EL GRAN COLOMBIANO
O LA GRAN VERGÜENZA NACIONAL
O LA GRAN VERGÜENZA NACIONAL
2 Jul 2013 - 11:45 pm
La historia de History Channel y su gran colombiano
Por: Cecilia Orozco Tascón
En junio de 2008, época en que Colombia vivía una alta tensión política institucional por la conducta intimidante del Presidente de la República con todo aquel que no casara en sus planes, la comunidad internacional se interesaba por lo que sucedía aquí.
History Channel Latinoamérica (HCHL), dirigida por un grupo de argentinos, andaba a la caza de programación atractiva para ofrecerla en su parrilla. El periodista Hollman Morris, acosado desde las altas esferas del poder, como otros reporteros, por su independencia profesional, encontró la oportunidad de trabajar con un medio que, aparentemente, estaba fuera del alcance de la estigmatización oficial. Viajó a Caracas a reunirse con uno de los ejecutivos de ese canal, Miguel Brailovsky, y de allí surgió un contrato para la realización de cinco programas. A partir de ese momento, Morris anduvo con sus productores por ocho países y once meses después tenía editado su cometido total. El 25 mayo de 2009 el canal lanzó, mediante profusa publicidad local, el primero de los programas titulado “Colombia, la hora de la paz”, registro de la entrega de secuestrados a quienes, gracias a Piedad Córdoba, las Farc habían decidido liberar. El jefe de Estado, más preocupado por la difusión de esas imágenes que por la salud de los recién liberados, criticó con acidez a Morris del que aseguró que “una cosa es la libertad de prensa y otra, utilizar el carnet de periodista para convertirse en publicista del terrorismo”. HCHL alcanzó a emitir la segunda entrega pero, sin ninguna explicación, suspendió las tres restantes que se apolillan en sus archivos hasta el día de hoy. El contacto de Morris con HCHL murió de infarto fulminante.
Menos de un año más tarde, el 17 de marzo de 2010, la Presidencia lanzaba, en una ceremonia con 200 invitados, un contenido televisivo que se había ideado la negociante HCHL. La oficina de prensa de la Casa de Nariño escribió: “El presidente Álvaro Uribe Vélez encabezará el lanzamiento de la serie ‘Unidos por la historia’, y del himno del Bicentenario de la Independencia producidos por el canal The History Channel, con el apoyo del gobierno”. Y añadió que “el Jefe de Estado estará acompañado por el gerente general del canal, Eduardo Ruiz”. Parráfos adelante, registró también, como huella indeleble, otra fecha clave que con un poco de sentido común, podría recordar la abrupta decisión de eliminar la serie Morris: “esta producción… apoyada por Colombia es Pasión y por el Ministerio de Relaciones Exteriores” (fue rodada en Bogotá) por un equipo de cinco personas que viajó desde Buenos Aires, del 14 al 22 de junio de 2009, con apoyo de la marca país”, apenas un mes después de que los programas de Morris fueran cancelados.
La Alta Consejera Presidencial para el Bicentenario María Cecilia Donado, pronunció un discurso durante el solemne evento para “agradecer, de corazón, a nuestros buenos amigos de History Channel Latinoamérica y a sus vicepresidentes Miguel Brailovsky y Eduardo Ruiz … por su energía y trabajo” y calificó a ese medio de “aliado muy importante” de la Casa de Nariño. Cinco fotografías dan cuenta del encuentro en que el presidente le rinde homenaje a HCHL por su “gran devoción” y Ruiz, uno de los vicepresidentes del canal, le devuelve la atención con la entrega “de una placa de reconocimiento y agradecimiento”. ¡Oh casualidad! Tres años después, HCHL recrea un concurso dizque para elegir al ‘Gran colombiano’. ¿Ganador? ¡Álvaro Uribe!, por encima hasta de Simón Bolívar quien está en la lista de preseleccionados a pesar de haber nacido en Venezuela. Claro, no nos contaron que se merecía el confuso título, no el mejor hombre de nuestra vida republicana, sino quien hubiera mejorado los balances comerciales de HCHL, de Brailovslky y de Ruiz.
