sábado, 3 de mayo de 2025

Triunfo Arciniegas / El bello arte de pervertir historias

 

Triunfo Arciniegas

El bello arte de pervertir historias

Caperucita Roja y otras historias perversas se ha convertido en un clásico de la literatura infantil latinoamericana, es un festín verbal y un derroche de la imaginación. Luego de más de 30 años llega una nueva edición con nuevos personajes e imágenes inéditas junto al inolvidable humor de Triunfo Arciniegas, con la apuesta visual de Mateo Rivano. 


Jefferson Echeverría
29 de marzo de 2025

De todo creí, menos que los cuentos que alguna vez alimentaron nuestra infancia con fantasías inigualables y viajes sorprendentes, hoy por hoy sufrieran los estragos del tiempo y el deterioro de las circunstancias. Al parecer, las aventuras y los mundos soberanos donde los personajes más ilustres siempre solían triunfar sobre el mal por obra y gracia de Perrault, hace tiempo dejaron de pertenecer a la añoranza infantil. Ahora recorren nuestras mismas calles colmadas de afanes, sufren nuestros mismos golpes de realidad (a veces hasta peores) y, como si fuera poco, están inmersos en unos paraísos entre crueles e inauditos tan similares a los nuestros.

Olvidémonos de las princesas encopetadas enclaustradas en sus castillos relucientes, de bellas durmientes poseídas por hechizos, de los príncipes de aspecto formidable y simpatía angelical que galopan por bosques encantados para auxiliar a esa futura amada con la que vivirán sin penurias en el anhelado punto final del felices por siempre. ¡Nada de eso! Sus destinos ahora han dado un giro tan dramático como exorbitante, pues ya no los hallamos en paisajes ajenos a nuestras posibilidades, todo lo contrario, integran nuestra amada y siniestra atmósfera urbana a un punto extraño de orbitar el caos que configura un auténtico festín literario.

Gracias a su nuevo creador, Triunfo Arciniegas, se distingue un ingenio particular adquirido a lo largo de dos décadas y media al momento de revivir los clásicos del cuento y darles un sentido auténtico que bien puede parecer a primera vista una parodia. Sin embargo, nos basta saborear un estilo envolvente y dejarnos seducir por un sinfín de palabras hechas imágenes sonoras, para darnos cuenta que en cada relato emerge un hechizo único capaz de erizarnos el corazón. La magia en sus descripciones se une al deleite de las voces con que los personajes dan vida a sus misterios, ofreciendo un resultado literario ejemplar y magnífico.

De esta bella locura encontramos una cara ladina, cruel y abominable de una Caperucita Roja, quien se vale de su falso encanto para perjudicar al lobo y así mismo cumplir un propósito macabro. El lobo, quien toma la vocería en este relato, nos confirma su versión más humana e ingenua. Está dispuesto a demostrar su amor ciego hacia Caperucita. Pero el destino siniestro de este romance fallido prontamente se convierte en un final tormentoso concebido por las trampas de una Caperucita que es capaz de hacer lo que sea con tal de dar rienda suelta a sus caprichos.

La fama de los tres cerditos se caracteriza por concederle al lobo sus primeras hazañas, quizás como un recurso común para agrandar sus esperanzas voraces, así como para desentrañar un sentimiento de perplejidad en los lectores; no obstante, el giro humorístico de esta historia nos permite presentir la caída del lobo de principio a fin. Durante todo el relato los cerditos se valen de varios embustes con el fin de avergonzar al pobre lobo y desatar risotadas en quienes disfrutan burlarse del dolor ajeno: desde garrotazos hasta disfraces de simios en bicicleta son los detalles que condensan una aventura jocosa.

El cuento “La princesa y las pulgas” nos enseña que, para el amor, no existen barreras, ni siquiera cuando la cama de un príncipe torpe está cundida de estos bichos. Cabe aclarar la ironía del cuento, pues parece que el rey está más obsesionado por conseguirle una pareja digna de un gran linaje a su hijo que por encargarse de otros menesteres más urgentes. Pero si de fuerza de amores imposibles hablamos, qué mejor oportunidad para mencionar el extraño relato de “El sapito que comía princesas”: con el drama del desprecio consumiéndole el orgullo, el sapito alimenta sus más recónditas frustraciones entre versos ilustres y un deseo turbio por devorar princesas que le permita aliviar un poco su dolor.

