lunes, 18 de enero de 2021

Los días felices de Sylvia Plath


Sylvia Plath

Los días felices de Sylvia Plath

Un libro reúne los «Dibujos» que la poeta estadounidense realizó en la primera etapa de su matrimonio con Ted Hughes


Inés Martín Rodrigo
8 de octubre de 2014

Pocos días antes de morir en octubre de 1998, el poeta Ted Hughes entregó a sus hijos Frieda y Nicholas, fruto de su matrimonio con Sylvia Plath, unos cuarenta dibujos de su madre. Aquel día, los hermanos descubrieron la pasión artística de la autora de «Ariel», una de las más grandes poetas del siglo XX.
Cuando la sombra de la muerte volvió a cernirse sobre la familia con el suicidio de Nicholas en 2009, Frieda se convirtió en la única heredera del legado pictórico de Sylvia Plath. Tras organizar una exposición en la Mayor Gallery de Londres a finales de 2011 con la obra inédita de su madre, Frieda decidió editar «Dibujos», un hermoso libro gráfico que esta semana Nórdica publica en nuestro país e incluye varias cartas enviadas por Sylvia Plath a Ted Hughes y a su madre, y parte del diario de la poeta.
Realizados en la primera etapa de su convivencia con Ted Hughes, con el que se casó en junio de 1956, los dibujos son obra de una Sylvia Plath animada, brillante, a veces casi pletórica, entregada por completo a su «fuente de inspiración más honda». La mayoría fueron concebidos durante la luna de miel que la pareja pasó entre París y Benidorm (un «encantador pueblito español» donde la poeta disfrutó con intensidad, «como si estuviera despertándome a la ciudad», según sus palabras), aunque también hay dibujos de Estados Unidos e Inglaterra.

La paz de dibujar

«Por mucho que la poesía dominara su propósito, el arte siempre fue un elemento importante de la vida de mi madre», cuenta Frieda Hughes en la introducción del libro. Siendo adolescente, Sylvia Plath recibió clases de arte y no se decantó por la escritura hasta que cumplió 20 años, aunque siguió dibujando. Con el tiempo, artistas como Giorgio de Chirico y Paul Klee inspiraron algunos de sus poemas.
«Me da tal sensación de paz dibujar; más que la oración, los paseos, más que nada», explica la poeta en una carta enviada a Ted Hugues el 7 de octubre de 1956. De hecho, en uno de los poemas incluidos en la colección «Birthday letters» (1998), su despedida de Sylvia Plath, Hughes describe cómo el acto de dibujar «calmaba» a su mujer, que experimentaba con pasteles, lápices, tinta, collages, carboncillo, y anhelaba publicar sus dibujos en el «New Yorker» «para colocarlos en mitad de un cuento a fin de romper la maraña continua de la letra impresa».
«Cuando Ted y yo empecemos a vivir juntos, formaremos un equipo mejor que el de Mr. y Mrs. Yeats», advierte Plath a su madre en una carta fechada el 23 de octubre de 1956. Y es que, como explica Frieda Hughes en el libro y demuestra la edición de estos «Dibujos», Sylvia Plath tenía «sueños de grandeza» y «vivió con energía, pasión y una sed de conocimiento que dirigió hacia sus afanes literarios y artísticos hasta que se suicidó, el 11 de febrero de 1963».

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