lunes, 6 de noviembre de 2023

Alison Bechdel / Fun Home / Una familia tragicómica

 


“La muerte es la madre de la belleza”

José Andrés Rojo
EL PAÍS | 03 de julio de 2008

Esas palabras forman parte de un poema de Wallace Stevens. Del poema favorito de la madre de la narradora de Fun Home. Una familia tragicómica (Mondadori, traducción de Rocío de la Maya), de Alison Bechdel, una novela gráfica aparecida hace unos meses y de la que se dice, en la contraportada, que ha sido seleccionada por The New York Times “como uno de los 100 mejores libros del año” (el 2006). Cuenta la historia de una peculiar familia estadounidense y cubre unos cuantos años que van de finales de los sesenta a principios de los setenta. El núcleo central es la muerte del padre, pero de lo que se está hablando en realidad es de la complicación de vivir ocultando los propios deseos, disimulándolos, mandándolos al cuarto trastero donde se guardan las cosas que de verdad nos importan.

 

Alison Bechdel

 

De Alison Bechdel (Pennsylvania, 1960) se dice que es, desde que publicó su primera tira cómica en 1983,  una “institución contracultural”, y se cita la opinión de una revista, Comics Journal, que sostiene que su arte “destila los placeres de Friends y The Nation; reconocemos nuestro mundo en ella, con sus penas y alegrías”. Doy estas referencias porque el  mundo de la novela gráfica me resulta totalmente ajeno y seguramente me hubiera perdido esta historia si un compañero del periódico (Javier Rodríguez Marcos) no me la hubiera recomendado con insistencia.

La muerte es la madre de la belleza, eso decía Wallace Stevens, y lo que cuenta Alison Bechdel es la muerte (¿el suicidio?) de su padre, un profesor de inglés que es a la vez un apasionado de la jardinería y de las antigüedades y al que se nos presenta, al comienzo del libro, en la titánica labor de reformar la casa victoriana en la que viven en Beech Creek, y en la que está localizada la funeraria de la que también se ocupan. La muerte es, pues, una presencia próxima, habitual: “me sorprendió el amasijo de sus genitales”, cuenta la joven narradora al referirse a una vez en que irrumpió allí donde su padre trabajaba adecentando el cadáver de un tipo barbudo y corpulento

Hay mucha sencillez en los dibujos de Alison Bechdel, y también son sencillos, y directos, los textos que acompañan (o es al revés) a las ilustraciones. “Era como si mis padres se sintieran casi avergonzados de su propio matrimonio”, dice la narradora. Cuenta también que la suya podría ser una familia de autistas, cada uno en lo suyo, absorbidos en sus respectivas soledades. Poco a poco se revelan algunos secretos (la homosexualidad del padre) y Alison descubre que es lesbiana. Como quien va leyendo la película de una vida, pasan ahí las cosas. Una excursión, un viaje, la rutina cotidiana, las lecturas (“Si alguna vez ha habido un marica mayor que mi padre, ese fue Marcel Proust”), las peleas domésticas, los apuntes en un diario, y de pronto pasa un camión y arrolla al padre…

EL PAÍS


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