domingo, 24 de septiembre de 2000

Michael Caine / "Estoy más cerca de Dickens que de Hollywood"


Michael Caine



48º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

MICHAEL CAINE

"Estoy más cerca de Dickens que de Hollywood"

Michael Caine recibe a los 67 años el Premio Donostia por el conjunto de su carrera


ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS

San Sebastián 24 SEP 2000


"Discúlpenme, pero los sábados con resaca no son mi fuerte. Suelo ser mucho más gracioso". Si quedaba algún escéptico sobre la endemoniada capacidad de seducción de Michael Caine, ayer calló para siempre. La conferencia de prensa y las esqueléticas entrevistas de 10 minutos que concedió el actor británico antes de recibir de las manos de la actriz Rosa María Sardá el Premio Donostia fueron el ejemplo del implacable encanto de un hombre que está por encima de su inteligencia, por encima de su genio como actor y por encima de su fama como estrella. "Me fascina esta ciudad", dijo, "creo que nunca había visto tanta estrella Michelín per cápita"."He interpretado a asesinos, a homosexuales, a idiotas, a psicópatas y a travestidos", afirmó al desgranar su larga trayectoria. "He hecho de todo. Soy un pragmático". "Anthony Hopkins", continuó el actor, "ganó un oscar por hacer de caníbal; Jeremy Irons, por interpretar a un marido asesino, y yo lo he ganado por interpretar a un marido infiel y a un médico abortista. Los actores británicos de mi generación hemos hecho lo que ni Paul Newman ni Robert Redford querían hacer. Nos hemos beneficiado de sus prejuicios y, por supuesto, no nos importa. Además, ahora que los rusos ya no son el enemigo, los ingleses se han convertido en los villanos favoritos de Hollywood. Así que estamos encantados, vamos a ganar todavía más dinero".
"Yo estoy mucho más cerca de Dickens que de Hollywood", dice el actor como si fuera una declaración de principios. "Nací en su misma orilla del río. Mi condición social me empujó a ser actor, tenía la ambición y la ira de los que quieren cambiar las cosas. Yo me convertí en actor para representar a los hombres de mi clase. Estaba harto de que el cine reflejara a la clase obrera como una caricatura. Lo malo es que me convertí en estrella y todo se fastidió, aunque, si quiere que le diga la verdad, uno nunca deja der ser pobre. El que ha nacido pobre lo será siempre, es una extraña inseguridad que permanece. Siempre se lo digo a mis dos hijas, que, afortunamente, han nacido ricas".
John Huston, Woody Allen y Joseph Mankiewicz son tres nombres imposibles de esquivar para entender quién es hoy este actor, que, según escribe en su autobiografía, se pasó cabreado sus primeros 30 años de vida. "¿Que puedo decir de ellos? Mankiewicz es el director más literario que he conocido. Él amaba como ningún otro la palabra. Huston y Allen coinciden en una cosa: nunca te dicen qué debes hacer. Recuerdo que en el rodaje de El hombre que pudo reinarle dije a Huston: 'John, podrías darme alguna pista sobre lo que quieres''. John me contestó: 'Michael, un actor que cobra tanto dinero por una película se supone que tiene que saber él solito qué hacer con el personaje'. John hablaba como todos nos hemos imaginado alguna vez que hablaría Dios; era un gran aventurero. También recuerdo cómo un día me interrumpió. 'No hables tan lento', me dijo, 'un hombre honesto jamás habla despacio'. Confieso que desde entonces desconfío, y mucho, de los que hablan despacio".
Michael Caine dice que le persiguen "como fantasmas" la gran cantidad de películas menores que ha hecho. "Yo, como todos, he hecho horrores. Clark Gable hizo cientos de películas malísimas y nadie se lo reprochó. Los de mi generación pasamos este calvario por culpa de la televisión, que devuelve como fantasmas aquellas sombras".
Al preguntarle cuál es el secreto de ese cinismo elegante que aparentemente le gusta cultivar, Caine pone la misma cara que cuando su amante adolescente de Lío en Río le pregunta si cree que podrá olvidarla y él le contesta: "Descuida, seguro que te olvidaré cuando me muera".
"¿Cínico elegante?", repite riéndose. "¿Usted cree? Yo no soy un cínico; yo me maravillo con las cosas, me divierte lo que hago y, descuide, todavía me puedo dejar impresionar".
Caine cerró su autobiografía despidiéndose de sus lectores así: "Ha sido un honor y un privilegio compartir mi vida con semejante panda de bribones". La frase resume la mirada, nada soberbia, del actor hacia los desconocidos. Una mirada que parece buscar la complicidad de otros farsantes. "Es cierto que hay una cosa que está por encima de mi trabajo y que es mi única y verdadera ambición: disfrutar de la vida, dar la vuelta a las dificultades y convertirlas en nuevos caminos para vivir bien, para vivir muy bien".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de septiembre de 2000

