Amanda Gorman |
La poeta Amanda Gorman recuerda el poder de la palabra en la investidura de Biden
La autora, de 22 años, declama una obra suya cargada de esperanza por el país que encara la nueva Administración
Luis Pablo Beau
2O de enero de 2021
Amanda Gorman ha brindado uno de los momentos más poderosos de la investidura del presidente Joe Biden con su texto The Hill We Climb (La colina que subimos, en su traducción al español). A los 22 años se ha convertido en la poeta más joven en declamar en una ceremonia inaugural de un Gobierno. La autora ha recordado la fuerza de la palabra tras cuatro años de incendiarias proclamas gritadas a todo pulmón en la era de Donald Trump. Originaria de la vibrante y diversa Los Ángeles (California), Gorman se convierte en el rostro de una comunidad al que la Administración de Biden busca dar voz y esperanza. O en sus palabras: “Crear un país comprometido con todas las culturas, colores y caracteres del hombre”.
“Siempre hay luz si tan solo somos lo suficientemente valientes para verla. Si tan solo fuéramos suficientemente valientes para serla”, cerró Gorman, vestida de un amarillo chillante y una diadema roja que destacó en el gris Washington. Su declamación arrancó un aplauso de quienes la rodeaban en el escenario del Capitolio. La poeta afirmó que comenzó a escribir el texto minutos después de recibir la llamada de invitación del equipo de transición de Biden. Leyó a Winston Churchill para ayudar a comprender la retórica del poder. A Walt Whitman para inspirarse y al activista abolicionista Frederick Douglas para hablar del país con el que sueña.
Más importante fue el horror que la hizo concluirlo. El 6 de enero, después de que miles de simpatizantes de Trump tomaran por asalto el Congreso, pudo poner el punto final. “Fue como si alguien encendiera un botón en mi cerebro. Lo terminé ese mismo día por la noche”, confió Gorman a la CNN.
El poema de Gorman ha cautivado a las audiencias en una mañana de formalismos. The Hill We Climb describe con elocuencia el país lleno de oscuridad que hereda Biden y el miedo de millones de estadounidenses ante el ascenso de los movimientos extremistas alentados por Trump. “Cuando llega el día nos preguntamos, ¿dónde podemos hallar luz en esta sombra que nunca termina?”, inició cuestionando Gorman.
Laureada en 2017 con el premio para poetas jóvenes, Gorman ha llenado su poesía de valores y de ideales políticos como el cambio climático y la desigualdad económica. Hace un par de años recordaba sus orígenes: hija de una madre soltera que es maestra de sexto año en el barrio de Watts, al sur de la ciudad californiana. “Me ha dotado del valor de la educación. No solo para mí sino para los otros... Me sirvió para llevar mi educación a otro nivel”, afirmó.
Habló de justicia y esperanza, dos palabras que fueron repetidas por varios de los oradores, pero ninguno con la potencia de la joven afroamericana. “La democracia puede retrasarse periódicamente, pero nunca será derrotada permanentemente. En esta verdad, en esta fe en la que confiamos tenemos los ojos puestos en el futuro. La historia tiene los ojos puestos en nosotros. Esta es la era de la justa redención”, continuó. “No regresaremos a lo que fue, sino que nos trasladaremos a lo que será un país magullado, íntegro, benevolente pero audaz, feroz y libre”.
Gorman se une a un puñado de poetas que han embellecido con palabras las crudas formas del poder. En 1961 Robert Frost cambió de planes para John F. Kennedy, el primer católico que llegó a la Casa Blanca (Biden es el segundo). Frost declamó de memoria una obra suya obligado por los fuertes vientos que le impidieron leer del atril el texto que escribió para la ocasión. La joven californiana también sigue la estela de Maya Angelou, quien en 1993 declamó En el pulso de una mañana hace exactamente 27 años, durante la investidura de Bill Clinton. Gorman también leyó los textos de Richard Blanco y Elizabeth Alexander de las ceremonias de la era Obama.
A diferencia de quienes la precedieron, Gorman se para ante un país dividido como nunca y fracturado en temas raciales. Eso también estuvo presente en su obra, que como buena parte de sus textos, abre un camino a la esperanza en el futuro: “De alguna manera hemos resistido y hemos sido testigos de una nación que no está rota, sino simplemente inacabada. Nosotros, los sucesores de un país y una época en la que una flaca chica negra, descendiente de esclavos y criada por una madre soltera, podemos soñar con convertirnos en presidente solo para encontrarse recitando para uno”.
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