sábado, 31 de diciembre de 2011

Juan Gossaín / Despilfarro y corrupción

Juan Gossaín

Despilfarro de ayudas para afectados 

por invierno

Especial para El Tiempo
11:04 p.m.
27 de diciembre de 2011


El periodista cuenta, indignado, cómo se pudrió la comida y cómo se vio perjudicado un pueblo.



Excúsenme si parezco furioso: lo estoy. Esperé una semana antes de sentarme a escribir, pero no se me pasa. El crimen que se ha cometido clama justicia al cielo. Voy a contarles la historia.
San Estanislao de Kotska, con su nombre de santo polaco, es un pueblo de 15.000 habitantes, en el departamento de Bolívar, situado apenas a 40 kilómetros de Cartagena. Por allí se le conoce simplemente como Arenal.

En la víspera de Nochebuena murieron dos niños, uno, de 2 años, en Arenal, y el otro, de 7 meses, en Soplaviento, la aldea de músicos que le queda al frente.

Estaban recogidos con sus familias en albergues para damnificados del invierno. Los dictámenes médicos fueron iguales en ambos casos: muerte por desnutrición. Los aguaceros de los últimos años han ocasionado tantos estragos en las riberas del canal del Dique que ya no hay comida. Un sacerdote amigo mío vio a una madre con sus hijos almorzando las hojas que arrancaban de un palo de limón a la salida de Calamar.

Ese mismo día, mientras los vecinos piadosos recogían dinero en la calle para enterrar a los niños, en una bodega de la zona industrial de Cartagena tuvieron que destruir 12.000 raciones de comida que la Gobernación de Bolívar había comprado hace cuatro años, para socorrer a las víctimas del invierno, pero que acabaron pudriéndose en un depósito.

No eran solo alimentos. En las cajas también había varias medicinas, entre ellas suero glucosado para rehidratar a los hambrientos. Es probable que con un par de esas botellas los dos niños se hubieran salvado. Sigo pensando en ellos hoy, que es día de los Santos Inocentes.




Historia de un crimen

Todo empezó en el año 2007. El implacable invierno, que desde entonces venía rugiendo como un perro hambriento del sur de Bolívar hacia el norte, había cobrado ya sus primeras víctimas: ranchos destruidos, cosechas perdidas, gallinas y cerdos que flotaban en las corrientes. Las romerías de indigentes, con un pedazo de colchón al hombro y las criaturas en brazos, se
desplazaban de pueblo en pueblo, mendigando cobijo y pan.

El gobernador Libardo Simancas, que estaba a punto de dejar su cargo para ser investigado por vínculos con la parapolítica, ordenó que se compraran 12.000 mercados a unos licitantes de víveres que los cotizaron por 4.000 millones de pesos.

Joaco Berrío, el nuevo gobernante, acusó a su antecesor de haber hecho una compra amañada y sin los requisitos que exige la ley. Según declaró públicamente, temía que al repartir esos alimentos lo metieran en la cárcel. En aquella ocasión le dije por radio que es mejor terminar preso por repartir comida que por dejarla pudrir.

Prefirió ordenar que almacenaran los mercaditos en una bodega contratada mientras se adelantaba una "investigación exhaustiva" que no llegó a ninguna parte. (Malditas sean las investigaciones exhaustivas en Colombia. Todavía no hemos podido saber quién asesinó al mariscal Sucre ni quién ordenó que mataran a Gaitán.)

A Berrío lo destituyó la Procuraduría por otras razones. Llegó un tercero, Jorge Mendoza, tan fugaz que ni tuvo tiempo de averiguar dónde diablos era que estaba guardada la comida.

En el 2010 convocaron a votaciones atípicas para que alguien gobernara los nueve meses que hacían falta. Solo participó el 10 por ciento de los ciudadanos. Apareció Alberto Bernal, el cuarto mandatario, y, según él mismo ha dicho, desde el día de su posesión ya los mercaditos estaban dañados.

