miércoles, 24 de enero de 2024

Patricia Highsmith / Diarios / 1947



Un testimonio de 1200 páginas, en el que se muestra visceral y descarnada, con una incansable pasión por escribir y vivir

"Diarios y cuadernos", donde Patricia Highsmith se quita todas las máscaras

Son sus escritos privados, 18 diarios y 38 cuadernos que recorren toda su vida, de los que se seleccionó el tomo que acaba de publicar Anagrama. Radar presenta un extracto del año 1947, en el que se debate entre amores y trabajos mientras escribe su primera novela, Extraños en un tren.   

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1947

1 de enero He llamado a Ginnie mientras me tomaba el primer martini. Y he preparado algo de comer en casa. Ginnie con sus pantalones grises, los de las dos rayas verdes, muy feliz, confiada, con aire cómodo mientras paseaba de aquí para allá por la habitación hablando de la gran fiesta de Dupont. Hemos llamado a Rosalind, nos ha invitado y hemos ido a las 11. Me ha recordado la noche que le presenté a Joan S. Entonces yo también estaba borracha y muy ilusionada con que R. conociera a mi amante. Bobadas infantiles.

6 de enero Es extraño cómo (el alcohol) se filtra lentamente en el cerebro. ¡También nerviosa y preocupada porque no he pasado una noche tranquila en toda la semana! Tengo algo parecido a resaca todas las mañanas. ¡Y aunque estoy perdiendo sueño, me siento mucho mejor cuando he hecho el amor! ¡Entonces me siento con la fuerza de los ángeles!

8 de enero Leyendo a Kierkegaard. Y a Hannah Arendt sobre el existencialismo. Ella encaja con mi personalidad, creo. Quiero estudiar más a Kierkegaard.

12 de enero Estoy muy eufórica últimamente, pero estoy enamoradísima de Ginnie. La quiero de verdad. ¿Qué requiere el amor? Tiempo para llegar a conocerse mutuamente. ¡Ahora me siento muy sola cuando paso una noche a solas en casa! Eso significa que pierdo seguramente tres horas (de tiempo o sueño, y por tanto de trabajo y pensamiento) todos los días. Pero ella lo vale.

29 de enero Estoy leyendo a Dostoievski. Me ayuda mucho, ¡con sus exclamaciones, sus confusiones! Me hace expresar lo que quiero.

30/1 Una tendencia probablemente saludable en mí: prefiero leer ciencia en lugar de ficción cuando escribo una historia tirando a insólita. Y cuanto más insólita es la historia, más lo hago, y me deleito observando plantas y animales, la oronda curva del vientre de una pececita de colores, por ejemplo, la delicada armadura, destellante cual metal precioso y apenas terrenal, que protege el pequeño receptáculo de los huevos, lo más preciado del mundo para ella. Cuando me siento así, entonces sé que el tempo de mi vida se ajusta a mi propio tempo interno y constante y, quiera o no, al margen de todo lo demás, me siento feliz.

31/1 Un escritor no debe considerarse un tipo de persona distinto de cualquier otro, pues este es el camino que lleva al promontorio. Ha desarrollado cierta parte de sí mismo que todo hombre alberga: la capacidad de ver, de poner por escrito. Solo si entiende este humilde y heroico hecho puede convertirse en lo que tiene que ser, un médium, un vidrio entre Dios a un lado y el hombre al otro.


12 de febrero Anoche recibí la visita de Jean C., que quería probar la máquina de escribir: empezará a trabajar en un sitio donde tiene que escribir a máquina dentro de poco. He hecho muchos quehaceres en casa. ¡Cómo me gusta tener una mujer en casa! ¡Qué feliz y satisfecha estoy! Y ella me miraba sin parar: ¡tan atenta y entregada y me quería tanto! Una (pequeña) sorpresa hacia medianoche, después de que hubiéramos hojeado un montón de libros de arte. «¿Qué harías si te besara?» Y la he acercado a mí. Ha sido muy dulce. Y me he sentido un poco culpable.

18 de febrero He ido con Jean C. al cine a ver Tempestad de almasdespués de cenar. Jean me aporta una especie de realidad que me resulta muy atractiva. Tengo algo muy diferente con Jean de lo que tengo con Ginnie. Jean me ha contado la historia de su vida durante la guerra. Una desagradable llamada de teléfono con Ginnie, que estaba muy borracha, y me ha dicho lo diferentes que éramos porque ella prefería tomarse las cosas más a la ligera y que yo la desdeñaba porque no era lo bastante “intelectual”. Después de 45 minutos estaba tan asqueada –aunque sé que yo misma he alimentado ese asco– que me ha parecido conveniente que J. C. se quedara a dormir.