jueves, 21 de septiembre de 2000

El gran danés / Encuentro con Kierkegaard


El gran danés

Encuentro con Kierkegaard


El Diario de Kierkegaard, el Diario de un escritor de Dostoievski y el Diario íntimo de Unamuno muestran las etapas de la renuncia a la razón y la búsqueda dolorosa de las vías de la interioridad.

JORGE USCATESCU
21 SEP 1979

Uno de los encuentros espirituales más ricos de nuestro siglo es su encuentro con Kierkegaard. El primer europeo que lo hizo fue Unamuno, un español henchido de españolidad, con todas sus contradicciones, entre ellas no la menor la de su antieuropeísmo. La obra de Kierkegaard, estudiada e interpretada apasionadamente en nuestro siglo, posee una extraordinaria riqueza expresiva y problemática, y en cuanto tal ha sido natural que se haya buscado su presencia en Ibsen, Strindberg, Dostoievski, Unamuno o Pirandello, escritores profundos de la condición existencial. Se ha hablado a veces de una fraternidad ontológica entre Kierkegaard y estos escritores. Para Unamuno, del cual se sabe que había leído, aprendiendo para ello el danés, una buena parte de la obra de Kierkegaard, se trataba explícitamente de un «hermano». Alguna vez el gran escritor español se refiere así al danés: el «hermano Kierkegaard», y le dedica un estudio comparativo con lbsen.La obra de Unamuno, literaria y de pensamiento, se ha prestado muchas veces durante los últimos tiempos a la explicitación de esta «hermandad». Sin embargo, creemos que en el problema específico de la interioridad debemos buscar los rasgos esenciales y de alguna manera nuevos de esta proximidad. El texto del Diario íntimo de Unamuno y una crítica textual comparativa de los escritos de Unamuno y Kierkegaard, que desplieguen los temas de la interioridad existencial y religiosa están acaso destinados a ofrecernos una perspectiva nueva en esta materia ya largamente explorada bajo aspectos diversos, pero con resultados por lo menos discutibles.
La vía de Kierkegaard hacia la interioridad y los problemas de la dialéctica existencial es más compleja, desde el punto de vista intelectual, que la de Unamuno. Se trata, ante todo, de su admiración constante por Sócrates. Hay, después, su admiración por Spinoza, Kant y Hegel y, sobre todo, la ruptura de Kierkegaard con Hegel, el gran maestro formador de su espíritu filosófico. Hay, por fin, su encuentro, en la vía del pensamiento, con Job, con Abraham, sobre las huellas de Pascal, y sobre todo su encuentro con Cristo, encuentro doloroso y ardiente. En este punto Unamuno y Kierkegaard se encuentran. La crisis religiosa de Unamuno, en 1897, cuyos rasgos son evidentes en su Diario íntimo,descubrimiento bastante reciente de los estudios unamunianos, constituye la prueba. Tensión religiosa, melancolía, miedo y temblor, angustia de la muerte, son algunos de los términos de este encuentro significativo. Según Chestov, Dostoievski es el doble de Kierkegaard. Unamuno llama él mismo a Kierkegaard su «hermano». Los tres -Kierkegaard, Dostoievski, Unamuno- abandonan la filosofía especulativa por el «pensamiento particular». El Diario de Kierkegaard, el Diario de un escritor de Dostoievski y el Diario íntimo de Unamuno muestran las etapas de la renuncia a la razón y la búsqueda dolorosa de las vías de la interioridad.
La permanencia estética acompaña el espíritu de Kierkegaard en el «tiempo» de la estética, como en el «tiempo» de la ética, y el «tiempo» de la religión. Esta permanencia acompaña su existencia en todas sus tempestades, en la «noche eterna» de la vida de Kierkegaard, su «melancolía», sus «desgracias», su dialéctica interior entre vida y arte, la transfiguración de su personalidad en la «genialidad sensual» de Mozart, el mito de Don Juan y del «seductor», la atracción de la feminidad y la tentación del deseo, la virtuosidad poética. Antes que Cristo está Fausto, Don Juan, Ahasverus, Agamenón, Jefté, los que ocupan el campo del interés y de la virtuosidad intelectual de Kierkegaard. El carácter inmediato de la estética supera una fase inicial y se constituye en polo permanente, elemento primordial de ambivalencias sucesivas. La vida moral y la vida religiosa se desenvuelven como expresión existencial de una interioridad secreta, sobre el fondo de lo bello, lo armonioso, lo artístico y lo poético. Kierkegaard puede abandonar a Hegel para entregarse a Job, puede suspender la ética para entregarse filosóficamente a lo absurdo, para renunciar metafísicamente a la ontología del deber, para alcanzar la verdad religiosa. Pero él no renunciará nunca a la carga estética del problema. Unamuno exalta a veces el amor «salvaje» de Kierkegaard y de su discípulo lbsen por la verdad «sentida» y no «concebida» lógicamente y, sobre todo, la «religiosidad» del filósofo danés. Pero, al mismo tiempo, Unamuno percibe el valor poético de la tensión existencial, la expresión de la interioridad secreta, en Kierkegaard y en lbsen. En su ensayo Ibsen y Kierkegaard, Unamuno establece una dramática comparación entre la existencia de lbsen y la de su maestro Kierkegaard. Mientras la vida de Kierkegaard es poema dramático de la soledad heroica, la vida de Ibsen es un poema dramático de una poderosa independencia. Los personajes de los dramas de Ibsen son almas soberbias y robustas que se atrincheran en su soledad como en un refugio, allende el mar muerto de las muchedumbres y allende el dominio estúpido de la carne y la rutina.