En esos cuatro años, cada invierno fue más grave que el anterior.

Los damnificados se multiplicaron. Eran, como siempre, los más indefensos y desprotegidos. Uno puede comprobar en las calles coloniales de Cartagena que los desplazados por el agua ya no piden dinero. Ni siquiera piden una sábana. Ellos mismos dicen que se conforman con una lata de leche en polvo o unos cubitos para hacer sopa.

Pasó el tiempo. Llovían las explicaciones legales, hubo una inundación de incisos y parágrafos, cayó un diluvio de intrigas, metieron sus manos diputados y concejales, y así, entre martingalas de leguleyos y bellaquerías de políticos, la bodega terminó por convertirse en un pudridero.




La ira de Dios

Los vecinos del depósito empezaron a quejarse. Los olores apestaban. 12.000 cajas de comida para seres humanos se habían convertido en un banquete de ratas y en basurero de cucarachas.

Hasta que la semana pasada un grupo de especialistas decidió que se procediera a destruir los mercaditos con candela porque eran un peligro para la salud pública. Yo no sé cuál de todos esos gobernadores es el culpable, o si lo son todos, porque cada uno cuenta un cuento distinto y cada quien trata de sacar sus chorizos del humo.

Solo espero que la ira de Dios caiga sobre los responsables de una infamia como esta, ya que la justicia de los hombres no solo es ciega, sino sorda. Y que les tenga reservada una paila del infierno más caliente que el fuego de los mercaditos, para que prueben una cucharada de su propia medicina. Son más condenables que la guerrilla, los narcotraficantes y los paramilitares juntos.

Este crimen de lesa humanidad es más horrendo que el de los parásitos financieros de Wall Street, que los fraudes electorales de Putin en Rusia, que las masacres de Gadafi en Libia, que las palizas del Ejército sirio contra los manifestantes de Damasco.

Pero aquí, en Colombia, tierra del café más suave del mundo y de las esmeraldas más bonitas, nadie se indigna, nadie ocupa una plaza para expresar su protesta, nadie abre la boca. Nadie se estremece. ¿Es que aquí a nadie le duele nada? ¿Qué es lo que tenemos en las venas? ¿Chicha de maíz?

Las estadísticas más confiables señalan que casi cuatro millones de colombianos se acuestan cada noche sin haber comido. De ellos, la mitad son niños. Pero la plata del Bienestar Familiar no alcanza para llenar el barril sin fondo de tanto contratista ladrón. Y en Cartagena dejan pudrir 12.000 mercados.

Sigamos en esas, sigamos; sigamos felices, como Nerón, tocando el arpa mientras Roma arde.




Epílogo para una infamia

Y faltan más horrores. Ya dije que el suministro de los mercados perdidos se contrató hace cuatro años por 4.000 millones de pesos. Como nunca les pagaron, ahora los proveedores exigen 9.000 millones, un incremento del 125 por ciento, a lo que hay que añadirle el precio hasta ahora desconocido de cuatro años de bodegaje, más 44 millones de pesos adicionales que cobraron los encargados de destruir la podredumbre.

No escribo con tinta de computador, sino con sangre, porque Altenberg me enseñó que quien escribe con sangre aprende que la sangre es el espíritu.

A punto de terminar, busco en la cabeza una palabra precisa para referirme a quienes hayan sido los causantes de esta monstruosidad. Todos los epítetos me parecen pobres ante la magnitud de lo ocurrido. Decía Cervantes que "solo hay una palabra, y solo una, para expresar lo que un hombre está sintiendo". Pero ninguna sirve para deshacerme del tarugo que tengo enquistado en el fondo del corazón.

Hasta que la encontré ahí, en las páginas del propio Cervantes. Cuando aquellos truhanes de una hospedería del camino lo molieron a palos, Don Quijote salió del lugar lanzándoles todos los improperios que se merecían: bribones, sinvergüenzas, granujas, perversos, malignos, villanos. No contento con ello, subió a su caballo sarnoso y, antes de volver grupas para marcharse, se asomó por la ventana de la posada, llenó de aire los pulmones, abrió la boca hasta donde pudo y, con toda la fuerza de su alma, les gritó:

-¡Hideputas!





viernes, 30 de diciembre de 2011

Un mal año para los elefantes





Miles de colmillos para la medicina china

 2011 ha marcado un record de incautaciones de marfil desde su prohibición hace 22 años.

Ese dato indicac que resurge la caza furtiva en África por la demanda asiática.


Imágenes de las 1,4 toneladas de marfil confiscadas en Malasia en diciembre. / ELIZABETH JOHN / TRAFFIC

El contrabando de colmillos de marfil ha alcanzado durante 2011 niveles récord desde su prohibición hace 22 años, según señala Traffic.

Las 23 toneladas de marfil confiscadas equivalen a 2.500 paquidermos muertos
Esta organización internacional, que lucha contra el tráfico ilegal de animales y plantas, ha revelado que este año se confiscaron en el mundo 23 toneladas de colmillos de elefante, una cantidad que equivale, al menos, a 2.500 paquidermos muertos.
Traffic relaciona este repunte del comercio ilegal de marfil con la enorme demanda que existe en Asia, donde se cree que el marfil tiene propiedades medicinales. "La mayoría de cargamentos ilegales de colmillos de elefante terminan en China o en Tailandia", indicó el experto en elefantes Tom Milliken, de la citada organización.

Una población desigual

EUROPA PRESS
En 1989 se adoptó una prohibición total del comercio de marfil a nivel mundial para frenar la matanza indiscriminada de los elefantes africanos en países como Kenia.
Actualmente, existen unos 400.000 a los 700.000 ejemplares de estos animales. En algunos países del sur de África, como Botswana, hay grandes poblaciones de elefantes que van en aumento, hasta el punto de que las autoridades de Sudáfrica ya están preocupadas con el número de elefantes, que se ha extendido hasta llegar a dañar las reservas protegidas.
En el resto del mundo la situación está lejos de ser alentadora. En las áreas más anárquicas o con falta de legislación, como la República Democrática del Congo, la caza furtiva está desenfrenada.
Milliken ha añadido que la caza furtiva es una consecuencia indirecta de las inversiones que China está dirigiendo en África para asegurarse los minerales y los recursos energéticos para atender sus demandas de combustible y crecimiento económico.
"África Central ha resultado brutalmente afectada, especialmente República Democrática de Congo", ha denunciado el experto, quien sostiene que también se está produciendo caza furtiva de elefantes en Zimbabwe, Zambia, norte de Mozambique, Kenia y Tanzania.
Durante 2011 se han producido al menos 13 grandes operaciones para incautar cargamentos ilegales de marfil, frente a seis que se produjeron en el 2010, con menos de diez toneladas intervenidas.
La organización ha protestado por las pocas detenciones que se han producido en estas operaciones y han apuntado que los delincuentes operan cada vez con mayor sofisticación. "El único denominador común en el tráfico es que el marfil sale de África y llega a Asia, pero las rutas cambian constantemente, ya que los contrabandistas buscan las mejores opciones para eludir las detenciones", advierte Milliken.