El Espectador
Caricatura de Palosa |
El excompañero de Uribe que quiere revocarlo del Gran Colombiano
Guillermo Aníbal Gärtner Tobón había escuchado un par de veces sobre el concurso del Gran Colombiano, organizado por la cadena History Channel, pero entonces no le había prestado mucha atención. En una ocasión, mientras canaleaba buscando algún programa para ver en televisión, se dio cuenta de que en una de las promociones de esta competencia se promocionaba la candidatura del general Gustavo Rojas Pinilla, expresidente colombiano cuyo mandato militar es considerado una dictadura. “Qué clase de concurso es; ¿cómo van a poner de Gran Colombiano a un dictador como fue Rojas Pinilla? ¿Es que la gente no tiene sentido de la historia?
Gärtner Tobón es abogado con especializaciones de Derecho Internacional Humanitario, Historia de América Latina, Maestría en Derecho Penal Internacional y docente universitario jubilado. El domingo, día de la elección del Gran Colombiano, ni siquiera estaba cerca al televisor. Uno de sus hijos le contó la noticia: “¿Papá, ya se dio cuenta? escogieron como gran colombiano a Álvaro Uribe”.
-No me extraña nada en absoluto- respondió.
El día siguiente inició una protesta individual que de un momento a otro cogió fuerza y ya tiene casi 22 mil seguidores. Es el promotor de la revocatoria de la “designación del señor Álvaro Uribe como el Gran Colombiano”. En conversación con KienyKe describó la bola de nieve que resultó siendo su manifestación en redes sociales, expuso sus argumentos y reveló que fue amigo del expresidente Uribe, a quien sugirió que renunciara a este reconocimiento.
¿Cómo llega usted a crear una iniciativa que parecía tan personal, en todo un movimiento de miles que rechazan la elección del expresidente Álvaro Uribe como el “Gran Colombiano”?
Fue algo muy espontaneo. No se trata de una conspiración ni de un acuerdo con algún grupo o persona. Al día siguiente que me enteré leí en Facebook y encontré que no menos de diez personas que estaban expresando su indignación. He sido ‘cacharrero’ con las cosas de Internet y les propuse que hicieran algo para canalizar su descontento. Nadie tomaba la iniciativa y recordé que existía el sitio Change.org y decidí abrir la iniciativa en términos respetuosos. De un momento a otro el asunto se creció y ya me tocaba asumir la responsabilidad como iniciador de esta cosa, sin tener una pretensión de nada.
¿Con qué argumentos invita usted a la gente a que siga su iniciativa?
Diciendo que Álvaro Uribe es un personaje súb-judice (sujeto a cuestionamiento judicial), sobre el cual pesan fundadas sospechas de su compromiso por acciones y por omisiones en el fenómeno del paramilitarismo y la parapolítica en Colombia, y que para muchos colombianos Álvaro Uribe es la personificación de serias vulneraciones a los derechos humanos. Yo ahí no estoy haciendo condena ni cosa parecida, sino constatando un hecho social que existe dentro de la opinión y hace que sea un inconveniente designar a una persona que aparece comprometida en hechos políticos, que son objeto de investigación.
Comentaba usted que fue amigo del expresidente Uribe, incluso lo llama usted “Álvaro”. ¿Conocerlo de antes lo motivó a este rechazo?
Quiero ser claro. No se trata de enfrentarme personalmente con él (Uribe). Sino representar una voz de inconformidad fundada en hechos que son constatables. No se trata de una animadversión de parte mía contra Álvaro, porque yo lo conozco personalmente, estudiamos en la universidad de Antioquia, fuimos compañeros en la Sociedad Económica de Amigos del País. Él iba por su lado y yo por mi lado, por decirlo así. Fuimos condiscípulos en la Universidad; yo iba un poco más adelante que él. Tuvimos oportunidad de compartir en varias oportunidades. El papá de Álvaro, don Alberto, visitaba el edificio en Medellín donde tenía el apartamento mi papá. En más de una ocasión nos encontramos allí. Era una amistad no cifrada en organizaciones propiamente políticas.
Después en Antioquia tuve una participación en la creación del comité de derechos humanos, que presidió Héctor Abad Gómez. Por mis intervenciones tuve que desplazarme de Antioquia, eso a inicios de los 80. La última vez que me encontré con Álvaro fue en el aeropuerto de Pereira, cuando él estaba en campaña presidencial. Él iba para Bogotá, yo también, pero en vuelos diferentes. Nos saludamos muy cordialmente y listo.
¿Cómo describe a Uribe?
No quiero hacer una personificación de que él fuera el malo de la película, pero indiscutiblemente es una persona muy inteligente y muy arrogante. Es una característica del hombre.