El conflicto formal entre la ética y la estética, que es en el fondo la motivación de la angustia existencial en la búsqueda de la verdad religiosa, es un conflicto que, desde el punto de vista de la creatividad, obtiene una solución poética o, si se quiere, estética. El abandono de la racionalidad y la reflexión, a favor de la interioridad emocional en términos de desesperación, se traduce en la búsqueda de un absoluto estético, búsqueda de un mismo infinito de una personalidad finita. Los estadios del pensamiento kierkegaardiano no corresponden en el fondo a la propedéutica formal que él mismo propone en la forma de una alternativa, que otra cosa no es, sino una manifestación de la tensión interior secreta de su propia personalidad. En realidad, su alternativa es al mismo tiempo una permanencia ética y una permanencia religiosa. «Temor y temblor», con sus sucesivas «suspensiones» y «repeticiones». La idea de suspensión, y sobre todo la «suspensión de la ética», no es otra cosa que una de las manifestaciones de la tensión kegaard se realiza en la necesidad de «suspensión» y de interiores.
La naturaleza estética de Kierkegaard se realiza en la necesidad de «suspensión» y de «superación», en esa forma personal y emocional de la Aufhebung y sobre todo en su constante necesidad de hablar, de revelar su interioridad oculta. El «cambio» del ser realizado, el «retraimiento» conseguido, el «repliegue», la conclusión permanece así: «Es preciso hablar. » Este es el sentido de su Diario, de su obra póstuma. Punto de vista explicable de su obra. El mundo imaginario que se encuentra entre su «melancolía» y su «yo» es el que Kierkegaard quiere colocar, en definitiva, al servicio de su experiencia religiosa. El esfuerzo estético es al mismo tiempo la defensa permanente de la interioridad secreta de Kierkegaard. Esta interioridad secreta constituye el lado dramático de su existencia: «¡Oh, esta forma de desnudarse, si me atrevo a decirlo, me es tan dura, tan dura! Como si mi interioridad fuese demasiado verdadera para que yo pudiera hablar de ella. Y, sin embargo, es quizá un deber hacia Dios; y este secreto de mi interioridad es quizá algo que Dios por conveniencia me ha permitido conservar hasta que yo llegue a ser bastante fortificado para poder salir al claro día. Mi infancia desventurada, mis tristezas sin fin, la miseria de mi vida personal hasta el día que me hice escritor, todo esto ha contribuido a desarrollar en mí esta interioridad secreta. Puedo afirmar literalmente que nunca en mi vida, nunca he hablado a un solo hombre como hacen de costumbre dos seres humanos que se encuentran... Mi interioridad siempre la he guardado para mí, incluso al hablar en un plano más confidencial. Y confidencialmente yo nunca he podido hablar. »
La interioridad secreta es para Kierkegaard una forma de tensión existencial, el tormento del silencio de expresión -este silencio que el gran danés describe, «como un Guadalquivir», en una curiosa confusión de este río español con el Guadiana, que se pierde un buen trecho bajo tierra-, que se traduce en la necesidad de «hablar». Pero hablar, no «confidencialmente», sino «estéticamente», en tanto en cuanto escritor a veces amante del secreto, empleando seudónimos, buscando siempre nuevas formas estéticas de camufiaje de su personalidad. Quiere ser siempre, «poeta». Al margen de Diván occidental y oriental, de Goethe, él marca: «Yo protesto cuando puedo contra los que me toman por un profeta. Yo quiero ser sólo un poeta.» Un poeta que se ha lanzado en el absurdo. En la dialéctica de lo extraordinario y lo absurdo, fuente permanente de su religiosidad, de su melancolía, de su angustia. Poeta y dialéctico de lo extraordinario y lo absurdo. ¿Pero qué es lo absurdo? «Lo absurdo es, como se ve, algo muy simple. » Para un ser racional, inteligente, reflexivo, es actuar en el espíritu de la «disproporción entre acción y reflexión», «actuar en la fe y confiando en Dios». Cuando un escritor como Kierkegaard se declara a sí mismo un «escritor al servicio de la religión» es, sin duda, el elemento estetizante, el que se opone a todos los demás. Por todo ello, no debe extrafiar el éxito de Kierkegaard en el siglo XX, edad típicamente alejandrina de la cultura europea.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de septiembre de 1979