El señor de la barba azul divide sus días en hazañas de una guerra que lo elevan a una fama indiscutible, un encuentro casual con una tal Pascuala, de cuya amistad brota un árbol de medallas y un golpe de suerte que prolifera en un amor y desencanto hacia su amada. En cambio, para demostrar un ejemplo valioso sobre cómo podemos superar las frustraciones físicas gracias al engrandecimiento del alma, pese a los reproches humanos, en la historia “El secreto de la princesa” se nos revela la verdadera virtud de un ser imperfecto que no espera otra cosa en esta vida sino amar los errores comunes de su condición humana, ignorando muchas veces el horror del escarnio y las murmuraciones de aquellos amantes de lo superficial.

Cuando un relato teje peripecias continuas, uno se da cuenta que ha sido testigo de pequeños y paralelos universos. En la “Fábula de la pequeña bella durmiente”, María Angélica no solamente asume el desafío de preservar el cadáver momificado de su abuela Anastasia a la espera delirante de acoger los suficientes invitados para un funeral digno de la grandeza familiar, sino también está envuelta en un dilema de desamor por haber cometido el absurdo arrebato de despreciar los sacrificios de su amado príncipe Lázaro. En la siguiente historia, “El país de las bellas durmientes”, Triunfo comete la locura de enamorarse perdidamente de Rosario de los Vientos. Es tanto el fervor profesado hacia su novia, que decide recorrer varios lugares con tal de conseguirle su anhelado unicornio. Lo que parece una búsqueda imposible, se convierte en una exploración a través de sórdidos paisajes y encuentros inesperados con personajes históricos.

“La princesa, el gato y el diablo” es la fabulosa historia de Francisca, una princesa de piel negra que inventa todas las triquiñuelas posibles para ahuyentar a los pretendientes que circundan el palacio. Todo resulta un intento inútil hasta que aparece de la nada un tipo de maneras muy refinadas y presencia cautivadora: su comportamiento sobrenatural no solamente logra espantar a la chusma de pretendientes que asedian a la princesa sino también desata un hechizo abrumador en todo el pueblo. En el relato “El caballo del príncipe” nos deja una enseñanza valiosa y de gran peso sentimental: que el amor es como un caballo que lleva a cuestas un príncipe excesivamente gordo y una princesa humilde, es decir, capaz de soportarlo todo.

Ilustración: Mateo Rivano

En la historia “Las razones del lobo”, finalmente hay una confrontación literaria entre Triunfo y el lobo. Lo que parece una conversación pacífica de cafetería, prontamente se convierte en un reproche sutil por parte del lobo quien ha asimilado los golpes de realidad con resignación, sin embargo, no pierde la oportunidad de preguntarle a su creador las razones por las que decidió emplear en él un destino tan crudo como infortunado a lo largo de sus relatos. Y la última pincelada de realidad trastocada que compone esta amplia colección de relatos, sin duda la protagoniza una Blancanieves de estilo muy rolo que está sobreviviendo a sus penurias. Mientras trata de empeñar un televisor para cubrir sus deudas más esenciales, aparece un salvador que no solo la desvara, sino también descubre en ella un encanto peculiar en forma de un lunar que decora su cuello y justifica su estado lamentable.

Gracias a la edición de Julian Acosta Riveros, las fabulosas ilustraciones de Mateo Rivano y la diagramación de Martha Cadena Iván Correa, Panamericana Editorial exhibe una obra inmortal colombiana bastante llamativa tanto en calidad narrativa como en estética de contenido. Esta recopilación de cuentos del maestro Triunfo Arciniegas representa una colección magistral que demuestra cómo se puede llegar a pervertir historias a través de un arte mágico por medio de palabras efusivas y encantos singulares.


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