Isabelle Huppert, fotografiada por Jurgen Teller. |
ISABELLE HUPPERT
"Las fotos intentan robarte algo que es muy personal"
París, 24 de abril de 2006
Isabelle Huppert (París, 1955) es actriz y, como tal, está habituada a situarse delante de las cámaras. Y a la mirada del otro. Ahora, en Madrid, se presenta una exposición de 120 fotografías en las que ella es el único modelo. Se trata de retratos, fotos en las que ofrece, desafiante, su alma en espectáculo. Esta muestra forma parte de un ciclo que, bajo el título Retratos de Francia, se celebra en el Instituto Francés de Madrid (Marqués de la Ensenada, 10) hasta el próximo día 25 de mayo. Paralelamente a la exposición de fotografías de Huppert, se ha organizado un ciclo de cine en la Filmoteca Española (Santa Isabel, 3). La actriz habló en París sobre fotografía y cine, días antes de acudir a Madrid para la inauguración de la muestra. El catálogo de la exposición reúne todas las fotografías presentadas y las acompañan textos de Serge Toubiana, Elfriede Jelinek y Susan Sontag.
Pregunta. ¿A partir de qué momento fue consciente de lo que comporta ser fotografiada?
Respuesta. Cuando empiezas a hacer cine, enseguida ves que te retratan muy a menudo. Lo que me gusta de la exposición es que es una historia del retrato a través del retrato. El modelo es siempre el mismo y lo que sorprende es hasta qué punto las imágenes son distintas. Cada fotógrafo desvela su personalidad. Luego, es posible proceder también a un cierto reagrupamiento de las imágenes: están las de los fotógrafos de tradición digamos que humanista, los Cartier-Bresson, Doisneau, Ronis o Lartigue; están las del grupo de contemporáneos, como Jurgen Teller, Nan Goldin o Philip-Lorca DiCorcia; y están las de fotógrafos de moda, como es el caso de Richard Avedon, Paolo Roversi, Helmut Newton o Guy Bourdin. Impresiona ver que, con la limitación de trabajar todos con el mismo modelo, sigue siendo imposible confundir una foto de Avedon con otra de Boubat, una de Faigenbaum con otra de Lindbergh.
P. En 1971 debutó en el cine, ¿cuándo empezó con los retratos?
R. Cuando un semanario me propuso ser redactora jefe de uno de sus números. Se trataba de una publicación ampliamente ilustrada y pedí la colaboración de Lartigue, Doisneau y Charbonnier.
P. Los tres figuran en la exposición.
R. Sí. Más tarde encontré a Cartier-Bresson y a Willy Ronis. A Patrick Faigenbaum fue cuando el proyecto de una exposición de retratos ya empezaba a dibujarse y sabiendo que él es precisamente un extraordinario retratista. Con Jurgen Teller, en 2001, fue el azar el que nos reunió, pero en otras oportunidades, como con Peter Lindbergh, he sido yo la que he tomado la iniciativa. Llega ese instante en que comprendes que lo que va a exponerse no son 120 fotos de ti, sino 120 imágenes de miradas sobre ti, y que lo importante no es tu persona, sino la calidad de la mirada.
P. Usted habla de fotógrafos humanistas y de fotógrafos contemporáneos. ¿Son adjetivos incompatibles?
R. Los fotógrafos calificados de humanistas captan a la persona en su mundo. Doisneau me presenta en un bistrot, Boubat, acariciando un gato, mientras que los contemporáneos se inventan una historia, tienden a ser más cinematográficos. Hay más narratividad, más ficción, en algunos casos muy estilizada, como sucede con Lindbergh, en otros más sucia como es el caso de Teller, que cultiva una estética de la fealdad. El fotógrafo de moda tiende a poner el énfasis en el glamour del modelo y supone otra vía.
P. ¿Hay alguna de las fotos que la haya sorprendido?
R. ¡Eso es imposible! No se olvide de que soy actriz. Viendo la exposición se aprende mucho más sobre la personalidad de los fotógrafos que sobre la mía.
P. Cartier-Bresson hablaba del "instante decisivo"...
R. Sí, y eso puede significar que una buena foto es la que te permite adivinar lo que ha ocurrido antes y lo que va a pasar después. Por eso me interesa ahora el trabajo de algunos videoartistas como Gary Hill, Bob Wilson o Bill Viola, que exploran la frontera entre movimiento e inmovilidad. El cine es, por definición, movimiento y la foto detiene el tiempo, mientras que esos videoartistas se sitúan entre unos y otros. Volviendo a Cartier-Bresson, él también decía que "toda foto tiene algo de violación consentida". De hecho, se trata de una intrusión en tu intimidad, de intentar robarte algo que es muy personal.
P. ¿Los criterios para elegir un fotógrafo son los mismos que para escoger un filme o un cineasta?
R. Los fotógrafos llegan precedidos del conocimiento que tengo de ellos, mientras que un cineasta puede ser un perfecto desconocido y entrar en contacto a través de un guión. La aventura del cine no tiene nada que ver con la de la foto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 25 de abril de 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario