miércoles, 27 de enero de 2021

Alekos / Rodez, ilustrabotas

 

Ilustración de Rodez


Alekos
RODEZ, ILUSTRABOTAS

Más que tristeza, da rabia.

A mediados de los años ochenta -no hace falta ser exactos-, fuimos con Ródez a un encuentro de gentes de la industria editorial, organizado por Andigraf en la ciudad de Medellín. Éramos los flamantes presidente y vicepresidente, de la primera asociación de ilustradores que se creaba en Colombia. Cuando nos acercamos a inscribir nos preguntaron el oficio y se nos hizo agua la boca para decir: ¡ilustradores! Hubo una sonrisita sardónica por parte de las chicas de la inscripción. Al día siguiente, ya con más confianza, nos preguntaron a bocajarro: ¿Qué es lo que ustedes son? ¿Ilustrabotas? 

Hay muchas anécdotas, largas conversas y recuerdos de esos años maravillosos, de lo que, me atrevo a llamar fue el nacimiento del oficio en este país. Ródez era de una generación posterior a la nuestra, pero su precocidad como artista lo acercó muy pronto. Innovador en técnicas, solícito en la enseñanza del oficio, lo llevó muy pronto a crear un estilo dentro de los que tuvieron la suerte de ser sus alumnos. 

En el año 2000 nos encontramos en Cartagena en el congreso de la IBBY, donde fuimos con sendos trabajos, ya más consagrados al oficio. Yo me largué a España y en ese periplo, Ródez fue redimensionando su morracos y de allí en adelante se hizo casi exclusivamente, muralista. 

En un paso fugaz por Colombia, hace unos 6 años me lo encontré en el centro de Bogotá pintando un mural con su hijo. Cruzamos tres palabras, teléfonos y luego supe siempre de él, pero ya no lo vi más. Hizo una obra mural -así suene redundante-, enorme. Sus imágenes, que se pueden ver en internet son únicas, con un estilo muy depurado. Me quema muy adentro la noticia, que me llega por una nota también sentida, de Keshava. Y la verdad da soberbia, indignación, cabreo, al pensar en todo lo que se quedó en el tintero –nunca mejor dicho, en el tarro, en los pinceles y especialmente en su poderosa imaginación de artista. ¡que vivan los ilustrabotas!


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