viernes, 22 de enero de 2021

Kelly Link / A mí no me engañas / Reseña

 



Kelly Link

A MÍ NO ME ENGAÑAS


Sub-Zero
23 de octubre de 2015




► Título original: Get In Trouble
► Autor: Kelly Link
► Traducción: Maia Figueroa Evans
► Año de publicación: 2015
► Editorial: Seix Barral
► Páginas: 352


Comprender a grado cabal el funcionamiento de la naturaleza humana, con sus insondables misterios, sus constantes contradicciones y la infinidad de variables que entran en juego, es una tarea de la que cualquier persona en su sano juicio desistiría rápidamente. En lo que respecta al comportamiento y la cartografía emocional, no hay patrones ni estadísticas que valgan: cada individuo es una incógnita matemática de carácter irresoluble. Por la misma razón, descifrar los complejos códigos de una relación que involucra a dos o más sujetos resulta una contingencia tan absurda que no merece ningún tipo de consideración. Al menos, no en este mundo, con estas reglas. 

Kelly Link es muy consciente de ello y por eso sus historias siempre se emplazan en un entorno fácilmente identificable, pero adulterado hasta la mismísima médula. Por los relatos de esta escritora estadounidense pululan seres humanos tan corrientes como tú o como yo (bueno, quizá no tanto), aunque también criaturas sobrenaturales de lo más variopinto: algunas pertenecientes a la esfera de lo ultraterreno, otras inspiradas en diversos folclores y mitologías. Sin embargo, enmarcar las historias de Kelly Link dentro del género fantástico sería constreñir enormemente sus posibilidades narrativas. Por lo general, se suele adjudicar esta etiqueta a cualquier producto que se aleje del realismo tradicional, como si la literatura fantástica fuese un enorme cajón de descarte donde caben todos las corrientes que no sabemos clasificar a primera vista. Ahora bien, la exuberante, traviesa y retorcida imaginación de Kelly Link hace mucho más que simplemente insertar de manera aleatoria elementos fantásticos en un paradigma convencional: la escritora norteamericana fusiona ambas caras de la moneda mediante una especie de procedimiento quirúrgico tras el cual es imposible descubrir los puntos de sutura que unen realidad y no-realidad. Como si fuesen dos siamesas unidas por un órgano vital, la imagen completa que ofrece cada cuento resulta al principio incómoda, extraña e incluso grotesca. No obstante, extirpar cualquiera de estas dos facetas gemelas supondría con total seguridad la muerte inmediata del conjunto.

Sirviéndose de esta particularidad en la que Link ha alcanzado el grado de maestría, la escritora aborda a través de grandes personajes femeninos -normalmente, chicas adolescentes de personalidad arrolladora y circunstancias un tanto trágicas- un amplio espectro de coyunturas sentimentales e inquietudes vitales. A lo largo del rocambolesco corpus de textos que componen este magnífico A mí no me engañas, las mujeres se enfrentan entre otras cosas a la aflictiva ausencia de figura paterna, el inesperado regreso de un antiguo amor, el estrés de la maternidad o la pérdida de identidad personal provocada por haber asumido diferentes roles a través de Internet, problemas todos ellos bastante comunes y con los que no resulta difícil sentirse identificado. Al fin y al cabo, ¿qué chica no ha podido sentirse alguna vez atraída por el novio de una amiga? Que dicho novio sea un muñeco-fantasma fabricado en serie y en lugar de una caja plastificada venga envuelto en un siniestro ataúd de madera ya es algo menos habitual.

Es precisamente esa hilarante incontinencia conceptual que sufre Kelly Link una de las mayores bazas de la presente antología. El clima de expectación, asombro e incredulidad que sus historias son capaces de generar, sea cual sea su índole, temática o propósito, se ha convertido en el sello distintivo de una autora que pasa olímpicamente de argumentos facilones y soluciones prefabricadas. Pero hay más. A mí no me engañas evidencia que los personajes de Link no siempre se comportan como quisiéramos o como creemos que deberían. A veces no entendemos sus reacciones, que parecen completamente fortuitas, ilógicas, fuera de lugar y a veces hasta impropias para su edad. Pero, como decía al principio, la naturaleza de cada individuo es indescifrable. Contradecirse es una constante genética que hace de dichos personajes construcciones más humanas, más frágiles, más verídicas de lo que cabría imaginar, por mucho que estos tengan alas, cuernos, garras, colmillos, ridículos superpoderes, un doble malvado, vivan en el interior de una pirámide o en el fondo de un microcosmos paralelo.

Puede que el estilo de Kelly Link -esquivo, anárquico, camaleónico- no sea para todos los gustos, pero está claro que es una escritora valiente, arriesgada y audaz que no duda en contar las mismas historias de siempre de una forma que nadie hace nunca. En este libro las palabras no transmiten nada especial ni hacen cursiladas como traspasar las páginas. Aquí las palabras son banales y carecen de significado. En Linklandia, lo que prima son las sensaciones. La forma sobre el contenido. Las cosas que subyacen. Lo que sobrevuela tu cabeza en busca de carroña. Esa decisión que no has tomado, esa llamada que no hiciste, ese trocito de tu pasado que te gustaría recortar y echar a la basura... gracias a la magia de Link, todo eso de repente cristaliza, campa a sus anchas por el escenario y cuando menos lo esperas te suelta una patada en la boca. Duele, sí, pero es necesario. Te repones. Hay que avanzar. Hay que leer el siguiente relato. Y al final te quedas con la impresión de que, a pesar de todas esos elementos disparatados que revelan su carácter ficticio, en el fantástico y alocado reino de Kelly Link existe mucha más verdad que en sus inmediaciones.

GENERACION READER


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