Mencionaba usted al general Rojas Pinilla al inicio de la entrevista. ¿Encuentra comparación entre el militar y Uribe Vélez?
No. Pero sí una consideración de carácter emocional. Yo la época de Rojas Pinilla vivía en Calarcá, y estudiaba en escuela pública. En quinto de primaria rayamos unas fotos de Rojas Pinilla en libros de historia; nos llevaron ante la alcaldía y nos conminaron que nos enviarían seis meses a una correccional por haber vulnerado la majestad del gobernante… Fue por eso que critiqué a Rojas en esta elección del “Gran Colombiano”, pero que vaya yo a encontrar una especie de paralelo práctico entre ellos: no. Las condiciones son diferentes a las de hace 50 años.
¿Entonces cree que Álvaro Uribe no debió ser considerado como candidato a “el Gran Colombiano”?
Yo considero que Álvaro mismo debería renunciar a ello, siendo consciente de la situación de él frente al país, en relación a lo que ha ocurrido en las dos últimas décadas, desde que fue gobernador de Antioquia. Por razones de ética elemental él debería decir: eso adjudíquelo a otra persona.
Ojalá Álvaro conozca esta situación, con mi propio nombre. Y que muchas saludes le manda el amigo Guillermo. Él podría decir que cuando me conoció yo era un revolucionario reconocido en la Universidad; que sea la oportunidad para que nos demos la mano y que todos ayudemos a construir un país mejor.
Por eso las votaciones que usted ha liderado, de manera espontánea y han generado tanta respuesta…
El día siguiente a que se anunciara la selección de Álvaro Uribe inicié la votación. Fue asombroso; Al inicio, en pocas horas, superaba 500 votos. Ya eso iba teniendo una gran cantidad de adhesiones. Lo que en un principio fue iniciativa de carácter individual y personal, dejó de serlo y se convirtió en un hecho social, significativo y de peso.
He recibido muchos correos de apoyo, y solidaridad, y otros de agradecimiento que parten del supuesto de que yo tomé una vocería que ellos no habían pronunciado. Pero también se han presentado cosas desagradables, de insultos, que yo diría que reflejan que la cultura nuestra en Colombia todavía está en condiciones de polarización muy delicadas. Son cosas violentas y las puse en conocimiento de la Defensoría del Pueblo como de la dirección seccional de fiscalías. Ellos son los que tienen la competencia con sus grupos de delitos informáticos de hacer lo que les corresponde para garantizar la libre expresión en redes.
Pero de cualquier forma, ¿no le parece válido, legítimo, que una mayoría que votó haya decidido que Álvaro Uribe es el Gran Colombiano?
Yo lo que digo es que para muchos, no pocos sino para muchos colombianos, él es un súper hombre. Lo consideran el salvador, la persona que logró que los colombianos pudieran viajar por las carreteras del país sin miedo a ser secuestrados, en fin… Yo lo digo porque yo no vivo en Marte. Hay amigos conocidos que yo sé que son partidarios de primer orden de las iniciativas que tomara Álvaro en el campo de la lucha política, y que representa además las condiciones de la mentalidad de la mano fuerte, del patrón. Que Álvaro ha representado algo muy importante al ser el adalid contra las Farc, tiene explicación histórica clara, porque las Farc desde hace mucho rato se involucraron con hechos repudiables por cualquier persona que tenga el más mínimo sentido de humanidad. Y las personas que podemos cuestionar este tipo de cosas somos una minoría, pero respetable. Y somos tan colombianos como los otros, que queremos al país, que queremos llegar a niveles de diálogo, de entendimiento, que no quiere decir de homogeneidades.
La Gran Vergüenza Nacional
Por Jorge Gómez Pinilla
OPINIÓN
Si se hiciera una elección antónima, algo así como
La Gran Vergüenza Nacional, Álvaro Uribe sería también
uno de los candidatos a llevarse el título.
En columna anterior
dije que “en Colombia han sido los equivocados de buena fe los que en más de
una ocasión, actuando como mayoría, han puesto en la presidencia a gente
incapaz o indeseable”.
Tan cierto como decir
que al que no quiere caldo le dan dos tazas, esos mismos equivocados de buena
fe (y los de mala fe también) actuaron de nuevo la semana pasada para elegir ya
no a la presidencia, sino al título de Gran Colombiano, a Álvaro Uribe Vélez.