Jennifer Egan / La forma es el fondo



Jennifer Egan

La forma es el fondo

EDMUNDO PAZ SOLDÁN
30 DIC 2011

Con El tiempo es un canalla (2010), su cuarta novela, la escritora norteamericana Jennifer Egan ha ganado premios tan prestigiosos como el Pulitzer y el National Book Critics Circle Award, superando a autores conocidos como Jonathan Franzen y David Grossman. Egan se merece todos los elogios; su libro es una curiosa y muy lograda combinación de realismo convencional y experimentación con la forma. Egan está tan dispuesta a conseguir varias cosas dispares a la vez que El tiempo es un canalla puede leerse como una novela y también como una colección de cuentos con personajes interrelacionados entre sí. Incluso en sus influencias, el libro se inclina ante el altar de Proust -los dos epígrafes le pertenecen, al igual que el tema central del paso del tiempo-, pero, para su estructura, Egan ha confesado que una serie televisiva -Los Soprano- fue su modelo principal (la idea era "escribir una novela que tuviera la misma sensación lateral de una serie televisiva, la misma clase de movimiento en todas las direcciones, no siempre hacia adelante. El movimiento de los personajes centrales hacia los periféricos de temporada a temporada o incluso en la misma temporada"). El tiempo es un canalla recorre cincuenta años -desde los convulsos años setenta hasta la distópica década de 2020- en la vida de varios personajes asociados a la industria musical; los más importantes son Bennie Salazar, un ejecutivo de una compañía musical que alguna vez fue músico punk, y Sasha, su secretaria, una cleptómana compulsiva llegada a Nueva York con sueños de triunfo. Su historia no es contada linealmente: por dar un ejemplo, si en el primer capítulo Sasha tiene 35 años y ya no trabaja con Bennie, en el segundo, ella todavía es su secretaria y lo acompaña a ver a un grupo musical del cual la compañía quiere deshacerse. La novela explota luego en múltiples historias, cada una narrada desde una perspectiva y un tono diferentes, y aparecen, entre otros, Lou, un productor musical mujeriego, con cuatro hijos y las ganas de llevarse el mundo por delante, Mindy, una estudiante de Berkeley que es amante de Lou ('Safari', el capítulo/cuento que relata su historia, es uno de los mejores), y el "magnético" Scotty, un cantante de "baladas de paranoia y desconexión" a cargo de narrar el capítulo más cómico (cuando visita a Bennie en sus oficinas lujosas con un pescado muerto en la mano). Esta estructura desordenada de la novela no es gratuita. En El tiempo es un canalla, la forma es el fondo: Egan trata de captar la relación no lineal del individuo con el tiempo. En un párrafo, la novela puede congelar la acción del presente y proyectar a los personajes dos o tres décadas en el futuro, para luego volver al presente. La música, constante en la novela, es ideal para esos viajes en el tiempo, para que Sasha y compañía se den cuenta de que las capas se han ido sedimentando, de que se están convirtiendo en historia. El título tiene ese sentido: nadie está libre de la destrucción del tiempo; Lou, que en su momento triunfal llega incluso al desafío de decir que nunca envejecerá, termina un par de décadas después en una cama de hospital, agonizante. La novela aspira a narrar el momento actual como si fuera histórico, registrar la sensibilidad del presente. Sacudida por transformaciones dramáticas, la industria musical en torno a la cual giran los personajes de El tiempo es un canalla es ideal para que Egan explore los cambios durante el medio siglo en que transcurre la acción. Por un lado, la novela puede leerse como una crítica de la forma en que la digitalización tecnológica está produciendo películas, canciones y fotos tan precisas y perfectas que carecen de vida: "Un holocausto estético", piensa Bennie, que, sin ironía alguna, está a cargo de crear esos productos culturales que detesta. Pero esa misma digitalización también crea instrumentos que, usados de manera creativa, pueden ser liberadores. El capítulo más arriesgado, un diario de alrededor de cien páginas que Alison, la hija de 12 años de Sasha, lleva allá por 2020 en formato PowerPoint encierra una de las metáforas principales de la novela: los gráficos, las flechas y los círculos que se repiten una y otra vez representan cuán conectados estamos todos en la era digital.


