El exilio existencial de
Juan Goytisolo
8 de junio de 2017
Juan Goytisolo, uno de los escritores más célebres de España, murió el domingo pasado en su casa de Marrakech. En sus cuentos y novelas, experimentales y lingüísticamente audaces, criticó ferozmente el conservadurismo español, tanto religioso como sexual, y vanaglorió el pasado morisco de su patria. Tenía 86 años.
Su agencia literaria, Carmen Balcells, anunció su muerte, pero no mencionó las causas.
Goytisolo empezó su carrera literaria a mediados de la década de 1950 con una serie de novelas realistas, y en su colección de ensayos de 1959, Problemas de la novela, argumentó a favor del realismo con conciencia social.
Con Señas de identidad, novela publicada en 1966 y la primera de una trilogía que explora una versión ficticia de su propia vida y de los 700 años de historia española, se liberó de su estilo anterior: rechazó el realismo y desarrolló un estilo de flujo de conciencia tipo collage y, tal como James Joyce lo hizo en inglés, fue implacable oponiendo resistencia ante los límites de la lengua española.
Señas de identidad, a la cual llamó su “primera novela adulta”, reconstruye el pasado de un exiliado que vuelve a Barcelona después de la Guerra Civil Española. El protagonista evoca su vida por medio de una espiral de recuerdos, trozos de artículos periodísticos, informes policiales y monólogos interiores en verso libre.
Reivindicación del conde don Julián (1970), la novela sucesora de Señas de identidad, es aun más intrépida. Mientras vive como exiliado en Tánger, el narrador se venga de su patria en una fantasía alimentada por drogas, en la cual su identidad se funde con la de Julián, conde de Ceuta, un legendario traidor acusado de facilitar la conquista islámica de España.
En una reseña para The New York Times Book Review, el novelista mexicano Carlos Fuentes llamó a Reivindicación del conde don Julián un “punto de referencia para la literatura española” y “el ataque más terrible en contra de las fuerzas opresoras de una nación que jamás haya leído”.
Y agregó: “El negro nunca ha escrito nada en contra del blanco —ni una mujer en contra de un hombre ni un hijo en contra de su padre— que alcance la intensidad de odio y horror que Goytisolo logró en esta novela. La belleza magnífica y la destreza perfecta de su estilo solo se suman a la fuerza de la diatriba en contra de su ‘patria hostil’”.
Después de terminar la trilogía con Juan sin tierra (1975), Goytisolo, quien vivió como exiliado en París y Marrakech la mayor parte de su vida, se dedicó a explorar los temas de la alienación, el desarraigo, la opresión política y la sexualidad —aceptó su homosexualidad en sus treinta— en novelas alusivas y difíciles, colecciones de cuentos, poemas, artículos sobre política y dos volúmenes de autobiografías.
Como su héroe literario y amigo, Jean Genet, Goytisolo aborrecía las definiciones, las causas y las ortodoxias. Como describió en Coto vedado (1985), el primer volumen de su autobiografía, Goytisolo era “ese raro espécimen de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías”. Aunque en 2014, lo honraron por su trayectoria con el Premio Miguel de Cervantes, el galardón literario más prestigiado del mundo de habla hispana.
Juan Goytisolo Gay nació el 5 de enero de 1931 en Barcelona. Sus padres fueron Julia Gay y José María Goytisolo, ejecutivo de una empresa química y archiconservador de ascendencia vasca.
La vida acomodada de la familia cambió drásticamente con la Guerra Civil, durante la cual los republicanos encarcelaron brevemente al padre del autor en la lucha que terminaron por perder en contra de los nacionalistas de derecha. La familia se refugió en el municipio de Viladrau, ubicado a unos 80 kilómetros de Barcelona, aunque la madre de Goytisolo murió en 1938 cuando realizó una visita a esa última ciudad, la cual bombardearon los aliados italianos bajo las órdenes de Benito Mussolini.
“No soy el hijo de mi madre, sino de la Guerra Civil, de su mesianismo, de su odio”, declaró Goytisolo a The New York Times Magazine en 2006.