1 de marzo Estoy trabajando en el cuento “Nadie ve el final”. Madre lo leyó ayer junto a la chimenea, sin parar, lo que es buena señal. “Es interesante”, dijo. Y luego: “¿Crees que escribirás siempre sobre situaciones tan extrañas?” Le aseguré que sí, que viene siendo el camino que sigo desde hace dos años.

6/3 Un año trascendental de mi vida, el de los veintisiete, lo sé. (¿Acaso no son todos los años más trascendentales después del crucial de los veinticinco? Hasta el más grande de todos, el de los treinta; en sufrimiento, no necesariamente en acción.) Poseo una felicidad mayor, una mayor capacidad de sentir, y con ella por primera vez una mayor preocupación por el problema de ganarme la vida. Se avecina el clímax. Veo dos vidas como las de una V que se estrecha lentamente: la línea del destino, con todas las alegrías de la creatividad y su certeza, la línea del mundo, la miseria de Pandora con el dinero, ganarlo, conservarlo, gastarlo.

8/3 Es la resistencia lo que cuenta, al hacer el amor, al escribir un cuento o una novela. Hay que hacerles el amor a todos los temas. ¡Ese es el gran secreto del universo!

12 de abril Estoy leyendo la correspondencia de Dostoievski. Qué maravilla. Es una pena que no consiga que interese a G. Le doy muchísimas cosas a leer, y no saco nada en limpio. Esta noche, quería ver a “gente”. Así que después de cenar en el restaurante, hemos ido en coche a ver a Texas E. Un rato muy agradable. Luego hemos ido las dos al Soho (un Bistro Night Club), donde me he aburrido como una ostra. Y cuando hemos vuelto a casa a las 11.15, he tenido que echarme a llorar. De pronto tenía la sensación de que era todo imposible. El cuento de siempre: quiero quedarme en casa y leer, y ella quiere salir. Quiero que busque a otra persona para sus veladas. Ginnie dijo que estas diferencias siempre las contrarrestan hombres y mujeres: que de alguna manera se las apañan para seguir siendo felices, etc. Y aunque no recuerdo sus palabras con exactitud, supe en ese momento que tenía razón. Yo soy la estúpida seria. He leído The Paris Review hasta las 12.30: sobre Kafka y gente como yo, hasta que me he empezado a sentir fuerte y feliz otra vez.


18 de abril Trabajo. He visto unos cuadros de Picasso, que ahora me gustan cada vez más. ¿Por qué hace cuatro años no? ¡Pero sus bocetos son asombrosos! Dios, si un artista es tan bueno que todo movimiento, casi cada respiración, es pura belleza, debe de sentirse más cerca de Dios, aunque le pese.


30 de abril El editor de la revista The Writer me invitó a escribir un artículo sobre “ganarse la vida escribiendo”. Me eché a reír. ¿Qué sé yo de ganarme la vida? Pero me siento muy halagada y me gustaría escribir algo para él.

11/5 Que los fallos de un individuo nunca están del todo más allá del perdón, son imperdonables: esta es quizá la única entrada adulta que he escrito en estos quince puñeteros cahiers.


20 de mayo He cenado con Jane Bowles. Unos cinco martinis, idea suya, antes de la cena, que me han dejado hecha polvo. Me he comportado como una estúpida, y no voy a decir nada más al respecto. Las dos estábamos muy borrachas. Solo ha habido buena conversación antes de la cena. “Ginnie es espantosa y espantosamente atractiva”, ha dicho.

28 de mayo Estoy pensando en mi novela. J. Bowles dijo: “No planifiques. Siempre es mejor escribir primero, luego reelaborarlo”. Solo quiero una idea potente, clara. He hablado mucho con Ginnie cuando estábamos tumbadas en nuestras dos camas. He dicho que no estaba segura con respecto a ella, que no teníamos lo bastante en común. (¡Por no hablar de que no tengo suficiente vida sexual! ¡Hasta que ella esté sana y animada otra vez!) He tenido que decírselo, tenía que saber si me quería de verdad o no era más que un mero consuelo. Yo era consciente de que estaba cansada, nerviosa, había bebido demasiado (lo que es bueno para el trabajo). Y de pronto Ginnie estaba enfadada, me ha golpeado con los puños y, cuando he intentado protegerme y me he incorporado en la cama para que no pudiera seguir peleando, me ha llamado cobarde, claro.