Jennifer Egan / "Mi novela es como un disco de los años setenta"




JENNIFER EGAN 

"Mi novela es como un disco de los años setenta"


Barbara Celis
30 de diciembre de 2011
La crítica de Estados Unidos ha calificado de experimental y sorprendente El tiempo es un canalla, Premio Pulitzer de ficción

Para ser vanguardista, a veces también hay que mirar hacia el pasado. Los grandes maestros de la literatura se atrevieron a hacer cosas que hemos olvidado y por eso ciertos riesgos narrativos hoy resultan revolucionarios, aunque no sean nuevos en absoluto. Esa es una de las lecturas que hace Jennifer Egan (Chicago, 1962; jenniferegan.com) del éxito de su novela El tiempo es un canalla, el último Premio Pulitzer de literatura. Trece capítulos que conviven entre ellos de forma autónoma, protagonizados por diversos personajes relacionados con la industria de la música, que van y vienen a medida que el tiempo pasa de forma no lineal y en los que las diferencias estilísticas son extremas. "La novela para mí es algo abierto y muy experimental en su esencia. Basta con fijarse en los grandes genios de la literatura: el Quijote de Cervantes, flexible y totalmente abierto, o los libros de Laurence Stern. Los escritores tenemos libertad para explorar todos los territorios y si a eso le añades lo que traen las nuevas tecnologías las puertas son infinitas". La valentía narrativa de Jennifer Egan, demostrada a través de cinco libros que han acumulado premios hasta culminar con el Pulitzer, reside sobre todo en esa inquietud puramente instintiva, según la define ella misma, que la lleva a explorar "para no aburrirse" territorios que desconoce. "El reto es tratar de hacer algo que creo que no puedo hacer, aprender y además entretener".


Jennifer Egan
Sonriente, espontánea y exudando simpatía, lo comenta frente a un café con hielo una fría tarde de otoño en Brooklyn, un barrio en el que viven decenas de escritores neoyorquinos. "Este libro nació, de forma abstracta, de un reto personal: me releí En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, y me hizo plantearme cómo sería escribir sobre el paso del tiempo hoy, pero de una forma más moderna, no tan detallista. Por otro lado, hace años que tenía curiosidad por escribir sobre la industria musical, un lugar muy interesante para hablar del paso del tiempo porque ha tenido problemas dramáticos para adaptarse al universo digital". La combinación de ambas cosas creó, estructuralmente, "un libro que es como un disco de los años setenta, como Tommy o Quadrophenia, donde cada tema es completamente diferente del anterior y donde aparentemente no hay unidad, pero al escucharlo como un todo entiendes el sentido". La referencia a los discos de la banda británica The Who tampoco es casual: era el grupo preferido de Egan. Esta escritora, que descubrió su necesidad de escribir durante un viaje de juventud, nació en Chicago pero creció en el San Francisco de los años ochenta, donde vivió en directo el auge de la escena musical punk de la costa Oeste norteamericana, cuya fuerte presencia impregna todas las páginas del libro. "La música tiene esa extraordinaria cualidad de hacerte viajar en el tiempo de forma inmediata. Cuando eres adolescente los grupos que escuchas son tu seña de identidad, no creo que haya otro momento en la vida en que la música sea tan esencial y cuando pasan los años y de repente escuchas alguna de aquellas canciones que marcaron tu juventud, el golpe del paso del tiempo es inmediato".
Un ejecutivo de la industria discográfica y su asistente son los dos pilares alrededor de los que se mueve esta novela en la que, sin embargo, ellos solo protagonizan dos capítulos. Personajes periféricos que aparecen en ambos se convierten en protagonistas de otros relatos "porque una vez creados me pedían darles más vida". Al terminar el libro, cuya estructura narrativa es muy libre, Egan temía que no se pudiera definir. "Pero luego pensé: ¿qué más da? Es ficción y yo estoy básicamente siguiendo mi propio instinto. Mi objetivo es que esos personajes te atrapen y te entretengan y si puedes conseguir eso ¿qué más da cómo definas el libro?". Los críticos lo han hecho, calificando la novela de experimental, sorprendidos sobre todo por el capítulo escrito en Powerpoint en el que una niña de 12 años habla de la importancia de las pausas musicales en los temas de música rock. "Me parecen interesantísimas. Crees que una canción ha terminado y de repente sigue y tienes esa sensación de alivio pero poco después la canción termina. Me parece una metáfora muy interesante sobre el paso del tiempo porque hay muchos momentos de pausa en nuestra vida pero después, la vida continúa. Explicarlo en Powerpoint, una herramienta que yo jamás había utilizado antes, me permitió explorar esa idea de forma mucho más gráfica".
En el libro también hay una inteligente y desternillante exploración del mundo de las celebridades, un tema que en cierto modo había tocado ya en su libro Look at me, protagonizado por una modelo.En cierto modo ella misma se ha convertido, tras el Pulitzer, en una estrella, aunque como bien dice "la palabra celebridad y la palabra escritor no pertenecen al mismo universo, al menos en Estados Unidos". Pero lo cierto es que su nombre está de moda, alimentado por las ventas de su último libro y por el boca a boca entre la gente joven. La cadena HBO además ha comprado los derechos para convertirlo en serie, algo de lo que ella se desentiende, como ya hizo con su libro The invisible circus, que llevó al cine Adam Brooks. "La literatura y el cine son animales diferentes y yo prefiero mantenerme al margen de la imagen. Lo mío son las palabras".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de diciembre de 2011


