Julio Iglesias e hijos |
Julio y Enrique Iglesias: la convulsa relación padre-hijo que el mundo es incapaz de comprender
Apenas se ven, pero siempre aclaran que se quieren. En el Día del Padre, amigos, colaboradores y la hemeroteca intentan aclarar la relación paternofilial más complicada de España
19 MAR 2019 - 05:46 COT
En 1995 Julio Iglesias no necesitaba demostrar nada al mundo, establecido ya como el cantante español más exitoso de la historia. Había vendido, por aquel entonces, 200 millones de ejemplares de sus álbumes (hoy son, según su web oficial, 300) y cantado en español, inglés, francés, alemán y portugués. Sin embargo, sintió la necesidad de recordar a España, su país, quién era él tras muchos años triunfando fuera. El disco La carretera se hizo para eso: baladas como La carretera sirvieron para mantener a la base de seguidores que admiraban su voz melodiosa envuelta en ritmos etéreos y números de pop latino como Agua dulce, agua salá eliminaron las sillas de sus conciertos para que un público joven bailase en ellos.
“Julio escuchó el disco y estaba molesto. ‘Esto es un desastre, no me gusta nada’, decía. ‘No vas a llegar a ningún lado. Esto no va a vender’. Pero de repente el disco empezó a vender. ‘¡Has vendido un millón porque eres mi hijo!’, le dijo. Julio se sintió mal, herido en su orgullo”
ALFREDO FRAILE, MÁNAGER DE JULIO IGLESIAS DURANTE 15 AÑOS
Durante la rueda de prensa que dio en Madrid en diciembre de ese año para promocionar el quinto disco de platino que recibió por el álbum, un periodista de EL PAÍS le preguntó por sus hijos. Él respondió de forma escueta. “Están saliendo adelante. No quiero influir con mi opinión. Ya veremos cómo van las cosas”.
Ese mismo año, solo unos meses antes, un nuevo cantante había llegado con fuerza arrasadora al mercado latino, con una historia de triunfo y sorpresa final. Un tal Enrique Martínez, de nacionalidad guatemalteca según la nota que añadía a sus cintas, había enviado sus maquetas (con canciones escritas por él mismo en inglés y en español) a varias discográficas latinas. Una de ellas, la mexicana Fonovisa, mostró interés por aquel chico. Su nombre real resultó ser al final Enrique Iglesias Preysler (Madrid, 1975). No era guatemalteco, era español. E hijo del cantante latino más importante y vendedor de todos los tiempos.
Julio Iglesias e hijos |
“El dinero para aquella maqueta se lo prestó Elvira, que era la mujer que había educado a Enrique”, recuerda hoy Alfredo Fraile, que durante 15 años fue mánager y mano derecha de Julio Iglesias y hoy es asesor en una serie que se prepara sobre la vida del cantante. “Elvira había sido despedida por Julio cuando los niños se hicieron mayores y dejaron de necesitarla. Y Enrique, que la quería como a una madre, se la llevó a vivir con él. El dinero que sacó del despido se lo prestó a Enrique. Este, como agradecimiento, le dedicó aquel primer disco”. Elvira, que vive actualmente en España, viaja ocasionalmente a Miami a visitar a Enrique.
Aquel primer disco, Enrique Iglesias, que incluía éxitos como Experiencia religiosa o Si tú te vas, vendió un millón de unidades en tres meses y dejó a todo el mundo con un palmo de narices: raramente lograba el hijo de una gran figura del pop triunfar sin verse devorado por la sombra paterna. Julio se enteró casi a la vez que el resto de la humanidad de que ahora el pequeño Enrique era cantante. “¿Qué haces? ¿Tú estás loco? ¿Por qué has hecho esto sin decirme nada?”, contó Enrique Iglesias que le dijo su padre al enterarse. Suele hablar poco de este tema, pero en el año 2007 se sinceró con el periodista peruano Jaime Bayly en una entrevista realizada en Miami. “¡Yo sé sobre esto, no vas a poder conseguir nada sin mí!”, le dijo Julio a su hijo Enrique. Fraile confirma esta escena: “Julio escuchó el disco y estaba molesto. ‘Esto es un desastre, no me gusta nada’, decía. ‘No vas a llegar a ningún lado. Esto no va a vender’. Pero, de repente, el disco empezó a vender. ‘¡Has vendido un millón porque eres mi hijo!’, le dijo. Julio se sintió mal, herido en su orgullo”.
“He trabajado con los dos y puedo decir que son bastante parecidos, solo que Enrique es una versión 5.0 de Julio. Habla inglés perfecto, tiene la forma física de un deportista y ha heredado su maestría para las relaciones públicas"RAÚL LÓPEZ, DIRECTOR DE SONY MUSIC ESPAÑA ENTRE 1990 Y 2006
“Lo que a Julio le molestó fue que Enrique no entrase en la industria musical de su mano”. El que habla es Raúl López, que entre 1990 y 2006, como director de Sony Music España, guió la carrera de Julio Iglesias y posteriormente trabajó también con Enrique en algunos conciertos celebrados en España. “He trabajado con los dos y puedo decir que son bastante parecidos, solo que Enrique es una versión 5.0 de Julio. Habla inglés perfecto, tiene la forma física de un deportista y ha heredado su maestría para las relaciones públicas. Enrique entra en cualquier sala y sabe quién es quién, quién habla bien de él, quién no y a quién debe dedicar más tiempo”.
