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| Marii Vargas Llosa y Félix Romeo |

Abby Wu tenía solo 14 años cuando se sometió por primera vez a una cirugía estética.
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| Kim Kardashian y su guardaespaldas Pascal Duvier en París en 2016. |
Un día después del atraco, en octubre de 2016, el ladrón Yunice Abbas se fue a su casa a dormir.

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| Darío Jaramillo Agudelo |
Nacido en Santa Rosa de Osos, Darío Jaramillo Agudelo ha escrito poemas de amor, libros sobre fantasmas, ensayos sobre la canción popular y el arte colombiano.
No nos llamemos a engaños: los recitales suelen ser aburridos o engañosos. A veces un poema escuchado en la voz de su autor pierde la potenciaque transmite cuando es leído por uno mismo.
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| Gonzalo, Alvaro y Morgana Vargas Llosa con las cenizas del padre |
La historia de amor entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, que durante años acaparó la atención de los medios, culminó de forma discreta, aunque no exenta de tensiones internas. Ahora, meses después de su ruptura, han salido a la luz nuevos detalles: los hijos del Premio Nobel de Literatura desempeñaron un papel crucial para evitar que el escritor contrajera matrimonio con Preysler, motivados en gran parte por preocupaciones económicas relacionadas con la herencia familiar.
Recuerdo que Pereira, el maravilloso protagonista de la novela de Antonio Tabucchi, se preguntaba siempre por el misterio de la resurrección de la carne. El loco descreído de Javier Cercas, en preparación de su viaje al fin del mundo, a Mongolia, se pregunta y pregunta obsesivamente sobre lo mismo: sobre el hecho de que lo que de verdad quieren creer los creyentes es que uno no se muere del todo, sino que al morir adviene a algún tipo de vida después de la muerte.


No sé si fue Juan Luis Cebrián, su primer director, o Jesús de Polanco, el principal accionista de EL PAÍS, quien fijó una línea desde el inicio, pero lo claro es que quien lo hizo tenía una idea muy moderna de la prensa escrita, porque la aparición de EL PAÍS, en plena Transición, fue de lo mejor que tenía que ofrecer España en el nuevo régimen. Todo era novedoso, incluyendo la diagramación y el formato, pero lo más importante era la veracidad de la información, el hecho de que las cosas de las que se daba cuenta en los textos correspondían a una verdad que podían verificar los lectores mediante sus conflictos con la realidad siempre cambiante. Esa fue la gran revolución que introdujo EL PAÍS en el mundo de las noticias, en una época en que los españoles (y latinoamericanos que vivían todavía en dictadura) estaban ávidos de prensa libre: una clara diferencia entre las cosas que defendía el diario, sus opiniones, y las cosas que el periódico informaba o anunciaba, comprobables simplemente prestando atención a lo que sucedía o iba a suceder. Después de tantos años de propaganda, los españoles no estaban acostumbrados a esa división entre la verdad de los hechos y la opinión. La revolución que supuso el diario tenía este carácter singular: los hechos reales, por un lado, y, por el otro, lo que el diario defendía o atacaba.
Para gustos, disgustos. La literatura no es una clasificación. Pero con la pérdida de Mario Vargas Llosa se hizo habitual e inevitable la comparación entre dos hombres que se llevaron fenomenal y que terminaron fatal, con puñetazo incluido de Llosa a García Márquezpor intentar, según la leyenda, liarse con su mujer Patricia.
Por allá en 1993 salía la primera edición de este libro por Comfamiliar del Atlántico, tras ganar en la segunda versión de este concurso que ya es toda una institución, pero que para 1991, año en el que ganó, apenas estaba surgiendo. Dicha edición, más que príncipe, se podría considerar primigenia y embrionaria de lo que sería después esta magnífica obra, ya que solo contaba con dos relatos que pasarían a las siguientes ediciones: “Caperucita Roja” y “El sapito que comía princesas”.
Posteriormente, el libro lo vería Calibán y lo propondría a Fernando Rojas, el gerente de Panamericana Editorial, quien, según me contó alguna vez, le pidió a Triunfo que ampliara el relato y a raíz de esto cobraría forma la colección de diez relatos que circularon por varios años, con una curiosidad adicional: este fue el primer libro que el por aquel entonces joven Alekos ilustró para Panamericana Editorial, y que abrió la puerta para muchas otras colaboraciones y libros de este genio-artista-duende en esta casa editorial.