jueves, 29 de diciembre de 2011

Simón Díaz / Caballo viejo y otras canciones


Simón Díaz
BIOGRAFÍA
CABALLO VIEJO Y OTRAS CANCIONES

Para Juan Manuel Roca, en su cumpleaños,
con el inmenso aprecio de su lector.
Triunfo Arciniegas
Bogotá, 29 de diciembre de 2011

Caballo viejo

Autor e Intérprete
Simón Díaz


Mi llano es un paraíso

Autor
Augusto Braca
Intérpretes
Simón Díaz & La Rondalla Venezolana
 

Mi querencia

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Luna de Margarita

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Qué vale más

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Sabana

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Flor de mayo

Autor e Intérprete
Simón Díaz

Tonada del cabrestero

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Tonada de las espigas

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Todo este campo es mio

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

El becerrito

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Tonada del tormento

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Pasaje del olvido

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Pasaje 8

Autores
Juan Vicente Torrealba
Ernesto Luis Rodríguez
Intérprete
Simón Díaz
 

Cristal

Autor e Intérprete
Simón Díaz
 

Como pequeña gota de rocí

Autor e Intérprete
Simón Díaz


El alcaravan

Autor e Intérprete
Simón Díaz

Linda Barinas

Autor
Eladio Ramón Tarife
Intérprete
Simón Díaz




miércoles, 28 de diciembre de 2011

Los políticos leen

Ilustación de Francisco de Goya
LOS POLÍTICOS LEEN
Historias de políticos "peleados" con los libros

BBC Mundo
Última actualización:Lunes, 5 de diciembre de 2011

Peña Nieto puede consolarse (o no) con el hecho de que Fox y Menem también tuvieron traspiés literarios.

La pregunta era de esperar y sin embargo Enrique Peña Nieto, aspirante a la presidencia mexicana por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), visitaba el sábado la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, no supo contestar adecudamente cuando un periodista le consultó cuáles eran los tres libros que marcaron su vida.