La maestría de Enrique para manejar su imagen la demostró en el año 2000, cuando el presentador de radio estadounidense Howard Stern reprodujo repetidamente un audio de Enrique Iglesias desafinando ante el micrófono durante un pregrabado. El cantante le concedió una entrevista y al terminar, solo con una guitarra, se puso a cantar en directo esa misma canción. "Has tenido valor al venir aquí", le dijo Stern al terminar. "Eres un buen cantante", añadió.
Tanto padre como hijo se han tenido que enfrentar a los que cuestionaban la potencia de su voz. Y tanto padre como hijo han demostrado que su valor estaba en cómo la usaban, en una forma suave y personalísima de mostrarla al mundo. Los dos también tienen en común haber sabido mudar de género para adaptarse a los tiempos. Julio fue cantautor en sus inicios en los sesenta, luminoso cantante de pop en los setenta, crooner latino en los ochenta, baladista meloso en los noventa. De Enrique hemos conocido su faceta como baladista pop, después artista de música dance, después maestro del electrolatino. Sus carreras, aún con todas sus diferencias, son más paralelas de lo que el mundo puede pensar.
¿Hay una rivalidad real entre padre e hijo? Según López, Julio siempre repetía una frase que podría dar una pista: “Si yo corro, quiero ganar. Y si corro con mi hijo, también quiero ganar”. Sin embargo, Fraile habla de una relación entre padre e hijo estropeada desde hace muchos años, que va más allá de una posible rivalidad artística. “No hay celos artísticos: lo de Julio y Enrique es un problema personal incubado desde que Enrique tenía seis o siete años. Enrique siempre echó en falta la figura de su padre. Y cuando la veía, no le gustaba lo que veía. A Enrique le gustaba estar en mi casa, con mis hijos, porque se sentía más en familia. Tengo un montón de fotos de todos juntos y, curiosamente, el que siempre aparece en mi regazo no es ninguno de mis hijos, sino Enrique”.
“Yo no he tenido una relación mala con mi padre”, explicó Enrique a Jaime Bayly. “Nuestra relación es muy difícil de explicar, porque cualquier persona que la analice desde fuera podría imaginarse que no nos llevamos bien porque nunca nos ha visto juntos y porque nunca ha venido a un concierto mío, porque me marché de casa muy joven y nunca regresé…”. Efectivamente, entre el año 2000 y el año 2010, según palabras del propio Enrique en una rueda de prensa en 2010 en Madrid, solo se vieron dos veces. Y Julio solo ha estado una vez, según la prensa de sociedad, con Lucy y Nicolás, los hijos de Enrique y Anna Kournikova. “No sé por qué mi padre no ha venido a un concierto mío, tendrías que preguntárselo a él. Pero no me duele. A lo mejor, inconscientemente sí. Pero me sobrepongo”.
Es difícil encontrar entrevistas de Julio Iglesias hablando de este tema. Concede pocas y cuando lo hace son promocionales, calculadas y benevolentes. Sin embargo, en el verano de 2017, habló de este tema con el periodista Roberto Vilar en el programa Land Rober, de la Televisión de Galicia. “Tengo una relación no fácil con Enrique porque él es muy personal… Es un chaval que no admite sugerencias de nada. Siempre que hablamos me habla de otra cosa. Que se ha comprado un avión nuevo, cosas superficiales que no valen para nada”.
“La gente no nos ve mucho juntos, entonces pueden pensar: se llevan mal", prosiguió Iglesias. "Pero si escucha una conversación por teléfono que tenemos de dos horas, me hace llorar porque me toca fibras muy importantes. Probablemente sea esa clase de chiquillos que pueden ser rebeldes con causa. Nunca fui un padre muy apegado a mis hijos. Estaba siempre viajando, no tuve ese tiempo necesario para estar más dentro de ellos. Para mí, un padre es un señor que lleva al colegio a su hijo”.
“Mi padre y yo”, confirmó Enrique a Jaime Bayly, “físicamente no nos vemos mucho, pero cuando nos vemos nos llevamos muy bien”. Una pregunta ha rondado siempre en el aire entre la prensa musical y, más especialmente, de sociedad: ¿cantarán algún día juntos Enrique y Julio? Según Alfredo Fraile, "hace poco me comentó un directivo de Sony que ofrecieron a padre e hijo hacer una canción juntos. Enrique dijo que sí y fue Julio el que dijo que no".
López desconoce si esta propuesta se llegó a materializar, pero apunta que si Julio dijo no fue, tal vez, porque era su deseo cantar con sus dos hijos. Esto nos lleva al otro vástago: Julio José Iglesias Preysler (Madrid, 1973) sí comenzó una carrera musical guiado de la mano de su padre en 1999 y, de hecho, lo hizo con el nombre de Julio Iglesias Jr. Su primera apuesta en inglés, Under my eyes, bajo el sello Epic y con una fuerte apuesta promocional, no funcionó. Tampoco la segunda en español. Ni la tercera, también en español. "Julio José intentó hacer su carrera y todavía hace alguna cosa en algunos casinos en Miami", comenta Fraile. "El talento no lo heredan todos lo hijos", apunta López. Comparar la carrera de Julio José y Enrique es, probablemente, la mayor prueba de que Enrique no se equivocó cuando envió aquellas cintas con un nombre ficticio y decidió que su camino al triunfo pasaba por matar (figuradamente) al padre.
Y pese a todo, se ha acordado de él en sus canciones. Esta, llamada Quizás, es del año 2003. La letra dice así: "Hola viejo, dime cómo estás / Los años pasan y no hemos vuelto a hablar / Y no quiero que te pienses / Que me he olvidado de ti / Yo por mi parte no me puedo quejar / Trabajando como siempre igual / Aunque confieso que en mi vida / Hay mucha soledad".
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