sábado, 16 de septiembre de 2000

Ángeles Caso gana el Premio Fernando Lara con una novela de posguerra

ANGELES CASO | Casa del Libro
Angeles Caso

Ángeles Caso gana el Premio Fernando Lara con una novela de posguerra

'Un largo silencio' narra los efectos de la contienda en una familia


Amelia Castillo
Sevilla, 15 de septiembre de 2000


Una novela de mujeres escrita por una mujer. La periodista y escritora Ángeles Caso (Gijón, 1959) ganó anoche el Premio de Novela Fernando Lara con Un largo silencio, una obra ambientada en la posguerra y centrada en los efectos de la contienda en una familia. Al premio, dotado con 20 millones de pesetas, se presentaron 221 obras, pero el pulso final se desarrolló entre Internet y las secuelas de la guerra civil. Quedó finalista Carlos Ruiz Zafón con La sombra del viento, que también será publicada. Pese a los pocos datos que el jurado tenía sobre este autor, destacó que podría tratarse de una primera novela de un escritor joven.


Radiante, con un vestido color teja y un escote que recordaba un poco a Sissi, la escritora aseguró anoche que había querido devolver la voz a mucha gente que conoció "silenciosa porque no se atrevían a hablar de lo que habían creído y por lo que habían luchado durante mucho tiempo. Personas obligadas a guardar silencio sobre su propio pasado". En la cabeza de la autora estaba Gijón, pero decidió ambientarla en Castrollano. "No quería hacer una novela histórica rigurosa", dijo Caso, tras pedir un cigarrillo rubio para calmar los nervios. No considera la autora que su novela, cuyo primer capítulo empezó a escribir hace seis años en un tren, plantee nuevas aportaciones a lo ya publicado sobre la guerra civil. Si acaso, dijo, que los personajes retratados en la novela fueron "los más perdedores", porque nunca volvieron a hablar de aquello en lo que habían creído. No hay trabajo de documentación previo ni está basada en testimonios orales. "Cada personaje tiene una cara y un nombre, y casi todos están muertos". "Son cosas que fui escuchando desde la infancia". Terenci Moix, miembro del jurado, calificó la obra ganadora como una novela "muy sensible" y como "un retrato impresionista de todo ese mundo donde predominaba un sentimiento de derrota y de pérdida".



El Peso De Las Sombras / Ángeles Caso - Premio Planeta - S/ 25,00 ...

Caso ha publicado cinco novelas. Fue finalista del Premio Planeta en 1994 con El peso de las sombras, que narra la vida de una mujer perseguida por la soledad. Ese año, el galardón se lo llevó Camilo José Cela, pero la novela de la escritora y periodista arrasó en las librerías.

La cruz de San Andrés, un plagio innecesario de Camilo José Cela ...

Un largo silencio, que se presentó bajo el seudónimo de José de Lera, narra la historia de tres generaciones de una misma familia en la que hay mayoría de mujeres, mujeres que están solas porque los hombres ya han muerto o están en la cárcel. La novela transcurre en los primeros días después de la guerra civil.

La quinta edición de este premio, que entrega el Grupo Planeta y la Fundación Fernando Lara, se entregó anoche en el curso de una cena en el Alcázar de Sevilla, a la que asistieron, entre otros, los escritores Felipe Benítez Reyes, Raúl del Pozo, Dulce Chacón y José Luis Ferris.

El jurado estuvo compuesto por José Manuel Lara Hernández, Terenci Moix, Carlos Pujol Jaumandreu, Luis María Anson, José Enrique Rosendo Ríos y Manuel Lombardero, que ejerció como secretario. En ediciones anteriores, el Premio Fernando Lara fue ganado por Terenci Moix, Francisco Umbral, Juan Eslava Galán y Luis Racionero.


* Este artículo apareció en la edición impresa del viernes, 15 de septiembre de 2000.

sábado, 9 de septiembre de 2000

La venganza de Peggy Salinger


MARGARET SALINGER

La venganza de Peggy Salinger


FIETTA JARQUE
Madrid 9 SEP 2000

La hija del autor de 'El guardián entre el centeno' publica sus memorias
De tal palo tal astilla. Y, en este caso, la astilla es afilada e hiriente. La hija de J. D. Salinger, el célebre autor de El guardián entre el centeno, que se apartó totalmente del mundo hace décadas tratando de preservar al máximo su intimidad, acaba de publicar en Estados Unidos un libro con las memorias que guarda de su padre. Dream Catcher -un título que juega con el original de la obra más conocida de su padre, The catcher in the rye- tiene muchos de los elementos con los que se fabrica una novela: personajes muy perfilados, una atmósfera cargada de sexo, soledad y muerte pero, sobre todo, extrañas costumbres. Muy extrañas.En el libro, Margaret A. Salinger (conocida como Peggy) subraya la conocida debilidad del escritor por las jovencitas (ahora vive recluido con su tercera esposa, medio siglo más joven que él), sus arrebatos violentos, úna época en la que bebía orina y sus coqueteos con distintas religiones como la cienciología, el hinduismo, el zen y el yoga.