Enrique Peña Nieto

La vaguedad de su respuesta, que incluyó confusiones y errores, fue la comidilla del fin de semana en las redes sociales mexicanas, pero para su tranquilidad, no es el único político mexicano, ni latinoamericano, que comete gaffes en materia literaria, como pudo corroborar BBC Mundo.
Peña Nieto, quien lidera en las encuestas de opinión de cara a las elecciones de julio del año próximo, partió por terreno seguro. "Definitivamente la Biblia es uno de ellos", dijo el exgobernador del Estado de México. "No la leí toda", aclaró.
De ahí en más su respuesta pareció ir barranca abajo, a medida que se esforzaba por recordar títulos y autores.
Peña Nieto aseguró que el escritor mexicano Enrique Krauze era el autor de La silla del águila, cuando la novela es del también mexicano y Premio Cervantes de Literatura Carlos Fuentes. Luego recordó el tema de otro libro "sobre caudillos", éste sí de Krauze.
"Hay otro libro de él mismo que quiero recordar el nombre, sobre caudillos, no recuerdo el título exacto… ¿eh?", dijo. El ensayista Enrique Krauze recibió en 1976 el Premio Magda Donato por su libro Caudillos culturales en la Revolución mexicana, y ha dedicado gran parte de su obra a hablar sobre la historia de México.
Para cerrar su aporte cultural, mencionó una trilogía del político conservador británico Jeffrey Archer y la biografía novelada de Antonio López de Santa Anna, escrita por el mexicano Enrique Serna.
"La verdad es que cuando leo libros, me pasa que luego no registro del todo el título. Me centro más en la lectura, pero más o menos te da una idea de los libros que he leído", se excusó.
Las redes sociales y la prensa mexicana no se demoraron en registrar los comentarios y algún crítico llegó a calificarlos de "foxazos", en alusión al exmandatario Vicente Fox.
Es que no solo Peña Nieto se enreda con los libros. Ya le había sucedido al líder panista, y también al expresidente argentino Carlos Menem, entre otros.

El Nobel de Borges y el colombiano Vargas Llosa

Vicente Fox
Algunos comentarios del expresidente Fox (200-2006), también relacionados con la literatura, pasaron a la posteridad.
En 2010, poco después que Mario Vargas Llosa fuera anunciado ganador del Premio Nobel de Literatura, comentó en Twitter: "Felicidades Mario, la hiciste! Ya son tres Borges, Paz y tu (sic)", refiriéndose probablemente al mexicano Octavio Paz y al argentino Jorge Luis Borges, aunque éste nunca recibió el codiciado galardón.
Según recuerda el periódico El Universal, tres años antes había soltado en una conferencia en Los Angeles que "América Latina debe huir de la dictadura perfecta, como dijo el premio Nobel colombiano de Literatura, Mario Vargas Llosa", quien por entonces no había recibido el premio, ni era colombiano.
Fox se ha reído una y otra vez de sus metidas de pata, y otro tanto le tocó hacer a Peña Nieto este lunes, quien se apresuró a enmendar el episodio.
Según la prensa local, el candidato priista señaló que los diversos comentarios que generó su equivocación reflejan los espacios ganados para expresar opiniones a través de las redes sociales. Dijo que son "parte de la democracia en la que vivimos, de la libertad de expresión que gozamos y que hace algunos años hubiera sido impensable".
Además, apuntó que entre las críticas que se le han hecho hubo algunas "creativas e incluso divertidas".

La obra completa de Sócrates

Carlos Menem
En el Cono Sur también se recuerdan comentarios similares de los líderes políticos. Carlos Menem tiene varios gaffes célebres en su haber.
La prensa local le atribuye las siguientes frases:
 "Leo mucho a Sócrates. Tengo la colección completa de sus obras", en declaraciones al programa televisivo Tiempo Nuevo. Sócrates no dejó obras escritas.
"Acá no se trata de sacarle a los ricos para darles a los pobres, como hacía Robinson Crusoe", en comentarios a la prensa en 1998. Probablemente se refería a Robin Hood.
Por su parte su sucesora en el cargo, la actual presidenta argentina Cristina Fernández, reinventó una supuesta parte de El Quijote a principios de 2010.


