido una infección en el oído.
Chuck Lorre, el productor y creador de Two and a Half Men, se cansó de los problemas del actor y lo echó.
La primera presentación de su show unipersonal titulado My Violent Torpedo of Truth/ Defeat is Not an Option (Mi violento torpedo de verdad/ La derrota no es una opción), que tuvo lugar en Detroit, resultó un sonoro fracaso.
El actor se despachó públicamente contra su ex jefe y la serie que lo convirtió en el actor mejor pago de una comedia televisiva. Sobre su reemplazo, simplemente dijo: "Ashton es un asco"
LA TERAPIA DE CHARLIE
Con un guiño al espectador en la primera escena, en referencia al reciente despido de Sheen, comenzó Anger Management, la nueva serie que la señal TBS VeryFunny ha comenzado a emitir los jueves, a las 21.30. Basada libremente en la película homónima protagonizada por Jack Nicholson y Adam Sandler, esta comedia se centra en Charlie, un ex jugador de béisbol (interpretado por Sheen) devenido terapeuta especialista en manejo de la ira. Está rodeado de un grupo de personajes peculiares, como su terapeuta, encarnada por Selma Blair; su ex mujer (Shawnee Smith); su hija (Daniela Bobadilla) y sus pacientes (Noureen Dewulf, Michael Arden, Derek Richardson, entre otros). Y cuenta con participaciones especiales de Martin Sheen y Denise Richards.
La comedia tiene asegurados 14 episodios y si es elegida para continuar, Sheen está comprometido a hacer 90 episodios más..
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