La noticia de entrada
produce indignación, y con el paso de los días se convierte en resignación,
ante una circunstancia que siembra serias dudas sobre una de dos: el estado
mental de los colombianos… o la legitimidad del mecanismo para la elección.
Es hasta cierto punto
comprensible que hayan elegido a Uribe presidente de Colombia, e incluso que lo
hubieran reelegido por sus golpes contundentes a la guerrilla de las Farc, pero
resulta inaudito que, después de que abandonó la Presidencia y han salido a
relucir tantísimos cuestionamientos y acusaciones contra él y contra una buena
parte de la gente que lo acompañó (muchos de los cuales hoy están en prisión o
huyendo de la justicia), aparezca ahora ante el mundo entero como el colombiano
más importante de los dos últimos siglos.
Mejor no lo pudo
decir Guillermo Aníbal Gärtner Tobón, quien fuera su amigo y compañero de
estudios en la Universidad de Antioquia, y de trabajo en la Sociedad Económica
de Amigos del País: “Álvaro Uribe es un personaje sub-judice (sujeto a
cuestionamiento judicial), sobre el cual pesan fundadas sospechas de su
compromiso por acciones y por omisiones en el fenómeno del paramilitarismo, y
(…) es la personificación de serias vulneraciones a los derechos humanos”.
“¡Vergogna!”, es la
sonora expresión que utilizan los italianos para describir este tipo de
situaciones, que traduce vergüenza, pero a su vez es sinónimo de ignominia. Y
es que, no nos llamemos a engaños: resulta desde todo punto de vista
ignominioso que ante los ojos del mundo entero aparezca como el colombiano
modelo un expresidente durante cuyo gobierno (para mencionar una sola
ignominia) ocurrió el holocausto conocido como los ‘falsos positivos’, y que
éste insista en calificar a sus autores como “héroes de la patria” y
“perseguidos por la Fiscalía”.
Olvidémonos si se
quiere de cuestionar la salud mental de los colombianos, considerando que fue
elegido apenas por el 30 por ciento de los votantes de ese concurso; pero es
pertinente cuestionar la legitimidad de la elección, si traemos a colación lo
que cuenta (e investigó) Emma Flood, bloguera de El Tiempo: “El ‘golazo’ de
Uribe consistió en hacer incluir su nombre con la seguridad de que él mismo
ayudaría con su millón y medio de seguidores tuiteros, sus organizaciones de
propaganda personal como Primero Colombia y otras afines, aprovechando el hecho
de que ningún otro candidato contaría con semejante aparato publicitario”. En
otras palabras, el uribismo aprovechó para influir directamente sobre el
resultado, convirtiendo así el resultado en un evidente triunfo político.
Diríase entonces que el que ganó fue el Gran Elector Colombiano.
Lo paradójico del
asunto es que, si se hiciera una elección antónima, algo así como La Gran
Vergüenza Nacional, Álvaro Uribe sería también uno de los candidatos a llevarse
el título. El mismo Guillermo Aníbal Gärtner que cité arriba está promoviendo
la revocatoria de la elección, y ya lleva casi 24.000 votos. Si bien es cierto
que esto no actuará como mecanismo de presión (el vicepresidente de History le
manifestó a Noticias Uno que por ningún motivo revocará la elección), servirá
al menos para sentar un precedente ético en contra.
Es por ello que desde
esta tribuna me atrevo a lanzar la idea, a ver si algún medio la acoge,
consistente en hacer una encuesta ahora orientada a preguntarles a los
colombianos quién podría ser La Gran Vergüenza Nacional. Es casi de Perogrullo
vaticinar que el ganador sería el personaje más siniestro que ha habido en la
historia de Colombia, Pablo Escobar Gaviria.
Ahora bien, no deja
de ser llamativo advertir la cercanía que se dice hubo entre este y “El Gran
Colombiano” (basta recordar a quién perteneció el helicóptero que el 14 de
junio de 1983 descendió en la hacienda Guacharacas), sumado al hecho de que a un
primo hermano de Escobar, José Obdulio Gaviria, se le atribuye el papel de
‘cerebro gris’ del gobierno Uribe.
No se trata en
últimas de actuar con ánimo revanchista, sino de dejar en claro que la elección
de Álvaro Uribe Vélez como El Gran Colombiano sí es una gran vergüenza para
Colombia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario