Robert Seethaler Foto de Urban Zintel |
Robert Seethaler: “Si escribes de la vida debes escribir también de la muerte”
El escritor austríaco publica en España 'Toda una vida', novela nominada al Man Booker International Prize en 2016 que ha vendido un millón de copias solo en Alemania
MARIBEL MARÍN
Madrid 14 SEP 2017 - 01:53 COT
El escritor austriaco Robert Seethaler entra decidido en la sede de la editorial Hansen, a escasos metros del Checkpoint Charlie, el más famoso de los pasos fronterizos del Muro de Berlín. Con su imponente estatura, su llamativa delgadez y sus ojos azul transparente, saluda sin alharacas, toma asiento y ya en la primera pregunta se excusa por su irrelevancia en Internet. “No doy muchas entrevistas. No lo veo importante. En este mundo ya hay demasiada información”. Hoy hace una excepción con motivo de la publicación en castellano de Toda una vida (Salamandra) su quinta y exitosa novela. Traducida a una treintena de idiomas y nominada al Man Booker International Prize en 2016, solo en Alemania —donde fue Libro del Año en 2014— ha vendido un millón de ejemplares.
Toda una vida cabe paradójicamente en 139 páginas y narra la historia de Andreas Egger desde su niñez hasta que, ya octogenario, recibe la visita de la Dama Fría. Su biografía es la de un hombre que sabe encajar con cintura los embates de la vida. Abandonado por su madre a los cuatro años a principios del siglo XX, vive en una aldea imaginaria de los Alpes con un tío granjero y maltratador que lo deja cojo. Con 18 años dice basta, se va, y arrienda un pequeño terreno con su sueldo de trabajador de la empresa que ha llevado el teleférico y la modernidad al valle. Y cuando parece que la vida le sonríe a este hombre que nunca compró un televisor, pierde a su prometida. Luego llegan Hitler y la Segunda Guerra Mundial y con ella su alistamiento y más muertes.
—Hay un personaje de la novela que dice: “La muerte es una porquería. Con el tiempo vamos menguando. En unos pasa rápido, en otros puede durar más. Desde el nacimiento vamos perdiendo una cosa tras otra, primero un dedo, luego un brazo...”. ¿Le obsesiona más la muerte o la vejez?
"Siento un gran escepticismo ante los autores que exhiben su opinión"
— Si hablas sobre la vida tienes que escribir también de la muerte. Las pérdidas de Andreas Egger son las de una vida normal. Toda la vida es una preparación de la muerte— responde. ¿Y usted tiene miedo a la muerte?
Robert Seethaler es un gran entrevistador de entrevistadores. A cada pregunta trasladada por la traductora hace una repregunta; con cada pregunta, se sume en el silencio y se tapa los ojos con las manos para visualizar la respuesta.
—“Así me siento más seguro”, dice. “¿Pero por qué le interesan tanto mis ojos?”.
Nacido en Viena en 1966 en una familia de obreros, Seethaler sufre desde niño una discapacidad visual severa, que le ha obligado a pasar por el quirófano en varias ocasiones y que le obligó a ir a un colegio para ciegos con sus gafas de cristal grueso. “Vivía en mi propio mundo”, admite. Leía tanto como le permitía su deficiente vista, escribía “sueños” y miraba —como mira ahora— la hermosura de la vida. “No necesito ver nada especialmente bonito, el solo hecho de ver conlleva belleza”.
Toda una vida, traducida al español por Ana Guelbenzu, es producto de esa extrema sensibilidad y de las memorias que guarda de cuando de niño lo llevaban a esquiar. “Cuanto más subes hay más tranquilidad y más silencio. Sientes el silencio de la montaña, del frío, de la nieve. Recuerdo esa sensación y la de soledad. Ese es el punto de partida de todo el libro, que no es autobiográfico aunque obviamente mucho de lo que cuento lo he vivido”.
"La vergüenza tiene mucho potencial porque tras ella está el miedo. La vergüenza es una fuerza"
La novela, que llega hoy a las librerías, es la quinta de un escritor que en el pasado buscó y ejerció oficios que le permitían “trabajar con las manos”. Fue vendedor, mensajero, fisioterapeuta y probó suerte en los escenarios como actor. Se trasladó a Berlín —donde aún reside— en 1998 en busca de oportunidades, pero acabó siendo él quien se las negó. El pudor venció a su amor por las artes escénicas. “Sufría demasiado haciendo teatro. En cine no hay contacto directo con el público, media la tecnología. Pero en teatro me sentía enfermo de vergüenza. Estás tan expuesto... Es muy íntimo mirar a los ojos de otra persona, es abrir tu corazón y tu alma y eso asusta. La vergüenza es algo de lo que apenas se habla pero tiene mucho potencial porque tras ella está el miedo. La vergüenza es una fuerza”.
Abrumado por ese miedo Robert Seethaler, también actor de cine, se bajó de las tablas y empezó a fantasear con vivir de la escritura. Fue poco a poco, despacito y con buena letra. Su primer texto, un guion para cine, fue premiado pero jamás convertido en película. Necesitó algunos años hasta que crítica y lectores le otorgaron su reconocimiento por Der Traficant, que va a llevarse al cine y en el que tiene un pequeño papel secundario, como lo tuvo recientemente como guía de montaña en la película La Juventud de Paolo Sorrentino. “Hago de nazi”. Toda una vida y su profunda reflexión sobre la relación del hombre con la naturaleza, ha supuesto su consagración internacional.
—¿Sufre cuando escribe?
—El autor que dice que no sufre miente.
—¿Cuál debe ser el papel de un escritor?
—No creo que deba desempeñar ninguno. Esa idea viene de los años sesenta. Es antigua. Siento un gran escepticismo ante los escritores que quieren exhibir su posición y su opinión.
Robert Seethaler es consecuente. No concede muchas entrevistas. Tampoco viaja. Ni se expone en ferias del libro. No le gusta alejarse de su hijo.
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