domingo, 7 de septiembre de 2025

Gustavo Petro / Como habla, gobierna




Gustavo Petro
COMO HABLA, GOBIERNA

El presidente de Colombia no solo escribió en su cuenta oficial de X el tuit que se muestra en la imagen, sino que se reposteó a sí mismo reiterando lo escrito, a pesar de las burlas. 

Cualquiera pensaría que bebió mucho sake en su visita de esta semana a Japón, pero las paparruchas absurdas de ese estilo ya se han vuelto una costumbre en él.

¿De dónde saca Gustavo Petro la cifra de 1.3 BILLONES  (millones de millones) de visitantes al stand de Colombia en una feria en la ciudad de Osaka, asistentes que, según él, habrían consumido "10 millones de toneladas" de lechona (un plato típico colombiano hecho de cerdo y arroz)?

A lo anterior se suma el atrevimiento de decirles a los japoneses en la cara, en una conferencia de prensa en Japón, que "los bombardeos" en Colombia –sin especificar cuáles– son comparables con las dos bombas atómicas que sufrieron y los miles de toneladas de bombas incendiarias que abrasaron y arrasaron las ciudades japonesas hace más de 80 años.

Dicho exabrupto irrespetuoso e ignorante va en la misma línea de cuando llama "n4zis" a sus contradictores y opositores en Colombia, así como a quienes no comparten sus posturas sobre Medio Oriente, calificativos que incluso recibieron una fuerte respuesta de Alemania por banalizar un fenómeno tan devastador que dejó más de 60 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial. 

Da la aterradora impresión de que los habituales desbarros petrunos ya no son solo cortinas de humo para poner al país a hablar de lo que a él le da la gana y desviar la atención de sus escándalos y futuros líos judiciales, sino que de verdad esa realidad alterna se ha convertido en el mundo en el que vive y manda. 

No es que simplemente sea "gracioso", o que se esté haciendo el loco, o que de pronto sí tenga de verdad problemas de lucidez. ¡Es que así gobierna!  

No hay que engañarse. Todo lo dice en serio, como cuando le señaló al país en una alocución televisada que "los latinoamericanos llegamos a América hace 30.000 años", o que "los hipopótamos son de la India", o cuando justificó (porque lo descubrieron) su viaje secreto de dos días a la casa vinculada a un peligroso narco en Ecuador diciendo que se hospedó en ese lugar para "escribir un ensayo sobre un filósofo japonés", o que durante una visita oficial se perdió en París con actores porno LGTB amigos suyos para enseñarles sobre Marx, o que no va a reuniones con sindicalistas un martes a las 4 de la tarde porque se queda dormido y nadie se atreve a despertarlo, entre muchos otros ejemplos que son solo una muestra de la copiosa avalancha de dislates con los que suele inundar titulares en el país y nos obliga a descartar cualquier sarcasmo.

Lo grave es que ese desorden conceptual y cognitivo se traduce en un pésimo gobierno que está dejando incontables víctimas en temas de salud, seguridad, orden público, finanzas y otras áreas, salpicado además por los más grandes escándalos de corrupción que se recuerden de gobierno alguno en Colombia. 

Lo triste es que hay quienes, a pesar de todas las evidencias sobre su desconexión con la realidad e ineptitud como gobernante, le siguen creyendo y simpatizan con él. El hecho de que, según las encuestas, más del 30 por ciento de los colombianos aún tengan una opinión favorable de semejante pantomima en el poder dice mucho de una sociedad. 

Es probable que dicho apoyo parcial tenga distintas explicaciones, entre las cuales podrían sugerirse las siguientes:

1) Resentimiento. El lado populista de Petro canaliza el odio hacia los supuestos culpables de algún agravio real o percibido. 

2) Revancha. Es decir, la mentalidad de "Petro jode a quien yo quiero que joda y hace lo que yo no puedo o no me atrevo a hacer, así me joda a mí también".

3) Sincera convicción o afinidad política o ideológica con su discurso, aunque en la práctica haga todo lo contrario de lo que predica. 

4) Esperanza de que "va a cambiar", y si no ha logrado lo que prometió es por errores menores o porque "no lo han dejado".

5) Decepción total hacia la clase política y el establecimiento en general, junto al sentimiento de "los otros son peores". Una generalización que impide ver cualquier matiz o motiva a aceptar lo que sea.

6) Intereses clientelistas. Gente que se beneficia con contratos, prebendas u otras formas de su conexión con el gobierno. Es decir, los enchufados.

7) Disonancia cognitiva. Personas que no pueden admitir que se equivocaron votando por él, pues sienten que esa aceptación afecta su percepción de sí mismos. 

8 ) Ignorancia o indiferencia. No saben o les da lo mismo lo que sea y lo que pase. 

Nuestro país tiene grandes retos como sociedad, y por eso debemos elegir mejor en las elecciones de 2026. Ojalá los candidatos que lleguen estén a la altura del desafío, y los colombianos también; no sea que se repita en segunda vuelta el trágico dilema que nos tocó en 2022. Es algo que no aguantaríamos; o quizás sí, pero con mucho dolor, siendo un país que ha aguantado bastante en su historia.

Nos merecemos buenos gobernantes, y eso depende de nosotros.

Cabildo hispanoamericsno /  Juan Alberto Correa



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