El matrimonio del escritor con Claire, la madre de Peggy, duró casi una década. A partir de su primer embarazo, Salinger empezó a rechazar violentamente a su mujer y llegó a decir que la aborrecía. La convirtió en prisionera en su propia casa y no recibió a ningún visitante durante su embarazo. Claire cayó en tal desesperación que llegó a pensar en el suicidio y en matar a sus dos hijos. En otro momento tuvo la intención de incendiar el lugar donde vivían. Al final prefirió abandonar a su esposo.
Había zonas de la casa vedadas a los hijos, como su armario y su cuarto de baño. El estudio y el dormitorio permanecían cerrados con llave. No permitía que se escuchara en la casa ningún tipo de música, salvo cuando él silbaba o canturreaba. Tampoco sentía inclinación por otro tipo de arte que no fuera el que él producía. "Hay algo monstruoso en los seres humanos que se creen dioses", comenta la hija.
Peggy piensa que Salinger amaba mucho más a sus personajes de ficción que a sus propios hijos. "A diferencia de mí", dice en una entrevista para el Washington Post, "sus personajes infantiles, mis dobles en la ficción, eran espíritus puros, perfectos, impolutos, un reflejo de lo que mi padre deseaba".
Dream Catcher habla de la infancia del escritor, hijo de un judío y una católica, de su educación y su experiencia como soldado durante la segunda guerra mundial. Arrestó a varios miembros del partido nazi, entre ellos a una llamada Sylvia, con la que después se casó. "Sylvia odiaba a los judíos tanto como a los nazis", dice Peggy.
No se sabe mucho del pasado de Salinger. Él se encargó siempre de que fuera así. Hace dos años una ex amante suya, Joyce Maynard, publicó un libro con sus recuerdos del escritor, At home with the world. Coincide en muchos puntos con el libro de su hija. La biografía no autorizada que escribió Ian Hamilton, In search of JD Salinger, tropezó con enormes dificultades por haber citado fragmentos de las cartas del escritor. Salinger lo llevó a los tribunales y ganó el juicio.
Margaret A. Salinger tiene ahora 44 años, está casada con un ex cantante de ópera y se dedica a su hogar, a su hijo y forma parte de un coro. Hace dos años que dejó de hablar con su padre, que cortó la relación al enterarse de que ella estaba escribiendo estas memorias. Lo último que se sabe del escritor, que no publica una obra relevante desde 1965, es que vive en Cornish (New Hampshire), que está sordo y que escribe, pero sólo permitirá que se publiquen sus obras después de que muera.
La crítica no ha recibido bien la obra de la hija del enigmático autor de 81 años. Afilado como el colmillo de una serpiente, titula el crítico de The Washington Postsu comentario sobre el libro. Piensa que es una obra inoportuna, autoindulgente con la autora y que invade groseramente la elegida privacidad de Salinger hasta extremos desleales. Según él, quedan en evidencia los deseos de explotación de esa figura, con la que sólo convivió hasta los doce años. Un acto de venganza y traición.
Peggy Salinger se defiende y afirma que quiere romper el cerco que ha impuesto su padre a su privacidad para liberarse de sus reglas. "Respeto y defiendo la intimidad, pero no el secretismo enfermizo", afirma.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de septiembre de 2000