De dicha colección, cuya edición cuidaría Calibán, se resalta su irreverencia frente a la tradición literaria de los cuentos de hadas, desacralizando sus arquetipos y trayéndolos a una mentalidad moderna plena de humor e ironía: por ejemplo, el lobo ya no es la presencia ominosa de Caperucita Roja ni la que enfrentan los tres cerditos (me permito aventurar que la elaboración que hace Triunfo de estos tres hermanos prefigura, por su carácter travieso, a los de David Wiesner), mientras que princesas bizcas, príncipes tontorrones y hasta el diablo desfilan por esta edición que en 1997, con una sociedad aún más conservadora en sus ideas sobre la infancia y lo que “se debía leer”, fue bastante osada; creo que es justamente ahí donde radica su actualidad, su frescura y el hecho de que se mantenga como un clásico de la literatura infantil latinoamericana; claro, además de algunos guiños y doble sentidos que solo entenderemos los lectores adultos. Toda una apuesta editorial.
Casi veinte años después, en 2015, Caperucita se fue con los españoles.
El libro tuvo una nueva edición en Ediciones SM y así se sumaba al fondo de la casa de Daniel Keyes, María Gripe, Joan Manuel Gisbert, por nombrar solo algunos en el mercado extranjero, o de Ivar da Coll, Claudia Rueda o Luisa Noguera, en el mercado nacional. María Fernanda Paz-Castillo cuidó esta edición para la querida colección de El barco de vapor; en este título, revisado y actualizado por Triunfo, se incluyó por primera vez “Las razones del lobo”, una vuelta de tuerca interesantísima sobre estos relatos, ya que algunos personajes abordan al narrador y le reclaman por la forma en la que los describe: así, además de desacralizarlos, Triunfo los saca de los relatos y los pone en un nivel que rompe la cuarta pared de una manera que nos recuerda de nuevo a Wiesner y a otros autores que han jugado con esta propuesta estética en el ámbito narrativo, como Unamuno o Macedonio Fernández.
La edición de SM contó con las ilustraciones de Mateo Rivano, lo que le dio una nueva vida al libro y tendió un puente interesante entre dos propuestas visuales que, aunque separadas en el tiempo, constituyen una misma mirada irreverente y diferente sobre el acto de ilustrar (en la otra orilla, me refiero, claramente, a Alekos). El arte del libro tiene la firma de Camila Cesarino.
El fin de la aventura de Ediciones SM en Colombia trajo también el fin del coqueteo de la Caperucita con editoriales internacionales y, tras varios años de tira y afloje, Triunfo decidió que volviera a su primera casa: Panamericana Editorial. Un reencuentro que también, como en el eterno retorno, tuvo como protagonista a Fernando Rojas.
Como la persona encargada de cuidar esta edición, para mí esta obra fue todo un reto. Sopesamos cada aspecto narrativo y físico del libro durante días y días de trabajo, desde el manuscrito con los comentarios de Triunfo, hasta comparaciones con las ediciones anteriores, análisis del papel que se usaría, el diseño que tendría, en fin, toda una aventura con un autor exigente y con el que logramos tener el libro que queríamos.
Para esta nueva edición, publicada en 2025, agregamos varias cosas: primero, un nuevo (y según dice Triunfo) último cuento, “Las razones de Blancanieves”, un relato urbano de princesas en pantalones y sandalias, con el caótico centro de Bogotá como trasfondo. Para mí, la vuelta de tuerca final de esta colección. El relato definitivo que conjuga la total desacralización de los personajes de los cuentos de hadas, cuyas historias ya se han diluido prácticamente en la experiencia humana contemporánea, que también tiene al propio narrador, de nuevo, como testigo y personaje. De igual manera, la posibilidad del libro a todo color permitió jugar y darle una identidad de color a cada cuento, entre otros pequeños gestos gráficos y editoriales que el lector disfrutará, así no los aprecie en la primera lectura. Acá hay que nombrar el impecable trabajo de Martha Cadena, quien cumplió la visión surgida en los desvaríos entre autor, editor y Caperucita.
