Hollywood, la meca del bisturí
El cambio estético de Renée Zellweger reaviva el debate sobre la presión que sufren las actrices en la industria del cine para mantenerse jóvenes
Renée Zellweger llegó ayer a ser trending topic mundial durante varias horas. O lo que es lo mismo: cientos de miles de personas opinaron en las redes sociales sobre su cambio estético, la mayoría mostrando su sorpresa ante el nuevo rostro de la actriz.
No es la primera vez que Zellweger se somete a operaciones de estética. En los últimos años, sus apariciones en la alfombra roja han suscitado comentarios acerca de posibles liftngs, inyecciones de bótox y drásticos cambios de peso (algunos por exigencias del guion). Ella, ajena a las críticas, ha querido responder al revuelo generado: “Estoy contenta de que la gente me vea diferente”, ha declarado en exclusiva a la revista People. Ella se siente feliz con su nueva, y tan comentada, imagen. “Estoy viviendo una vida feliz y diferente, más plena, y estoy encantada de que se note”, afirma. “Durante mucho tiempo no hice un buen trabajo. Llevaba un horario que no era realista y que no me permitía cuidarme. En lugar de detenerme a calibrar, seguí corriendo hasta que estuve agotada. Finalmente elegí hacer cosas diferentes”, añade sin hablar en concreto de su retoque.
Sin embargo, la magnitud que ha alcanzado la noticia abre de nuevo un debate que siempre ha planeado sobre Hollywood. ¿Es Zellweger una víctima más de la presión que esta industria ejerce sobre sus estrellas femeninas?
Hace unos meses, la publicación académica Journal of Management Inquiry hizo públicos los resultados de un estudio encaminado a mostrar las diferencias de género que imperan en la meca del cine: mientras los actores alcanzan su mejor momento profesional a los 52 años (y su éxito se mantiene estable tras ese momento), las actrices logran los mejores contratos a los 34. A partir de ahí, sus salarios y sus proyectos empiezan a disminuir.
Otra investigación reciente, esta vez realizada por la Universidad de Carolina del Sur, tampoco deja a las actrices veteranas en muy buena posición. En las 100 películas más taquilleras de 2012, por cada cuatro actores mayores de cuarenta había una actriz del mismo rango de edad.
“No pierdo trabajos por mostrar mi ideología, los pierdo porque engordo y me hago mayor”, comentaba el año pasado Susan Sarandon en el programa de Oprah. Es solo una de las muchas actrices que ha denunciado la obsesión de Hollywood por la eterna juventud. “Algo ha pasado en nuestra cultura. Nadie puede superar los 45 años ni estéticamente ni en su forma de comportarse”, opinaba la también actriz Frances McDormand en una entrevista en el New York Times.
Intérpretes como Kate Winslet, Meryl Streep, Emma Thompson o Jodie Foster se han mostrado contrarias a la cirugía como método para alargar sus carreras profesionales. “Prefiero que digan ‘esa chica tiene una nariz fea’ a que comenten ‘a esa chica le han dejado fatal la nariz”, declaraba esta última en una ocasión.
Sin embargo, muy pocos están a salvo del deseo de borrar defectos y frenar el envejecimiento. En Estados Unidos se llevaron a cabo 11 millones de operaciones de estética en 2013. La cifra, según la Sociedad Americana de Cirugía Plástica, se ha multiplicado por siete en 15 años. España, por su parte, es uno de los países de la UE donde más operaciones de este tipo se realizan. Los datos de la Sociedad Española de Cirugía Reparadora, Plástica y Estética apuntan a unas 15.000 operaciones al año.
Si la sociedad en su conjunto asume este tipo de intervenciones como algo natural, no es extraño que las estrellas de cine y otras figuras sometidas al escrutinio mediático procuren mantenerse bellas y jóvenes a golpe de bisturí. Aunque a veces el resultado no sea el esperado.
“Cuando estaba en la veintena no podía creer que las actrices se quejaran de perder sus trabajos cuando cumplían 50. Ahora lo entiendo. Las cosas cambian. Hollywood puede ser un lugar muy superficial”, comentaba Michelle Pfeiffer en Fox News. Todo el mundo alabó el hecho de que Renée Zellweger engordara para meterse en el papel de Bridget Jones. Ahora a la misma actriz le llueven las críticas por haber cedido a la presión que se ejerce sobre su trabajo.
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