DE OTROS MUNDOS
La venganza de Peggy Salinger
El guardián entre el centeno sigue cautivando después de cincuenta años
La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo
Rodrigo Fresán / Para Jerome, con amor y sordidez
Benjamín Prado / Adoptados
La revista malagueña Zut publica dos relatos inéditos de Salinger
Salinger / Thomas Pynchon / Cormac McCarthy / El talento de la evasión
El atronador silencio de Salinger
Salinger demanda al continuador de su novela
El juez da la razón a Salinger en su denuncia por plagio
Salinger / La intimidad como arte
Salinger / El aire del New Yorker
Salinger / El miedo a hacerse adulto
Salinger / Adiós al gran enigma de las letras estadounidenses
Charlie Chaplin le quitó la chica a Salinger
El cine cuenta la vida de Salinger
David Trueba / Sin salinger
Salinger / La ternura entre el centeno
Dulce y desconocido señor Salinger
El paulatino viraje al negro de Salinger
Enrique Vila-Matas / Salinger y los nuevos tiempos
Así comienza / El guardián entre el centeno
Kenneth Slawenski / Salinger podía ser intratable
Salinger / Nueve cartas
Salinger / Las zonas oscuras
Salinger / Escribir para sí mismo
Cinco volúmenes inéditos de Salinger verán la luz a partir de 2015
Elsa Fernández-Santos / Lo nunca visto en Salinger
Eduardo Lago / Asedio a la fortaleza de Salinger
Salinger / Bioficción
Tres cuentos inéditos de Salinger, filtrados en internet
A los cuatro años de la muerte de Salinger / Este muerto está muy harto
Salinger / Todos los agujeros negros
Salinger / Si quieres que te busquen, escóndete
Ni Guerra y paz ni Cincuenta sobras de Gray / Los libros más influyentes según Facebook
One-hit wonder / Embrión de un catálogo de casos literarios
Secretos de los libros únicos de un autor / Treinta eclipses memorables
Salinger / ¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?
Autor de culto / Un secreto de dioses
Salinger / Cómo se engendra un monstruo
Salinger por Salinger
Salinger y otros nueve desconocidos
Oona y Salinger / Dos atractivos personajes
Frédérick Beigdeber / El escritor que odia a los viejos
Salinger / Un joven enamorado



miércoles, 6 de septiembre de 2000

Rosa Montero / "La pasión amorosa es la única ambición permitida a la mujer



Rosa Montero: "La pasión amorosa es la única ambición permitida a la mujer"

Un libro recopila las 18 historias de parejas famosas publicadas en EL PAÍS



LUCÍA ARGOS

Madrid 26 SEP 1999


Hombres y mujeres han sucumbido por igual a la pasión amorosa a lo largo de la historia. Contra ella no hay antídotos, sólo redes. Pero mientras ellos la han podido compartir con otros intereses públicos y privados, "a la mujer no se le ha permitido otra ambición en la vida que la amorosa, lo cual ha contribuido a obsesionarlas más con un sentimiento de por sí obsesivo", dice la escritora Rosa Montero en Pasiones (Aguilar). La autora recopila 18 historias de parejas famosas que publicó en El PAÍS entre 1997 y 1998.