Insisto de nuevo en labor de constante revisión de esta obra por parte de Triunfo, que me recuerda la de Juan Ramón Jiménez sobre Platero y yo: quizás esta tercera sea la vencida, aunque Caperucita nos ha demostrado que siempre quiere verse más bella, moderna y cercana a sus lectores.
Evento en FILBo:
Más de 30 años de Caperucita Roja y otras historias perversas. Domingo 27 de abril, 5:30 p.m., Sala Jorge Isaacs.
El papa Francisco murió dos veces. La muerte clínica ocurrió a las 7:35 a.m. del lunes de Pascua a causa de un derrame. La muerte teológica tuvo lugar minutos después, cuando el camarlengo entró a la habitación del papa en la Casa Santa Marta, se acercó al lecho, golpeó tres veces la frente del papa con un martillo de plata y marfil y lo llamó por su nombre de pila –«Jorge Mario… Jorge Mario… Jorge Mario»–. Esperó un momento y le susurró: «Vuelves al polvo». Solo entonces el papa estuvo oficialmente muerto y el joyero del Vaticano rompió su anillo-sello.
Marge Piercy
PROMESAS DE INVIERNO
Tomates rozagantes como las nalgas perfectas de los bebés,
berenjenas brillosas como guardabarros lustrados,
ajíes impecables de neón violeta
y reluciente, chauchas trepadoras prolíficas
que crecen como el tallo de Jack bajo los efectos del Viagra,
grandes como ruedas de camión, las zinias que el hongo
nunca marchita, las rosas colgadas
de un arbusto que el chancro jamás tocó,
los arbolitos frutales valientes que ladean
sus adornos inmaculados de frutas de vidrio:
estoy acostada en el sofá, cubierta
de catálogos de semillas, queriendo comprar
demasiadas. Por la ventana cae
aguanieve y un viento ribeteado de
cuchillos de hielo se mete por cada hendija.
Miéntanme, mercaderes de jardines:
Quiero creer en todas las promesas,
creer en tomates de dos kilos
y en dalias más brillantes que el sol
que se comió la escarcha hace unos días.
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| Marge Piercy |
Marge Piercy
LA MÁS CLARA ALEGRÍA
La más clara alegría
es el cese de un gran sufrimiento.
Cuando la campana de hierro se quita de la cabeza,
cuando el clamoroso choque se apacigua en los nervios,
cuando el cuerpo se desliza libre
como la carnada del anzuelo
y el pútrido aire de la ciudad
empieza a bullir en los pulmones.
La luz resbala en miel sobre los ojos.
El austero techo se vuelve merengue.
El cuerpo se desenreda, se despliega
prodigiosamente vacío como un lirio.
Respirar es bailar.
Muda y enteramente
como la albahaca en la ventana
levanto la nariz al sol.
Pablo Picasso, Femme couchée lisant, 1939Musée Picasso, Paris © Picasso
Marge Piercy
LA MUÑECA BARBIE
Esta niñita nació como de costumbre
y le regalaron muñecas que hacían pipí
y estufas y planchas GE en miniatura
y pintalabios de caramelo de cereza.
En plena pubertad, un compañero le dijo:
tienes la nariz grande y las piernas gordas.
Era sana, probadamente inteligente,
poseía brazos y espalda fuertes,
abundante impulso sexual y destreza manual.
Iba de un lado a otro disculpándose.
Pero solo veían una narizota sobre unas piernotas.
Le aconsejaron que se hiciera la tímida,
la exhortaron a que se animara,
haz ejercicio, dieta, sonríe y seduce.
Su buen carácter se desgastó
como la correa de un ventilador.
Así que se arrancó la nariz y las piernas
como para devolverlas a la fábrica.
En el ataúd, expuesto sobre un velo de satén
yacía con el maquillaje de la funeraria,
la nariz respingona de masilla,
vestida con un camisón rosa y blanco.
Qué bonita se ve, decían todos.
Por fin la consumación.
Un final feliz para cualquier mujer.