3/6 Llamadas telefónicas. Odio en especial las conferencias de larga distancia, incluso cuando no tengo que pagarlas. La distancia es tan emocionante, tan misteriosa, tan sometida al tamaño de la Tierra, después de todo, y a las limitaciones de la aeronáutica, que no la quiero desterrada, en absoluto, por una voz humana.

23 de junio He comenzado mi novela. Es difícil empezar. Quiero una primera parte breve en la que se presente a los dos chicos y la posibilidad del asesinato. Después de este prólogo, el relato empezará lentamente, de una manera agradable.

17/7 El terror mortal, el terror de la mente mortal: pasaré la vida sin encontrar nunca con certeza una tercera parte de los ingredientes de esa fórmula especial de mi propia felicidad. Soledad, tranquilidad de ánimo, excitación de los sentidos, gente, aislamiento, éxito, fracaso, ventaja e inconveniente, glotonería y abstinencia, recuerdo y ensueño, transfiguración y realidad, amor correspondido y no correspondido, el amante fiel y el infiel, fidelidad y experimento, curiosidad y resignación, todo esto fluye de mi pluma en muchísimo menos tiempo del que se tarda en escribirlo. Pero ¿cuándo y con qué nivel de cada uno de ellos viviré? ¿Y qué he pasado por alto, qué he incluido que no necesito? El hombre debe luchar de acuerdo con su propia naturaleza torturada. A los veintiséis años declaro que perezcan los psiquiatras que querrían moldearme. A aquello a lo que soy ciega, seguiré siendo ciega. Su visión me privaría de lo que veo.

28/8 Cómo escribo hoy en día: (¿o acaso le importa a alguien?). Hago todo lo posible por eludir una sensación de disciplina. Escribo en la cama (la cama hecha, yo vestida por completo, aunque no decentemente) tras haberme rodeado de cenicero, tabaco, cerillas, una taza de café caliente, un pedazo de dónut rancio y un platillo de azúcar en el que untarlo después de mojarlo. Adopto una posición lo más fetal posible que aún me permita escribir. Un útero propio.

3/9 Consejo a una joven escritora: acércate a la máquina de escribir con respeto y formalidad. (¿Voy peinada? ¿Llevo los labios bien pintados? Sobre todo, ¿tengo los puños de la camisa limpios y debidamente retirados?) La máquina no tarda en detectar cualquier indicio de irreverencia y tomar represalias, por partida doble, y sin el menor esfuerzo. La máquina está sobre todo atenta, es sensible como tú, mucho más eficiente en sus tareas. A fin de cuentas, durmió mejor que tú anoche, y un poquito más.

4/9 La primera novela: mejor algo grande y descabalado que la pequeña joya artística, un ejercicio reservado para la hosca vejez.

4 de septiembre Sola. He trabajado. Duermo cada vez menos, unas tres o cuatro horas. Cuando empiezo a quedarme dormida, noto una especie de súbita excitación, un despertar del cerebro, o pienso, probablemente, más que nada, en Sheila con mi Ginnie, y el corazón se me colma de ideas asesinas hasta que ya no puedo dormir.

20/9 ¿Tengo un compromiso con la mala salud? ¡Ruego a Dios que no! Quiero vivir mucho tiempo. A veces siento que no puedo. Algo me empuja hacia lo destructivo, que es una necesidad para llegar a ver.

21 de septiembre Trabajo. Muy feliz: la novela va mejor. Vive en mi corazón, al menos. Y es lo único que puede hacerme feliz hoy en día. Debería señalar que el día de hoy tendría que estar escrito con tinta roja, porque Rosalind me ha preguntado si me gustaría vivir con ella en una casa en el campo. Es una idea. Las dos estamos insatisfechas con nuestras vidas en Nueva York: una está o bien solitaria o bien agotada, es imposible. ¿Qué ocurrirá? ¿Cuánto dinero tendré dentro de un año? ¿Dónde estaré? ¿Con quién? Y, sin embargo, Rosalind (también Tex) dijo, cuando le conté mis problemas: “Ay, dentro de dos meses tendrás alguien nuevo en quien perderte”. Ya veremos.

30/9 Haz siempre, o casi siempre a menos que interfiera con un deseo específico de trabajar, haz siempre lo que quieras hacer.

3/10 No te preocupes nunca por un personaje, está relacionado con los misterios de la concepción. Desde el comienzo más ínfimo, un personaje está vivo o no lo está. Y, sin embargo, como en la vida real, el bebé enfermizo y rubito puede convertirse en un bruto moreno, rebosante de vigor, o el niño robusto en el objeto de las obsesiones hipocondriacas de sus padres.