"Recordaba a Cervantes cuando le decía a Sancho: 'Ladran, Sancho; señal que cabalgamos'. Lo voy a adaptar a una versión crisinesca: 'Ladran, Sancho; señal que son perros'(sic)".
La mandataria confundió "Cervantes" con "Quijote", pero además obvió que, en realidad, estaba citando un pasaje de la adaptación cinematográfica de El Quijote, por Orson Welles. El pasaje parafraseado no existe en el libro.




martes, 27 de diciembre de 2011

Denuncie a los taxistas que no lo quieren llevar



Denuncie a los taxistas de Bogotá
que no lo quieran llevar
Por Carol Malaver

Los taxistas se resisten a llevar a los usuarios a ciertas zonas de la ciudad por los trancones. Dicen que durar horas metidos en uno, no es rentable. Se acumulan las quejas formales en contra de conductores que se niegan a prestar el servicio a ciudadanos.


A Rosabel Gutiérrez se le ha vuelto un dolor de cabeza coger un taxi en la noche, cuando sale de su trabajo, cerca a la calle 93 con 17, y busca como medio de transporte un taxi. "No hay poder humano, que logre que uno de esos conductores me lleve a mi casa en Belmira. Uno siente como si estuviera rogando por un servicio que, al fin de cuentas, uno paga, y bien caro".
La excusa en esta época de fin de año siempre es la misma: el norte, el centro, el sur, están imposibles a causa de los trancones por obras, lluvias o por las tradicionales compras de fin de año que propician que salgan a las calles a miles de compradores que se movilizan en sus vehículos. Pero el mismo Uldarico Peña, líder en el gremio de taxistas, dijo que antes de iniciar la temporada tuvo reuniones en las que instaba a los prestadores del servicio a no preguntarle al usuario para dónde iba, sino, simplemente prestarles el servicio. "En eso también deben cambiar los usuarios. No pregunten, simplemente, abran la puerta trasera y montéense. Tampoco debe haber negociación de tarifas".
Sin embargo, los taxistas parecen hacer caso omiso al llamado pues, según varias quejas, solo se limitan a hacer recorridos cortos en el interior de cuadrantes específicos. "Yo vivo en Cedritos y cuando necesito ir al centro en taxi, la respuesta siempre es negativa. Aquí solo circulan entre la Autonorte y la carrera 7a. y las calles 100 y 180", dijo Adriana Cifuentes, residente del barrio Capri. Esta misma situación se vive en los corredores viales de toda la ciudad.
Por actitudes como estas, la secretaría de Movilidad ya ha recibido este año 39 quejas formales de taxistas por cometer la infracción número 62: negarse a prestar el servicio público sin causa justificada. "Esta se puede agravar si como consecuencia de la no prestación del servicio se ocasiona alteración del orden público. Se le puede suspender la licencia hasta por un término de seis meses", dijeron funcionarios de la secretaria de Movilidad.
Pero esas no son las únicas quejas que han puesto los usuarios de taxis este año: 4.147 se han registrado por taxistas que conducen sin mostrar el aviso de tarifas oficiales o lo llevan deteriorado o adulterado y otras 219 por conductores que tienen el taxímetro dañado, con los sellos rotos o etiquetas adhesivas con calibración vencida o adulterados o porque carecen de él, o por no cumplir con las normas mínimas de calidad y seguridad exigidas por las autoridades. En total fueron 4.405 quejas por las causas mencionadas.
Las sanciones a los taxistas por estas causas van desde un día de suspensión del conductor o del despacho de radiofrecuencia, hasta el despido de los conductores.

¿Cómo denunciar?
Línea 195: puede hacer su denuncia de manera verbal, dando la mayor cantidad de datos posibles sobre el vehículo que lo transportó, como número de placa, empresa a la que pertenece el taxi, número del taxi, entre otros.

Página
Visite esta página.
Puede hacer su denuncia en el portal de la Secretaría Distrital de Movilidad. Vaya a la parte superior derecha, en la pestaña contacto, y diligencie todos los datos para que las quejas se dirijan a la Dirección de Control y Vigilancia de la SDM. Luego de diligenciar el formato, le darán un número de radicado con el cual puede hacer el seguimiento a su queja o denuncia.