Françoise Hardy con un vestido de Paco Rabanne. Foto: Jean-Marie Périer. (Cortesía, Galeria Photo 12)
Carles Gámez
Françoise Hardy, la más bella del baile
En 1962 la cámara de Jean-Marie Périer captaba por primera vez el rostro de Françoise Hardy para la revista Salut les Copains, la publicación juvenil de la llamada música ye-yé que ha invadido el paisaje social. Casi cincuenta años después un libro, Françoise (Editions du Chêne) y una exposición a la Galerie Photo 12 de Paris que se podrá ver hasta el 3 de diciembre, reúnen esta historia de confidencias y complicidades delante- y detrás- de la cámara entre el fotógrafo y la cantante.
A lo largo de medio siglo los ojos y el objetivo de Jean-Marie Périer han escudriñado cada uno de los ángulos de su rostro y su cuerpo proyectando sobre las revistas, portadas de discos o videoclips la imagen de esta artista que ha seducido a personajes tan diversos como Bob Dylan, Mick Jagger, David Bowie, Patrick Modiano, Michel Houllebecq, Luis Eduardo Aute o Carlos Berlanga, por no hacer la lista muy extensa. Anotemos también en la agenda a Carla Bruni que para su debut musical modelará hasta el último detalle el look y el estilo musical que había patentado cuarenta años atrás la cantante.
Françoise Hardy, 1966. Foto Jean Marie Périer
Françoise Hardy llegará al mundo de la canción con su imagen de adolescente que acaba de leer Bonjour Tristesse de Françoise Sagan y escucha a Jacques Brel y los Everly Brothers. Una voz frágil que expresa los sentimientos de las chicas de su edad. La canción Tous les garçons et les filles la convierte en el nuevo ídolo juvenil para toda una generación de jóvenes que necesitan su afirmación social entre el pick-up, la radio portátil y la soledad de su habitación. Francia vive sus años despreocupados bajo el mandato del General De Gaulle y las películas de Brigitte Bardot que proporcionan tantas divisas como la Renault.
Hardy se convierte en la princesa del pop y objeto de deseo de la nueva ola musical donde Johnny Hallyday ejerce de monarca absoluto y un ex Rive Gauche, Serge Gainsbourg realiza sus primeras incursiones en el universo ye-ye con humor e insolencia. Jean-Marie Périer será testigo principal de estos años de canciones rellenas de onomatopeyas y colores escubidú con sus fotografías para Salut les Copains. Périer será el pigmalion que transforme a Françoise Hardy en uno de los personajes más fascinantes de la década musical. Una relación creativa entre la cantante y el fotógrafo que encontrará su lado íntimo en una historia de amor. Périer fantasea con su imagen transformándola en un ser sofisticado vestida con los trajes futuristas de Paco Rabanne o André Courrèges o misteriosa y distante para la portada de un disco. Una imagen que se aleja bastante de la verdadera personalidad de la cantante cuya única felicidad es escribir canciones en los cuartos de baño de los hoteles aprovechando su acústica. Será precisamente Jean-Marie Périer el que le presente al cantante Jacques Dutronc, el dandy insolente de la canción pop francesa. Un encuentro que dará lugar a una historia de amor y también de heridas y desencuentros reflejada en bellas canciones a dúo, Brouillard dans la Rue Corvisart, y dedicatorias conmovedoras, Partir quand même. De su unión nacerá su hijo Thomas, en palabras de Dutronc “el mejor dúo realizado entre ellos dos”. Thomas Dutronc seguirá en el futuro los caminos musicales de sus progenitores.
Françoise Hardy, 1967. Foto: Jean Marie Périer
En 1968 Françoise Hardy abandonaba los escenarios, a partir de ahora sus únicas apariciones tendrán lugar de vez en cuando en los platós de televisión mientras va tejiendo su imagen de cantante ermitaña y alejada de los focos. La astrología se abre como un nuevo campo de experimentación para ella. Su evolución musical se aleja definitivamente de aquella intérprete para adolescentes, eligiendo músicas y textos más creativos y complejos. Autores como Serge Gainsbourg, que no conseguirá que la cantante le pida, a diferencia de otros artistas, un álbum original de canciones, Michel Berger que le ofrece la bellísima Message personnel o en estos últimos años, Benjamin Biolay, colaboraciones con Blur, Air, Étienne Daho, etc. Hace un par de años debutaba como escritora con un titulo algo misterioso, Le désespoir des singes et autres bagatelles en referencia a un parque cercano a su casa y objeto de sus meditaciones. En el libro la cantante ofrecía por primera vez detalles bastante duros de una infancia llena de claroscuros con la figura fantasmagórica de una padre del cual no oculta su homosexualidad, una hermana esquizofrénica o la muerte por eutanasia de su madre. Quizás la canción que más se había resistido a cantar hasta entonces.
Las páginas del Vogue la titularon como la French Girl, el símbolo de la modernidad made in France. Un rostro algo andrógino y perfil de cover-girl que Jean-Marie Périer trató sin éxito en hermanar a Mick Jagger para una nueva versión cinematográfica y rock de Les Parents Terribles, la obra teatral de Jean Cocteau. Cuando finalizo su relación sentimental entre ellos, Hardy le promete a Périer que su rostro no será fotografiado por ningún otro objetivo. Périer ha continuadomdesvelando año tras año, década tras década, los misterios de este rostro que sigue enamorando a nuevas generaciones.
Françoise par Jean-Marie Périer. Editions du Chêne. 2011.
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