4/10 Dedicatoria: a varias mujeres, sin las que este libro (sea lo que sea) no se podría haber escrito. ¡Dios! (¡No Dios salve a las mujeres!) ¡Las adoro! ¡Sin ellas no haría ni podría hacer nada! Todos y cada uno de los movimientos que hago en este mundo lo hago de algún modo por las mujeres. ¡Las adoro! Las necesito como necesito la música, como necesito los dibujos. Renunciaría a cualquier cosa visible al ojo por ellas, pero eso no es decir gran cosa. Renunciaría a la música por ellas: eso es decir mucho.


13/10 No olvides la paciencia. Porque la tengo en tanta abundancia que me inclino a darla por sentada, y sin embargo en mí no siempre está presente.

15/10 Sobre la relectura de algunos de mis cuadernos: son un espejo de una mente tirando a mala que se debate con increíble perseverancia, curiosidad infatigable, en todas direcciones al mismo tiempo, sin seguir nunca una dirección el tiempo suficiente para pensar un tema hasta el final.

23/10 4.00 de la madrugada. No puedo vivir sola con salud. Por la noche, sola, despierta después de dormir, enloquezco. Leo a Gertrude Stein. Como igual que un gigante ciclópeo, solo que el vino y el whisky no me hacen dormir. No deseo a nadie indefinida ni específicamente: me limito a decir, si tuviera a tal y cual, ahora no estaría loca. Carezco de discreción, juicio, código moral. No hay nada que no estaría dispuesta a hacer: asesinato, destrucción, prácticas sexuales repugnantes. No obstante, también leo la Biblia. Mi ser está desgarrado por la frustración igual que el telón delante del falso templo. Sí, ansío conocer una mujer hermosa en una minúscula mesa negra en alguna parte, y besarle la mano, y hablar de cosas que le encanten. Ansío despojarme del mismo modo que ansío despojar mi arte de todo lo superfluo que lo corrompe. Debe de ser lo primero en mi trabajo. Bebo whisky para sumirme en el estupor y lamento lo que le hace a mi cuerpo: células adiposas, deterioro del cerebro, sobre todo complacencia en una dependencia de la materialidad cuando lo que me impide conciliar el sueño es un intangible espiritual.

29 de octubre No he sabido nada de Ginnie. ¿Por qué? Dios, qué distinta habría sido mi vida, mejor, más hermosa y más excepcional si siempre hubiera llevado camisas de cuello blanco, hubiera ido a misa todos los domingos y vivido con mis padres. De un tiempo a esta parte, no soy tan disciplinada como siempre, y me perturba el alma.

26/11 Se adquiere sabiduría en la ebriedad y en las pesadillas de las profundidades del sueño torturado, que son ambas contrarias a Dios y a la felicidad, pero no a la naturaleza. Por la noche soy yo misma, al mismo tiempo yo y una máquina, una máquina intuitivamente precisa. Por la noche, puedo trabajar sin más, por intuición. La noche no es tiempo de nadie sino mío. Por la noche no me llama nadie. En el silencio, oigo mis propias voces.

3/12 El impulso de beber es el mismo impulso que empuja a uno (hombre o mujer, pero sobre todo mujer) a sumergirse en la persona amada, a perderse y desprenderse de la identidad.

3 de diciembre No ha sido un día tan bueno, porque he tenido que escribir una sinopsis. ¡Este horrible asunto de tener que ganarse la vida! ¡Algún día me liberaré de eso! ¡Me liberaré por completo! Tener a Jeanne –y no sé qué significa “tener”– es lo que ahora me salva. Sí, me salva. Nos necesitamos tremendamente. Le dije: “No intentes quererme”. Lil está muy interesada en mí y en Jeanne. “Pero ¿no estás aburrida?” “No”, le contesté. Las chicas con las que me acuesto son mujeres para mí y no quiero una mujer intelectual. Valoro mucho más la ternura, valoro mucho más el amor de verdad. Valoro mucho más una sonrisa llena de amor. ¡Es curioso cómo con Jeanne y Lil, con la clase de dibujo, he cambiado por completo mi círculo de amistades! Y me gusta. Sobre todo, me gusta ver a Jeanne más feliz. Cada día está más feliz, y se nota. Perdió cerca de cuatro kilos después de Tex. Esta no- che me ha invitado a su piso (a tomar un vaso de leche) y ha sido... eso es, delicioso. Ha sido una velada que habría disfrutado si hubiera sido un chico que quisiera casarse con ella. Y ella era lo que yo quería: una dama, un auténtica aristócrata.

