domingo, 18 de mayo de 2025

Petro / Basta de chantajes

 


Basta de chantajes

Cada vez que Petro no obtiene lo que quiere, amenaza con paros, movilizaciones, ‘procesos constituyentes’ y demás.



Thierry Wayss
17 de mayo de 2025

El presidente Petro se equivocó de vocación. Lo suyo no era liderar una sociedad plural como la colombiana ni administrar un Estado con eficacia, sino liberar a un pueblo de la esclavitud y guiarlo hacia la tierra prometida. Como Moisés, con quien se comparó una vez.

Esa autopercepción mesiánica explica que Petro sea incapaz de aceptar con serenidad un suceso normal en cualquier democracia: que el Congreso le niegue algo al Presidente. Solo un ególatra convencido de ser el único representante del pueblo asume ese hecho tan habitual como una declaración de guerra. Pero así son los profetas: no concilian con nadie, ya tienen la verdad revelada.

Por eso le resulta inconcebible que el Senado le tumbe la consulta popular con que pretendía anticipar las campañas electorales del año entrante. Es tal la confianza que se tiene que solo una trampa podía explicar esa derrota, así que enseguida salió a denunciar un fraude que no existió. Ha debido considerar, más bien, que a lo mejor no fue buena idea llamar “h. p.” a los senadores que votarían la medida. No sé, digo yo. En cualquier caso, ¿qué le hace pensar que su consulta representa mejor la voluntad del pueblo que el propio Congreso? ¿Acaso ambos no dependen de procesos electorales caracterizados por las mismas virtudes democráticas y los mismos vicios clientelistas del país?

El hundimiento de la consulta, además, revivió la reforma laboral cuyo archivo la había motivado. Por tanto, si al Gobierno de verdad le preocupan los derechos de los trabajadores, como afirma, tiene la oportunidad de demostrarlo. Pero no: el Presidente dijo que presentará otra consulta, con ñapa, pues viene con una pregunta adicional sobre la regulación del precio de los medicamentos. Una pregunta innecesaria, dado que el Gobierno ya tiene la potestad de regularlos. Pero el punto no son las preguntas en sí, sino cómo aprovecharlas para hacer demagogia electorera financiada –eso es lo más sabroso– con nuestros impuestos.

Solo un ególatra convencido de ser el único representante del pueblo asume ese hecho tan habitual como una declaración de guerra. Pero así son los profetas: no concilian con nadie, ya tienen la verdad revelada

No contento con lo anterior, el Presidente invitó a sus seguidores a declarar una huelga o paro general este fin de semana.

Curioso caso este, el de una administración que llama a paralizar el propio país que dirige. Semejante despropósito subraya el desprecio de Petro por el aparato productivo nacional: por millones de personas, empresarios o asalariados, cuyo quehacer cotidiano paga los impuestos que el Pacto Histórico vampiriza con su estatismo enfermizo.

Pero Petro lee mal el momento. No estamos en 2021. La mayoría de los colombianos no claman por un nuevo “estallido social”, sino por que los dejen trabajar, estudiar, progresar, cuidar de sus familias, vivir sin miedo. El treinta y pico por ciento de favorabilidad que el Presidente tiene en las encuestas corresponde a personas que, cuando les preguntan, respaldan con mayor o menor convicción las medidas del Gobierno, pero eso no significa que estén ansiosas por salir a las calles a apoyarlo. El porcentaje de ciudadanos motivados a eso es muy inferior al índice de favorabilidad del Presidente. Y de esos, muchos no saldrían si no fueran empleados o contratistas públicos que arriesgan el cargo o el contrato si se niegan.

No obstante, cada vez que Petro no consigue lo que quiere, convoca a esa minoría a las calles, buscando que, bajo amenaza de paros, movilizaciones, “procesos constituyentes” y demás, la sociedad se amedrente y le conceda al Gobierno lo que las instituciones le impiden. Pero ese recurso se agota. Salvo cuando hubo manifestaciones preexistentes, como la del Primero de Mayo, las convocatorias del Presidente han sido lánguidas. Y la caída de la consulta en el Senado demuestra que el país les perdió el miedo a las provocaciones de la Casa de Nariño. Ya basta de chantajes.

EL TIEMPO

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