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| Jorge Ibargüengoitia |
Lunes. Vamos al tianguis de Celaya a comprar ropa usada. Los que la venden, yo creo, la han de comprar por tonelada cerca de la frontera y luego, ya en el interior de la República, la ponen sobre el suelo en montones y venden camisas de Pierre Cardin en veinte pesos, pantalones Prince of Wales en catorce, y usan las corbatas para amarrar los toldos del puesto. Los que la compran son los más pobres de la región: gente que se levanta al alba, se pone camisa y pantalones que en su primera fase costaron unos cien dólares y se va a cargar el rastrojo para darles de almorzar a los bueyes.
***
Jueves. Noche de conferencia. El Departamento de Literatura tiene una manera peculiar de hacer las cosas: anuncia la conferencia a las ocho y media, a mí me ofrecen recogerme a diez para las ocho. A las ocho y veinte, después de tomarme dos whiskies fingiendo estar en calma, salgo a la calle a buscar un taxi. Entre las ocho y media y las nueve llegan a mi casa tres encargados de recogerme y encuentran que ya me fui. Mientras tanto yo he llegado al museo Carrillo Gil, me he quitado la chamarra y, luciendo una de las camisas que compré en Celaya, he sido presentado al público por un joven que sabe mi nombre pero no los títulos de mis obras.
***
El salón, sin estar a reventar, está lleno; el público está compuesto en su gran mayoría por menores de 25 años o por mayores de 60. En la primera fila hay una señorita de 35 años con su mamá, en la cuarta, un señor verde limón, que evidentemente me aborrece, en la quinta, a la izquierda, un joven que cree que lo que voy a decir es tan chistoso que empieza a reírse antes de que yo me siente.


Para entretenerme, cogí las memorias de André Malraux, un libro que he decidido cien veces que no valía el esfuerzo de ser leído, porque los personajes, entre los cuales figuran algunos de los principales líderes del siglo XX, se achican para someterse a la estatura desproporcionada de Malraux y dicen, tímidos y siempre a la orden de su interlocutor, todo lo que el autor de este texto quiere que digan.

La directora de la Biblioteca Nacional de Colombia explica que, aunque la institución ha alojado 10 exposiciones sobre Gabriel García Márquez, ninguna es tan completa, “tan rica”, como la que abre en Bogotá este miércoles 23 de abril. “Llevamos dos años trabajando en esto”, cuenta ella, Adriana Martínez-Villalba, a un pequeño grupo de reporteros en la puerta de la muestra. A su lado habla Jaime Abello, viejo amigo del Nobel y director de la Fundación Gabo, con tono de orgullo: “nunca me imaginé que íbamos a hacer en Colombia la máxima exposición sobre la vida de Gabo, y la estoy viendo. Esta es una exposición irrepetible”.
Toledo
Cuando Marcial Lafuente Estefanía, ingeniero industrial nacido en Toledo y general republicano durante la Guerra Civil, salió de la cárcel después de no exiliarse y entregarse, empezó a publicar sus novelas en una editorial gallega. Antes había empezado a escribirlas en prisión en cualquier pedazo de papel, hasta el higiénico.
SIETE SÍNTOMAS DE LA LOCURA DE PETRO
A propósito de la carta que Álvaro Leyva le envió a Gustavo Petro, cada vez es más evidente que el presidente de Colombia perdió la cordura y está llevando al país a una calle ciega.
Abro hilo sobre los 7 síntomas más evidentes de la locura de Petro.
No se emboben con las distracciones de Petro. Que si la cirugía plástica para estirarse, que si está enamorado, que si la visa americana se la quitaron o es paja. Todo es un circo para distraer. Lo que realmente hay detrás y que nos debe enfocar son sus planes para utilizar emergencias (económicas, etc) para apropiarse de los recursos de los colombianos y financiar su campaña electoral del 26. El resto es irrelevante.
También hay planes para sacar a los jóvenes, así como hicieron en el 2021, y junto con los bandidos crear un ambiente de caos y pánico en las calles. Eso es lo que nos debe preocupar, y sobre eso debemos actuar. No se distraigan.
Como ciudadanos los vamos a derrotar. Lo importante es tener claridad sobre las verdaderas intenciones y los planes de este Gobierno (que no se maneja solo). Fuerza que juntos somos millones.
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| Gustavo Petro |
En una carta explosiva, Leyva acusa al presidente de estar “secuestrado” por su círculo cercano y ejercer abuso de poder. También lanza duras críticas contra Laura Sarabia y Armando Benedetti, a quienes señala de manipular al mandatario.