Patricia Highsmith |
Patricia Highsmith
LA OBSESIÓN DEL MAL
Dama por excelencia de la novela negra, de su pluma salieron magistrales obras de suspense. Para ella, ‘escribir lo era todo’. Candidata al Nobel, su tortuosa vida halló su fin a los 74 años
La vida de la maestra de la novela negra Patricia Highsmith fue tortuosa. Celosa de su intimidad, mantuvo siempre una gran reserva sobre la misma. Obsesionada por su madre y en continua lucha con los demonios interiores que le impedían afrontar su homosexualidad, para ella 'escribir lo era todo'. Candidata al Nobel en 1991, se instaló en Suiza huyendo del agobio de la vida social. Allí falleció con la sola compañía de su gata 'Charlotte' a los 74 años.
‘La vida no tiene sentido si no hay delito en ella’. Parece una frase muy adecuada para estos días en que se celebra el festival BCNegra y su autora fue nada menos que la gran renovadora del género: Patricia Highsmith, deslumbrante escritora capaz de atraparnos bajo su influjo, creando en el lector una oscura atracción por sus difíciles personajes que se acerca a la adicción.
Aquella mujer de rasgos acusados, enclenque, alcohólica, narcisista y ambigua no tuvo una vida fácil. Estaba obsesionada por su madre- ‘las obsesiones son lo único que importa escribió—. Lo que más me interesa es la perversión, que es el mal que me guía’, y era incapaz de asumir su homosexualidad. Si le preguntaban por qué escribía su respuesta era siempre la misma: ‘Como todos los artistas, por salud’, y así empezó todo. Patricia halló en la escritura la tabla de salvación a sus problemas y su tortuosa vida la condujo a la senda de la novela de misterio.
Todo había empezado el 19 de enero de 1921, cuando su madre Pat Plangman, la concibió nueve días antes de divorciarse de su primer marido. La neonata fue enviada a Texas con su abuela materna, que se ocupó de su crianza. Después se trasladó a Nueva York donde vivió con su madre y el segundo marido de ésta, que la adoptó y le dio su apellido. A los diez años, la niña fue enviada de nuevo con su abuela, a la que idolatraba, pero la separación, vivida como una traición, generó un apego visceral a su madre, sentando las bases de una relación tintada por el amor y el odio que se convertiría en una obsesión.
Adolescente precoz e impredecible, atractiva y chafardera, Patricia odiaba a su padrastro, al que, considerándolo un intruso, recordaba haber querido matar. A los 17 años, la futura escritora fue matriculada por su madre en el femenino Barnard College, donde permanecería hasta cumplir la mayoría de edad. Sería entonces cuando descubriría su inequívoca orientación sexual. Consciente de su homosexualidad e incapaz de asumirla, su sentimiento de culpa la llevaría a intentar relaciones heterosexuales con su amigo del alma, el fotógrafo Rolf Tietgens (que la retrataría desnuda), y siete años después con el novelista Marc Brandel, que se convertiría en su novio intermitente. Pero tras llegar incluso a psicoanalizarse con la esperanza de reorientar su líbido, tuvo que enfrentarse a la verdad.
El biógrafo Andrew Wilson señala que en lo sucesivo los romances de la escritora reflejarán las premisas del amor imposible por su madre. El biógrafo inglés señala cómo Highsmith idealizaba a sus amantes con la potencia de su imaginación, en busca siempre de la imagen ideal, la belleza rubia, madura y dominante de su madre.
En el 2011 la biógrafa Joan Schenkar tiene acceso por primera vez a los 38 cuadernos y 18 diarios que había dejado la escritora en el armario de la ropa blanca. En esas más de 8.000 páginas se encuentran las anotaciones claves sobre las obsesiones de la escritora: la ambivalente relación con su madre, sus problemas con el alcohol y la comida, sus muchísimas amantes, su difícil sociabilidad… Asímismo desvela la existencia de una lista de sus múltiples amantes femeninas que Patricia elaboraría con apenas 25 años, En ella registrará: edad, color del pelo (rubias en su mayoría), constitución, profesión, tipo psicológico, duración de la relación, motivo de la ruptura y puntuación de cada relación en una escala de 100 puntos, en la que ninguna obtendría menos de 80.
Empero, la perfecta conexión entre su trabajo y su vida, la convertirían a su pesar en la maestra femenina de la novela negra. Género en el que detestaba ser encasillada, aunque realmente no solo le separaban del mismo diferencias de orden icónico, sino sobre todo psicológico y afectivo.
Y es que sus novelas son prácticamente autobiográficas: algunos episodios tienen correspondencia directa con su vida. ¿Su truco? poner las frases en boca de un personaje masculino.
En 1950 publica su primera novela, Extraños en un tren, y a partir de entonces su vida cambia para siempre. Alfred Hitchcock compra los derechos para la versión cinematográfica, convirtiendo la obra en la primera de las novelas de Highsmith llevadas al cine, y encarga el guión al célebre autor de novela negra Raymond Chandler, que la modifica sustancialmente, ya que no le había gustado. Cinco años después llega El talento de míster Ripley, que inicia la saga del personaje Tom Ripley , que fascina al mundo con su amoralidad: un estafador sexualmente ambiguo y asesino, protagonista de un universo falto de ética, que se convertirá en su personaje preferido.
La gran renovadora de las dos vertientes de la novela de género detectivesca inglesa se reconocía admiradora de Conan Doyle y admitía influencias de Henry James, y la negra norteamericana. Conseguiría con su obra ser nominada al Nobel en 1991.
La dama del suspense reconocida mundialmente como la figura más sobresaliente de la narrativa negra americana falleció en su casa-bunker de Suiza a los 74 años.
La urna de sus cenizas la llevó Kingsley, la que fue su amiga platónica durante 55 años. Ninguna de las integrantes de su famosa lista acudió al funeral.
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