Una vez que concluyó la Guerra Civil, Juan estudió en una escuela jesuita de Barcelona e incursionó por primera vez en la narrativa. Escribió una decena de novelas entre los 12 y 16 años: historias que se desarrollaban en lugares exóticos.
“Cuando terminaba una, buscaba a un niño más joven y débil que yo para que me sirviera de público. Lo encerraba conmigo en un salón y se las leía de principio a fin”, dijo a “World Authors” en 1975.
Sus dos hermanos también se volvieron escritores reconocidos: el poeta José Agustín Goytisolo, quien murió en 1999, y el novelista Luis Goytisolo, el pariente más cercano que le sobrevive.
Goytisolo estudió Derecho a regañadientes en la Universidad de Madrid y en la Universidad de Barcelona, pero nunca obtuvo el título. Su oposición al régimen nacionalista del general Francisco Franco y el entusiasmo por Marx lo llevaron a acoger el comunismo, y su fervor se avivó cuando se topó con cartas de ayuda que habían escrito los esclavos del ingenio azucarero que tenía su bisabuelo paterno en Cuba.
La primera novela posterior a su adolescencia, Juegos de manos, que trata sobre un grupo de estudiantes revolucionarios que se vuelve en contra de uno de los suyos, tardó dos años en ver la luz debido a los censores del gobierno; se publicó en 1954. La novela tuvo un impacto menor en España, pero la traducción francesa se vendió bien, así que Goytisolo se mudó a París en 1956, después de escribir su segunda novela, Duelo en el paraíso, y de cumplir con sus seis meses de servicio militar.
Goytisolo encontró trabajo como lector en Gallimard, una de las casas editoriales más importantes de Francia, y escribió varias novelas neorrealistas, entre ellas Fiestas y La isla. Al mismo tiempo, su entusiasmo por el comunismo fue disminuyendo. El Partido Comunista francés le recordaba de manera incómoda a la Iglesia católica y los viajes que hizo a Cuba para reportear y recabar información lo dejaron con una visión más cínica de la Revolución liderada por Fidel Castro.
Sus trabajos, prohibidos en España, se solían publicar en México y Argentina. En alguna ocasión regresó a España, la fuente de dos crónicas políticas de viaje en las que describió las condiciones difíciles en las que se encontraba Andalucía: “Campos de Níjar” (1960) y “La chanca” (1962); el nombre de esta última es el de un barrio pobre de Almería.
Poco después de llegar a París, Goytisolo comenzó una relación romántica con Monique Lange, una editora de Gallimard, quien después se convirtió en novelista y guionista. En 1963, cuando Goytisolo aceptó su homosexualidad, le escribió una carta de confesión a la cual llamó el acto más difícil de su vida y que después fue incluida en sus memorias de 1986, En el reino de Taifa.
En esta última escribió: “Mi existencia se desenvolvía en dos planos paralelos, sin choques ni interferencias: sin Monique, habría quedado reducida a la mitad de mi personalidad”.
Se casaron en 1978 y vivieron juntos hasta que murió Lange, en 1996. Un año después, Goytisolo se instaló de manera permanente en Marrakech.
Entre sus múltiples novelas se encuentran Paisajes después de la batalla (1982), en la cual se imagina que su vecindario de París se transforma en un barrio árabe, y dos obras de sátira política: La saga de los Marx (1993) y Carajicomedia (2000).
Sus reportajes de guerra desde Sarajevo durante la guerra de Bosnia le proporcionaron material para la laberíntica El sitio de los sitios (1995). La novela es una serie de narrativas entretejidas; en una de ellas el horror en la ciudad asediada de inspiración balcánica se transporta a París.
En 2004, apareció como él mismo en la película Notre Musique de Jean-Luc Godard, mientras paseaba por una biblioteca bombardeada en Sarajevo y leía poesía en voz alta.
Goytisolo no se suavizó con los años. En su última novela —una sátira mordaz muy al estilo del satírico Jonathan Swift que se publicó en 2008—, envió a su narrador a un “más allá” ciberkinético, después de que una bomba terrorista lo hace volar por los aires. En este lugar, el narrador examina la locura humana de la Tierra por medio de monitores de computadora. El título es digno de su epitafio: El exiliado de aquí y allá.
THE NEW YORK TIMES
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