EL MUNDO DE ANJA MILLEN
Por Triunfo Arciniegas
Perturbadoras e inquietantes es lo menos que se puede decir de las fotografías de Anja Millen. No se puede precisar una geografía ni tampoco una época. Anja Millen ha construido su propio mundo con la sustancia de sus pesadillas, fuera del tiempo, donde otras son las leyes y otros los deseos. Sus criaturas nos miran con asombro y fijeza, como si esperan que saltaramos hacia el abismo de su territorio. Nos miran y esperan. Nos miran, absortas, y no nos dicen nada. De pronto alguien sella sus labios con el dedo. Ciertamente estamos ante el territorio del silencio. Un silencio tan antiguo como el dolor. Un dolor sin alfabeto, sin origen, porque proviene del principio de los tiempos. El cuerpo no sólo es sometido a retorcimientos sino a transformaciones insólitas, a perversas deformaciones. En algunas imágenes, muy pocas, por cierto, alguien grita, pero sus gritos no se oyen, no hay aire que los lleve a un destino de misericordia. Nadie debe gritar. Entre otras cosas, de nada sirve.
Si alguien ha visto una foto de Anja Millen, una foto de su rostro, sabe que sus rasgos son duros, casi despiadados. Podríamos afirmar que su alma alimenta su oficio. No se encuentra información de Anja Millen ni en inglés ni en español. Sé que escribe poemas en alemán. ¿Su poesía proviene de la misma oscuridad? Es posible.
Por suerte, su arte mayor no requiere el dominio de idioma alguno: solo abrimos los ojos y nos preguntamos si tenemos derecho a la mirada, si no traerá consecuencias terribles el hecho de asomarnos al mundo de Anja Millen.
Nueva York, 1 de abril de 2012
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