¿Han dado ellos siempre amor buscando sexo y ellas sexo pretendiendo amor, como ha hecho creer el tópico? Las historias elegidas, desde Juana la Loca y Felipe el Hermoso hasta Liz Taylor y Richard Burton, dan pie a Montero para reflexionar sobre las diferencias de género a la hora de amar, si es que las hay al margen de las costumbres impuestas por la cultura. Lo cierto es que las heroínas del amor romántico no tenían muchas otras cosas con las que llenar sus días. Para ellas, las redes del amor eran trampas de rinoceronte en las que quedaban ancladas hasta el paroxismo. Y no consiguieron con ello un papel muy creativo en el arte o la literatura. En opinión de Montero, los creadores, "hombres en su mayoría", han jibarizado los sentimientos de la mujer presentándolos como simples "atributos femeninos" muy a menudo. "En cuanto hay una situación literaria que vive el hombre se trata de algo importante, de un trasunto de la realidad humana. Si la protagonista es una mujer, se ve como algo exclusivamente femenino, que no trasciende. Y esto sigue pasando con el 80% de la crítica actual".En las relaciones de hoy día, la diferencia es mucho más borrosa, opina la autora. "Nuestras pasiones serán menos patológicas en tanto que nuestras condiciones sociales sean menos enfermizas. Porque", asegura, "cuando una sociedad victimiza a un grupo social lo convierte en enfermo". En cualquier caso, la pasión amorosa es para Montero ya de por sí una enfermedad, "un invento de la imaginación que consiste en crear al otro; un sueño dañino". Pero, "¡pobre del que no lo haya conocido!", advierte a renglón seguido. Quien lo dice es una apasionada declarada.
El ser humano lleva siglos y miles de páginas escritas intentando explicar esta locura transitoria. Un intento vano. "Todos queremos controlar lo incontrolable, lo cual es impermeable al aprendizaje".
El motor, si no es común a todas las culturas, ha adquirido desde el romanticismo una dimensión que Occidente exporta hoy al resto del planeta: un intento de compartir el pánico. "Se ama contra la muerte, como una manera de escapar de ese despeñarse hacia la nada que es la vida", escribe Montero.
Pánico o perdición. Así debieron vivir su pasión algunos de los personajes que ha rescatado. La lectura de las horas perversas que se dedicaron mutuamente los poetas Rimbaud y Verlaine o el relato de los golpes que recibía Lillian Hellman de su adorado Dasshiell Hammett reflejan en toda su crudeza la cara y cruz de la pasión: la cara del sueño inventado y la cruz que surge cuando la realidad acaba por corroerlo.
Desmitificar el amor
Estos ejemplos servirán a unos para desmitificar el amor. A otros para reconocerse. Porque entre los extremos novelescos vividos por las parejas célebres hay toda una gama de situaciones que cualquier mortal ha experimentado en sus momentos de pasión.
Rosa Montero se ha metido en el pellejo de los personajes elegidos. Quería saber cómo veían su mundo, "hasta intentar imaginar qué pesadillas tendrían por las noches". Observar el comportamiento de algunos de ellos "era como entrar en las fronteras del ser". La escritora dice haberse asomado "a una negrura que te estremece, porque de hecho la conoces". Sin renunciar a los sobresaltos y vaivenes de la pasión, éste no es el único tipo de amor, quiere subrayar la autora de Pasiones. "Hay otro, el heroico, el que consiste en conocer al otro y, pese a ello, persistir en amarlo". Está convencida de que merece la pena intentarlo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 26 de septiembre de 1999

