lunes, 25 de diciembre de 2017

Una traducción para sacar a Dumas del purgatorio


Alejandro Dumas, retratado en 1855.
Alejandro Dumas, 1855


Una traducción 

para sacar a Dumas del purgatorio

Una nueva edición de ‘El conde de Montecristo’ revaloriza la novela


PAULA CORROTO
Madrid 23 DIC 2017 - 15:01 COT

Edmond Dantès se pasó 13 años en una prisión del castillo de If, condenado por un delito que no cometió y engañado por quienes consideraba sus amigos. Y más de un siglo estuvo El conde de Montecristo, la novela en la que este personaje desarrolla sus aventuras, escrita por Alejandro Dumas en 1844, condenada al ostracismo del folletín. No entró en la famosa Pléiade hasta los años sesenta del siglo XX y no tuvo su primera edición en esta colección hasta 1981. Tampoco le ayudaron las reediciones, ya que la primera realmente completa y que más se atiene al original fue realizada por el especialista en Dumas, Claude Schopp, en 1993. La traducción italiana rigurosa no llegaría hasta 2014 elaborada por Margherita Botto. Y la española acaba ahora de ver la luz de la mano del traductor José Ramón Monreal y la editorial Navona. Demasiado tiempo para una de las novelas más universales del canon occidental.


Esta nueva traducción al castellano, que parte del texto fijado por Schopp, fue precisamente un reto que Pere Sureda, editor de Navona, le propuso a Monreal. El editor la había leído en su juventud y cuando la retomó ya de adulto observó multitud de defectos en las ediciones que ya existían en castellano. “Es la mejor novela de Dumas, pero me di cuenta de que había cuestiones de constricción, repeticiones y traducciones demasiadas literales a la época”, admite Sureda. Monreal tomó el testigo y se puso a investigar las mejores fuentes para eliminar “lapsus propios de una literatura de urgencia semanal, que raramente era revisada por el autor y que acumulaba un desaliño inevitable en una producción de tipo industrial”, afirma. Además, había un motivo añadido, ya que, para el traductor el haberse convertido en un producto pop —se ha adaptado al cine y a las series de televisión—, no ha jugado a su favor; al contrario, ha minusvalorado la obra y a su autor: “Quería sacarlo del purgatorio de la literatura popular para situarlo en el de la gran literatura, como ocurrió en su día con Simenon, con quien comparte algunas características comunes, aparte de una larga exclusión del Parnaso: la energía del genio y la desmesura”, añade.
El conde de Montecristo es una novela monumental. Abarca el periodo del bonapartismo y los reinados de Luis XVIII de Francia, de Carlos X de Francia y el de Luis Felipe I de Francia. Refleja con meticulosidad el sistema financiero, político y social de la Francia de aquella época.

Como buena novela de aventuras, bulle la acción folletinesca. Y debajo de toda esa capa histórica, de los avatares de Dantès en la isla de Montecristo y su regreso a Marsella para ejercer la venganza, hay, como dice, Sureda, “una radiografía sobre el carácter del ser humano: la generosidad, la venganza, la razón, la ética y las confidencias, además de un mensaje contra la maldad. Nos lleva a mirarnos como seres humanos desnudos, porque no somos ni buenos ni malos”. Por este motivo, hasta Gabriel García Márquez reconoció que esta hubiera sido la novela que le hubiera gustado escribir.
Esta nueva traducción ofrece algunos cambios para los que ya la hayan leído. Desde la primera frase, la mítica “el 24 de febrero de 1815[…]”, que se ha cambiado por “el 28 de febrero de 1815”. El traductor también la ha acompañado de notas para aclarar hechos de la crónica contemporánea, como escándalos periodísticos, nombres de personajes políticos y actrices célebres de la época con el fin de realzar el contexto histórico, sociológico y lingüístico. En definitiva, como afirma Monreal, un trabajo escrupuloso para “separar un poco el metal precioso de la ganga”.



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