17 de diciembre Hoy quería escribir, pero ¿cómo, cuándo? He visto A Electra le sienta bien el luto, la mejor película que he visto en Norteamérica. Tres horas de tragedia despiadada, pero ves la vida, aunque por medio de asesinatos y suicidios. Eso es lo que quiero en mi libro.

28 de diciembre Estoy sola. Escribo otra vez en el cuaderno en el que Ginnie escribió en la primera página: “¡Quiero a mi amor!” Cinco, seis páginas por las dos caras al día. Tucker cometerá el asesinato mañana.

30 de diciembre Un gran día hoy: he escrito el asesinato, la raison d’être de la novela. Tucker ha efectuado sus dos disparos. ¡Y el señor Bruno ha muerto! Tengo la sensación de que hoy ha ocurrido algo en mi interior. Soy mayor, bastante más madura. El asesinato de Tucker era un trabajo arduo y necesario para mí, un gran paso. Casi alcanzo a ver las arrugas de la edad en mi cuerpo. He vuelto a casa sola, muy satisfecha y feliz. No quiero casarme. Tengo mis buenas amistades (la mayoría judíos europeos) ¿y chicas? Siempre tengo las suficientes, tengo lo que quiero, me parece. Asimismo: Valerie Adams, Kingsley, Lil, Jeanne, Joan, gente que me ha dado la sensación de que ya he alcanzado cierto éxito en mi trabajo. Eso me hace sentir preocupada y cautelosa.

31/12 2.30 de la madrugada. Mi brindis de Año Nuevo: por todos los demonios, lujurias, pasiones, codicias, envidias, odios, extraños deseos, enemigos espectrales y reales, el ejército de recuerdos, con los que batallo; ojalá nunca me den tregua.

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La historia detrás de los diarios y cuadernos

La vida secreta de Patricia

Por Anna Von Planta

La última casa de Patricia Highsmith, imponente y austera, parecía una fortaleza, con solo dos ventanas a la calle de aberturas estrechas. La escritora concedía escasas entrevistas, que podían basarse en temibles monosílabos por toda respuesta. Y se negó a autorizar cualquier biografía en vida. De tal modo que, durante años, adentrarse en su obra constituía la única manera de conocer a Patricia. Por eso a su muerte causó mayor sorpresa si cabe el descubrimiento de cincuenta y seis gruesos volúmenes de escritura personal, pulcramente guardados en el fondo del armario para la ropa blanca. Una larga y ordenada hilera de dieciocho diarios y treinta y ocho cuadernos que ofrecía, en conjunto, un testimonio de casi ocho mil páginas.

Pat designó a Daniel Keel albacea literario de su patrimonio, de modo que recayó sobre él la tarea de dirimir el destino final de estas páginas. Fundador del sello editorial suizo Diogenes, había empezado a publicarla en alemán en 1967. Cuando Keel y Highsmith revisaron juntos sus documentos antes de su muerte, los diarios y cuadernos se incluyeron de forma expresa en su patrimonio literario junto con el resto de novelas inéditas y cuentos sueltos. Keel consideró que la colección era un tesoro literario que debía presentarse como conjunto unificado, tarea que me encomendó como editora de Patricia Highsmith desde hacía ya mucho tiempo.

Condensar alrededor de ocho mil páginas en un solo tomo sin dejar de hacer justicia al material reunido resultaba un reto inmenso. Nuestra selección se ha basado en lo que fue materia principal para la propia Pat. Aunque existen anotaciones de cuaderno anteriores, se ha optado por abrir el volumen con la primera entrada del diario, escrita en 1941. A partir de este momento, la autora mantuvo básicamente un doble registro de su vida: mientras que el diario detallaba las intensas y a veces dolorosas experiencias personales, en el cuaderno procesaba esas experiencias de manera intelectual y reflexionaba sobre la escritura. Unas y otras se entretejen y entrelazan: las entradas de diario aparecen fechadas por extenso (mes, día), mientras que las de cuaderno están reproducidas en formato numérico (con barras oblicuas).

La presente compilación no pretende ser leída como una autobiografía. Nuestra pretensión al compartir estas entradas de diarios y cuadernos, al contrario, es dejar que los lectores descubran, en las propias palabras de la autora, cómo Patricia Highsmith llegó a ser Patricia Highsmith.


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