domingo, 3 de septiembre de 2000

Antonio Muñoz Molina / Semanas con Dickens

Charles Dickens
Poster de T.A.

Semanas con Dickens

  • Lá maestría técnica de Charles Dickens no interfiere su desatada vocacion de folletinista

He entrado en septiembre en la compañía suntuosa de Charles Dickens. Según la luz del sol se hace más madura y dorada y las tardes más breves, voy avanzando por las casi 1.000 páginas de Bleak house (Casa desolada), que no es de sus novelas más conocidas entre nosotros, pero sí, sin la menor duda, una de las mejores, y la absoluta extemporaneidad de la lectura me parece un indicio alenta dar en el comienzo todavía perezoso de la temporada. Quisiera uno seguir leyendo y viviendo como lee y vive ahora, al margen de las coacciones insidiosas o destempladas del presente, dedicando los días a acontecimientos de tan delicada lentitud y tan escasa actualidad como las páginas de Dickens, los signos de la llegada del otoño a la vegetación o el modo en que el último sol de la tarde dora una nube inmóvil y solitaria que poco a poco acaba adquiriendo un intenso color morado, como un adelanto de los colores de octubre.Cuando ni la cabeza ni la biblioteca se tienen muy organizadas, las lecturas suelen seguir un ritmo sinuoso, hecho sobre todo de quiebros y de casualidades, de antojos o encuentros no premeditados. Este verano yo he llegado a Dickens a través de Vladimir Nabokov: releí Lolita, por uno de esos impulsos en los que no hay el menor cálculo, y de Lolita pasé a la estupenda biografia de Nabokov escrita por Brian Boye, en la cual hay un relato muy detallado de las clases sobre literatura europea que dio Nabokov a lo largo de los años cincuenta en la Universidad de Comell. Uno de los libros que a él más le gustaba explicar era precisamente Bleak house. Fui a buscarlo enseguida, di con él en una de esas ediciones sólidas y austeras de Penguin, y nada más tenerlo y sopesarlo en las manos yo creo que me transmitió algo de la felicidad anticipada de la lectura, una gravitación de mundo apretado y populoso que sólo nos sugieren las mejores novelas, los anchos novelones que nos hicieron descubrir para siempre el puro y simple entusiasmo de la literatura.